Lo que Dios ha “mandado” es lo que ha enviado, y eso es ante todo, su propio Hijo.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Lo que Dios ha “mandado” es lo que ha enviado, y eso es ante todo, su propio Hijo.
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El cristiano “obra la justicia,” es decir, en su actuar, se apega a aquello que es Dios y que agrada a Dios.
No es malo que el mundo no nos conozca: significa que tampoco puede manejar nuestras alegrías ni temores.
[Retiro para formadores, misioneros y superiores, ofrecido a las Hermanas Dominicas Nazarenas, en Sasaima, Colombia, Diciembre de 2013.]
Tema 4 de 8: Ciclos en la vida del creyente
* En la predicación anterior hemos visto la transmisión de la fe desde el punto de vista de aquel que la ofrece, es decir: el misionero, predicador, pastor o formador. En esta enseñanza queremos ver el fruto progresivo y avance típico que realiza la fe en quien la recibe. De modo ordinario, esto acontece por “ciclos.” Un amplia tradición católica reconoce esos ciclos, o etapas, o generaciones, en grupos de tres.
* En esta ocasión, y en referencia al tema central de este retiro, conviene mirar estos tres ciclos: sanación, crecimiento y maduración. una de las ventajas de esta nomenclatura es que permite asociar estos ciclos básicos con el testimonio que nos dan los evangelios.
* SANACIÓN: es el primer interés de los que se acercan a Jesús. Quieren obtener “algo” de él y no les interesa, en general, que su vida sea cuestionada o cambiada. por eso, su lugar de acceso a Jesucristo es el anonimato, la multitud. Su atención está focalizada en su propio yo. Hay, como se ve, enorme imperfección y egoísmo en esta manera de obrar, pero ya le explicó Dios a Santa Catalina: el alma humana es primero imperfecta, y sólo después perfecta.
* CRECIMIENTO: supone un llamado del Señor “a estar con él” (cf. Marcos 3). Esta etapa da fruto en un ambiente específico, que es la comunidad. Cuando el creyente vive de verdad esta etapa, su foco no son ya sus intereses de siempre, sino un nuevo ideal, un nuevo ser. Lo que anhela es alcanzar lo que Cristo le muestra que podría ser. Por eso toma una actitud proactiva que le lleva a desterrar vicios, cultivar virtudes y aprender sobre Cristo, la Biblia y la Iglesia.
* MADURACIÓN: supone un nuevo llamado, un nuevo “¡Sígueme!” de Cristo (cf. Juan 21). El centro focal ya no es el yo, ni antiguo ni nuevo, sino solamente Él, Cristo Jesús, su reino, su gloria, su Iglesia. El creyente que vive a plenitud esta etapa no se inquieta por al variación de circunstancias, o por la aceptación o no aceptación de su propia persona, porque está convencido que Dios obra de muy diversas formas, y lo único que en verdad interesa es su voluntad. A menudo esta opción acontece en soledad y misterio, y es hermana de la Cruz.
Del anuncio que recibe Zacarías y de su respuesta aprendemos que no basta ser bueno si uno no se abre a un bien todavía mayor.
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El adviento redefine la vida cristiana como peregrinación interior que vence la esterilidad y supera desde dentro el deseo de oprimir y usar a los demás.
Hazlo todo con desinterés, por puro Amor, como si no hubiera premio ni castigo. -Pero fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza del cielo.
Dice Jesús: “y cualquiera que deje casa o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna”. -¡A ver si encuentras, en la tierra, quien pague con tanta generosidad!
Está seguro de que eres hombre de Dios si llevas con alegría y silencio la injusticia.
Es verdad que fue pecador. -Pero no formes sobre él ese juicio inconmovible. -Ten entrañas de piedad, y no olvides que aún puede ser un Agustín, mientras tú no pasas de mediocre.
Todas las cosas de este mundo no son más que tierra. -Ponlas en un montón bajo tus pies, y estarás más cerca del cielo.
No pongas tus amores aquí abajo. -Son amores egoístas… Los que amas se apartarán de ti, con miedo y asco, a las pocas horas de llamarte Dios a su presencia. -Otros son los amores que perduran.
Caras largas…, modales bruscos…, facha ridícula…, aire antipático: ¿Así esperas animar a los demás a seguir a Cristo?
¿No hay alegría? -Piensa: hay un obstáculo entre Dios y yo. -Casi siempre acertarás.
Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. -Pide esa misma alegría sobrenatural para todos.
“Lætetur cor quærentium Dominum” -Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. -Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza.
Ni una fe ortodoxa con un corazón duro; ni un corazón compasivo a precio de traicionar la verdad de la fe.
[Predicación en evento organizado por la Comunidad Betania, en Santa Cruz, Bolivia.]
Tema 4 de 4: Decidirse por Cristo
* La decisión más importante de la vida es: por Cristo o contra Cristo. Veamos por qué.
* Pero antes, observemos que el mismo Cristo nos lleva a esa decisión, al declarar, por ejemplo, que “El que ame a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí” (véase Mateo 10,37-39)
* ¿Por qué se atreve Cristo a pedir semejante radicalidad? Es un lenguaje de un fanático, de un loco, o… del mismo Dios. Un lenguaje que entiende solamente aquella persona que: (1) He encontrado mis verdaderas limitaciones, y tengo conciencia de que son más fuertes que yo; (2) Veo que Cristo es más fuerte que lo que me gana a mí; (3) Lo descubro poderoso, sabio, colmado de amor, y con un plan para mi vida. Sobre esa base, declaro a Cristo como mi Señor y Salvador.
* ¿Qué quiere decir que Cristo sea Señor? Que lo invito, y le dejo las manos libres, cuando se trata de las decisiones cruciales de mi vida.
* ¿Qué implica que Cristo sea mi decisión central? Para los religiosos y sacerdotes, una vida de seguimiento y de transparencia de su modo de ser. Para los laicos, la búsqueda de su Reinado en todas las áreas de la vida humana.
[Predicación en evento organizado por la Comunidad Betania, en Santa Cruz, Bolivia.]
Tema 3 de 4: Decisiones cruciales
* No todas las decisiones son iguales en importancia. Las áreas más importantes son economía, afectos y proyectos. Se pueden relacionar con los tres votos de los religiosos: pobreza, castidad y obediencia.
EL CIMIENTO
El cimiento básico viene de lo dicho en las anteriores conferencias: evita lo que te lleva a malas decisiones.
LA BRÚJULA
Para conocer mejor a las personas, mira estas preguntas claves:
* ¿Tiene temor de Dios? ¿Le importa Dios, o se ah puesto a sí mismo en el lugar de Dios?
* ¿Le interesan los pequeños, los pobres, los excluidos, o se circunscribe a sus intereses? (Un día todos seremos así: débiles, frágiles, menos interesantes)
* ¿Es fiel a sus amistades y parientes? ¿Qué clase de personas, cercanas o públicas, son referencia para él, o causan impresión en él?
* ¿Medita sobre la muerte, la tiene en cuenta, qué tan amplia es su visión de cara al futuro? ¿A cuántos años llega?
EL PUENTE
* Utiliza un lenguaje claro. El lenguaje indirecto engendra malos entendidos.
* Si vas a suponer algo, anúncialo. Las suposiciones son distintas en cada persona, y las distintas formas de suponer crean rupturas.
* Ten cuidado con volver al pasado, y convertirlo en un arma.
* Aprende a dosificar la confianza; no se puede ser binario en esto.
[Predicación en evento organizado por la Comunidad Betania, en Santa Cruz, Bolivia.]
Tema 2 de 4: ¿ Por qué tomamos malas decisiones?
* Es muy doloroso encontrar personas que, años después de haber tomado un rumbo, sienten con horror que equivocaron el camino. No todo puede prevenirse, eso está claro, pero, ¿cuáles son los errores que más a menudo cometemos al tomar decisiones?
* Hay errores generales:
(1) No decidir es la peor decisión;
(2) Caer en alguno de los dos extremos mencionados. mis decisiones no cambian nada, o lo cambian todo.
* Hay errores en cuanto al objeto:
(1) Nos apresuramos. Queremos obtener de inmediato, o sin esfuerzo, o sin costo, lo que deseamos. Al final, lo perdemos.
(2) No valoramos lo que tenemos y los que tenemos cerca. En ocasiones consideramos que tal o cual amistad será de inmensa importancia y nos engañan las apariencias. En otras ocasiones pasamos por encima y omitimos a gente sencilla y generosa que podrían ser nuestros verdaderos aliados.
* Y hay errores en cuanto al sujeto, es decir, en cuanto a nuestra inteligencia y voluntad.
(1) Nuestra inteligencia se equivoca por ignorancia (a menudo, culpable), por error (inducido) o por confusión (exceso de opiniones disponibles).
(2) Nuestra inteligencia se equivoca cuando obra “por reacción” (buscando desquite, venganza o justicia por al propia mano); cuando se deja llevar por el deleite (y el encantamiento del bien esperado nubla la vista), o cuando lamentablemente cae en desesperación.
[Predicación en evento organizado por la Comunidad Betania, en Santa Cruz, Bolivia.]
Tema 1 de 4: La vida misma es una decisión
* Está claro para todos que cada decisión que tomamos va dando forma a la propia vida. En algún sentido lo que somos es resultado de las decisiones que hemos tomado, a partir de lo que la vida misma nos ha dado a distintos niveles, por supuesto.
* Por ello hay que evitar dos extremos: creer que todo está decidido de antemano, y creer que uno puede hacer y conseguir todo lo que uno quiera por la sola fuerza de la propia decisión. El primer error peca por defecto y el segundo por exceso.
* Por defecto, uno se sustrae de decidir, o por lo menos de decidir bien, si cree que todo está determinado:
(1) Por el destino;
(2) por el pasado;
(3) por los golpes de la suerte;
(4) por Dios, entendido como un dios desconectado de nuestro propio querer.
* Se peca por exceso cuando uno cree que:
(1) uno es “superman” y puede con todo;
(2) uno cree que educando el cerebro o a través del control mental puede lograr lo que sea;
(3) uno cree que puede manipular las fuerzas cósmicas o mágicas del universo;
(4) una mujer cree que con la cantidad justa de seducción, inteligencia, intriga y cinismo se podrá salir con la suya.
[Predicación en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, en San Luis Potosí, México]
Epílogo: La inteligencia interior de la fe
* En un momento de su ministerio público Jesucristo de repente exulta de gozo y exclama: “Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla” (Lucas 10,21).
* Estas palabras del Señor nos dejan ver que la comprensión de la fe no requiere única ni principalmente de los recursos exteriores propios de un estudio académico sino que la fe llega a iluminar nuestro entendimiento e impregnar nuestra vida por algo que es mucho más interior y que sucede más a la manera de un don que como fruto de un esfuerzo.
* Una escena de la vida de Santa Catalina de Siena ayuda a precisar lo que estamos diciendo. Siendo ella muy joven, de unos veinte años, pero ya bien reconocida por su santidad de vida y por la altura de su enseñanza, recibió la visita de un fraile muy ilustre por su calidad académica. Este religioso fue a verla no con ánimo dócil a la luz de Dios sino con gran arrogancia y un prejuicio de desprecio hacia la joven consagrada. Pronto la conversación tomó tanta profundidad y hermosura espiritual que este hombre se dio cuenta que Catalina ampliamente superaba la fama que la precedía. Le dijo: “Yo conozco la corteza de la fe pero tú conoces su médula.”
* Conocer el interior, el núcleo, la médula de la fe, es el fruto de una experiencia de gracia. Es algo que viene del Espíritu Santo, y que se hace abundante en aquellos que con humildad se gozan en la grandeza del Señor. Tal conocimiento nos hace connaturales con Dios, y hace que sepamos, como de manera espontánea, qué es de su agrado; qué puede dar más gloria a su Nombre; qué es más eficaz para expandir su Reino; a quiénes hemos de hablar y cómo; incluso qué sentido pueden tener las oposiciones y adversidades que sin duda encontraremos en el camino.
* El conocimiento interior de la fe logra, sobre todo, que podamos comprender que nada puede sustraerse al designio divino: ningún lugar está lejos; ninguna historia le es ajena; ningún dolor le es desconocido; ningún plan le toma por sorpresa; ningún poder le asombra. No hay sombra de cansancio en su mirada; ni soborno que cambie su veredicto; ni dudas o vacíos en su conocimiento; ni pausa en su reinado; ni esperanza que no tenga su fuente y su cumbre en Él mismo, que vive e impera majestuoso por los siglos de los siglos. Amén.
[Predicación en la Parroquia de la Santa Cruz, en San Luis Potosí, México]
Tema 10: Una fe formada y madura
* Podemos descubrir los rasgos de una fe inmadura en la descripción que hace San Pablo en Efesios 4,1-16. La fe inmadura es voluble, estéril, y conformista.
* Las características de una fe madura pueden encontrarse, por contraste, a partir del mismo texto, y de otros textos parecidos:
(1) La fe madura es una fe que se alimenta y que se comunica, se comparte.
(2) La fe madura crea un ambiente, una atmósfera que se respira. No queda reducida a momentos o lugares pero sí sabe llenar tiempos y espacios determinados
(3) La fe madura es capaz de rechazar los ataques, y de hecho, crece en las adversidades y contradicciones. Esto implica, entre otras cosas, una formación por lo menos básica en temas de apologética.
(4) La fe madura mira siempre hacia las cumbres de la santidad; sabe que la tarea es inmensa, y todo lo de la Iglesia le resulta cercano e importante.