LA HUMILDAD DE JESUS

LA HUMILDAD DE JESÚS

(Mt 11,25-30; Mc 7, 24-30; Jn 13, 1-15; Filp 2,5-11)

Les invito a estudiar un poco la persona de Jesús y a detenernos en una de las características que le señalan como al Hijo de Dios, que “se anonadó a sí mismo” (Filp 2, 7), haciéndose hombre para conducir al hombre a la cima de la humildad que consiste en servir a Dios en los hombres, en humillarse por amor para glorificar a Dios salvando los hombres. No olvidemos que toda visión sobrenatural va siempre unida a la humildad. El humilde, que se considera poca cosa ante Dios, ve lo sobrenatural, ve a Jesús: “has revelado estas cosas a los sencillos y a los pequeños” (Mt 11,25); el que está pagado de su propia valía es incapaz de percibir lo sobrenatural, porque la humildad se opone a la soberbia: “ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos” (Mt 11,25). El humilde reconoce que ha recibido de Dios todo lo que es y tiene (1Cor 4,7); que él es nada sin Dios (Gal 6,3); que todo le viene de Dios y sólo en El lo puede todo (Jn 15,5).

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166. El Santo que Santifica

166.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

166.2. Una cosa que nunca debes olvidar es que el pecado siempre es más grande y siempre es más pequeño de lo que piensas. La meditación sobre la gravedad del pecado es tan importante como la meditación sobre su estruendosa derrota ante el avance de la gracia.

166.3. Estas dos realidades van siempre unidas y hay que recordarlas y predicarlas siempre juntas: primera: el pecado es más fuerte que tú; segunda: la gracia de Cristo es más fuerte que el pecado. Si olvidas lo primero, vivirás engañado; si olvidas lo segundo, vivirás deprimido. Si te falta lo primero creerás que vas muy adelante mientras el demonio engulle las fuerzas de tu alma; si te falta lo segundo, serás incapaz de creer en las promesas de Dios. Si olvidas lo primero nunca aprenderás de tu pasado; si descuidas lo segundo nunca sentirás confianza para el futuro.

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JESUCRISTO: EL HOMBRE NUEVO

JESUCRISTO: EL HOMBRE NUEVO

(1Cor 15, 45-50; Rm 5, 12-19;Ef 4, 26-32; Col 3, 9-11)

Les invito a que reflexionemos sobre Jesucristo, Hombre perfecto, más aún, como “Hombre nuevo”. Durante la vida terrena de Jesús, nadie pensó en poner en duda la realidad de la humanidad de Jesús. Eran muy conocidos su patria, su oficio, su madre, sus hermanos. Soportó el sufrimiento, la angustia, la tentación, la duda. Jesús fue un hombre perfecto. Pero el NT quiere mostrar la novedad de ese Hombre perfecto, al llamar a Cristo “Hombre nuevo”, “Nuevo Adán”, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado, pues este no pertenece a la esencia del hombre. Entremos, pues, a reflexionar en qué consiste ese “Hombre nuevo”.

San Pablo habla de Jesús como del “último Adán”, es decir “el hombre definitivo”, del cual el primer Adán era una especie de realización imperfecta. Así lo expresa la primera carta a los Corintios: “Adán, el primer hombre, fue creado un ser viviente; el último Adán, como un como espíritu que da vida” (1Cor 15, 45), Cristo es la revelación del hombre nuevo, “creado según Dios en la justicia y en la santidad verdadera” (Ef 4,26).

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165. Vidas Rimadas

165.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

165.2. Aunque tú eres tú, y Dios te ama a ti, ello no excluye sino que incluye que tú también eres parte de un significado más grande, de una historia más amplia, de un camino que te antecede, te rebasa y te trasciende.

165.3. Una importante señal de madurez humana y espiritual es la capacidad de comprender en el corazón el alcance de las palabras que te acabo de decir. Así como los niños sólo se interesan por aquello que produzca placer o necesidad en ellos mismos, así también la seña principal de la inmadurez espiritual es poner la propia vida continuamente en el centro de la propia atención, como si todo lo que Dios tuviera que hacer o todo lo que Él quisiera realizar se limitara a solucionar los problemas de un individuo particular.

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JESUS: HIJO ETERNO DEL PADRE

(Mc 15,39; Gal 4,4-5; Jn 14, 1-14; 20,3)

En nuestra reflexión anterior vimos a Dios como Padre. Y, como no se puede pensar en el Padre sin el Hijo, entremos a ver al Hijo, engendrado desde la eternidad por el Padre: es Dios y hombre, enviado a redimir a los que estábamos bajo el yugo de la ley para que pudiésemos llegar a ser hijos adoptivos de Dios. Dice, al respecto, la carta a los Gálatas: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibieran la condición de hijos adoptivos” (Gal 4,4-5). El texto nos muestra el plan de redención dispuesto por el Padre y que se inició hace más de dos mil años en Belén, cuando Jesús, como hombre, nació de la Virgen María.

El Hijo eterno como el Padre y el Espíritu Santo

Tener la experiencia de Jesús es un regalo del Espíritu Santo. Así lo dice la carta a los Corintios: “Nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, si no es movido por el Espíritu Santo” (1Cor 12,3). El Espíritu Santo nos hace percibir que Jesús resucitado vive, actúa poderosamente en cada uno de nosotros por su Espíritu, hace que Jesús se convierta en la razón de ser de nuestra existencia, de tal modo que la vida no tiene sentido sin Él.

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164. Que es lo Tuyo?

164.1. ¿Qué es lo tuyo? Usualmente la gente llama “suyo” aquello de lo que puede disponer, es decir, lo que puede manejar o manipular. Es una definición incompleta y miope. De acuerdo con ella, nadie debería considerar como “suyo” su pasado, simplemente porque carece del poder de manejarlo a capricho.

164.2. Lo más grave de esa mala definición sobre lo “propio” es que distorsiona el modo como las personas tratan aquello que creen poseer, como por ejemplo, su cuerpo, su dinero o sus conocimientos. Dios en su amor tiene lecciones también para esa dimensión de vuestro ser. De ello quiero hablarte hoy.

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UN PADRE CON CORAZÓN DE MADRE

UN PADRE CON CORAZÓN DE MADRE 

(Lc 15,20)

Continamos nuestra reflexión sobre esta parábola, una de las más bellas y conmovedoras que brotaron de los labios de Jesús. Me gusta imaginar a los discípulos escuchando a Jesús esta hermosa historia, y mirar sus reacciones, los gestos de su rostro, medir el tamaño de su admiración. Estoy seguro de que les habrá impactado enormemente. Yo recuerdo que, cuando era todavía muy niño, me encantaba escucharla.

Ternura de madre

Las palabras que pintan el encuentro del hijo menor con sus padre son sumamente expresivas: “Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó” (Lc 15,20). Juan Pablo II dice que las palabras “echar los brazos al cuello” muestran la semblanza de una madre que acaricia al hijo y lo cubre de su calor maternal.

Muchos Santos Padres, teólogos, exegetas y autores espirituales han comentado este pasaje a lo largo de la historia, y han sacado de él abundantísimas lecciones para su propia vida y para enseñanza de los cristianos.

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163. Honrar a Padre y Madre

163.1. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

163.2. ¿Recuerdas ese tiempo en que no recordabas? No es sólo un juego de palabras. Deseo que lances tu mirada a aquella etapa primera de tu existencia en que no podías hacerte cargo de ti; aquel tiempo en que generabas lo que hoy llamas tu pasado, pero que no había pasado sino que pasaba. Ese fue tu primer tiempo, o mejor: tu entrada en el tiempo. Cuando ni siquiera podías percibir el tiempo, el tiempo mismo estaba como por construir en tu mente, que carecía hasta de aquellas referencias que hoy te parecen más obvias.

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DIOS ES PADRE MISERICORDIOSO

DIOS ES PADRE MISERICORDIOSO

(Lc 15, 11-32; Mt 6,8; Rm 8,14-17; 2Cor 1,3)

Jesús nos ha revelado amorosamente el rostro auténtico del Padre. Sólo esta revelación nos ofrece la respuesta a la pregunta: ¿quién y cómo es el Padre Celestial? Les invito a reflexionar sobre cómo es el Padre. La novedad del evangelio consiste en la revelación de la persona del Padre: Jesús a esta persona divina le llama Padre. Pero, además, en sus enseñanzas nos revela que ese Padre es Padre misericordioso y es nuestro Padre. El Padre ofrece a sus hijos pecadores el perdón y la salvación. Su afecto paternal es más fuerte que el pecado de sus hijos. En la enseñanza de Jesús ese afecto paternal se describe de manera impresionante en la parábola del hijo pródigo o parábola del amor misericordioso del Padre (Lc 15,11-32). La parábola tiene como oyentes a dos grupos opuestos: de un lado, los publicanos y pecadores que se acercan a escuchar, y del otro, los fariseos y los maestros de la ley que se dedican a murmurar. Jesús responde con una parábola para enseñar la novedad misericordiosa del Padre, que alcanza al hijo pródigo como al hijo mayor, invitándolos a ambos a participar de la fiesta de la unidad y la reconciliación.

El rostro de Dios había sido desfigurado por los maestros y doctores, por el mismo peso de la ley, por el rigor de su cumplimiento impuesto por los fariseos. También los cristianos, por el pecado, hemos desfigurado el rostro de Dios, teniéndolo como un Dios duro, celoso de sí mismo y de sus cosas; como un gran rival, severo; como un impedimento para nuestra realización personal; como alguien que limita nuestra libertad, muy lejano de nosotros, pero que, al final, será nuestro juez implacable; como un tirano, que condena a los que le son infieles y da vida a los que le son fieles; como un gendarme vigilante, que se la pasa anotando nuestros pecados.

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162. Predicar la Vida

162.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

162.2. El horizonte de la muerte marca de tal manera la vida de los hombres, que con razón la Escritura habló del “poder” de la muerte (cf. Ap 6,8; 20,6). Además —según te gusta recordar y predicar— la obra de Cristo fue resumida por la Carta a los Hebreos en estas palabras: «Así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo» (Heb 2,14).

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El Padre de los Cristianos

Quiero continuar compartiendo las experiencias que tuve en mí lectura de Mateo. El evangelista emplea, en los 3 capítulos, 17 veces la palabra Padre, descorriendo el velo y mostrándonos ese rostro amado. Les decía que Jesús quiso poner de relieve que Yaveh – Dios del AT es su “Padre”. Así lo entendieron los escribas y fariseos, por eso “tomaron piedras para tirárselas” (Jn 10,22-38). Les propondré algunos pasajes:

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161. Abortos Espirituales

161.1. Con razón se enardece tu alma ante el crimen abominable del aborto. Con todo, es importante que vayas más allá y descubras que el aborto, antes que un crimen es una mentalidad, y que detrás de esa mentalidad está la satánica aspiración de “devolver” la creación, esto es, el intento de arrojarle a Dios su obra.

161.2. Para que mejor comprendas estas drásticas afirmaciones necesito primero exponerte la noción de “aborto espiritual.” Cuando la voluntad expresa de Dios para una creatura racional es deliberadamente desobedecida, estamos ante un aborto de corazón, o un aborto espiritual. La rebeldía que no deja nacer lo que se sabe que viene de Dios es pariente próximo de aquel crimen porque el que se suprime una vida que es obra suya y que Él quiere que viva, más allá y con anterioridad a las voluntades humanas favorables o desfavorables que puedan entrar en juego.

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DIOS ES PADRE

DIOS ES PADRE

(Mt 5,43-48; 6,9-15; 6, 24-34)

Quiero empezar esta reflexión compartiendo con ustedes una experiencia sobre la revelación de Dios como Padre. Estoy convencido que para descubrir a Dios como Padre hace falta una revelación. Así lo expresa el mismo Jesús: “nadie conoce quien es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar”( Mt. 11, 27). Hacía mucho tiempo sabía intelectualmente, por los estudios de teología, que Dios es Padre, más aún, que Dios es mi Padre. Pero hacer el descubrimiento, sentir que Dios es mi Padre, no fue cosa mía. Sucedió preparando esta misma charla hace muchos años. Como un regalo del Señor, caí enfermo. Durante mi enfermedad, un día tome la Biblia entre mis manos y empecé a leer al evangelista San Mateo. Posiblemente, San Mateo es el evangelista que mejor refleja la admirable pedagogía de Jesús al desvelar la condición paternal de Dios, respecto de los hombres. Las palabras de Jesús no solo llegaron a mi mente, sino que caldearon mí corazón; fueron fruto de un encuentro-experiencia, vivido en la fe y en amor. El Señor al hablar a alguien en su Palabra, no sólo le transmite cierta información, no sólo le comunica algo de sí mismo, revelándole su personalidad, sino que le hace entrar en una relación personal con él. Eso exactamente realizó en mí, haciéndome entrar en una nueva relación con él, en lo más profundo de mi ser me sentí hijo de mi Padre Dios. Sentí, que lo que revelaba Jesús a las gentes en el monte de las Bienaventuranzas, me lo estaba revelando a mí en aquellos momentos. La Palabra se había actualizado en mí.

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160. Amor a Cristo

160.1. ¡Te hubieras visto los ojos cuando te hablé de “Cristo Exhausto”! Mi niño, el misterio de Jesucristo apenas ha sido rozado por la inteligencia humana. ¿O es que tú crees que por el hecho de disponer de unas cuantas enseñanzas del Magisterio y unos cuantos libros de teología ya conocéis a Jesucristo? Eso no es señal de sabiduría sino de pereza y de falta de amor.

160.2. De modo que vosotros, humanos, no habéis terminado de clasificar los insectos del planeta Tierra, no conocéis el número exacto de partículas del átomo, se os escapan la mayor parte de los secretos de la vida orgánica, ¿y pretendéis tener ya noticia suficiente sobre quién es Jesucristo? ¡Oh dolor de los dolores, oh triste falta de amor! ¡Qué Cielo tan aburrido parece que estuvierais esperando, con un Cristo tan conocido y tan poco interesante!

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El Evangelio que MAS habla de la misericordia

Les invito a situarnos en el marco del evangelio que vamos a meditar durante los presentes Ejercicios. Es Lucas quien nos presenta la parábola de la misericordia del Padre. Por eso entraremos a dar algunas pinceladas sobre Lucas y su evangelio. Ya en su tiempo Dante Alighieri definía a Lucas como el “evangelista de la ternura de Dios”, de la mansedumbre de Cristo. Y ciertamente es así. Al hablarnos de Jesús nos lo presenta con el rostro de la ternura y de la misericordia del Padre, pues el que ve a Jesús ve al Padre.  

El Evangelio de Lucas, llamado: ”Evangelio de la misericordia”, se sitúa entre los años 80-90. Tiene un atractivo especial tanto por el rigor de su investigación como por su estructura y estilo literario, y por la perspectiva en que se coloca ante la figura de Jesús, imagen viva del Dios infinitamente misericordioso que busca amorosamente y acoge con una paciencia sin límites a los pecadores.

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159. Cristo Exhausto

159.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

159.2. Hay muchas imágenes de Cristo, pero observa que, exceptuando aquellas que aluden directamente a su bienaventurada Pasión, las demás dejan poco espacio para el sufrimiento que fue inseparable compañero del Hijo del Hombre. Hay que rogar a Dios que conceda profunda inspiración a los artistas, porque en sus imágenes no han presentado el cansancio de Cristo en su misión, ni su esfuerzo descomunal después de predicar horas y horas o después de largas sesiones de sanación y liberación. En esto los pintores y los escultores se han quedado cortos.

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