Marcel de “Aggie Catholics” propone una adaptación de los hábitos de Covey, el tradicional «plan de vida cristina», ascesis de la buena, para querer más al Señor, no para «ser mejores», que no es lo mismo.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Signos de nuestro tiempo
Tema 1: Introducción General
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Resumen
* Los temas más populares para atraer gente a una reunión de tipo religioso, hoy en día, son invariablemente la sanación y la liberación. Y no cabe duda que siempre los necesitaremos porque todos necesitamos ser sanados de las consecuencias y liberados de las cadenas del pecado.
* Pero la vida cristiana no es solamente eso, ni consiste únicamente en encerrarse uno a mirarse y a preguntarse indefinidamente cómo se siente uno mismo. De hecho, ese mirarse demasiado uno a sí mismo puede llevar a los mismos males que vemos en la gente mundana, es decir: egoísmo, vanidad y narcicismo.
* En los evangelios, Cristo nos llama varias veces a atender los signos de los tiempos (Lucas 21), y nos reprocha que no seamos capaces de reconocerlos (Lucas 12,56). En el capítulo 4, versículo 35, de San Juan nos invita a “levantar la cabeza” para reconocer que la cosecha está madura–para evangelizar, se entiende.
* ¿Uno debe mirar hacia adentro y conocerse a sí mismo? Por supuesto. Tal mirada tiene tres objetivos y sólo tres: (1) Encontrar los propios pecados, para confesarlos; (2) Reconocer las propias heridas y fracturas, para entregarlas a Dios que, en su sabiduría, hará lo que más nos convenga; (3) Detectar y luego agradecer con alabanza la presencia de su Providencia en nuestra historia.
* Pero hay que “levantar la mirada” y ver lo que está sucediendo en torno nuestro. Por eso damos especial atención a algunos rasgos de esta época, a saber, el cientificismo, el relativismo, el pensamiento mágico, y esa extraña combinación de agresividad y tendencia depresiva.
ATENCIÓN: Escucha el retiro completo, o baja las notas de los cinco temas, en PDF.
Dos cosas son serias en la vida: la muerte, y el amor, si este es entrega verdadera de la vida. Jesús nos ha amado en serio, y por eso cualquier respuesta que se dé a su amor tendrá profundas consecuencias.
Tres tareas nos deja Cristo al llamarnos “administradores”: conocernos a nosotros mismos; buscar la voluntad de Dios; y recordar la hora de nuestra muerte.
La diatriba es un modo de exposición que presenta el contraste entre la luz nueva y la antigua oscuridad.
De la vida se puede aprender qué es tener sed, y cómo la vida que nos llega quiere seguir viva en nosotros.
Imágenes de Cristo, a medida que se madura en la fe: médico, maestro, señor, salvador, cabeza de la Iglesia.
La palabra de Cristo no es simplemente “pedagógica.” Su voz nos enseña a leer la vida como con un resaltador que ilumina el paso de Dios en la historia.
Sobre el uso de la palabra y el sentido de la verdadera obediencia: único fundamento sólido para ser de Cristo.
A la victoria de Cristo nos une el amor: un amor que ya se mostró capaz de vencer a la muerte, y que es el dinamismo de renovación permanente de la vida cristiana.
La versión de las bienaventuranzas que nos trae Lucas destaca lo que está en juego cuando se acepta o rechaza la propuesta de Cristo.
Promesa Cumplida – Congreso de la Renovación Carismática en Edmonton, Canadá. Tema 1 de 7: Redescubrir la necesidad de Dios
* El amor da sus propias señas. El que ama “pierde tiempo” con el amado, lo relaciona con todo lo que le sucede, habla de él con entusiasmo aunque sin lastimar los sentimientos de nadie. ¿Nos sucede así con Cristo?
* Para renovar el amor: (1) Pide a Dios el regalo de no saciarte con nada que no sea Él. (2) No te desconectes del que sufre: deshacerte de las llagas del mundo es apartarte de las llagas de Cristo también. (3) Déjate interpelar por la Palabra, que es “viva y eficaz.”
La colección completa de estas siete predicaciones se encuentra aquí: http://fraynelson.com/edmonton2011
La parte final de los evangelios sinópticos siempre nos trae el perfil de un Jesús que con tono apocalíptico exhorta a no perder las realidades del reino de los cielos por los encantos de los reinos de esta tierra.
La generosidad de Cristo nos enseña que la misericordia divina no se arredra ante la magnitud de nuestras miserias; pero a la vez nos enfrenta con nuestro egoísmo.