24.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
24.2. La obra interior sólo Dios la conoce. Tú arrojas la semilla al campo y en tu huerta acontece el milagro de la vida. Arrojas la Palabra al corazón humano y allí, en el secreto y la oscuridad de los recintos del alma, misteriosas transformaciones se suceden. Tu corazón es una obra que Dios no cesa de esculpir, un cuadro que Él se goza en pintar y embellecer. Tu Artista, que es tu Dios y Señor, nunca duerme, ni se enferma, ni se distrae, ni se desanima.
24.3. Hasta el día último, hasta el último instante de tu existencia Dios Padre hará todo, absolutamente todo en favor tuyo. Su sabiduría que no descansa, su misericordia que no se descorazona, su poder que nunca disminuye están a favor tuyo.