Quien nos mostrara al Padre

Les invito a que busquemos la persona que sepa darnos noticias del querido Padre celestial, que nos cuente de Él. Quien no ha conocido a su papá, y sabe que está vivo en alguna parte, le puede nacer el deseo irresistible de saber de él y, una vez haya sabido del lugar de su paradero, es de suponer que hará hasta lo imposible para conocerle, para estar con El y, ojalá, para recibir su afecto. Bien, este será el tema de nuestra reflexión, que haremos para llegar hasta nuestro Padre celestial, y saber de El con toda certeza.

Jesús el gran revelador del Padre

Los evangelios nos dicen que el conocimiento del Padre es privilegio por excelencia de Jesús: “Yo conozco al Padre, porque vengo de El y Él es el que me ha enviado” (Jn 7,29). Además, Él mismo nos ofrece el regalo de dárnoslo a conocer: “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,27). El mismo nos asegura que en el mundo solo Jesús de Nazaret conoce al Padre y, por lo tanto, sólo Él nos lo puede dar a conocer: “a Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18).

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158. La Cruz en el Ministerio del Evangelizador

158.1. Yo no he esperado a que tú seas bueno para hablarte. Te he ido hablando, y con mis palabras y plegarias tu vida ha sido bendecida; has mejorado. No lo que yo quisiera, no lo que yo esperaría, pero sí has mejorado, y sería mentir decir lo contrario. Te digo esto, no porque pretenda echarte nada en cara —para eso está tu conciencia—, sino porque quiero que tomes como referencia lo que yo he hecho contigo. Te repito: no esperé a que fueras bueno para hablarte; hablándote te llamé a la bondad.

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Espiritualidad Trinitaria

(Gen 1,26-27; Hech 2, 1-47)

Les invito a reflexionar sobre la espiritualidad que surge de la vida Trinitaria de Dios, espiritualidad esencial y primera del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, creado para la comunión con Dios y con sus semejantes. Para que pudiera vivir la unidad, Dios le dotó: de sentidos, ellos le ayudan a comunicarse con el hombre y con el mundo material; de virtudes teologales o sentidos sobrenaturales: fe, esperanza y caridad, para que pudiera comunicarse con Dios y con el mundo sobrenatural. Ha sido estructurado para dar y recibir amor. Si esto no acontece en su vida, se frustrará en una de las necesidades fundamentales de su ser. Es por esto que: “La pobreza de comunicación debilita la persona, debilita la comunidad y convierte en extraño al hermano y en anónima la relación” (VFC 32).

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157. Lo Extraordinario de lo Ordinario

157.1. Los hombres buscan las señales del amor en las cosas grandes, y especialmente en los grandes cambios. Aquel paralítico, por ejemplo, que desde su nacimiento había estado impedido de caminar (Hch 3,2-10), al sentir robustecidas sus piernas saltaba y alababa a Dios. La inesperada y felicísima transformación de su estado le hizo descubrir que el Señor sí lo amaba y sí tenía para él dádivas preciosas. De algún modo todos esperan cosas así, y Dios las concede, porque en su victoria sobre el mal y sus consecuencias, brilla su poder y resplandece su misericordia. No es malo, pues, suplicar estas manifestaciones de los dones de Dios, aunque sí puede ser dañino esperarlas como si fuera obligación de Dios darlas o repetirlas.

157.2. ¿Significa esto que, una vez recibida la obra primera de la gracia ya no hay nada grande que contemplar, aparte del transcurrir del tiempo en la espera del Cielo? De ningún modo. Hay que descubrir en lo pequeño lo grande, y en lo ordinario lo extraordinario. Hoy quiero hablarte un poco de cómo y por qué.

157.3. Para recibir mejor esta enseñanza, piensa primero en el delicado equilibrio que manifiesta la naturaleza. La ciencia te enseña con cuánta precisión se han ajustado las magnitudes propias de los cuerpos y las partículas de modo que la vida haya podido tener su jardín en el planeta que habitas junto con tus hermanos. Una vez que todo está ajustado y en su medida parece que simplemente está ahí, y que está bien así como está. Mas para aquel que sabe de Física, Biología y Astronomía, es simplemente sorprendente que todo haya alcanzado una calibración tan exacta y fructífera para la vida y la conciencia. No es raro, como sabes, que los investigadores de estos campos del conocimiento lleguen al asombro e incluso al presentimiento del paso del Creador.

157.4. Algo así, y aún más profundo pasa en la vida espiritual. Mira, por ejemplo, a la Santa y Bella Virgen María. Mírala, no en el momento sublime de la Anunciación, ni en la hora jubilosa de la visita a Isabel, ni en la noche terrible de la Cruz, ni bañada en los esplendores de Pentecostés; mírala simplemente en un día cualquiera, por ejemplo, cuando sale de su casa a recoger un poco de agua de la fuente del pueblo de Nazareth. Se encuentra con una vecina, a la que saluda, y camina con su amiga cruzando unas palabras. Se fatiga con el cántaro y suda bajo el sol de aquel verano que ya se prolonga más de lo acostumbrado. Lleva su mente ocupada en mil cosas de casa y tiene que apresurar el paso para que no se retrase el frugal almuerzo.

157.5. La escena, así contemplada, tan real como te la estoy contando, no parece tener nada de extraño ni de extraordinario. Y sin embargo, Ella es la Reina de los Ángeles, y la creatura más odiada por el infierno en pleno. Así como la Tierra avanza silenciosa por los espacios siderales a la distancia precisa para no abrasarse ni congelarse, así también esta Bendita Señora es el lugar en que la gracia esculpe su preciosa joya, como arrebatándola de continuo de las garras del abismo. Todo es natural y tranquilo, y sin embargo todo es extraordinario y estupendo.

157.6. Un ejemplo semejante puede construirse si piensas en el Papa. Detrás de la serenidad de su presencia hay un terrible campo de batalla, que no se ve, porque precisamente la perfección de la victoria divina hace que aparezca siempre la majestad del Vencedor, que es Jesucristo, pero ello no significa que no haya combate, fiero combate.

157.7. La verdad es que toda alma en genuino camino hacia Dios es lugar de contemplación de las cosas más extraordinarias, que no se descubren a primera vista porque Dios ha querido que estén cerradas a los ojos que no tienen la humildad conveniente, el tiempo saludable y el amor suficiente. ¡Y vieras cómo sonríen los coros de los Ángeles ante esos triunfos de la gracia, tan grandes en su dimensión como en su discreción! ¿No es hermoso, amado de Dios, no es hermoso?

157.8. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.

La vida de la Trinidad es vida de amistad

(Lc 10,21-22; Jn 14,5-17; 15, 1-17)

Les invito a reflexionar sobre la vida de amistad en la Trinidad, el más alto grado de comunión vivido entre personas. La Escritura nos ofrece material para nuestra profundización. La amistad es el sacramento primario de toda solidaridad entre personas. Por esto, entre las Personas divinas se vive la amistad. Más aún, ellas son la fuente de la amistad. Hay personas que viven juntas toda una vida y no llegan a ser amigos: padres que no han podido ser amigos de sus hijos; hermanos entre los cuales no ha podido florecer la amistad; religiosos que se han quedado en los inicios del amor, sin llegar a saborear la amistad. Pero, también hay encuentros entre personas, que se convierten en amistades muy hondas.

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156. Busca la perla

156.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

156.2. Detrás de una sencilla palabra puede estar la puerta para una vida nueva. Jesucristo, Nuestro Señor, realizó obras admirables con palabras breves, como cuando sanó al leproso diciendo «Quiero, queda limpio» (Mc 1,41). En otras ocasiones, movido de ternura entrañable, dio fuerza al alma agotada con la palabra “¡ánimo!” (Mt 9,2.22; cf. Mc 10,49). Y su voz llenó de sentido la existencia de muchos con esta sola palabra: “¡Sígueme!” (Mt 9,9; Lc 9,59; Jn 1,43; 21,19.22). Sobre los exorcismos, pon atención a lo que lees: «Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos» (Mt 8,16). Todo esto lo sabía muy bien aquel centurión que profesó su fe diciendo: «Mándalo de palabra, y quede sano mi criado» (Lc 7,7).

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La Vida Religiosa en las raices de la Vida Trinitaria

La Comunión entre las Personas divinas “se realiza” mediante la participación; sin ella no hay comunión. Entre ellas hay una participación infinita de conocimiento y amor, desde toda la eternidad. Cuando se afirma que “la Trinidad es un misterio inaccesible,” se puede pensar que es muy distante de nuestra vida. Si así fuese, no sería el misterio principal de nuestra fe. Y gracias a Dios no es así. La Santísima Trinidad no es algo frío, abstracto, lejano. Al contrario, siendo amor infinito, es un misterio íntimo, próximo, sorprendentemente vital, generador de comunión y referencia obligatoria de toda comunión (de la Iglesia, de la humanidad, del cosmos).

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Quien es nuestro Dios

(Hech 17, 22-34; Mt 15,16,17); Jn 14,1-31)

Les invito a revisar la imagen que tenemos de nuestro Dios. ¿Cómo es esa imagen? La mayoría de los cristianos nos hemos quedado con una imagen humana, más bien filosófica, como el UNO trascendente. Hemos dejado a un lado la imagen bíblica, la imagen trinitaria, la imagen que el mismo Dios nos ha revelado por Jesucristo. Y la hemos relegado porque nos parecía inalcanzable, sin consecuencias prácticas para la vida y, menos para la salvación. Por eso, en este trabajo abordaremos primero el tema de la unidad de Dios, de la Comunión Trinitaria, para detenernos, después, en cada una de las Personas divinas, y de manera especial, en la adorable Persona del Padre. Qué lindo que en estos días abandonemos la idea que nos hemos formado de Dios, y nos dejemos sorprender por el adorable Jesucristo para que nos pueda revelar su imagen de Dios! El es misericordia, amor, es como las entrañas maternas que se estremecen por nosotros. Entonces, y sólo entonces, nuestra visión de la vida cambiará. Quiero iniciar recordando una experiencia del santo Cura de Ars. Un día se le presentó en la casa cural un hombre que quería discutir sobre Dios y expresarle unas dudas sobre El. El padre Vianney le pidió que, primero se arrodillara y confesara sus pecados. El hombre no quería aceptar, pues buscaba sobre Dios pruebas de razón, argumentos intelectuales. El cura de Ars se mantuvo firme en su pedido, hasta que el hombre convino y le pidió que lo confesara. Acabada la confesión de sus pecados, y habiendo recibido la absolución, el padre le dijo: ahora sí veamos sus dudas sobre Dios. Nuestro hombre, agradecido, replicóque ya no tenía dudas. Todo estaba claro. Con su confesión había eliminado sus dudas y ahora estaba tranquilo con Dios. Ya lo dijo el mismo Jesús: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,8).

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155. Directores Espirituales

155.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

155.2. Como tensando el arco de la fe te acercas a este momento, y con paciencia dispones tu alma para acoger una palabra distinta, la palabra que tú mismo no puedes darte. Tal actitud de alma hace bien a tu corazón. Estás tan acostumbrado a escribir en las vidas de otras personas, que te hace bien este momento en que puedes ser papel y no pluma. No importa cuántas cosas sucedan en tu vida, no pierdas esa alma abierta, porque es posible que lo que tú das sirva para salvación para otros, pero tu propia salvación depende más de lo que tú recibes. Más ayuda a tu bien lo que acoges de Dios que lo que haces por Dios, y si esto último tiene valor, lo tiene en la medida en que has acogido de Dios la gracia, la fuerza y la bendición para obrar según su querer.

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Conoce a tu Dios, 1

INTRODUCCIÓN

El presente curso tiene como personaje central la adorable Persona del Padre celestial, de quien procede toda familia, toda comunidad en el cielo y en la tierra. Ya Jesús en su tiempo nos hacia esta tremenda y sorprendente revelación, refiriéndose al Padre: “el mundo no te ha conocido” (Jn 17,25) y añadía, mostrándonos una aurora maravillosa, que podía convertirse en pleno medio día: “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero” (Jn 17,3).

Nuestro cometido es ir en busca de nuestro Padre, a quien de pronto no conocemos todavía, y hacer las indagaciones del caso para saber dónde está, dar con Él, encontrarnos con Él, dejarnos dar un abrazo, como el hijo pródigo y permanecer en su casa, disfrutando su compañía.

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154. El Amor del Espíritu en Cristo

154.1. Mientras que el amor guiado por los intereses de la carne busca en qué deleitarse, el amor guiado por el Espíritu Santo —ese amor que ves en Jesucristo— busca en dónde hacer su buena obra y esparcir su bien. Por eso parecen opuestos estos amores, porque el primero buscará lo bueno para disfrutarlo, y el segundo buscará lo malo para sanarlo. Con los ojos del mundo no es posible entender cómo alguien sano busca al que no lo está, o cómo alguien interesante e inteligente busca al que es torpe e inservible, o cómo el que es puro se acerca a los que están manchados y sucios. Sin embargo, todo esto es exactamente lo que ves que hace Jesucristo.

154.2. El amor que tiene su fuente en el Espíritu Santo goza de una plenitud interior que le permite buscar no para ser completado sino para completar, o como dice el Evangelio, no para ser servido, sino para servir (Mt 20,28). Sin el Espíritu Santo este tipo de amor no sólo es imposible, sino inimaginable. Por ello dijo Pablo: «El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas» (1 Cor 2,14).

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153. Cristo Primogénito

153.1. ¿Quién había hablado del Reino de Dios como el bienaventurado Señor Jesucristo? Y sin embargo, sus palabras, tan nuevas, venían a calmar la antigua y agobiante sed del alma humana. De este modo, lo último, es decir, aquello que llegó sólo por Cristo, vino a unirse de manera admirable con lo primero, esto es, con el hambre profunda del corazón del hombre.

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152. Las Olas

152.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

152.2. Las olas son esculturas de épica expresión; imágenes vivas de la fuerza de las aguas. Son la primera referencia a algo creado: «un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas» (Gén 1,2). Es bello que vuelvas tu atención a esa escena grandiosa, hecha más para tu entendimiento que para tu imaginación: es el viento quien levanta, encrespa y vence a esas montañas líquidas, inquietas y robustas como bisontes en la estepa primordial del cosmos manifiesto.

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151. Palabras de Esperanza

151.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

151.2. Palabras de esperanza y cánticos de amor;
lenguaje de susurros, del batir de suaves alas,
y de gracias que se posan como gotas de rocío
sobre la mente cansada de los hijos de los hombres.

¡Es honor para los Siervos de tan Alto y Buen Señor
llegar sin ser notados y partir con gran premura,
cual vasallos que, de noche, siembran todo de hermosura,
y dejan a la aurora los aplausos y alabanzas!

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150. Sé que quieres la Paz

150.1. Sé que quieres la paz. No sólo para tu país o para el mundo. Sé que quieres y necesitas esa paz que nace, como flor inesperada, bajo un alero del alma. Quisieras despertarte un día y encontrar que la noche te regaló esa flor, y que ella ha llegado para ya no abandonarte nunca. Pero así como a tu mundo y a tu país, a tu corazón le falta esa paz.

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149. Amor y Vida

149.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

149.2. El amor va por delante, en aquello que deseas. Primero amas y es el amor quien te pone en camino hacia lo que amas. Sólo el amor tiene capacidad de ponerte en movimiento; sólo el amor mueve, y todo cuanto se mueve es señal de algún amor. Un amor mayor produce un movimiento mayor, y un amor menor un menor movimiento.

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