Introducción a las Lecciones sobre el Martirio

Introducción

Siglo XX, siglo de mártires

En mayo de 1998, al organizarse el Calendario para el Jubileo del año 2000, se previó una conmemoración ecuménica de los «nuevos mártires» del siglo XX, y para elaborar la lista de ellos se formó una comisión. Posteriormente, en el Calendario actualizado de noviembre de 1999, después de una reunión de cinco Congregaciones romanas, se acordó de forma unánime que sería más conveniente centrar la celebración jubilar prevista para el 7 de mayo del 2000 en la memoria de «los testigos de la fe» del siglo XX.

En efecto, el término mártir puede ser entendido con mayor o menor amplitud, y en los últimos decenios se está prodigando con una facilidad quizá excesiva. La Iglesia, sin embargo, tradicionalmente, reserva este altísimo título a aquellos cristianos declarados mártires solemnemente por el Papa, después del conveniente estudio y resolución de la Congregación para las causas de los santos.

En un Symposium celebrado en Roma, días antes de la jornada jubilar dedicada a los testigos de la fe del siglo último, se dieron a conocer algunos datos históricos. En los veinte siglos de la vida de la Iglesia ha habido unos 40 millones de mártires, de los cuales cerca de 27 millones son mártires del siglo XX. Es verdad que la cifra es difícilmente verificable y que en ese recuento se emplea el término de mártir en un sentido muy amplio. Pero, en todo caso, sí parece un dato cierto que el siglo XX ha sido la época más duramente martirial de toda la historia de la Iglesia.

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Cristo SI, Iglesia NO?

Padre Nelson, en mi trabajo se ha vuelto casi una moda la cuestión de la religión. Yo me acuerdo que hace un tiempo la gente halaba poco de esas cosas pero ahora resulta que han llegado varios cristianos y ellos no pierden oportunidad para contar de sus reuniones y de cómo Cristo les ha dado una vida nueva y maravillosa. Yo me considero católica pero no fanática, y en general me molesta que todo el mundo quiera meterse en la vida de uno, como buscando uno de qué sufre para luego presentarle su remedio. Lo último con lo que me ha salido una compañera es que una cosa es Cristo y otra cosa es la Iglesia. Yo le digo que ella lo que hizo fue cambiar su iglesia de siempre, la católica, por ese grupo pentecostal o evangélico en que se ha metido y que le ocupa todo el tiempo libre. (Yo le digo a duras penas le dan permiso de cambiarle los pañales a la hija que tiene, que le nació hace unos ocho meses). de todas maneras, ella insiste en que Cristo no es una religión y que la Iglesia en vez de revelar a Cristo lo esconde y lo oculta. ¿Cuál es la mejor manera de responderle? –Susana H., C. Corp.

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No hace mucho ofrecí una entrevista sobre ese tema exactamente. Creo que puede serte verdaderamente útil, y por eso te invito a que veas y escuches lo propuesto en este enlace:

¿Cristo sí, Iglesia no?

Dios te bendiga.

Firmes en la Fe, 3 de 3

[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]

* Creer sólo puede significar una cosa: que el trono, el centro de mi vida es para Cristo. Los santos, lejos de estorbar, son testimonio precioso de lo que implica y el fruto que trae que Cristo tome su lugar.

* El gran obstáculo para que Dios reine el pecado. No pensemos del pecado como error, ignorancia, defecto o equivocación. No es un juego porque implica rebeldía y de suyo conduce a la muerte eterna.

* Lo primero que libera Cristo es el corazón: es ahí donde estamos realmente ciegos, paralíticos, sordos y a veces muertos.

* Necesitamos aprender a orar como hijos y no como esclavos. No pedir más parches para seguir sobreviviendo sino clamar por una vida nueva en su amor.

Firmes en la Fe, 2 de 3

[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]

El “cubo” de San Patricio

cubo

* Vemos que es estrategia del diablo mantenernos en la confusión, la ignorancia, la duda. Lo suyo es llevarnos a la inestabilidad, porque los corazones inestables son manipulables, como los de aquellos de quienes habla San Pablo en Efesios 4,14.

* Nuestra estabilidad viene de Cristo, que es roca firme. Pero para que esa firmeza llegue a nosotros hay que vigilar cada flanco desde el que puede venir algún ataque que nos desestabilice. Así razonó San Patricio cuando, en gran necesidad y soledad evangelizaba en la antigua Irlanda, y por eso oraba como revistiéndose de una coraza que debía rodearlo por todas partes.

* En efecto, de atrás, de nuestro pasado, viene el recuerdo de errores cometidos, que nos repiten que no merecemos amor no bendición.

* De adelante, del futuro, nos vienen duras incertidumbres y una persistente desconfianza.

* De abajo, de nuestras bases, recibimos recio impacto y tambalean cuando suceden cosas dolorosas o imprevistas, como los accidentes, las enfermedades terminales, los secuestros y otras cosas muy graves.

* De arriba, de las alturas de la inteligencia, vienen las preguntas de mucha especulación, que al final llenan de duda.

* De la izquierda, imagen de lo siniestro, viene el escándalo de los antitestimonios, que apagan la alegría y dividen las comunidades.

* De la derecha, es decir, de nuestro deseo de ser correctos, viene un peligro: hay ocasiones en que tratamos de ser coherentes y obrar bien pero las cosas salen mal, o lo que es peor, recibimos como pago dura ingratitud.

* Y de adentro mismo, del corazón, brota a veces una especie de rebeldía cínica: la tentación misma de excluir a Dios y tomar el trono que sólo el debe ocupar en el alma.

* Por todo eso San Patricio entendió que la única forma de recuperar la estabilidad y permanecer firmes en Cristo era reclamar para Cristo cada puerta, cada flanco de nuestra vida.

Firmes en la Fe, 1 de 3

[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]

* Cuando Cristo dice que la verdad nos hará libres está haciendo una promesa de liberación. Mas no debemos entender la liberación sólo para los casos de opresión o posesión diabólica. Si el pecado o el engaño aún tienen poder en nuestra vida quiere decir que en esa misma media necesitamos ser liberados.

* A menudo nuestros engaños tienen que ver con la medida incorrecta.

* Por ejemplo: es tentación frecuente en los hombres sentir que su trabajo es rutinario y carente de significado. Su autoestima es baja y se consideran como basura. De ese extremo pasamos al contrario: con un lenguaje agresivo, dominante e intransigente, ese mismo hombre se impone con arrogancia a su esposa o a sus hijos. Ese juego de extremos es estrategia muy usada por el demonio para debilitarnos y finalmente vencernos.

* Algo parecido, otro juego de extremos, acecha con frecuencia a las mujeres, cuando pasan de la idea de que no pueden gustar a nadie a la sensación embriagante de atraer la atención y el deseo, sobre todo cuando exhiben su cuerpo. Pero después de exhibirse es inevitable descubrir que esos ojos miran con desprecio, compasión o lujuria. Saber eso hunde en un nuevo ciclo de soledad, de vuelta al primer extremo.

* Hay un tercer “juego de extremos” que nos ataca a todos, y que quizás es el más perverso: vivir en la inconsciencia para luego mirar en la desesperación. Dice Santa Catalina de Siena que el demonio quiere mantenernos vendados en vida para arrancamos la vendrá justo a la hora de la muerte, de modo que pasemos de vivir como si no existiera la justicia de Dios a morir como si no existiera la misericordia de Dios.

* De todos esos y muchos otros engaños hemos de ser liberados, y para eso ha venido Cristo como nuestra única y preciosa verdad.

Rostros y rastros de la caridad

De ordinario, la gente es muy poco generosa con su dinero -me escribes-. Conversación, entusiasmos bulliciosos, promesas, planes. -A la hora del sacrificio, son pocos los que “arriman el hombro”. Y, si dan, ha de ser con una diversión interpuesta -baile, tómbola, cine, velada- o anuncio y lista de donativos en la prensa. -Triste es el cuadro, pero tiene excepciones: sé tú también de los que no dejan que su mano izquierda, cuando dan limosna, sepa lo que hace la derecha.

-Sólo se me ocurre esto: vamos tú y yo a dar y a darnos sin tacañería. Y evitaremos que quienes nos traten adquieran tu triste experiencia.

“Saludad a todos los santos. Todos los santos os saludan. A todos los santos que viven en Efeso. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos.” -¿Verdad que es conmovedor ese apelativo -¡santos!- que empleaban los primeros fieles cristianos para denominarse entre sí? -Aprende a tratar a tus hermanos.

Más pensamientos de San Josemaría.

ESCUCHA, Nacer y renacer en la fe

[Predicación en la parroquia de San Pedro y San Pablo, de San José Villanueva, Guatemala, en Abril de 2013.]

* Para responder a la pregunta, siempre importante: ¿Cómo crecer en la fe?, a veces es provechoso preguntarse qué clase de cosas hacen que perdamos o disminuyamos la fe. La historia de algo que sucedió en una antigua población de Asia sirve de buena ilustración.

* Una terrible hambruna llegó a la ciudad de Samarcanda, y aunque el líder de la región, el príncipe Ismael, envió algo de alimento, la gente en el pueblo sintió que era demasiado poco para el número de necesitados. El alcalde Mustafá dispuso además que un contingente de soldados bien armados debían mantener a la multitud hambrienta a suficiente distancia de los alimentos, y también ordenó que fueron provistos en primer lugar las familias relacionadas con el gobierno de la ciudad, es decir, la gente más rica y poderosa. Todos estos hechos y decisiones llevaron a la gente a una sensación de desolación y desprotección: su fe y su esperanza se apagaban rápidamente.

* De ese relato es posible extraer las cosas que apagan la fe: (1) Sentir que nuestros problemas son demasiado grandes, y que ya no hay solución. (2) Pensar que lo que Dios o la oración puedan hacer será muy poco, o que ya es demasiado tarde, o que en realidad uno no merece que le llegue nada. (3) Tener la idea de que si Dios al fin sí da algo valioso y oportuno, será sólo para otras personas, por ejemplo: la gente buena, con instrucción en la fe, o que siempre ha estado cercana a la Iglesia. (4) Tener suspicacia de los planes o la manera como Dios da las cosas, y optar por excluirse uno mismo por no hacerse ilusiones.

* Pero la manera como Cristo habla, y sobre todo actúa, lleva una lógica distinta. Su estilo queda bien plasmado en las Bienaventuranzas (Mateo 5). Cristo es el Dios cercano que derriba nuestros prejuicios, que no se deja detener por el asco, la simple costumbre, la conveniencia, o el pasado que haya tenido una persona. Su actitud es refrescante y liberadora y despierta la alegría que sólo se siente ante una auténtica sorpresa de amor. Así se cumple que en el renace nuestra fe.