[Conferencias en el curso de Teología Moral familiar y sexual ofrecido en la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás en el primer semestre de 2015.]
Moduladores fisiológicos
* Si los vectores nos hablan de impulsos, los moduladores son factores que inhiben o potencian esos vectores.
* Nos interesa estudiar los distintos moduladores por varias razones:
(1) Nos ayudan a comprender la complejidad de la afectividad y de la sexualidad humanas, y por tanto a ser cautos en las opiniones y juicios sobre estas áreas vitales.
(2) Nos permiten asomarnos a la belleza que hay en la respuesta sexual humana, del mismo modo que la contemplación de una hermosa construcción despierta admiración. Los creyentes reconocemos en el origen de todo esa riqueza de experiencias y posibilidades de comunicación el designio creador de Dios.
(3) Nos muestran, sobre base sólida, cómo la sexualidad humana está dirigida a fines de complementariedad y procreación. El lenguaje fisiológico de hormonas, aromas, sinapsis cerebrales habla de un “diálogo” fisiológico que conecta profundamente el mutuo atractivo y la ruta hacia la procreación.
* Los moduladores fisiológicos son de varias clases:
(1) Hormonales: Aquí entra el papel de la testosterona, tanto en hombres como en mujeres; su relación con el deseo sexual y sus repercusiones en otras actividades humanas, incluyendo la necesidad de satisfacción en objetivos cumplidos.
Está también el conjunto complejo de cambios bioquímicos que acompaña y dirige el ciclo menstrual de la mujer, con las repercusiones anímicas y también en cuanto al deseo como tal.
Están las endorfinas, y demás sustancias que afectan la actividad cerebral en cuanto a motivación, satisfacción y bienestar.
Está la labor de la hipófisis, en cuanto directora, en varios sentidos, de la interacción de las hormonas en hombres y mujeres.
Y están, además de otros factores, las feromonas, con su probable acción en una especie de atracción inconsciente entre hombres y mujeres.
(2) Neurológicos: Desde tempranas fases de su desarrollo fetal, los varones reciben cantidades considerables de testosterona, un factor que, junto a otros, modela el desarrollo cerebral. El resultado es que los varones tienen una conexión más firme entre los lóbulos occipital y frontal, y las mujeres tienen, en general, un cerebro mucho más conectado (“hiperconectado”) que vincula vigorosamente las tareas de ambos hemisferios.
De esta base biológica parecen desprenderse varias consecuencias: los varones trabajan más “en serie” (un objetivo, una cosa después de otra), y las mujeres más “en paralelo” (varias cosas a la vez, con un objetivo más genérico en integral a la vista).
Otra consecuencia es que el uso del lenguaje en las mujeres abarca un “ancho de banda” mayor, que las hace perceptivas de gestos, tonos, actitudes, coherencia global, cambios de comportamiento, que son menos visibles para los varones. La memoria de ellas suele tener una intensidad emocional mucho mayor, con lo que esto implica de bueno y de malo.
Otro aspecto neurológico a considerar, en ellos y en ellas, es la complejidad de la relación con el propio sentido del tacto, y con las experiencias de placer o de dolor. Estos datos son importantes cuando hay que evaluar moralmente y comprender psicológicamente las llamadas parafilias.
(3) Otros factores de “función”: Hay que tomar en cuenta que la sexualidad no es compartimiento aislado dentro del conjunto de la vida humana. La contextura, la salud, las experiencias pasadas, las expectativas presentes, y otros muchos factores influyen en y son influidos por el deseo, la satisfacción, el cariño y la enorme complejidad de la vida sexual y afectiva humana.