“Repasamos, de la mano de la filósofa Victoria Camps, una serie de conceptos decisivos para la educación de la prole…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
DOMINGO IV DE PASCUA, CICLO C
El itinerario pascual quiere llevarnos a descubrir que Cristo no sólo arregla cosas en la vida sino que Él es el viviente y el que da vida.
“Un debate que apenas comienza en el mundo occidental, que los países de tradición no cristiana ni siquiera se han atrevido a tocar y que, sin embargo, en nuestro país muchos quieren dar por terminado sin un debate serio y profundo, estigmatizando a quienes opinen distinto, e incluso intentando poner en la cárcel a quienes manifiesten desacuerdo con la corriente en boga…”
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45 Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre en el cual y gracias al cual el mundo y el hombre alcanzan su auténtica y plena verdad. El misterio de la infinita cercanía de Dios al hombre —realizado en la Encarnación de Jesucristo, que llega hasta el abandono de la cruz y la muerte— muestra que lo humano cuanto más se contempla a la luz del designio de Dios y se vive en comunión con Él, tanto más se potencia y libera en su identidad y en la misma libertad que le es propia. La participación en la vida filial de Cristo, hecha posible por la Encarnación y por el don pascual del Espíritu, lejos de mortificar, tiene el efecto de liberar la verdadera identidad y la consistencia autónoma de los seres humanos, en todas sus expresiones.
Esta perspectiva orienta hacia una visión correcta de las realidades terrenas y de su autonomía, como bien señaló la enseñanza del Concilio Vaticano II: « Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía… y responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36: AAS 58 (1966) 1054; cf. Id., Decr. Apostolicam actuositatem, 7: AAS 58 (1966) 843-844]
46 No existe conflictividad entre Dios y el hombre, sino una relación de amor en la que el mundo y los frutos de la acción del hombre en el mundo son objeto de un don recíproco entre el Padre y los hijos, y de los hijos entre sí, en Cristo Jesús: en Él, y gracias a Él, el mundo y el hombre alcanzan su significado auténtico y originario. En una visión universal del amor de Dios que alcanza todo cuanto existe, Dios mismo se nos ha revelado en Cristo como Padre y dador de vida, y el hombre como aquel que, en Cristo, lo recibe todo de Dios como don, con humildad y libertad, y todo verdaderamente lo posee como suyo, cuando sabe y vive todas las cosas como venidas de Dios, por Dios creadas y a Dios destinadas. A este propósito, el Concilio Vaticano II enseña: « Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36: AAS 58 (1966) 1054]
47 La persona humana, en sí misma y en su vocación, trasciende el horizonte del universo creado, de la sociedad y de la historia: su fin último es Dios mismo,[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2244] que se ha revelado a los hombres para invitarlos y admitirlos a la comunión con Él: [Cf. Concilio Vaticano II, Const. dogm. Dei Verbum, 2: AAS 58 (1966) 818] « El hombre no puede darse a un proyecto solamente humano de la realidad, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 41: AAS 83 (1991) 844] Por ello « se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios. Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 41: AAS 83 (1991) 844-845]
48 La persona humana no puede y no debe ser instrumentalizada por las estructuras sociales, económicas y políticas, porque todo hombre posee la libertad de orientarse hacia su fin último. Por otra parte, toda realización cultural, social, económica y política, en la que se actúa históricamente la sociabilidad de la persona y su actividad transformadora del universo, debe considerarse siempre en su aspecto de realidad relativa y provisional, porque « la apariencia de este mundo pasa » (1 Co 7,31). Se trata de una relatividad escatológica, en el sentido de que el hombre y el mundo se dirigen hacia una meta, que es el cumplimiento de su destino en Dios; y de una relatividad teológica, en cuanto el don de Dios, a través del cual se cumplirá el destino definitivo de la humanidad y de la creación, supera infinitamente las posibilidades y las aspiraciones del hombre. Cualquier visión totalitaria de la sociedad y del Estado y cualquier ideología puramente intramundana del progreso son contrarias a la verdad integral de la persona humana y al designio de Dios sobre la historia.
Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.
La gracia del Evangelio acontece primero de un modo implícito con la acción de Dios Padre en el corazón del que un día se encontrará explícitamente con Cristo.
Estando en paz, la Iglesia crece; estando perseguida, da testimonio. No hay modo de detenerla pues tampoco se puede detener la fuerza de la resurrección.
Relato de dos perseguidos: Cristo perseguía a Pablo, y Pablo a Jesús, aunque de modo distinto.
“Como sabemos, las Sagradas Escrituras son el testimonio en forma escrita, de la Palabra divina, el memorial canónico que atestigua el evento de la Revelación. La Palabra de Dios, por tanto, precede y excede la Biblia. Por esta razón nuestra fe no tiene en el centro sólo un libro, sino una historia de salvación y, sobre todo, a una Persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne…”
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Escuela de Vida Interior, Tema 23: Dios Padre
* El centro de nuestra vida cristiana radica en estas dos revelaciones: (1) La revelación de Dios como Padre de Nuestro Señor Jesucristo; y (2) La revelación de Dios como Padre de cada uno de quienes en Cristo acogen el don del Espíritu Santo. Hay santos, como Teresa del Niño de Jesús y Francisco de Asís que han vivido con particular intensidad ese sentido de filiación. Otros, como San Agustín o San Cipriano, son reconocidos por sus comentarios a la oración cristiana por excelencia, el Padrenuestro. Finalmente, hemos de considerar como normativo y especialmente rico lo que nos enseña el catecismo sobre Dios como Padre, y lo que nos enseña sobre la oración de Jesús.
* Es rasgo común a muchas culturas el hablar de una mezcla o fusión de lo humano y lo divino pero a excepción del cristianismo, esta combinación o mezcla es privilegio de unos pocos. Son los “héroes” de la mitología griega o la casta real de los egipcios o los incas. La audacia de la fe cristiana hunde su raíz en la audacia del dato biblico fundamental del génesis: el hombre, todo hombre, es imagen y semejanza de Dios. Por ello mismo, todo ser humano es, cuando menos en potencia, hijo de Dios, y ello le da una dignidad inmensa que es anterior a toda institución humana y que por consiguiente nadie le puede arrebatar. Históricamente, este ha sido el origen de la enseñanza, tan apreciada en Occidente, sobre los Derechos Humanos. Allí donde se ha proclamado a Dios como Padre, y allí donde se ha reconocido a todo ser humano como potencial hijo de Dios, avanzan los Derechos Humanos.
* En cambio, cuando se oscurece la idea de Dios, a lo sumo queda un respeto por la capacidad pensante del hombre. Pero esta capacidad no se puede detectar en todos. Sucede en nuestra sociedad, que adora la racionalidad, que los embriones y fetos humanos, los enfermos terminales, los intelectualmente deficientes, los que padecen Alzheimer u otra enfermedad degenerativa ya no son tan “humanos” como los demás, y por eso se impone la idea funesta de que puede disponerse de ellos.
* La fuente de la novedad cristiana está en la novedad que es Cristo mismo. Sus contemporáneos se maravillan de que habla con autoridad (Marcos 1,27). Sus adversarios quedan avergonzados y confundidos frente a la luminosa sencillez de su lenguaje (véase por ejemplo la controversia con los saduceos en Lucas 20,27-38) y la perfecta coherencia de su vida (véase Juan 8,46). No acepta elogios ni grandezas mundanas sino que cuando todos los aclaman, él prefiere retirarse a la soledad y a la oración (Juan 6,15). Todo su secreto está en esa oración.
* De esa misma oración nos habló el Señor en el Sermón de la montaña cuando dijo: “tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6,6). En aquel espacio y aquel tiempo en el que tú no tienes que ser nada para nadie, allí es donde está tu secreto; allí es donde sencillamente “eres,” y allí es donde la oración y la unión con Dios Padre acontecen. El Papa Juan Pablo II identifica ese lugar espiritual con el santuario de la conciencia, y afirma: “todos los condicionamientos y esfuerzos por imponer el silencio no logran sofocar la voz del Señor que resuena en la conciencia de cada hombre. De este íntimo santuario de la conciencia puede empezar un nuevo camino de amor, de acogida y de servicio a la vida humana” (Evangelium Vitae, 24).
* En la experiencia de simplemente “ser,” que no es otra cosa que experiencia de recibir el ser, el orante se descubre hijo amadísimo. Tal amor lo hace libre porque le quita la durísima tarea de estar mendigando amor de las creaturas. Amado sin condiciones, y transparente a un amor que le sobrepasa, se hace capaz de amar sin negociar.
* Son así tres los principales frutos de la experiencia de ser hijo: (1) la paz, más allá de la tranquilidad frágil que promete el mundo; (2) la libertad, que no degenera en egoísmo ni en indiferencia; (3) el amor, que no depende de la retribución y que verdaderamente refleja de quién somos y qué naturaleza hemos recibido.
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Este tema pertenece al Capítulo 03 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 03 está aquí:
La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:
La desgracia de la esterilidad se ve pascualmente transformada por la fecundidad nueva del Evangelio.
“Yo soy el que forma la luz y crea las tinieblas, El que causa bienestar y crea calamidades, Yo, el SEÑOR, es el que hace todo esto.” (Isaías 45,7) Querido fray, ¿me podría explicar este versículo de las escrituras? ¿o a qué se refiere? – R.V.
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Se refiere a que no hay dos dioses (o más), como si un dios creara la luz y otro dios explicara el origen de las tinieblas. El drama humano no se explica por una lucha de poderes celestiales, pues todo en su origen tiene a Dios y sólo a Dios.
Por supuesto, eso no significa que no haya causas “segundas” o “mandos medios” pero ellos no son soberanos y las intenciones de las creaturas no pueden impedir el lugar que Dios da a todo lo que sucede, tanto lo que apreciamos inmediatamente como favorable como lo que al principio nos parece sencillamente calamitoso.
¿En qué sentido entonces es Dios “autor” de las calamidades? En dos sentidos, por lo menos:
(1) La historia humana no es la traducción a la tierra de supuestos o imaginados combates en el cielo. Los griegos, por ejemplo, sí que imaginaban los orígenes de los conflictos entre seres humanos por una referencia a los caprichos y preferencias de sus “dioses” y “diosas.” La Biblia se niega a atribuir el origen último y radical de las cosas, de todas las cosas, a alguien distinto del único Dios y Señor.
(2) Por lo mismo, aunque es verdad que hay un espacio para la libertad, las intenciones y los intereses de las “causas segundas,” el propósito final de todo lo que acontece no está en manos de esas causas sino que sólo puede corresponder a la intencionalidad última de la providencia y sabiduría del único Dios.
En resumen, en el mal moral Dios es causa primera, en cuanto que si no hubiera creación no habría posibilidad de opción, pero no es responsable de lo que hagan las causas segundas, es decir, los seres que él ha dotado de verdadera libertad.
“Respecto al título del informe, ‘El matrimonio: ¿Contrato basura o bien social?’, comentó que se refiere a una contraposición “provocadora”, ya que la legislación actual trata al matrimonio como un “contrato basura, del que se puede desvincular después de tres meses sin alegar ninguna causa justa”, en contra de cómo lo considera el ciudadano, “un bien social apreciadísimo”…”
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La dura persecución no fue tanto causa de lamento sino impulso para evangelizar en zonas más amplias: gran ejemplo para nosotros.
El arrepentimiento muestra su rostro de bendición y de paz en la pascua, y el apóstol Pedro es ejemplo precioso de ello.
El discurso de San Esteban hace un recuento de la providencia divina, como un intento de evangelizar a sus propios acusadores.