No hay guerra entre la ciencia y la Iglesia

“Se doctoró en Física Química en Harvard en 1956 y dedicó una parte de su vida a la mecánica cuántica, enseñando en el Carnegie Institute of Technology y en la Universidad del estado de Nueva York. Algunas de sus aportaciones de 1970 a la resonancia nuclear magnética (la bautizada como ecuación Kurland-McGarvey) mantienen su vigencia descriptiva casi medio siglo después. Sus estudios de biología molecular le llevaron posteriormente a instituciones de investigación médica como Roswell Cancer Institute o la Clínica Cleveland…”

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