Hoy ha muerto la vida

Hoy ha muerto la vida.
¿Qué sabor tendrá este día
y qué aroma, sino muerte?
Sufre Cristo, ya fenece,
y con él, mi amor entero
y la luz del pensamiento
que su luz puso en mi frente.

Hoy ha muerto la vida.
No me deis, pues, alegría,
ni consuelo ni canciones;
no me deis muchas razones;
dejad que Cristo dormido
me diga por qué se ha ido
por el medio de la noche.

Hoy ha muerto la vida.
Y tras de ella se iban
mis pecados y deseos.
De Dios el blanco Cordero,
ardiendo de amor el alma,
consumía en llamarada
mis recuerdos y mis sueños.

Hoy ha muerto la vida.
Ante la cruz extendida,
se extiende mi historia toda,
y en su tiniebla especiosa
mi nombre resuena extraño,
por Dios mismo pronunciado,
en esta sublime hora.

Hoy ha muerto la vida.
La soledad escondida,
que acecha los corazones
de los hijos de los hombres,
de improviso se presenta
ante mi alma, que no acierta
si callarla o darle nombre.

Hoy ha muerto la vida.
Su inexorable caída
un doble abismo descubre,
que ante mis ojos reúne
la crueldad de la canalla
y la piedad de la gracia
que hizo de la noche lumbre.

Hoy ha muerto la vida.
Mas la muerte malherida
sabe que poco le queda.
La plegaria del que espera
y el amor de aquel que ama
hallarán por la mañana
esa vida que no muera.

Amén.

12. Ejercicios De Eternidad

12.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

12.2. Tú has querido dar un título a mis palabras; les has llamado un “diario”. Tú tienes muchos días; yo sólo tengo uno. Tus días comienzan, transcurren y mueren, como tú mismo. Mi Día no empieza, no cambia y no conoce final. Escribiendo un poco cada día construyes un hábito. Fíjate que el hábito es superior a cada día, aunque sucede en cada día. Adquirir hábitos es vencer a la sucesión de los tiempos. Aquello que permanece se aproxima en su duración a lo que es eterno. “Se aproxima” no quiere decir que llegue a estar realmente cercano, sino que se hace menos lejano.

12.3. Lo que quiero decirte es que la duración es un ejercicio de eternidad, y por tanto, que cuanto más estables sean tus buenos hábitos y costumbres, mejor dispuesto te encontrarás para aceptar la eternidad de tu destino y prepararte para ella.
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Preguntas y Respuestas – 9

No quiero parecer agresivo contra la fe cristiana, que es también mi fe, pero a veces me pregunto si se pueden creer tantas historias: que un Dios omnipotente viene a esta tierra, se hace niño, vive como un indigente, nadie lo entiende y él ama a todos; al final lo traicionan hasta sus propios amigos y él muere inocente rezando por sus enemigos. Perdón pero, ¿por qué habría Dios de hacer todo eso a una humanidad tan degenerada como es esta? ¿Por qué venir a este mundo y nacer así como casi un proscrito? (Respetuoso, Colombia)
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Lunes de Federico (7)

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La taza de té

–Ustedes conversan delicioso, Hermanitas, pero yo tendré que retirarme. Ya vi que Libertad llegó bien, y habiendo libertad, ¿qué nos podrá faltar, no?

–¡Espera, espera, Federico! ¡No te vayas sin tomarte siquiera una taza de té, que eso no se demora nada y te ayuda para el frío criminal de estas noches!

–“Sea por Dios, y venga más,” decía el obispo… Pero entonces me recibirán otra pregunta. A ver esta para Renata: ¿Tú consideras que estás sirviendo al Pequeño Resto del Pueblo de Dios cuando recibes las matrículas de las niñas de alto estrato social en los colegios que ustedes tienen? ¿Cómo sentir ahí que se está sirviendo a los más pequeños, si de hecho uno sabe que muchas de esas niñas serán grandes ejecutivas o esposas de altos ejecutivos cargados de poder y ávidos de dinero? Al fin y al cabo, en un país como Colombia, o en más de media Latinoamérica, ¿no ha sido la Iglesia la gran educadora de la clase dirigente, que es como decir la clase explotadora y la clase corrupta?

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Sobre el valor secular de la religión

Vivo en Europa y he viajado con frecuencia a EEUU. Entre los muchos contrastes posibles que ello me permite hacer está el tema del valor y lugar del hecho religioso. Europa, en su mayor parte, trata de sacudirse la religión o reducirla a la irrelevancia; EEUU, en cambio, parece dar un tremendo valor a lo religioso. ¿Es esa posición útil secularmente? Quiero decir: ¿hay un bien público que venga con la religión, independientemente de que uno crea o no?

No sorprende descubrir que en Europa la respuesta tiende a ser negativa, sobre todo por la asociación entre religión – fanatismo / fundamentalismo – irracionalidad, o por la asociación entre religión – clero – abuso de poder. Las guerras de religión y el contagioso atractivo de los que se hicieron famosos ironizando de la Iglesia, como Voltaire, están en el inconsciente colectivo.

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Preguntas y Respuestas – 8

Estimado fray Nelson Medina, quien le escribe es un joven de 18 años que sabe muchas cosas traumáticas de la vida y está conociendo acerca del amor de Dios, sólo que en su caminar le nace una interrogante: ¿Dónde esta Dios cuando ocurre una violación o un asesinato? ¿Dónde esta Dios cuando se clama auxilio? ¿Por qué no manda angeles a detener a los abusadores de inocentes? ¿Acaso si se viola a un niño se lo está castigando por algo que ha hecho?

Perdone la crudeza de la pregunta pero creo que las dudas se resuelven cuando están candentes, le pido por favor me responda y me ayude. Gracias. (Gabriel Marcos)

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11. La Gloria De Dios

11.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

11.2. ¿Qué siente tu alma si te digo que Dios será tu Juez? Una de las riquezas que tiene la invocación del Nombre Divino, que está “sobre todo nombre” (Flp 2,9), es precisamente la afirmación de Dios como Juez de todo lo creado. Pero muchos sienten que la proclamación del Juicio de Dios es algo así como una intromisión de Dios en sus terrenos. De ahí puedes deducir cuán lejos se encuentran de reconocerlo como Señor, porque piensan que el ejercicio de su señorío es una especie de injerencia abusiva.

11.3. Yo quiero que tú reconozcas las grandezas del juicio de Dios, en dos sentidos: como grandeza de ese Juicio Final que la fe te predica, y como grandeza del modo como Dios juzga. Estos dos sentidos están relacionados: quien conoce cómo juzga Dios no teme, sino que anhela la plenitud de ese juicio en la Historia humana.

11.4. “Dios juzga” es sinónimo de “Dios ha mostrado su gloria”. Y la gloria de Dios es la expresión más sublime que tenemos las creaturas para referirnos a las riquezas insondables de su ser íntimo. Sólo el Hijo tiene un conocimiento cabal y pleno del Padre, como Él mismo dijo: “Nadie conoce quién es el Padre sino el Hijo” (Lc 10,22). El Hijo sabe del Padre no por una revelación que el Padre le haya concedido, sino por una donación íntegra del ser que el Hijo mismo es.
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Lunes de Federico (6)

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La Hermana Libertad

–Muy interesante lo que planteas, y merecería más comentario, pero yo creo que ahora nos toca concentrarnos en lo de la Hermana, que, como no trae hábito, es solo ciudadana del universo y, de lo mismo normal, no es tan fácil de ubicar…

–¿No podía faltar el toque de ironía, ah? No cambias, padrecito, ¡no cambias! Mírala nada más llegar: es aquella de la chaqueta roja.

–¡Hola, Renata! ¡Hola, Federico! ¿Y a qué debo esta recepción tan solemne, con representación del clero y todo?

–A ver, hablo yo, que soy el clérigo aquí. Pero, espera te ayudamos con todas esas maletas. ¿Te tocó pagar sobrecupo?

–¡Yo pensé! Pero al final me puse a contarle al empleado allá que la mayor parte de ese peso eran libros, y que sin el peso de libros jamás se alivia la carga de un pueblo. Esa frase le gustó, creo yo, por la cara que hizo, y ¡aquí estoy!

–Bueno, vamos saliendo del aeropuerto, propongo yo, Libertad, porque a Federico ya ves que le están llegando los años, y a veces como que no oye bien, menos aún con este ruido.

–¡Renata siempre hablando por mí! Pero, si voy a ser sincero, una cosa es real: los años no pasan sino que se le quedan a uno dentro. Y creo que eso influye en que uno se ponga más trascendental. Creo que el tipo de preguntas que resulto haciéndome ahora son como las de un adolescente: ¿Adónde voy? ¿Qué quiero de mi vida? Cosas así.

–¿Y esas preguntas te trajeron a recibirme al aeropuerto? ¡Bienvenidas sean!

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Haciendo de una difamación una ocasión para evangelizar

Ante el inminente estreno de la versión cinematográfica del libro de Dan Brown, «El Código Da Vinci», la Conferencia del Episcopado Mexicano ha emitido un documento en el cual analiza, objetivamente, la actitud de los fieles ante este acontecimiento.

Dado que se trata de un best-seller mundial y que podría ser visto en la pantalla grande por hasta 800 millones de seres humanos, la Iglesia católica mexicana quiere dirigir una palabra a los católicos del país y del mundo, sobre todo, para que aprovechen esta coyuntura y se preparen para hablar de Cristo desde la verdad.

Por el interés que presenta el documento, lo reproducimos en su totalidad (gentileza de ZENIT.ORG).

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Tiempo para el Evangelio – Misericordia Quiero

Habíase detenido el camino hacia Dios en aquel cristiano, porque no lograba perdonar. Angustiado en su dureza, clamó al Señor, y el Señor le respondió:

Sed misericordiosos, como es miseri­cordioso vuestro Padre Celestial.
No juzguéis tan duro al hombre: es sólo un hombre.
Y si tiene delirios de grandeza, es por su misma pequeñez.
Si os parece ávido de cuanto ven sus ojos, comprended que es la enfermedad de un peregrino.
Y si en su camino se aferra al equi­paje, compadeceos de su pobreza.
Ninguna ropa tapará su desnudez. Y sus respuestas no lograrán acallar el clamor de su ignorancia.

Si veis en sus ojos veneno de envidia, no envidiéis su triste condición.
No temáis los bramidos de los hom­bres, cuando sueñan ser terribles fieras: suelen los hombres gritar como poderosos, y sus gritos son súplicas; son gemidos que imploran perdón, afecto, una mano amiga, un corazón abierto.

Si escucháis las mentiras de los hombres, no olvidéis que la Mentira se cierne sobre ellos, casi tanto como el absurdo, o la muerte.
Por ello, no juzquéis tan duro al hombre: es sólo un hombre.
Pero en él hay buena semilla y una chispa de infinito. Es la obra suprema de la creación, es la razón de ser de la historia, es mi digno y amado interlocu­tor.

Es triste el pecado, ¿verdad? Grave cosa el mal, ¿no es cierto? Pero con­suélate: no cabrían tantos males en el hombre, si no fuera tanta su grandeza. Yo, que lo conozco, te lo puedo asegu­rar: en él hay una chispa de infinito. ¿Por qué apagar esa chispa? Dadle amor. Amad a vuestro prójimo; amadle sin medida, porque no tienen medida su sed, ni su pecado, ni su indigencia. Pero si aún necesitáis una medida, tomad mi Cruz y unidla a vuestro pecho. Cuando mi Sangre se confunda con vuestra sangre, tendréis la medida del amor.

Y aquel cristiano de duro corazón daba gracias, porque al resonar el nombre de la Cruz de Cristo, una puerta se abrió en su alma, y por esa puerta entró la paz.