Las mujeres a lo largo de nuestra vida vivimos varias transformaciones que nos renuevan, nos permiten renacer, crear y crecer.
Pero la maternidad, es la transformación más grande que se produce a nivel físico, emocional y mental en el cuerpo de una mujer.
Cuando estamos gestando en nuestro útero la vida de un nuevo ser, sin darnos cuenta, estamos creándonos a nosotras mismas como madres.
En cada fase, una parte de nosotras muere para renacer una nueva mujer, más creativa, más amorosa, más intuitiva, más sensible…
Estas cualidades nos permiten caminar a través de la maternidad con más fuerza, seguridad y poder, más conectadas con nuestro cuerpo, nuestro bebé y con la naturaleza mamífera del ser humano,…
Este proceso transformador y maravilloso, pone patas arriba nuestra vida. En el momento en el que nos pensamos madres, incluso antes de haber concebido a nuestro bebé, muchas mujeres sienten un resurgir de lo más profundo de nuestro inconsciente, emociones a las que quizá no sabemos ni poner nombre y que en otras ocasiones nos cuesta mirar de frente porque nos inquietan o molestan.
Nuestro cuerpo, nuestro ser, se convierte en un huracán de emociones, alegría, miedo, inseguridad, tristeza, duda, angustia, amor,…
Todas tienen cabida en nuestro cuerpo de mujer, porque todas forman parte de nuestras vidas y vienen a contarnos algo que debemos saber antes de que llegue nuestro bebé.
Atender esas emociones es necesario para que la transformación se transite con calma y nos prepare de forma agradable y placentera para la llegada de nuestro hij@.
La sociedad actual, con sus prisas, el ruido mental incesante y la deshumanización que arrasa en todos los ámbitos de la vida, ha provocado que muchas mujeres vivan la maternidad con prisas, angustia, malestar, sin escuchar sus emociones, sin disfrutar del proceso grandioso que es dar vida.
Es importante tomar conciencia, que todo lo que la madre vive en su embarazo, parto y crianza, también es vivido por el bebé. Por este motivo, es necesario cuidar este momento sagrado, que marcará de alguna manera tanto la vida de la mamá como la del bebé.
Hay muchas cosas que deberían cambiar para que se genere el bienestar necesario en torno a la llegada al mundo de un nuevo ser, tanto a nivel laboral, como social y también sanitario,…
Pero las mujeres NO podemos dejar en manos de otras personas, ni nuestras vidas, ni la de nuestros hijos.
La maternidad nos ofrece la oportunidad de reconciliarnos y conectar con nuestro cuerpo, que será el primer hogar de nuestro bebé.
También nos permite escuchar y cuidar a la niña que llevamos dentro para que sus miedos no interfieran en la crianza de nuestras hijas e hijos.
Pero la gran transformación que nos permite transitar la maternidad, es la oportunidad de AMARNOS, RESPETARNOS y CUIDARNOS como DADORAS DE VIDA.
[Tomado de un escrito de Miriam Toledo]