Preguntas y Respuestas – 7

¿Es el Nuevo Orden Mundial la preparación para la llegada del Anticristo?

Como en otros temas, mi sugerencia en este caso es: evitemos los dos extremos, a saber, la ingenuidad y la paranoia. Es ingenuo pensar en las beunas intenciones de la ONU cuando vemos que promueve métodos abortivos y que le sigue al juego al feminismo extremo que quiere separar maternidad y feminidad a todo costo. Es paranoico pensar que todos los que se oponene a nuestra fe están tan organizados que, por caricaturizar un poco, tienen reuniones mensuales a ver qué más le hacen a la Iglesia.

La agresividad contra la Iglesia, o más exactamente: contra el mensaje y la presencia de Cristo que hay en la Iglesia, no tiene que provenir de una organización centralizada, con cuarteles generales en algún punto del globo. La aversión a Cristo se explica bien porque su propuesta es radical y no negocia con nuestras mediocridades, egoísmos, y sobre todo, con las mil formas de nuestro orgullo. Como nos han enseñado especialmente los últimos Papas, ser cristiano implica ir en contravía, y eso causa fastidio y rechazo de muchas maneras: también en el terreno de lo público.

Eso no niega la enseñanza teológica que afirma la llegada, al final de los tiempos, de un gran adversario, un acérrimo enemigo de Cristo, al que se le llama el Anticristo. Al principio no será fácil distinguir a este enemigo de tantos otros que ha tenido nuestra fe, pero poco a poco se mostrará como le gran unificador de naciones, sistemas de pensamiento e incluso de distintas religiones. Muchos lo tendrán por benefactor y sus propuestas parecerán muy “razonables” y “forzosas.” Tales condiciones, objetivamente hablando no se ve que las tenga por ahora ningún líder satánico, ni sionista, ni cismático, aunque habrá siempre que desconfiar el doble de todo lo que tenga que ver con la masonería.

Lo que sí debe quedar claro es que creer implica luchar, y que, ya se trate de un solo enemigo, muy visible, o de muchos que sean menos visibles, nosotros no nos fiamos mucho de los apoyos que dé este mundo sino que sabemos, como dijo Cristo, que no fue el mundo quien lo hizo rey (Juan 18, 36).