6. Que El Amor Te Haga Hablar

6.1. Después de celebrar la Santa Misa he compartido un momento con mis hermanos de Comunidad. Después, ya en mi habitación, he escuchado al Ángel.

6.2. “¡Santo!, ¡Santo!, ¡Santo es el Señor Dios del universo!”: aquello que cantáis cuando celebráis la Santa Misa es un dulce eco de las alabanzas celestes; así lo enseñó Isaías (Is 6,3), y así es. Especialmente en ese momento precioso la Iglesia del Cielo y de la Tierra se reúne en el amor y la adoración, y todos, vosotros y nosotros, gozamos de la comunión y de la amistad en Dios. ¡Qué paradoja saber que mientras que esto es así en cada Eucaristía, muchos hoy siguen buscando, como a tientas, reunirse o comunicarse con nosotros los Ángeles, porque desean hallar en nosotros fuerza, belleza, pureza y sabiduría!
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Lunes de Federico (1)

De acuerdo: hablemos de hábitos y sotanas

Creo que conozco ya las dos versiones: hábito usado todo el tiempo y hábito usado poco o casi nunca. Lo primero, en Chiquinquirá y Bogotá; lo segundo, en Villavicencio y Dublín. ¿Con qué me quedo a fecha de hoy?

La legislación oficial de la Iglesia es clara al respecto: sacerdotes y religiosos deben identificarse por su vestido; la práctica común en la Iglesia también es clara: muchos sacerdotes no se identifican por su traje y muchos más usan ropa clerical sólo cuando les conviene.

Dos refranes compiten en esta materia. Uno dice: “el hábito no hace al monje;” el otro dice: “no sólo hay que serlo sino parecerlo.” Hasta un cierto punto, dos mentalidades colisionan también aquí: los de “hábito o clergyman siempre” suelen ser más conservadores o de derecha; los de “ropa normal” suelen ser más progresistas o de izquierda. Muchos de los que se visten juiciosamente “como padrecitos” son cercanos a las curias, los obispos y los seminarios; los que no parecen tan “padrecitos” prefieren o dicen preferir el trabajo “de campo” y aparentemente les interesa menos trepar por lo que a veces llaman la escalera del poder. Digo todo esto no por simple estereotipo sino para que seamos conscientes desde el principio que en esto concluyen más factores y dimensiones de las que uno pensaría inicialmente.

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Dios es Amor

La revelación más alta

Una de las cumbres más altas de la revelación bíblica es aquella expresión, concisa y audaz, de la Primera Carta de Juan: “Dios es Amor”. En ella se condensa, de cierto modo, todo lo que sabemos de Dios y todo lo que Él espera de nosotros.

Sin embargo, para captar en su hondura esta síntesis de nuestro conocer sobre Dios, y para entenderla como Él quiere, hemos de tener presente que la palabra “amor” no es un saco vacío que cada uno puede llenar según su gusto o su criterio. El amor tiene un rostro definido en Jesucristo, el Revelador del Padre. Así como es grande saber que “Dios es amor”, así es pobre quedarnos con nuestras escalas y modelos de amor, sin atender a Jesucristo, en quien el amor adquiere todo su sentido y muestra todo su poder.
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Adoración!

La experiencia

Adorar es entregar a Dios nuestra propia inteligencia, que se rinde ante Él, y todo nuestro amor, que siente que arde en Él.

Es un acto que nos desprende de la cadena más profunda que nos ata: nuestro propio “yo”. Por eso, adoración significa liberación.

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El Celular

En estos tiempos modernos donde las comunicaciones nos asombran cada día aparece el celular.

Muchos deseamos tener un celular y de hecho muchos lo tienen; algunos tienen cobertura limitada, tarjetas prepago, hay grandes, chicos, finos, de diferentes precios, unos más caros otros baratos… Todos lo deseamos para comunicarnos…

Pero hay un celular que todos tenemos… Es normal y sencillo, no tiene precio, no usa tarjeta prepago, tiene cobertura sin limite, se usa en cualquier lugar, todos tus mensajes, llegan bien y a tiempo… ES LA ORACION

Y tiene un número que es el “203”

“DONDE ESTAN DOS O TRES REUNIDOS EN MI NOMBRE
ALLI ESTARE YO. AMEN”