A Michael Phelps, todo lo que el oro no le pudo dar…

“La estrella de la natación Michael Phelps, el atleta olímpico más condecorado de la historia, casi cometió suicidio hace dos años. Su pericia atlética y su éxito le habían valido muchísima atención mediática durante la última década, tanta que pareciera que los medios deportivos le veneraban como a un dios, pero mientras tanto Phelps luchaba por encontrar paz en su corazón…”

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La historia de Maciek

La revista Ecclesia cita al P. Grzegorz Suchodolski, Secretario General del comité organizador de la JMJ Cracovia 2016 quien afirma que “Maciek es una de las personas a las que Dios llamó a través del sufrimiento durante los preparativos para la Jornada Mundial de la Juventud. No fue el único que tuvo que atravesar momentos difíciles por razones de salud, pero sí el único cuyo sacrificio fue completo y total”.

Maciej Szymon Ciesla era un diseñador de comunicación visual de la Academia de Bellas Artes de Cracovia. Ganador de premios, con experiencia. Llegó al comité organizador de la JMJ en septiembre de 2014 respondiendo a un anuncio publicado en su universidad.

“Comenzó con la preparación gráfica para el primer retiro: ya en el primer bosquejo hizo algo maravilloso. Después de la foto nos dimos cuenta de que Maciek era profesional. Éramos cuatro personas terminando el sitio web y nos estaba costando mucho, así que le pedimos ayuda a Maciek. Él vino por la tarde, después del trabajo”, comenta Monika Rybczyska, quien trabaja en el área de diseño gráfico del comité organizador.

Maciek renunció a su trabajo en diciembre de 2014 y se unió al equipo de diseño gráfico de la JMJ. No estaba muy comprometido con la Iglesia; de hecho, cuando llegó estaba muy desanimado en ese sentido. Aun así, quería trabajar allí.

“Una vez me dijo: ¿Sabes, Monika? Estoy aquí porque quiero creer que todavía hay algo bueno en la Iglesia”, recuerda ella.

Junto con Monika comenzó a trabajar en las imágenes para decorar la ciudad. Luego siguió el kit del peregrino y el diseño de casullas.

Tras confirmarse su enfermedad y a pedido de su padre, siguió trabajando desde casa. El cáncer se extendió a los pulmones y sus compañeros en el voluntariado rezaban mucho por él: ayunaban y oraban diariamente la coronilla de la Divina Misericordia por su salud.

“Lo que Maciek le dio al comité organizador, más allá de un trabajo de diseño bellísimo, fue la confianza de que Dios es más poderoso que cualquier enfermedad o debilidad humana; Él puede transformar todo eso. Durante su trabajo en el comité volvió a creer y a confiar en Dios; de esa manera pudo afrontar el sufrimiento y aceptar la Cruz y se convirtió en un referente para nosotros”, afirma el P. Suchodolski.

En mayo de este año publicó en Facebook: “¡Qué rápido cambian la vida y las prioridades! ¡Y qué sueños tan diferentes tenemos! Algunos sueñan con tener una carrera y fama, ascender, un trabajo nuevo, riqueza o, incluso, que el mayor evento de este año en Cracovia sea un éxito…yo, hace 150 días sueño una sola cosa… que me gustaría vivir, simplemente”.

En junio le amputaron la pierna y después de mucho batallar, falleció el 2 de julio de 2016.

El funeral se realizó el 5 de julio en la Iglesia del Santísimos Cuerpo y Sangre de Jesús en Katowice. Fue enterrado en el Cementerio de la calle Józefowska de esa ciudad.

Su familia pidió donaciones para el hospital San Lázaro, en vez de coronas y flores.

Conoce a Paul Claudel

Decía muy bien “L’Osservatore Romano” al calificar la muerte de Paul Claudel como día de luto para toda la cultura católica. El brillante escritor galo, que llevó al par una fecunda tarea diplomática representando a Francia en puestos claves, ocupaba por derecho propio tal puesto en la literatura que, para alcanzar una talla comparativa, habría que remontarse a los mejores clásicos de la Edad de Oro y, sobre todo, a Calderón. Por eso nos ha alegrado ver cómo en las reseñas que del autor de “La Anunciación” se han hecho últimamente, ha imperado unidad de criterio en esta idea que inicialmente apuntaba Pérez Lozano desde “Signo”.

Pero si, como Calderón, Paul Claudel ha sido un coloso de las letras, su figura humana no está exenta de ricos matices, entre los que descuella su simpática y atrayente ejemplaridad, sobre la que insistimos para las juventudes de ahora.

HIJO DE CAMPESINOS

Villenueve-sur-Fere es un humilde pueblo de la gleba francesa que abriga el orgullo de sus tradiciones. 1868 trajo para la aldea un nuevo timbre de gloria: allí nacía un chico a quien en el bautizo se signaría como Paul, hijo del campesino Claudel. Años después, como al mozo le tiraba la afición por los libros, París se encargaría de darle el espaldarazo de la ilustración. Como lo hizo, será mejor que él nos lo cuente.

“Yo también, como los antiguos profetas, en los días de mis dieciocho años, cuando se me sacó de la buena provincia para atiborrarme la cabeza con tinta de imprenta y la pulpa podrida de los libros paganos, yo también he sido cautivo de esta Tiro y en esta Babilonia, he errado hasta lo más profundo de las entrañas tenebrosas, esperando leer sobre las placas indicadoras la mismísima “encrucijada de la desesperación”.

¿Cómo se las arregló la ciudad de la luz para que en el muchacho cristalizara este estado de amargura? París en 1882, era una urbe de “diletantes” en la que pontificaba el ateo Renán. Sin un timón que orientara sus lecturas, Claudel cayó pronto en la más honda sima del ateísmo. El ha concretado las causas de su incredulidad en estos términos: “la enseñanza laica, la “Vida de Jesús” de Renán y su hermana Camila, también ganada por un malentendido intelectual al que acabó arrastrando la adolescencia de Claudel.

LA CONVERSIÓN

Cuatro años –de los catorce a los dieciocho- pasó el joven Claudel al margen de la fe, “arrastrando en las aceras por el torrente de esa humanidad impura que surge a la noche de los teatros”. Sigrid Undset, la Nobel noruega, ha escrito: “Si cuantos se han convertido al catolicismo descubrieran los caminos que los llevaron a Roma, probablemente no encontraríamos, dos trayectorias idénticas”.

Así, a Chesterton lo ganó una paradoja, a García Morente los compases de Berlioz y a Claudel una polifonía. En la nochebuena de 1886, Cristo nació también en la pesebrera que era entonces su corazón, por caminos que a nosotros pueden parecer incomprensibles. Rimbaud el joven e irresoluto Rimbaud, al que en la agonía alcanzara también el lebrel del Cielo, horas antes abrió contradictoriamente con sus poemas amargos “una fisura en mi amargura materialista”. Abrumado por la lectura, había acudido a la catedral de Notre-Dame para buscar inspiración. Acababa de entonarse el “Magnificat”. “Yo estaba de pie entre la gente, cerca del segundo pilar en la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Y fue entonces cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. De pronto mi corazón fue tocado y creí. Creí con una tal fuerza de adhesión con una tal elevación de todo mi ser, con una convicción tan pujante, con tal certeza, que no quedó lugar para ninguna especie de duda, de tal forma que después todos los libros, todos los razonamientos, todos los azares de una vida agitada, no han podido quebrantar, ni siquiera tocar, mi fe”.

MISIONERO DE LAS MENTES

La noche de la conversión, la misma Camila puso en las manos de Claudel una biblia. El hecho es significativo, porque no sólo la hizo el pan de sus meditaciones, sino que llegó a encomiarla en su obra, aun costándole incomprensiones que deshizo al fin la excelsa “Anunciación a María”. Es cierto que a él poco le afectaron, porque fue el prototipo de la fidelidad a la vocación, pero conviene resaltar la incorporación de este tesoro que tan útil habría de serle en su predicación desde el verso y las tablas y, sobre todo, en el apostolado directo con sus amigos carentes de fe.

Precisamente lo que más asombra de Claudel-hombre es ese su sentido de la caridad que intrépidamente le llevaba en ansias de salvación adonde hubiera un alma en tinieblas. Desde la noche de Notre-Dame, el resto de los ochenta y cinco años de Claudel están imbuídos de esta inquietud. Gusta considerarle como el converso misionero de las grandes inteligencias. La cita de nombres a los que el coloso de Francia llevó al camino de Damasco se haría interminable. Nombremos uno bien significativo: Francis Jammes, el místico y magistral poeta de la Virgen. Hasta dónde llegará su afán lo demuestran las cartas cruzadas con Gida, el autor que está en el “Índice”. Existe también una epístola suya que nos gustaría meditara una y mil veces la juventud de hoy, y la escrita a Jacques Riviere, en la que figura este pensamiento que tanto gustaba a los del 36: “La juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo”.

Hablaba a los amigos en el error con un cariño incomparable. A Maxime Alejandre, un judío de verdad, le dijo: “Dios lo necesita a usted, lo llama, llora por usted como un niño en la cuna. ¿Qué espera?”.

CONSECUENTE CON LA FE

Claudel supo lo que decía cuando afirmaba que nada en la vida había podido ni siquiera tocar su fe. Le costó a veces sangrarle el corazón, pero el siempre obró en consonancia con los principios.

Toda su producción de converso se caracteriza por una limpieza inmaculada. Es más: en su etapa de incrédulo hay una obra reprobable. El la repudió en estos términos: “Antes de irme para no volver, yo también quiero lanzar al Sena mi segundo libro, ese drama La Ville en el que la prostituida estaba prometida a la mano de los conquistadores”

Lágrimas, sublimes lágrimas le costó también una decisión tomada en su vida. En un viaje que hizo a Extremo Oriente en función diplomática, conoció a una mujer agraciada de la que se enamoró apasionadamente. Le bastó saber que estaba casada para zanjar, heroicamente, su amor porque no se lo permitía la moral cristiana.

¿Y con España? ¿Cómo le pagaría nuestra patria el favor que le hizo durante la Cruzada? Cuando una ominosa consigna de silencio pretendía ocultar el espantoso holocausto de vidas que el comunismo hacia aquí, la voz de Claudel, no solo denunció el genocidio, sino que con su “Oda a los sacerdotes mártires de España” cristalizó la defensa mas apasionada, a la vez que una pieza literaria de antología.

Pero lo que más le enorgullecía era su fidelidad al Papa y el desenlace que ésta tuvo hace unos años. Fue a raíz del Año Santo, cuando se pensó, como una deferencia hacia el Pontífice, representar en los jardines vaticanos la simbólica “Anunciación a María”. De por sí, la asistencia de Pio XII era una distinción excepcional y así lo entendió el poeta. Sin embargo, hubo algo más. De rodillas ante el Vicario de Cristo, Claudel vió inclinarse su figura ascética y se sintió estrechado entre sus brazos. Sesenta y siete años de lucha los dio por bien recompensados con la emoción del instante. El Santo Padre le hizo dos regalos: unas palabras personales y un rosario. Las palabras decían:

“… Me parecía seguir con la mente y el recuerdo el itinerario de un alma poseída y conquistada por la gracia de Cristo, que a partir del día de la conquista se esforzaba por manifestar el amor de que estaba henchida, siempre con ardor”. El rosario lo llevó Claudel a la tumba entre sus manos entrelazadas.

A LA HORA DE LA VERDAD

En la capital francesa, el 23 de abril último amaneció envuelto por una neblina cenicienta que algodonaba las frondas. Era natural, porque el calendario marcaba el miércoles de ceniza.

En una estancia próxima al bosque de Boulogne, Paul Claudel, el mejor poeta de la Francia contemporánea, dormía, abrumado de gloria, el sueño de la muerte. Por eso, cuando se sintió morir, no tuvo que tomar otra disposición que la de seguir trabajando hasta el momento postrero. Solo entonces se tomó unos segundos, los necesarios para decir:

“Dejadme morir tranquilamente. No tengo miedo.”

Junto al rosario del Papa, Claudel llevó consigo un crucifijo muy querido, regalo de un misionero: la cruz a la que tanto había amado y servido.

Testimonio sobre un médico santo

“A pesar de que en su familia no existía la tradición profesional a la Medicina, José Moscati tenía una evidente vocación: una inclinación a participar en los sufrimientos del prójimo y, para aliviarlos, buscar los medios más adecuados, tanto naturales como espirituales. Además, esta vocación le permitía desarrollar otra actividad para la cual también estaba profundamente llamado, la de acercar a los hombres a Dios, en este caso a través del sufrimiento y el dolor. Por todo ello decide estudiar Medicina. En 1897 se matricula en la Facultad de Medicina y se licencia en 1903. A partir de aquí empieza una incansable labor clínica, docente y apostólica, hasta su fallecimiento en 1927…”

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La vocación de un santo: Juan Pablo II

Sacerdote

“Después de la muerte de mi padre, ocurrida en febrero de 1941, poco a poco fui tomando conciencia de mi verdadero camino. Yo trabajaba en la fábrica y, en la medida en que lo permitía el terror de la ocupación, cultivaba mi afición a las letras y al arte dramático. Mi vocación sacerdotal tomó cuerpo en medio de todo esto, como un hecho interior de una transparencia indiscutible y absoluta. Al año siguiente, en otoño, sabía que había sido llamado. Veía claramente lo que debía abandonar y el objetivo que debía alcanzar sin volver la vista atrás. Sería sacerdote”. (“Del temor a la esperanza”, Solviga, 1993, p. 34).

“¿Cuál es la historia de mi vocación sacerdotal? La conoce, sobre todo, Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es “un gran misterio”, es un don que supera infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes lo experimenta claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuán indignos somos de ello”. (“Don y misterio”, BAC, 1996, p. 17).

“La vocación sacerdotal es un misterio. Es el misterio de un ‘maravilloso intercambio’ –‘admirabile commercium’– entre Dios y el hombre. Este ofrece a Cristo su humanidad para que Él pueda servirse de ella como instrumento de salvación, casi haciendo de este hombre otro sí mismo. Si no se percibe el misterio de este ‘intercambio’, no se logra entender cómo puede suceder que un joven, escuchando la palabra ‘sígueme’, llegue a renunciar a todo por Cristo, en la certeza de que por este camino su personalidad humana se realizará plenamente”. (“Don y misterio”, p. 90).

“En el intervalo de casi cincuenta años de sacerdocio lo que para mí continúa siendo lo más importante y más sagrado es la celebración de la Eucaristía. Domina en mí la conciencia de celebrar en el altar ‘in persona Christi’. Jamás a lo largo de estos años he dejado la celebración del Santísimo Sacrificio. La Santa Misa es, de forma absoluta, el centro de mi vida y de toda mi jornada”. (Discurso, 27-10-1995).

Obispo

“Al oír las palabras del primado anunciándome la decisión de la Sede Apostólica, dije: ‘Eminencia, soy demasiado joven, acabo de cumplir los treinta y ocho años…’

“Pero el primado replicó: ‘Esta es una imperfección de la que pronto se librará. Le ruego que no se oponga a la voluntad del Santo Padre’.

“Entonces añadí solo una palabra: ‘Acepto’. ‘Pues vamos a comer’, concluyó el Primado (…)

“Sucesor de los Apóstoles. (…) Yo –un ‘sucesor’– pensaba con gran humildad en los Apóstoles de Cristo y en aquella larga e ininterrumpida cadena de obispos que, mediante la imposición de las manos, habían transmitido a sus sucesores la participación en la misión apostólica”. (“¡Levantaos! ¡Vamos!”, Plaza y Janés, 2004, pp. 22 y 26).

Papa

“Creo que no fui yo el único sorprendido aquel día por la votación del Cónclave. Pero Dios nos concede los medios para realizar aquello que nos manda y que parece humanamente imposible. Es el secreto de la vocación. Toda vocación cambia nuestros proyectos, al proponernos otro distinto, y asombra ver hasta qué extremo Dios nos ayuda interiormente, cómo nos conecta a una nueva ‘longitud de onda’, cómo nos prepara para entrar en este nuevo proyecto y hacerlo nuestro, viendo en él, simplemente, la voluntad del Padre y acatándola. A pesar de nuestra debilidad y de nuestras opiniones personales.

“Al hablarle así, pienso en otras situaciones que he afrontado en mi experiencia pastoral, en esos enfermos incurables condenados a la silla de ruedas o clavados en la cama; personas jóvenes muchas de ellas, conscientes del proceso implacable de su enfermedad, prisioneras de su agonía durante semanas, meses, años. Lo que ellas aceptan, ¿no podría aceptarlo yo también?

“Tal vez esta comparación le sorprenda; pero se me ocurrió el día de mi elección y, puesto que quiere usted saber cuáles fueron mis primeros pensamientos, se los digo tal y como me vinieron a la mente”. (“¡No tengáis miedo! André Frossard dialoga con Juan Pablo II”, Plaza y Janés, 1982, pp. 24-25).

6 testimonios de personajes famosos que no fueron abortados

“En la historia son conocidos varios intentos de negarle la llegada a este mundo a grandes genios, santos, actores, deportistas… en fin, todos ellos personajes reconocidos. Así que, agradecemos a sus madres por la valentía de hacer lo correcto y darle la vida a estos grandes personajes. Así mismo agradecemos a todas las madres que deciden traer a este mundo a personas «normales» que estamos orgullosos de que existan…”

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Carta a Dios de un sacerdote antes de morir

“Tuvo la vida de un “sacerdote de a pie” y con profunda sencillez busco ser fiel a su vocación. Desde joven padeció una grave enfermedad cardíaca y renal que lo obligó a estar sometido a diálisis durante muchos años. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza, hasta su muerte en Madrid, el 11 de junio de 1991. Acá les dejamos su último artículo antes de morir, una carta a Dios, un precioso texto digno de ser meditado y compartido…”

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Cómo dar un testimonio de vida

Quería hacerle una consulta: si Ud nos puede orientar en cómo preparar adecuadamente nuestro testimonio de vida personal para ser testigos de Cristo en nuestras misiones. – V.T.

Un buen testimonio tiene cinco partes, creo yo:

1. Saludo, y breve síntesis. Un ejemplo: “Hermanos, con humildad me presento ante ustedes. Yo fui una persona que siempre pensé que la religión era para la gente débil… hasta que el Señor me mostró mi propia debilidad…”

2. Un resumen de cuál era la situación de PECADO en que uno se encontraba. Un ejemplo: “Yo era una de esas personas que suelen utilizar la ironía para hacer quedar mal a los demás. Yo me imaginaba que achicando a los demás yo me iba a ver más grande. Muchas veces mi soberbia me llevó a herir a las personas, incluso a gente que yo en realidad quería y quiero mucho. Hoy me doy cuenta que nada bueno puede venir de la soberbia pero la verdad es que en ese tiempo, cada vez que ganaba una discusión o hacía quedar mal a alguien, me creía poderoso y cada pequeño triunfo me animaba a afilar más mis armas [etc etc etc]”

3. La crisis del modo antiguo y la llegada del modo nuevo. Aquí es donde deben aparecer claramente la PACIENCIA y la MISERICORDIA de Dios, así como la IMPOTENCIA del ser humano para salvarse a sí mismo. Un ejemplo: “Un día tuve una discusión muy dura con mi hijo mayor, ya adolescente. Como siempre, yo estaba obsesionado no sólo con ganarle en una guerra de palabras sino también humillarlo. Me avergüenza decirlo pero es la verdad. Cuando esa pelea acabó, él solo me dijo una cosa: Sólo estarás tranquilo cuando yo acabe como Julián. Este Julián es un hermano mío que tristemente se había suicidado en su juventud. Para mí esas palabras fueron un campanazo de alerta. Como que caí en cuenta de lo que estaba haciendo. Esa noche no podía dormir. Abrí mis ojos y me di cuenta de cómo estaba destruyendo a los demás y destruyéndome a mí mismo. Sobre todo, me di cuenta que mi soberbia era ya un monstruo más grande que yo. Y entonces hice una oración–algo que hacía muchos años no hacía. Una oración que me brotó del alma. Recuerdo que le pedía y le pedía al Señor que me diera tiempo para reparar tanto daño que había hecho. A la mañana siguiente fui a buscar un amigo sacerdote, e hice una buena confesión. Él me recomendó que no perdiera el impulso sino que más bien hiciera un retiro espiritual. Y seguí su consejo. Para mí lo más hermoso fue ver que había un Dios que me estaba esperando…”

4. Cómo se dieron los PRIMEROS PASOS. Un ejemplo: “Ese retiro espiritual puedo decir que cambió mi vida. Pero lo más importante fue que nos insistieron en que un cristiano no puede vivir su vida en soledad y aislamiento, sino que estamos hechos, diseñados, para vivir en comunidad. Entonces me uní a una comunidad de parejas que llevaba unos pocos años en mi parroquia. Cuando le propuse a mi mujer que fuéramos a ese grupo, no lo podía creer de la dicha. Puedo decir que el Señor afianzó su obra a través de los testimonios, el servicio, las oraciones de nuestra comunidad de matrimonios [etc etc etc]”

5. Cuál es la VOCACIÓN DE SERVICIO a la que Dios de modo más permanente está llamando. Un ejemplo: “A través de esa comunidad descubrí que en mi había un profesor frustrado. Pero sobre todo descubrí que esa vocación no es para disminuir a las personas sino para ayudarlas a crecer. Y por eso me he comprometido junto con mi esposa, y hoy somos directores de catequesis de jóvenes en la parroquia [etc etc etc]”

La historia de la Hermana Anselm

“A pocos días de la trágica muerte de las cuatro misioneras de la caridad en Aden (Yemen), la prensa de la India ha comenzado a divulgar la historia de la mayor de estas nuevas mártires de la Iglesia. Se trata de la hermana Anselm, de 57 años de edad y originaria de Gumla, distrito del estado indio de Jharkhand…”

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Mexicano, sacerdote y mártir de la Eucaristía

“La valerosidad de los clérigos era compartida por numerosos católicos que no estaban dispuestos a que pisotearan la fe, y se alzaron contra los políticos. A estos «cristeros» perseguían los federales cuando dieron con Jesús. Convecinos, que no eran leales precisamente, les delataron en febrero de 1928 y fueron apresados y acusados de traición. Enfurecidos los militares destruyeron todo lo que encontraron a su paso por Valtierrilla…”

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Un astrofísico habla de ciencia y fe

“A menudo se presenta al cristianismo y la ciencia como fuentes opuestas de verdad: si crees en una, debes rechazar la otra. Pero la realidad es que muchos cristianos encuentran que la ciencia les ayuda a buscar y comprender la verdad, y creen que la razón, el pensamiento y la investigación crítica son dones de Dios”.

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Una Carta de Navidad desde Aleppo, en Siria

Mi nombre es Giorgio Istifan, nacido en Alepo en 1975 y casado con una joven llamada Miriam, una licenciada en educación, con dirección psicológica. Tenemos un niño que tiene un año y cinco meses de edad, de nombre Benita. Yo pertenezco a la parroquia latina de San Francisco de Asís, en Alepo. El 05 de noviembre de 2011 mi esposa y yo nos casamos. Nuestras vidas comenzaron con tanta alegría y serenidad; teníamos un trabajo y una vida familiar tranquila. El 22 de julio de 2012 comenzó la crisis en Aleppo. Comienza en las afueras y en los pueblos de alrededor para llegar, más tarde, a la ciudad. Anteriormente, en la primera etapa, vi con mis propios ojos la llegada de muchas familias inmigrantes de los pueblos hacia Alepo. Poco después, la crisis ha afectado a la ciudad y reventado el drama. Como primer resultado perdí mi trabajo y la esperanza de una vida normal parecía haber terminado allí. Desde entonces, la situación económica ha comenzado a ser muy pesada; sin embargo, en la familia estábamos seguros de que esta sería una crisis temporal y que iba a terminar pronto.

La guerra sin embargo se ha expandido y ha llegado hasta nosotros, hasta el umbral de mi casa: un día nos despertamos y vimos los milicianos que llegaron a una distancia de 100 metros de nuestro edificio. Poco después, el ejército ha respondido al ataque y los han alejado de nuevo. En respuesta, comenzaron a arrojar bombas sobre nuestra área residencial, en los edificios y casas. Nuestra casa ha recibido numerosos impactos de bala y, una vez, sólo por un milagro sobrevivimos.

Pero las cosas no terminaron allí, el edificio también fue alcanzado por dos cañonazos y nuestra vecina fue alcanzada por metal de metralla en la cabeza. Asustados, salimos de la casa a toda prisa y nos refugiamos con nuestros padres; mi hija en el momento aún no había nacido.

En el momento del nacimiento de Benita, no había agua, ni electricidad en Aleppo, ni los medios para calentarse, o gas. Después del parto y su presentación ante el Señor en la iglesia, hemos sufrido más misiles y bombas; nos escapamos de nuevo muchas veces de la muerte. Lo que más me ha amargado el corazón es que, por muchas razones, sobre todo por la estrechez de las casas de nuestros padres y de la precaria situación económica, hemos terminado – mi esposa y yo – cada uno en casa de sus padres. Mi hija se quedó con su madre y nos encontramos viviendo lejos unos de otros. Cuando ni una disputa o malentendido nos podrían separar, una guerra ha podido hacerlo. Por desgracia, en este momento seguimos viviendo en esta situación, que continúa en la actualidad.

En este período, el Señor me ha concedido la gracia de conseguir un trabajo en la iglesia, como sacristán en mi parroquia. Nuestros problemas como una familia no han desaparecido, e incluso como una comunidad cristiana; de hecho, se han hecho más y más grandes: muchas familias cristianas han dispersado; Nos dimos el beso de despedida con muchos amigos y muchos miembros de la familia han partido hacia lo desconocido; Algunos terminaron en un país europeo en busca de la paz o en un país vecino a la frontera con Siria, en busca de trabajo. Mi hermano se fue para el Líbano con su familia, pero después de un tiempo “ha partido de nuevo a otro país en busca de pan para comer, y la paz. Todo esto se debe al hecho de que, en nuestro querido país, Siria, carece de la paz, falta la seguridad.

En este período es muy difícil salir de la casa, pero nunca se sabe cuándo se va a volver. Cualquier cosa puede suceder en la calle; pero el peligro puede venir incluso mientras estamos en casa o en la iglesia. Lo que me pasó a mí, en el último período, es un ejemplo.

Hace poco más de un mes, el sábado 8 de noviembre a las 19.15 horas, cuando regresé de mi trabajo en la iglesia, fui a casa de mis suegros, para ver a Miriam y Benita, a quienes no puedo esperar ver hasta dos o tres horas al día. Mientras caminaba por la calle, un proyectil de mortero cayó cerca de mí, a una distancia de unos tres metros. Debido a la explosión, una parte pequeña de metal ha penetrado en el lado izquierdo y se ha deslizado entre las costillas; unas pocas pulgadas más y llegaría al corazón. Podría morir en un instante. El resultado no era “sólo” una herida, que me ha dolido por un tiempo. Al día siguiente, domingo, volví a la iglesia para agradecer a mi Señor y el milagro del don de la vida que me había dado, una vez más, el día anterior. No tengo más que un himno de acción de gracias en la oración, que es para mí la única fuente de esperanza y paciencia para soportar las pruebas y sufrimientos.

La vida durante esta guerra en Siria nos ha enseñado que la fe cristiana es esencial y, como resultado de esta fe, hay confianza en Dios. A pesar de la duración y el drama de esta guerra, nuestra fe se incrementa y también nuestra confianza en el Señor. Con los ojos de la fe, vemos todos los días la mano de Dios curarnos a todos nosotros, cuidar de nuestras necesidades diarias. Parece que en esta gran tormenta de la guerra, estamos bajo grandes alas de gran alcance, que nos protegen, incluso si sufrimos y sentimos el aliento del viento; estamos bajo sus alas, por esto no nos ahogamos en la lluvia fuerte, sino que sentimos sobre nosotros sólo unas gotas.

Estamos en los últimos días de Adviento, mi oración a Dios día y noche con el fin de regresar a mi país y mi paz y la seguridad de la ciudad. Espero de verdad que, con la oración de todos los cristianos en el mundo, especialmente en la noche santa de Navidad, la guerra sea enterrada para siempre, se elimine ese odio y la paz reine en la tierra. Pero tengo otro deseo que pedir a Dios, enamorado de mí, de convertirme en un niño pequeño en Belén: espero que el Niño nacido por nosotros en una familia, lleve a mi familia y tantas familias que se han visto obligados a “separarse” el calor de la convivencia, la alegría de estar juntos como una familia.

Cristianos de todo el mundo, todos: Humildemente les pido que oren por nosotros, los cristianos de Siria.

Feliz Navidad de mi ciudad de Alepo.

(Colaboró el p. Ibrahim Alsabagh, parroquia latina de Alepo)

[Esta carta tiene un año. Y es hoy todavía más actual que cuando fue enviada. Y hoy hace brotar renovado llanto de amor, gratitud y compromiso en mis ojos.]