10. El Santo Nombre De Dios

10.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. La Iglesia peregrina comienza toda oración invocando el Nombre de Dios. Hoy quiero que conozcas un poco de las riquezas de esta invocación, y que descubras qué inmenso tesoro se halla en pronunciar este Nombre.

10.2. Si el segundo de los mandamientos de la Ley de Dios quiere preservar la santidad de este Nombre, es porque sin Él no sabrías a quién llamar. El Nombre de Dios es la victoria sobre la soledad radical del hombre en el cosmos inmenso. Sin ese Nombre no podrías llamar “infinito” sino al universo mismo, y sería éste universo la referencia última de toda realidad humana. Tal fue el terrible drama que vivió el mundo pagano, que aunque decía tener dioses, éstos en el fondo eran parte constitutiva del mismo universo en que estaban los hombres. Tales “dioses” eran una prolongación de las necesidades y anhelos de la raza humana, y en este sentido, sólo eran expresiones de la indigencia de quienes les daban culto.
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Tiempo de Adviento

Tiempo de preparación, de esperanza, de alegría, de conversión, para recibir a Jesús con una actitud abierta al cambio.

Es la oportunidad de un nuevo encuentro con Él. Un tiempo para volver a empezar, para renovarse, para hacer un plan de vida, para tratar de ser mejores.

El tiempo en que los cristianos nos preparamos espiritualmente para celebrar la Navidad, que conmemora la primera venida de Jesús, pero que también hace que nuestra atención y nuestra esperanza se dirijan hacia la segunda venida de Él, que sucederá como lo prometió, al final de los tiempos…

Para esperar la llegada de Jesús, es necesario limpiar nuestro castillo interior, tirar lo que no le sirve a nadie, lo que nos impide ser mejores, lo que está de más.

Decora tu interior con un ambiente cálido, donde reine el amor, la comprensión, el perdón, la armonía. No malgastes tu tiempo y tu energía en tonterías, recuerda que la vida es “tiempo”.

Busca un momento para meditar, para estar en unión con Dios, para pedirle su luz como guía, para pedir por los enfermos o por la paz del mundo.

Y da lo mejor de ti para colaborar con la obra que Dios quiere realizar a través tuyo.

Presencia Espiritual

Sublime presencia me rodea. Fragante aroma fluye en la estancia. Es el Señor que llega a mi encuentro. Es su Espíritu que derrama su esencia. Pequeño y diminuto soy ante su infinita grandeza. Mi voz es un susurro comparado con el trueno de su respiración. Cuando habla, me asombra la ternura del tono de su voz. Suave a la vez que firme. Simple a la vez que profundo.

A veces me pregunto si mi alma sabe entender su lenguaje, pero sé que su Espíritu me ayuda. Quizás mi rubor no me deja disfrutar bien de su mirada, la cual sé que me atraviesa, me abrasa con llamas de amor que purifican mi ser por completo.

De pronto, Él pone la mano en Su boca, me pide que cante alabanzas. La voz de mi alma le alaba. Mi espíritu entero le adora. Mi boca no pronuncia palabra, porque el silencio expresa el lenguaje del alma.

¡Ay, mente mía! ¡Quién pudiera acallarte! Interrumpes la preciosa comunión con mi Amado. Me impides gozar por completo de la Sabiduría de mi Padre. ¿No sabes que en ti no cabe todo lo que Él quiere enseñarme? ¿Querrás tú comprender todo el misterio de la Luz Divina? No puedes, pequeña, alcanzar a discernir la bendición que derrama la sombra de Su manto, y ¿quieres ya contemplar la belleza de Su rostro?

Espera hasta el día de tu resurrección, mi pequeña, cuando del polvo te levante la gloriosa venida de mi Cristo, para invitarte a contemplar su Boda con la Novia. Olvidarás por completo toda vanidad que hayas aprendido en la tierra. Descubrirás la verdad eterna del amor de Dios.

Mientras tanto, pequeña, duerme. Duerme mientras mi alma y espíritu contemplan Su gloria, no sea que te envanezcas y me pierdas. Y al despertar, mi pequeña, un sueño de amor quedará en tu memoria, para que te impregnes de aquella fragancia y de su sublime presencia, de modo que Él sea tu anhelo, y así dispongas de la bendición y el poder de su gracia para vencer las cadenas de tu ego.

Y ahora… silencio… alguien toca a mi puerta… es Él.

Los Santos del Futuro

Imagino así a nuestros católicos santos del futuro:

Abiertos al asombro, no al capricho;
fieles en la Roca, aunque no inmóviles;
felices, no superficiales;
firmes, no intransigentes.

Abiertos, y a la vez, muy lúcidos;
lúcidos, y a la vez, muy obedientes;
humildes, pero no acomplejados;
capaces de amar, de esperar y de creer.

Prontos al silencio que deja hablar a Dios,
nunca en silencio cuando se ofende su gloria;
dóciles a la Palabra, cercanos a quien la proclama,
con voz que Cristo quiso autorizada.

Capaces de perdonar y de pedir perdón,
capaces de ternura, poesía y clamor;
capaces de alabanza y de dulce canción;
capaces, por gracia, del Cielo y de Dios.

Con un centro: Jesús que da vida;
y un punto de encuentro: la Santa Eucaristía;
y una referencia: la Virgen María,
que impregna de Pascua la noche y el día.

9. La Felicidad De Jesucristo

9.1. Piensa que tu alma no tiene fronteras. Eres infinito hacia adentro, y, como ya te dije alguna vez, mi tarea es guiarte hacia adentro, porque esa es la dirección del infinito. Aquellos primeros padres de la raza humana, Adán y Eva, fueron llamados por Dios hacia el infinito del amor y del conocimiento. En vosotros, que sois sus hijos, está ese impulso que os hace buscar el conocimiento más allá de la utilidad, y el amor más allá del placer.

9.2. Pero en el estado en que quedó la humanidad cuando Dios quiso que la muerte fuera remedio a la rebeldía del pecado, el modo de felicidad del puro conocer y más disfrutar, modo que de suyo es infinito, se ve truncado por la muerte y por sus señas en la vida, que son la enfermedad y la vejez, pero también el cansancio, el tedio y el absurdo. Por eso muchos piensan que la felicidad no es posible ya para la raza humana, porque sólo admiten aquella felicidad que quedó frustrada después de la obra del pecado.
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Máximas del Padre Pío

La presencia de Jesús en el corazón:

Confieso que para mí es una gran desgracia no saber expresar y explicar este volcán eternamente encendido que me quema y que Jesús hizo nacer en este corazón tan pequeño.¡Bendigo a Dios, que por su gracia, otorga santos sentimientos!

Todo lo podría resumir así: me siento devorado por el amor a Dios y el amor por el prójimo. Dios está siempre presente en mi mente, y lo llevó impreso en mi corazón. Nunca lo pierdo de vista: me toca admirar su belleza, sus sonrisas y sus emociones, su misericordia, su venganza o mas bien el rigor de su justicia…¿Cómo es posible ver a Dios entristecerse por el mal y no entristecerse también uno?

Conocimiento y amor

Las cosas humanas necesitan ser conocidas para ser amadas; las divinas necesitan ser amadas para ser conocidas

Santa Misa:

Sería más fácil que la tierra se rigiera sin el sol, que sin la santa Misa.

María Santísima

Si no hubiera Fe los hombres te llamarían diosa. Tus ojos resplandecen más que el sol, eres hermosa, Madre, me glorío, ¡Te quiero!

Oye, Madre, yo te quiero más que a todas las criaturas de la tierra y del cielo;… después de Jesús, es claro; te quiero tanto. Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Seamos inmensamente gratos a la Virgen. ¡Ella nos dio a Jesús!

Oración

Solo quiero ser un fraile que reza… Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración…

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón…

El don de la oración está en manos del Salvador. Cuanto más té vacíes de ti mismo, es decir, de tu amor propio y de toda atadura carnal, entrando en la santa humildad, más lo comunicará Dios a tu corazón. En los libros se busca a Dios, en la oración se lo encuentra.

Crecimiento

Para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz, la humillación, las pruebas y las negaciones.

Crítica

No tolero la crítica y la habladuría sobre los hermanos. Es cierto que a veces me divierte aguijonearlos, pero la murmuración me da náuseas. Tenemos tantos defectos que criticarnos a nosotros mismos ¿Por qué perder tiempo en lo de los hermanos?

Enemigos

Jamás pasó por mi mente la idea de una venganza. Recé por los detractores y rezo por ellos. Quizá alguna vez le dije al Señor: Señor, si para convertirlos es necesario algún fustazo, hazlo, con tal que se salven.

Humildad

Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas, más aún debemos soportarnos a nosotros mismos.
En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él.
Has construido mal; destruye y reconstruye bien.

Pruebas

Ten por cierto que si a Dios un alma le es grata, más la pondrá a prueba. Por tanto, ¡Coraje! y adelante siempre.

Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡ Espera!… la calma volverá.

Las pruebas a las que Dios os somete y os someterá, todas son signos del amor Divino y Perlas para el alma.

Pobres

En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces presente

Sufrimiento

Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla.

¿Por qué?

Lo importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué? Aunque te haga pasar por el desierto; Una sola cosa es necesaria: Estar cerca de Jesús. Si nos cita en la noche no rehusemos las tinieblas.

Amor y sus hijos espirituales

La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.
La caridad es la medida con la que el Señor nos juzgará a todos.
La humildad y la caridad van de la mano. La primera glorifica, la otra santifica.

Amo a mis hijos espirituales tanto como a mi alma y aun más.

Al final de los tiempos me pondré en la puerta del paraíso y no entraré hasta que no haya entrado el último de mis hijos.

La escalera al cielo

Donde no hay obediencia, no hay virtud. Donde no hay virtud no hay bien. Donde no hay bien no hay amor y donde no hay amor no está Dios; si no está Dios no se va al paraíso. Esto forma como una escalera, si falta un peldaño uno se cae.

8. Te Daré Alegría

8.1. Tú sabes que el saludo de Gabriel a la Virgen María puede traducirse por una invitación a la alegría: “¡Alégrate, Llena de Gracia…!” (Lc 1,28), soléis leer en aquel pasaje del Evangelio. Esa invitación no es sólo para ese momento. Ya ves cómo te he invitado muchas veces a que abras paso a la alegría en tu vida. Y es que la alegría es el fruto natural del espíritu que está unido a su Dios. En efecto, ¿de dónde proviene el gozo, sino de la presencia del bien deseado y amado? ¿Cómo entonces privarse de gozo cuando se conoce el amor de Dios?

8.2. Dios es Fuente de Vida, es Principio de Fortaleza, es Manantial de Sabiduría, y no cabe que cese de ser alguna de estas cosas. En el mismo sentido, no cabe pensar que su bondad se detenga y por lo tanto no hay razón válida para que se ponga un límite a la alegría. La única tristeza profunda sería que Dios dejara de ser Dios, pero esto es imposible, en donde ves que para las creaturas racionales la tristeza sólo existe en cuanto accidente, fruto de una circunstancia de pérdida del Bien Supremo.
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7. Cristo, Dios y Hombre

7.1. Nuestro Señor Jesucristo dijo en alguna ocasión: “Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me ha enviado” (Jn 14,24). Puedes ver en ese modo de hablar que Él es modelo no sólo de los hombres sino también de los Ángeles. Él es nuestra cabeza y de Él todo recibimos, y en su gloria, llenos de amor, servimos.

7.2. Jesucristo fue enviado para vuestra salvación, pero su obra fue también como una revelación nueva para nosotros, por las razones que la Sagrada Escritura te ha dado a conocer, muy singularmente por el misterio adorable de su muerte en la Cruz. ¡Hay tal distancia entre Dios y la muerte! Él es la Vida misma y la Fuente de toda Vida, ¿cómo pensar o suponer algún género de poder de la muerte sobre Él? Por eso te digo que también para nuestro entendimiento hubo y hay lecciones sublimes en la muerte del Hijo Unigénito de Dios.

7.3. Es normal que te preguntes cómo nosotros, que carecemos de tiempo, podemos llegar a aprender algo, puesto que el aprendizaje implica el paso de la ignorancia al saber. Pero observa que la misma pregunta podrías hacerla con respecto al Hijo de Dios, que en sí mismo es eterno, y sin embargo de Él fue escrito que “experimentó la obediencia” (Heb 5,8). Tener experiencia es algo que sólo sucede en un determinado tiempo, de donde alguien podría imaginar que el Verbo Eterno de Dios quedó sometido al tiempo por lo menos en cuanto tuvo experiencia de la obediencia, o del dolor, o de la muerte. Y aunque esto es cierto en algún sentido, porque es parte de su humillación, sin embargo el Verbo no cambió, no creció ni disminuyó por el hecho de la Encarnación. En este sentido, su “experiencia” no marca un tiempo en aquello que Él es en sí mismo.
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6. Que El Amor Te Haga Hablar

6.1. Después de celebrar la Santa Misa he compartido un momento con mis hermanos de Comunidad. Después, ya en mi habitación, he escuchado al Ángel.

6.2. “¡Santo!, ¡Santo!, ¡Santo es el Señor Dios del universo!”: aquello que cantáis cuando celebráis la Santa Misa es un dulce eco de las alabanzas celestes; así lo enseñó Isaías (Is 6,3), y así es. Especialmente en ese momento precioso la Iglesia del Cielo y de la Tierra se reúne en el amor y la adoración, y todos, vosotros y nosotros, gozamos de la comunión y de la amistad en Dios. ¡Qué paradoja saber que mientras que esto es así en cada Eucaristía, muchos hoy siguen buscando, como a tientas, reunirse o comunicarse con nosotros los Ángeles, porque desean hallar en nosotros fuerza, belleza, pureza y sabiduría!
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Adoración!

La experiencia

Adorar es entregar a Dios nuestra propia inteligencia, que se rinde ante Él, y todo nuestro amor, que siente que arde en Él.

Es un acto que nos desprende de la cadena más profunda que nos ata: nuestro propio “yo”. Por eso, adoración significa liberación.

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La Adoración y la Contemplación

Para comprender y vivir la vocación contemplativa y evangelizadora de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, (y en todo grupo que desee evangelizar) es necesario comprender y vivir la vocación a la transformación en Cristo.

Sólo un corazón contemplativo puede ser un corazón transformado, y sólo un corazón contemplativo y transformado, puede ser un corazón que evangeliza y proclama, en la fuerza del Espíritu, la buena nueva de Cristo Vivo y Resucitado.

Transformación y evangelización sin contemplación son imposibles.

La contemplación es la fuente, el alimento, la garantía de la transformación que evangeliza.

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos, tocante al Verbo de Vida, es lo que anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros” (1 Juan 1, 1-4).

Por eso, si eres Siervo de Cristo Vivo, necesitas un corazón contemplativo, un corazón que escuche, un corazón que obedezca, un corazón que sea transformado. Necesitas ser un corazón que ora. y la oración está ya dentro de ti, porque el Espíritu Santo habita en ti. Descubre su presencia en tu interior. No apagues el Espíritu. No entristezcas el Espíritu. El viene en ayuda de tu debilidad e inspira la oración en ti.

Ante todo y sobre todo, la oración personal. Tú a solas con Jesús, cortando toda otra comunicación y dando generosamente el tiempo para el encuentro a solas con El. Sentarte a los pies de Jesús como María; caminar con Jesús, camino de Emaús, y dejar que El te explique las Escrituras, y quedarte con El, y reconocerle en la Fracción del Pan; dar tiempo para ir tras Jesús, como Juan y Andrés, ver donde vive Jesús, y quedarte con El desde aquel día, y anunciar luego, lleno de gozo, a todo el mundo: “¡hemos encontrado al Mesías, a Aquel de quien hablaron los profetas en los Salmos y en todas las Escrituras!”

Pero además de la oración personal, la oración comunitaria en sus diversas formas. La vocación a la fe y, por tanto,a la oración, es profundamente personal pero es también profundamente comunitaria. El Señor te llama a ti, por tu nombre, a existir y a existir como hijo de Dios, y sólo tú puedes darle esa respuesta, pero te llama en familia, en comunidad de fe. La fe la vivimos personalmente pero en la comunidad, que es la Iglesia.

Y en la oración comunitaria, tiene el primer lugar la oración litúrgica, que culmina con la celebración de la Eucaristía, fuente y cumbre de toda la vida cristiana y a la cual están ordenados todos los demás sacramentos. Imposible ser un Siervo de Cristo Vivo sin la participación asidua en la Santa Eucaristía. De Ella proviene todo el bien espiritual de la Iglesia, y no hay comunidad posible sin su celebración. Luego, la oración de las Horas, con el rezo diario al menos de los laudes por la mañana, o de vísperas al atardecer.

La Comunidad Siervos de Cristo Vivo no puede “permanecer fiel al misterio de su nacimiento” si no permanece fiel – viviendo por la oración su vocación contemplativa – a los sentimientos del Corazón de Cristo en los que tiene su origen, su fuerza y su vida. Solamente puede proclamar el Evangelio “en el Cenáculo y desde el Cenáculo”, es decir, en la fuerza del Espíritu, si permanece fiel a su vocación primera, la oración y la contemplación. Sólo un corazón contemplativo y transformado puede ser un corazón evangelizador.

5. No Puedes Negar La Realidad Del Infierno

5.1. El pensamiento es la mayor de tus fuerzas. Una palabra es suficiente para cambiar una vida. Todo cuanto existe fue primero y radicalmente es siempre pensamiento divino, porque en ese pensamiento de Dios está la verdad del universo.

5.2. Una vida, entonces, puede ser más o menos verdadera, según que se acerque o se aparte del pensamiento de Dios. Las creaturas racionales como vosotros o nosotros nos acercamos a Dios o nos apartamos de Él de acuerdo con los actos de libre voluntad. La obediencia es la libre aceptación del pensamiento divino, y por ello es la fuente de la verdad y del verdadero ser. Sin ella, la creatura entra en contradicción consigo misma, porque no puede quitarse el ser que no se ha dado pero tampoco alcanza el verdadero ser que quiso para ella Aquel que hizo que existiera.

5.3. Cuando esta contradicción es o se hace definitiva, es decir, en el caso en que la creatura no está sujeta al tiempo, puedes hablar de “infierno”. No puedes negar la realidad del infierno sin negar la realidad de la libre voluntad. Y no puedes negar la libre voluntad sin negar la posibilidad de un conocimiento real de sí mismo, porque las creaturas racionales estamos facultadas para conocer como exteriores y distintos de nosotros los que son nuestros bienes y nuestros males. No es posible conocerse y conocer lo que es realmente bueno para uno y no desearlo, porque la fuerza con que el Creador nos hizo ser hace que deseemos ser en plenitud. Esto vale para los Ángeles y los hombres.
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4. La Mirada y La Palabra

4.1. Invoqué el Nombre del Señor y puse mi esperanza en Él; y luego escuché.

4.2. ¡Dios nos une! Esta es una sublime verdad que deseo se convierta en tu alegría. Más unidos estamos cuando miramos hacia Él que si pretendiéramos mirar el uno hacia el otro. Por eso hoy te propongo un camino fácil para evitar multitud de pecados: mira primero a Dios y sólo después a tu prójimo.

4.3. Aquí sucede lo mismo que con los mandamientos que Cristo enseñó como fundamento de toda la Ley y los Profetas: primero, amar a Dios sobre todas las cosas, y segundo amar al prójimo como a sí mismo (Mt 22,36-40). Cristo dijo que este segundo mandamiento era “semejante” al primero, pero también lo llamó “segundo”, porque si no está apoyado en el primero, es imposible de cumplir. Pues bien, ya que la mirada sigue al afecto y el afecto a la mirada, lo que Cristo dijo del amor has de aplicarlo a tu modo de ver, y por eso has de mirar primero a Dios y sólo después a las creaturas de Dios.
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3. Sólo A Cristo Debéis Mirar

3.1. He llegado a mi habitación después de una pequeña jornada de predicación y confesión. Y he pensado que soy inmensamente feliz por la amistad celestial que Dios me ha concedido.

3.2. La palabra que describe nuestro ser de Ángeles es “firmeza”; la que describe vuestro ser de hombres es “cambio”. No es que nosotros seamos firmes por nosotros mismos, sino por la unión de todo nuestro amor con Aquel a quien contemplan nuestros ojos. De esta unión nace nuestra firmeza. Como vosotros, mientras sois peregrinos, carecéis de una unión semejante, vuestros actos van generalmente marcados por la discontinuidad, la ruptura y la contradicción. Tal es vuestra fragilidad.
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2. Mi Presencia En Tu Vida

2.1. Desde luego, no me he sentido digno de imaginar siquiera una amistad tan estrecha con un ser tan santo como es un Ángel. He dudado, y en medio de mis dudas me ha sorprendido la voz discreta, firme y fluida de él.

2.2. No imagines que mi presencia en tu vida es respuesta a tus méritos. Más bien puedes decir que soy una señal de cuánto conoce Dios tus necesidades. Pero no estoy así cerca de ti en razón de ti. Tu vocación hace que Dios te haya injertado profundamente en el Corazón de su Divino Hijo. Así como los ojos de Cristo son la mirada de Dios para el mundo y luceros de bendición sobre todo cuanto contemplan, así tus ojos, unidos por la gracia indestructible del sacramento del Orden a los ojos de Cristo, quieren ser transformados con la fuerza de la bendición que brota de Dios Padre. Te amo, pues, no sólo pensando en ti y en tu salvación eterna, que ya es motivo más que suficiente, sino pensando en las gracias y dones que a través de tu humanidad ungida Dios otorgará al mundo por los méritos de su Único y Divino Hijo.
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1. La Fuerza De Nuestra Unidad

1.1. He invocado el Espíritu Santo y he meditado con amor en la enseñanza de la Santa Iglesia sobre nuestros hermanos en la gracia y la gloria, los Santos Ángeles. Y he sentido fluir en mi mente palabras sabias y bellas que aquí transcribo.

1.2. Has de saber que aquello que tiene su fundamento en Dios tiene verdadera raíz y verdadero cimiento. Él es el único Fuerte, y sólo tiene fortaleza quien se apoya en Él. Piensa entonces cuánto es el amor que une mi vida a tu vida, puesto que ha sido Él, nuestro Divino Hacedor, el que ha querido unirnos. La fuerza de nuestra unidad tiene su comienzo en el único que es fuente de toda Fuerza, cuyo Nombre es invencible. Por eso puedes confiar en mí, porque la fuerza que me une a ti no tiene su origen en mí sino en Dios.

1.3. Ha pasado mucho tiempo. En cierto modo has perdido mucho tiempo por no aceptar con tu corazón y con tu mente mi presencia en tu vida. Un día Dios te va a conceder dolor por ese tiempo desperdiciado. Ese dolor, como todos los que Dios inspira en el alma arrepentida, es un acto de su amor en ti, porque te va a permitir, con la fuerza de amor que acompaña a ese mismo dolor, recibir en tu alma gracias abundantes que de otro modo habrían quedado simplemente perdidas por no haber sido recibidas.
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