#VisperasFrayNelson para el 29 de Diciembre
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
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#RosarioFrayNelson para el Jueves:[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]
El misionero de la Consolata cuenta cómo festejó la Navidad de Cristo su pequeña comunidad católica. “Sosteniendo el Universo está este Niño en el cual el Altísimo ha decidido encarnarse”. La liturgia en la tienda-capilla, las poesías de los niños, el relato de la Natividad.
Arvaikheer (AsiaNews) – “Al salir de la tienda deberán reconocernos no por el hecho de haber participado en una de las tantas festividades de fin de año –que son muy populares en Mongolia- sino como gente que tiene una esperanza nueva en el corazón y que se vuelve germen de una sociedad más humana y más justa”. Es lo que desea el padre Giorgio Marengo, misionero de la Consolata en Mongolia. Describe para AsiaNews de qué manera ha festejado el nacimiento de Jesús esta pequeña comunidad católica de Arvaikheer (compuesta por 24 bautizados y algunos simpatizantes). La novena, la misa de Navidad, las poesías recitadas por niños, una pequeña representación de la Natividad, antes de regresar todos a casa “tomados de la mano”. Y “en el corazón hay una esperanza nueva: Dios ha elegido esta tierra para habitar entre nosotros”. A continuación, transcribimos su carta.
Cristo ha nacido en el tiempo, ha asumido nuestra condición humana y de esta manera, ha abierto un paso del cielo a nuestras vidas. Ese cielo que en Mongolia se contempla como inmenso, por encima del amplio perfil del horizonte y que se destaca incluso desde adentro de la yurta, la tradicional tienda mongola, que no tiene más abertura que la que se encuentra a lo alto, redonda y dividida en secciones triangulares. Pero hoy ha quedado claro que lo que sostiene el universo no es el eterno retorno o el círculo siempre inmóvil de los astros – a lo cual alude simbólicamente la forma de la rueda-, sino el signo de este Niño en el cual el Altísimo ha decidido encarnarse.
Y son muchos los que vinieron a nuestra yurta-capilla en la noche del 24 y en la mañana del 25, para contemplar este misterio del Todopoderoso hecho niño. Nos habíamos preparado con la novena y con un momento de retiro en la mañana del 24, una pausa para saborear la Noche Santa.
La pequeña comunidad católica de Arvaikheer (24 bautizados y algunos simpatizantes) respondió con entusiasmo a esta propuesta de oración como preparación para la Navidad, que como misioneros y misioneras de la Consolata propusimos ya desde los primeros años. Una meditación para introducir a la oración personal, luego a la adoración eucarística, y tiempo para las confesiones.
Luego hubo una misa por la noche, que fue presidida por el joven misionero congolés, el padre Dieudonè Mukadi Mukadi. Sus palabras fueron una invitación a la simplicidad y a la humildad del niño nacido en Belén. María nos ofrece a su Hijo, sabiendo que ya no es más solamente suyo, sino que es para todos. Y si queremos recibirlo en nuestra vida, debemos aprender justamente de Ella y tomarla como nuestra Madre de la fe. Palabras que resuenan profundamente en una cultura que honra mucho a la madre y en la cual la mujer ocupa un rol destacado en la sociedad.
En la mañana del 25 éramos realmente muchos, con una buena presencia de niños, en el barrio donde se encuentra la misión, en la periferia de la ciudad cabecera de la región mongola de Uvurkhangai. Dios está con nosotros y tiene un rostro humano, podemos conocerlo y así volvernos más hombres, siendo hijos de Dios. Este es el principal motivo de nuestra alegría del día de hoy, que también debe irradiarse en los otros 364 días del año. Ante la elevación del cuerpo eucarístico, en la misa, la luz intensa que hace brillar la estepa irradia el altar de la yurta-capilla, pasando a través de la abertura circular del techo.
Al salir de la yurta, deberán reconocernos no como aquellos que han participado en una de las tantas fiestas de fin de año –muy populares en Mongolia- sino como gente que tiene una esperanza nueva en el corazón y que se vuelve germen de una sociedad más humana y justa: ¡si Dios se ha hecho hombre, cada persona tiene una dignidad inmensa!
Un pequeño concierto de Navidad cierra la fiesta, antes del almuerzo para todos. Con un micrófono en mano, hasta los más pequeños juntan coraje y recitan las rimas aprendidas en la escuela y cantos tradicionales. Los más grandes han preparado una representación de la Natividad, donde la estrella-cometa es sostenida por una figuranta, que a la vez hace de techo de la cabaña de Belén.
Luego, cada uno parte rumbo a su yurta o a su casa, con cientos de niños que van tomados de la mano desafiando el frío intenso que precede a una nevada. Mañana [26 de diciembre] se retoman las actividades habituales, pero en el corazón hay una esperanza nueva: Dios ha elegido esta tierra para habitar entre nosotros, incluso en la estepa mongola.
¡Confiemos en Él!
#LaudesFrayNelson para el 29 de Diciembre
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[REPRODUCCIÓN PERMITIDA en redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios. Tu donación hace fuerte la evangelización católica. ¡Dona ahora!]LECTURA ESPIRITUAL.
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“Las madres católicas que se preocupan sobre cómo educar a sus hijos varones en tiempos en que es difícil que deseen vivir una vida virtuosa de acuerdo con la moral de la Iglesia ya cuentan con un llamativo manual. Se trata de Raising Chaste Catholic Men: Practical Advice, Mom to Mom (Criando hombres católicos castos: Consejo práctico de madre a madre), publicado por Leila Miller, escritora y madre de ocho hijos…”
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FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Que la Sagrada Familia que conoció tantas exclusiones y dolores nos ayude a descubrir la verdadera dignidad de todo ser humano y a proteger a la familia, la Iglesia doméstica.
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Devoto probable de la Virgen de Guadalupe
En 1531 se produjeron las apariciones benditas de la Señora del Tepeyac al indio Juan Diego, y poco después se alzó la primera capilla en honor de la Guadalupana. En la gran peste de 1544-1545, los franciscanos de Tlatelolco acudieron en rogativa desde su convento a la Virgen del Tepeyac. Y en 1568 Bernal Díaz del Castillo habla de «la santa iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, que está en lo de Tepeaquilla…; y miren los santos milagros que ha hecho y hace cada día» (210). No parece, pues, atrevido suponer que Aparicio, tan cristiano y piadoso, se hallaría entre los devotos de la Virgen de Guadalupe, y que con sus continuos viajes habría sido propagador de su devoción por la Nueva España. Como bien supone Calvo Moralejo (65), sería Sebastián uno de los muchos españoles de quienes en 1582 escribía el inglés Phillips:
«Siempre que los españoles pasan junto a esta iglesia, aunque sea a caballo, se apean, entran a la iglesia, se arrodillan ante la imagen y ruegan a Nuestra Señora que los libre de todo mal; de manera que vayan a pie o a caballo, no pasarán de largo sin entrar en la iglesia a orar… A esa imagen llaman en español Nuestra Señora de Guadalupe».
Tlalnepantla
En 1552, tras dieciocho años de carretero y empresario, y ya con 50 años de edad, vende Aparicio sus carros, y se establece en una hermosa hacienda de Tlalnepantla, cerca de México. No sin razón le llaman «Aparicio, el Rico». En Chapultepec, en las afueras de México, adquiere una hacienda ganadera, y así se arraiga para siempre en su nueva patria, como tantas veces recomendaban las autoridades civiles y religiosas. Fray Martín de Hojacastro, el que sería después obispo de Tlaxcala, escribía en 1544 al emperador: «Ha menester que los españoles no sean en esta tierra así como viandantes para disfrutar la tierra sin provecho, antes haciéndose naturales de ella la conserven y aumenten». Para estos años ya Sebastián Aparicio es absolutamente mexicano.
La casa de Aparicio en Tlalnepantla fue testigo de muchas obras de misericordia, así corporales como espirituales. En efecto, en palabras del doctor Pareja, era «refrigerio de sedientos, hartura de hambrientos, posada de peregrinos, alivio de caminantes, albergue y roca de los miserables indios» (Calvo 77). Allí Aparicio enseñaba a trabajar, daba aperos y semillas, perdonaba deudas, arreglaba carretas, enseñaba las oraciones, se esforzaba en aprender la lengua de los indios…
En su forma de vivir, no obstante su riqueza, se distinguía por una austeridad desconcertante. Vestía como cualquiera, aunque sabía trajearse adecuadamente en las ocasiones señaladas. No tenía cama, sino que dormía sobre un petate o en una manta tendida al suelo. Comía como la gente pobre tortillas de maíz con chile y poco más, y añadía algo de carne cocida en domingos y fiestas. No pocas veces pasaba la noche a caballo, protegiendo su hacienda de animales malignos, y alguna vez le vieron dormido sobre su montura, apoyado en su lanza. Todos los días rezaba el rosario, y de su tierra gallega conservó siempre una gran devoción al santo Señor Santiago.
Chapultepec y Atzcapotzalco, dos bodas
A los 55 años pasó Aparicio a vivir al pueblo de Atzcapotzalco, donde un hidalgo, con más pretensiones que riquezas, trató de conseguirle como rico y honesto marido para su hija. Aparicio preguntó al padre cuál era la dote que pretendían para la joven, y cuando supo que eran 600 pesos, los entregó al padre y él quedó libre de ulteriores apremios.
Pocos años después ha de trasladarse a Chapultepec, donde la abundancia de ganado requería su presencia. Allí tiene una enfermedad muy grave y recibe los últimos sacramentos, pensando ya en morirse. Recuparada la salud, muchos le recomiendan que se case. Tras muchas dudas y oraciones, acepta el consejo, y a los 60 años, en 1562, se casa con la hija de un amigo vecino de Chapultepec en la iglesia de los franciscanos de Tacuba, haciendo con su esposa vida virginal. Pensando estaban sus suegros en entablar proceso para obtener la nulidad del matrimonio, cuando la esposa muere, en el primer año de casados, y Aparicio, después de entregar a sus suegros los 2.000 pesos de la dote, de nuevo se va a vivir a Atzcapotzalco.
Un segundo matrimonio contrajo a los 67 años en Atzcapotzalco, con una «indita noble y virtuosa, llamada María Esteban», hija jovencita, como su primera esposa, de un amigo suyo. Fue también éste un matrimonio virginal, como Sebastián lo asegura en cláusula del testamento hecho entonces: «Para mayor gloria y honra de Dios declaro que mi mujer queda virgen como la recibí de sus padres, porque me desposé con ella para tener algún regalo en su compañía, por hallarme mal solo y para ampararla y servirla de mi hacienda». Para ésta, como para su primera esposa, fue como un padre muy bueno.
Pero tampoco esta felicidad terrena había de durarle, pues antes del año la esposa muere en un accidente, al caerse de un árbol donde recogía fruta. Aparicio la quiso mucho, como también a su primera esposa, y de ellas decía muchos años después que «había criado dos palomitas para el cielo, blancas como la leche».
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.
La crueldad de Herodes tiene origen en que su mentira y su impostura iban a quedar al descubierto; pero atención que “todo Jerusalén” se sobresaltó con él, porque el silencio cómplice de muchos, que no se consideran “malos” es la abundante fortaleza de los pocos que sí consideramos “perversos.”
#VisperasFrayNelson para la Fiesta de los Santos Inocentes, mártires
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