La píldora perjudica seriamente la salud de las mujeres

“La británica Sarah Cobb tenía 27 años y un gran futuro por delante. Acababa de ascender a tutora en un colegio de primaria en su ciudad y solo le quedaban ocho meses para casarse con su novio Phil; pero el día de la boda nunca llegó. Sarah falleció repentinamente debido a un coágulo de sangre, uno de los síntomas que provoca el consumo continuado de la píldora anticonceptiva…”

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Sobre relativismo y rigorismo

“Ciertos rigorismos nacen de querer ocultar dentro de una armadura la propia y triste insatisfacción.” Esa frase la ha dicho la periodista Elizabetta Piqué, muy cercana a la persona y el ministerio del Papa Francisco. ¿Cómo se supone que debe entenderla uno? – J.A.

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El Papa Francisco ha hablado en varias ocasiones en contra del rigorismo así como Benedicto XVI habló n contra del relativismo. Menciono este hecho porque estas dos tendencias morales son los dos extremos de un péndulo en el que tanto la Iglesia como la sociedad se han movido, de lado a lado: el relativismo quiere convertir la moral en un asunto de conveniencias y gustos subjetivos; el rigorismo pretende ignorar las intenciones y las circunstancias de los actos humanos, para concentrarse sólo en hechos objetivos que cree poder calificar siempre con absoluta certeza.

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La búsqueda en el cerebro de la dotación ética innata y universal

Un fragmento del archivo PDF vinculado: “Es clásico el dilema del tren: un tren avanza a gran velocidad hacia un lugar donde están cinco personas trabajando en la vía. El voluntario debe decidir si debe permitir que el tren arrolle a los cinco, o arrojar a las vías a una persona para frenar el tren e impedir que embista a los cinco: una vida frente a cinco vidas. La mayoría de los voluntarios deciden, y de forma rápida, no empujar a la persona que tiene a su lado. Joshua Green ha mostrado que el contexto personal de causar un daño directo a una persona, activa de forma intensa las áreas implicadas en el procesamiento de las emociones – la amígdala cerebral, A – mostrando que la toma de decisiones morales entraña una componente emocional, que contribuye a las respuestas emocionales rápidas y automáticas, independientes de cualquier contexto. Pero no sólo, sino que se activan la corteza orbitofrontal, OFC, que evalúa conscientemente la respuesta, la corteza pre-frontal ventromedial, PFVMC, que se activa cuando aparecen los sentimientos de compasión y otras emociones sociales; y también se activan los sistema de recompensa. Tal sistema cognitivo-emocional desencadena una respuesta rápida y proporciona un atajo hacia lo correcto en situaciones que exijan una actuación inmediata…”

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¿El objeto de la fe es simple o es complejo? – Responde Tomás de Aquino

Lo conocido está en quien lo conoce según la forma de éste. Pues bien, la manera propia de conocer del entendimiento humano es conocer la verdad por composición y división, según lo expuesto en otro lugar (I q.85 a.5). Por eso, lo que es de suyo simple lo conoce el entendimiento humano con cierta complejidad; el entendimiento divino, en cambio, entiende lo complejo de manera incompleja. Puédese, pues, considerar el objeto de la fe de dos maneras. La primera, por parte de la realidad misma que se cree; en este caso, el objeto de la fe es algo incomplejo, como la realidad misma que se cree. La segunda, por parte del creyente; en este caso, el objeto de la fe es algo complejo en forma de enunciado.

(S. Th., II-II, q.1, a.2)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¿Cuál es el objeto de la fe, a qué apunta? – Responde Tomás de Aquino

Todo hábito cognoscitivo tiene doble objeto: lo conocido en su materialidad, que es su objeto material, y aquello por lo que es conocido, o razón formal. Así, en geometría, las conclusiones constituyen lo que se sabe materialmente, y la razón formal de saberlo son los medios de demostración. Lo mismo en el caso de la fe. Si consideramos la razón formal del objeto, ésta no es otra que la verdad primera, ya que la fe de que tratamos no presta asentimiento a verdad alguna sino porque ha sido revelada por Dios, y por eso se apoya en la verdad divina como su medio. Pero si consideramos en su materialidad las cosas a las que presta asentimiento la fe, su objeto no es solamente Dios, sino otras muchas cosas; y estas cosas no caen bajo el asentimiento de fe sino en cuanto tienen alguna relación con Dios, es decir, en cuanto que son efectos de la divinidad que ayudan al hombre a encaminarse hacia la fruición divina. Por eso, incluso bajo este aspecto, el objeto de la fe es, en cierto modo, la verdad primera, en el sentido de que nada cae bajo la fe sino por la relación que tiene con Dios, del mismo modo que la salud es el objeto de la medicina, ya que la función de ésta se encuentra en relación con aquélla.

(S. Th., II-II, q.1, a.1)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Prólogo a la II-II (secunda secundae) de la Suma Teológica

En materia moral… las consideraciones generales resultan menos útiles, ya que las acciones se desarrollan en el plano de lo particular. Y en cuanto a la moral especial, hay dos maneras de tratarla: una, por parte de su misma materia, considerando esta virtud, aquel vicio; otra, por parte de los estados específicos de las personas, cuales son subdito o prelado; activo o contemplativo, o cualquier otro género de vida de los hombres. En consecuencia, consideraremos en especial, en primer lugar, lo concerniente a todo tipo de personas; luego, lo concerniente a los diferentes estados (q.171).

En cuanto a lo primero, se ha de advertir que, si consideramos por separado lo que concierne a las virtudes, dones, vicios y mandamientos, habrá que decir muchas veces lo mismo. Y así, si se quiere ofrecer un conocimiento acabado del precepto «no fornicar», es necesario estudiar el adulterio, pecado cuyo conocimiento depende de la virtud opuesta. Será, pues, un método más compendioso y más expeditivo si en el mismo tratado se considera, al mismo tiempo, la virtud y el don correspondientes, los vicios opuestos y los preceptos afirmativos o negativos.

Este modo de considerar los temas será conveniente también para los vicios estudiados en su propia especie. En efecto, hemos demostrado ya (1-2 q.72) que vicios y pecados reciben su variedad específica de la materia u objeto, y no de otras diferencias de los pecados, como ser pecados de corazón, palabra u obra, o en función de la ignorancia, malicia y otras diferencias por el estilo. En efecto, es una misma la materia sobre la que obra rectamente la virtud y de cuya rectitud se apartan los vicios opuestos.

Reducida, pues, la materia moral al tratado de las virtudes, todas ellas han de reducirse a siete: las tres teologales, de las que se tratará en primer lugar, y las cuatro cardinales, de las que se tratará después (q.47). En cuanto a las virtudes intelectuales, hay una, la de la prudencia, que está contenida y se la enumera entre las cardinales, siendo así que el arte no pertenece a la moral, que versa sobre las acciones voluntarias, mientras que el arte sólo dicta la recta razón en lo artificial, como expusimos ya en otra parte (1-2 q.57 a.3 y 4). Las otras tres virtudes intelectuales, a saber: sabiduría, entendimiento, ciencia, que coinciden, incluso en el nombre, con algunos dones del Espíritu Santo, se tratarán conjuntamente con los dones que correspondan a las virtudes.

En cuanto a las otras virtudes morales, todas se reducen, de alguna manera, a las cardinales, como resulta de lo ya expuesto en otra parte (1-2 q.61 a.3); de ahí que en el estudio de una virtud cardinal serán estudiadas también las virtudes que de algún modo pertenezcan a ella, y los vicios opuestos. De esta forma no quedará sin tratar nada que incumba al orden moral.

(S. Th., II-II, prol.)

Análisis del tema ético de la clonación humana

La ONU adoptó, el 8 de marzo de 2005, una declaración sobre la clonación humana. El texto ha sido elaborado después de varios años de discusiones y polémicas. La polémica fue tan viva que el 6 de noviembre de 2003 se había decidido un aplazamiento de los debates: en aquel momento no era posible llegar a un acuerdo por el enfrentamiento que se había generado entre dos grupos de países.

El enfrentamiento se repitió en las votaciones de este año 2005. Primero, en el comité de trabajo sobre la clonación, a la hora de dar un juicio sobre el documento el 18 de febrero de 2005. Segundo, en la votación en la Asamblea general de la ONU, que tuvo lugar el 8 de marzo de 2005. En ella, por fin, el texto fue aprobado con 84 votos a favor, 34 en contra, y 37 abstenciones.

Algunos de los países que votaron a favor, además de México, fueron los siguientes: Estados Unidos, Alemania, Portugal, Polonia, Chile, Costa Rica e Italia. Entre los países que votaron en contra tenemos a Reino Unido, Bélgica, España, Japón, Suecia, Brasil, Canadá, China, la India y Cuba.

Antes de analizar el motivo de esta división de posiciones, conviene detenernos un momento y preguntarnos: ¿en qué consiste la clonación de seres humanos?

Clonar significa reproducir un individuo igual a otro, al menos en lo que se refiere al DNA (a su información genética). Un científico, desde luego, diría que la igualdad total es prácticamente imposible por varios motivos. Primero, por las mismas técnicas que se usan, que no describimos ahora por brevedad. Segundo, porque ocurren muchas cosas en la gestación, nacimiento y desarrollo de los animales, lo cual origina diferencias muy claras incluso entre quienes tienen el mismo DNA. Basta con observar a dos gemelos que tienen la misma información genética para darse cuenta de esto: no son completamente iguales, ni en lo físico ni en lo psicológico.

Los científicos llevan muchos años trabajando por mejorar las técnicas de clonación. Han trabajado con ranas y con ratones. La clonación más famosa fue la que consiguió, en 1996, el nacimiento de la oveja Dolly, un acontecimiento que fue conocido por la prensa en 1997. Dolly, por desgracia, no tuvo una vida muy sana y murió (mejor dicho, fue eliminada) en febrero de 2003.

El sueño de clonar seres humanos es promovido por algunas organizaciones internacionales, como CLONAID, y por un pequeño grupo de científicos. La mayoría de los investigadores y la opinión pública mundial está en contra de la clonación de hombres. En este sentido, sería bastante fácil llegar a un acuerdo internacional contra la “clonación reproductiva”: no es justo crear seres humanos a través del uso de la clonación.

Las opiniones se dividen, sin embargo, cuando se habla de la “clonación terapéutica”. ¿Por qué se produce aquí un choque de ideas? El problema radica en el modo de definir la “clonación terapéutica”.

Para algunos científicos, y para algunos gobiernos (como los de Gran Bretaña y España), la “clonación terapéutica” sería aceptable como camino para obtener células estaminales o, incluso, tejidos, para curar a enfermos. Es decir, se trataría de obtener un ser humano a través de la clonación, para luego coger sus células, cultivarlas en laboratorio, e intentar transplantarlas a un enfermo.

Si se llegase científicamente a clonar un embrión a partir de las células adultas de un enfermo necesitado de un transplante, las células conseguidas desde el clon serían perfectamente compatibles para el enfermo: se evitaría el rechazo inmunitario que suele acompañar a la mayoría de los transplantes de tejidos o de órganos. Esto, sin embargo, es sólo una hipótesis, pues no sabemos cómo se van a comportar estas células transplantadas, ni si provocarán el desarrollo de algún cáncer fuera de control.

Aquí encontramos el motivo de la discordia que ha dividido a la ONU. Casi todos los países están de acuerdo en que hay que prohibir la clonación reproductiva. Pero algunos países (y grupos de científicos y laboratorios interesados en la investigación) desean que sea permitida la “clonación terapéutica”.

Para ofrecer luz en este debate, resulta oportuno reconocer que el concepto de “clonación terapéutica” es confuso, es equívoco. ¿Por qué? Porque lo que buscan los defensores de esta técnica (todavía hipotética) es, primero, producir un embrión humano, y, luego, destruirlo para conseguir sus células estaminales. En otras palabras, quieren hacer una “clonación reproductiva” (habrían creado un embrión humano) para luego despedazar a ese embrión. Luego, para que no todos perciban la gravedad de lo realizado en el laboratorio, llaman a esta técnica bajo el nombre de “clonación terapéutica”.

En este sentido, la aprobación del 8 de marzo, a pesar de que no hubo acuerdo total, supone un paso importante en favor de la defensa de la vida humana, de cualquier vida humana.

El inicio de la vida de cada individuo humano merece el máximo respeto. Nadie puede imponer a otros el ser concebido en laboratorio, el ser fabricado según los deseos de otros. Nadie puede imponer a un embrión el tener un DNA concreto, “clonado” a partir de las células de un adulto. Nadie debe crear embriones a través de técnicas de clonación o con otros métodos para luego destruirlos como si fuesen vidas humanas inferiores, a las que se niegue el respeto que merecen por ser lo que son, miembros de la misma familia humana.

En este sentido, es motivo de esperanza notar la actitud de tantos países del mundo (84 en esta votación) a favor de la declaración de la ONU, entre los que se encuentra México. Como explicó el representante mexicano, el texto aprobado es un paso adelante a favor de la defensa de la dignidad del hombre.

Queda por ver ahora cómo los distintos países acogerán la declaración de la ONU sobre la clonación humana, especialmente cuando tengan que emanar leyes sobre el tema. Algunos países, por desgracia, ya han mostrado su deseo de no aceptar el texto y de permitir en sus laboratorios la mal llamada “clonación terapéutica”. Otros países, esperamos que muchos empezarán a legislar a favor de la vida humana y en contra de cualquier forma de clonación humana.

A raíz de este acontecimiento, William B. Hurlbut, un experto en ética en Stanford University (Estados Unidos), afirmó: “una sociedad con un mínimo de ética no puede basar su ciencia biomédica sobre la creación y destrucción de embriones humanos” (cf. The Washington Post, 9 de marzo de 2005). Este es el espíritu de la declaración de la ONU sobre la clonación humana, un espíritu que nos llena de confianza: defender al hombre, a cada hombre, a todos los hombres, desde el inicio de su existencia hasta el momento de su vejez, será siempre señal de progreso, de justicia y de paz.

— P. Fernando Pascual

Religión y política

Con motivo del plebiscito en Colombia he visto muy “activos” a algunos jerarcas de la Iglesia, impulsando el “Sí” y he visto a algunos sacerdotes haciendo propaganda abierta o sutil a favor del “NO.” ¿No se supone que hay una separación entre Iglesia y Estado, y entre política y religión? ¿Por qué hacen eso produciendo muchas veces confusión en la gente? Respetuosamente,

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La religión no puede estar ausente de las grandes decisiones morales del ser humano porque no puede desinteresarse de su bien y de su mal. Desde la política pueden hacerse grandes bienes, por ejemplo en el orden de la justicia social, o grandes males, por ejemplo aprobando leyes contrarias a la dignidad de la vida humana, o contrarias al bien de la familia, célula fundamental de la sociedad.

Una cosa es hacer política como simple codicia del poder, o conveniencia egoísta de que un determinado grupo gane, y otra cosa es iluminar la conciencia sobre las consecuencias de las opciones políticas que pueblos enteros van a tomar. Esto segundo es una misión irrenunciable de la Iglesia.

Esta responsabilidad, que atañe principalmente a los sacerdotes, cobra particular gravedad cuando está involucrado el bien de los niños, o de otros sectores de la población que se encuentran en condición de absoluta indefensión. Callar, en tales circunstancias, no seria moralmente “neutro,” si es que algo así existe, sino que sería gravísima complicidad. Es necesario entonces hablar a tiempo, aunque respetando en todo la voz de la conciencia en cada uno.

¿Podemos afirmar que Dios es el mismo si sus leyes cambian del Antiguo al Nuevo Testamento?

Fray Nelson, le hago una pregunta: Hay una disputa entre cristianos no católicos sobre la ropa que debe usar o ponerse una mujer cristiana. Los que dicen que una mujer cristiana no debe usar pantalón se fundamentan en el siguiente pasaje bíblico: “La mujer no llevará ropa de hombre ni el hombre se pondrá vestidos de mujer, porque el que hace esto es una abominación para Yahvé tu Dios”. Resulta que cuando uno para refutar les dice que este texto hay que leerlo a la luz de un contexto, es decir, el contexto histórico y la mentalidad para a cual fue escrito, responden estas personas que Dios es siempre el mismo. La pregunta es: ¿como se demuestra que el hecho de que Dios sea siempre el mismo, no contradice el que este texto haya que leerlo de acuerdo a un contexto histórico y cultural, y viceversa? — J.S.

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La alusión al contexto es insuficiente como respuesta. Es demasiado vaga, y si lo piensas bien, podría servir para justificar casi cualquier cosa: cada vez que encuentre algo en la Biblia que no me guste, voy a decir que eso sólo valía para ese contexto. Así obran, por ejemplo, los que afirman por ejemplo que sí se debe permitir la ordenación sacerdotal de mujeres porque los textos que se oponen a tal práctica pertenecen a un contexto cultural machista, que se va superando, según ellos piensan. Así que la clave de la respuesta no está en la palabra contexto.

Esa clave más bien hay que buscarla en el papel que cumplía la Ley de Moisés. San Pablo nos dice expresamente que la Ley fue un “pedagogo” para llevarnos a Cristo (Gálatas 3,24); y la Carta a los Hebreos 8,13 considera que esa Ley ha quedado desueta y superada por el nuevo régimen en Cristo, basándose en Jeremías 31,31-34. De modo que tenemos razones bíblicas para considerar el conjunto de la Ley de Moisés como una provisión de Dios que, en su misericordia, quería llevarnos a la conciencia del pecado para así recibir a Cristo.

Por otro lado, el mismo Cristo dice que no ha venido a abolir sino a dar plenitud (Mateo 5,17), de modo que no debemos pensar que la relación entre la Ley “Antigua” y la Ley “Nueva” es algo tan sencillo como suprimir la primera, cual si nunca hubiera existido, y luego afirmar la segunda. Si las cosas fueran así, la primera hubiera sido un estorbo y no un camino o preparación para la segunda.

Debemos entender entonces que hay elementos más permanentes y elementos menos permanentes en la Ley de Moisés. Los más permanentes no hay que adivinarlos ni mucho menos escogerlos a capricho. Cuando Cristo reafirma la centralidad de amar a Dios sobre todas las cosas, por ejemplo en Marcos 12,28-34, está repitiendo lo que todo judío conocía a partir de Deuteronomio 6,4. También en Mateo 19,16-19 Jesucristo reafirma el valor de los llamados Diez Mandamientos, que por tanto deben ser algo más que disposiciones temporales.

El estudio comparativo de textos nos hace ver que muchas prescripciones de la Antigua Ley tenían un valor educativo pero de ninguna manera fueron confirmadas en la Nueva Alianza. Así por ejemplo, mientras que Moisés prohibía comer ciertos alimentos, san Pablo dice expresamente en la Carta a los Romanos 14,17 que “el reino de Dios no es comida ni bebida.” En el mismo sentido hay un pasaje muy claro en Hechos de los Apóstoles 10. Repito: esto no es asunto de capricho ni de adivinar sino que está bien establecido en la misma Biblia.

Es claro entonces lo que hay que decir frente a lo del uso de pantalones por parte de las mujeres: la Ley de Moisés no puede considerarse por sí misma autoridad para dirimir el asunto. Otros argumentos podrán exponerse pero ese de la Ley Antigua no vale.

Algo parecido sucede con otra discusión distinta. Hay gente que dice que si nos apoyamos en la Biblia, como efectivamente hacemos, para mostrar el carácter intrínsecamente perverso de las relaciones homosexuales entonces deberíamos seguir lo que la Biblia dice sobre comer carne de cerdo, por ejemplo. es un modo astuto pero erróneo de argumentar: no se pueden poner al mismo nivel estos dos tipos de preceptos. mientras que lo de la comida ya lo hemos aclarado, hay varios textos del Nuevo testamento que expresamente muestran el desorden que implica el comportamiento homosexual. Al respecto puede leerse Romanos 1,18-32.

El avance moral de la Humanidad

Los grandes imperativos morales están presentes en toda la historia. Las grandes conquistas éticas de la humanidad son tan verdaderas como las conquistas de la ciencia experimental o de la técnica. O incluso más, ya que captan más profundamente la verdad y resultan más decisivas para la felicidad humana. (Alfonso Aguiló)