Resultados que nos afectan a todos

El lugar completamente singular que tienen los Estados Unidos de América en el mundo actual hace que las noticias que afectan a Norteamérica en primer lugar más tarde o más temprano nos afecten a todos. Y esta vez las noticias hablan de cambios notables, aunque ganados por estrecho margen. El resumen es que el senado y la cámara estarán ahora bajo dominio de una mayoría Demócrata. ¿En qué nos afecta eso?

Depende, por supuesto, de quién haga la pregunta. Para Donald Rumsfeld, el efecto ha sido inmediato: ha presentado ya su renuncia como Secretario de Defensa. Junto con su caída, que algunos consideran hubiera sucedido con o sin elecciones, cae también una forma de lenguaje y un estilo de política exterior de los Estados Unidos. ¿Qué, en concreto?
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¿Hecho aislado o el comienzo de una nueva fuerza?

Ayer explotó un artefacto de regular capacidad en las oficinas centrales de PayPal, en San José, California. No hay víctimas ni por el momento se sabe qué pretendían los autores de ese atentado, aparte de algunos daños materiales. El departamente de bomberos dice que no recibió ningún aviso previo y Paypal no ha hecho ninguna declaración pública, ni tampoco la ha hecho eBay, la compañía que desde hace algunos meses adquirió a PayPal. La pregunta es si estamos ante un hecho aislado o si detrás de él empieza a asomar una fuerza, o la primera rebelión frente al poder transnacional de la alta tecnología.
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Mitos Modernos

Dios me ha permitido vivir lo suficiente como para ver caer algunos de los mitos culturales que hacían furor cuando yo era niño. En aquella época, digamos hace treinta años, la energía nuclear todavía se miraba como la opción maravillosa para satisfacer todas las demandas energéticas del mundo. Poco después, el despertar de la conciencia ecológica puso las cosas en perspectiva. Pronto llegó Chernobyl, la Guerra Fría cedió y declinó dejando tras de sí sólo una cosa clara: la fuerza del átomo no es neutra. Lo que suceda en la política sucederá con los isótopos y las bombas nucleares. El resultado neto de todo ello fue el mito cultural que decía: “Estamos a punto de solucionar los problemas de la energía” cayó por tierra.

Lo que más me llama la atención de esta clase de ideas compartidas es que se vuelven dogmas tácitos. Son “verdades” de tal obviedad que pocos se atreven a cuestionarlas. Uno llega casi a “vivir” dentro de esas afirmaciones, no importa cuán disparatadas aparezcan después, cuando la fiebre colectiva pasa. Supongo yo que es el mismo tipo de “embrujo”que logran conseguir líderes como Hitler: naciones enteras pierden la capacidad de criticar lo que se dice, y las pocas voces aisladas sólo pueden naufragar en un mar de consenso, aplausos abiertos, temores tácitos y ventajas parciales de las que muchos logran sacar provecho.

También en términos de tecnología, hace treinta años se veía de otra manera la exploración del espacio. Mi generación alcanzó a pensar que moriríamos viendo cómo ya florecían grandes colonias de seres humanos en inmensas ciudadelas espaciales. Pero ellas no despegaron del suelo como tampoco lo hicieron los carros voladores que, si existen, deben estar bien parqueados en un garaje de abastecimiento nuclear.

Todo ello, si uno lo piensa juicio, sólo puede llevar a una pregunta: ¿Y cuáles son nuestros actuales engaños? ¿O es que vamos a dejarnos engañar tanto que ya creemos que en nuestra época no hay más mitos culturales? Me he puesto en la tarea de revisar literalmente centenares de fuentes de información, desde agencias de noticias hasta avisos comerciales en la televisión; desde debates con grandes pensadores hasta videos de la recientemente adquirida YouTube. Hice una lista. Lo que siguen los Doce Mitos Contemporáneos. De acuerdo con las peticiones que aparezcan en los comentarios a este post, iré desarrollando uno por uno de ellos.
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Cor ad Cor Loquitur

El buen amigo, Luis F. Pérez, tiene ya su blog católico, que pertenece a mi selecto grupo de recomendados (ver en la columna de la derecha). Y la historia es que el hombre me ha pedido que escriba algo para su blog. El link es este, y puede ser puerta de entrada para que muchos amigos lean las reflexiones y comentarios de este español creyente como pocos.

Y buen título tiene el blog del hombre: “El corazón habla al corazón.” Así es Luis Fernando, y así es su blog.

No le cambies el color a tu cadena

Una encuesta reciente muestra que la mayor parte de los hombres que pagan para tener sexo tienen de hecho una pareja estable, con la que tienen relaciones. No son solitarios mendigando compañía sino hombres en busca de nuevas experiencias o incapaces de sobrellevar la distancia física que les separa de su pareja. Lo que me llama la atención es que tener pareja no les “resuelve” el tema de su sexualidad o su hambre de placer.

Algo parecido resulta de alguna anécdota que me comentaba una amiga. Iba de paseo largo, de esos que se estilan en el mundo de los jóvenes primer-mundistas, con abundancia de trenes, lugares, paisajes y hoteles. A menudo, según se estila por aquí, él y ella compartían habitación, porque para eso se supone que se quieren. Pero ella decidió que no era buena idea seguir teniendo relaciones con él porque varias veces lo encontró buscando pornografía en Internet. La tenía a ella, pero, como los hombres de aquella encuesta, necesitaba un estímulo fuerte, o más exótico.

Para otros ese estímulo “exótico” proviene de turismo sexual con niños o viene de experimentos en “swinging” (intercambio de parejas) o con hombres operados para lograr cuerpos de mujer (transexuales). En Irlanda se ha publicado un estudio que muestra el porcentaje de hombres casados que viajan a Asia (Tailandia es un destino preferido) para buscar esa clase de aventuras. Todos ellos o la inmensa mayoría duermen todos los días al lado de su esposa. Son casados.
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De nuevo, el ateísmo

Hay una especie de revivir del ateísmo activo en los medios científicos. Páginas web de extraordinaria penetración como Digg o Reddit publican de manera rutinaria y frecuente artículos en que la fe es tratada como algo ridículo, dañino o inútil.

La verdad es que en ese tipo de sitios web, que cuentan por cientos de miles sus suscriptores diarios, la libertad de pensamiento tiene curiosos requisitos bajo la forma de acuerdos tácitos: por ejemplo, en términos de política, está mandado ser Demócratas, o por lo menos, criticar a Bush en todo.

En esas mismas páginas web uno puede recorrer diez o incluso más de las páginas de búsqueda bajo el título “evolución” sin encontrar un sólo artículo o enlace que cuestione la teoría de la evolución. Cuestionar que las mutaciones al azar y los errores de copia en el ADN son suficientes como explicación de la variedad, adaptabilidad y sorprendente progreso de las especies vivas en este planeta es grave “herejía” y sólo merece castigo. Esto significa que para un número muy grande de personas muy inteligentes y muy preparadas en ciencia nada, sino la sola acción del puro azar, puede decirse sobre el “mecanismo” de la evolución, pues cualquier cosa que se añada, como por ejemplo decir que hay una “dirección” en el proceso evolutivo, sería tachado de “creacionismo” redivivo.

El panorama se complica un poco más por los ingredientes ajenos a la ciencia que entran en juego. La teoría es que la ciencia, como ocupación humana, debería ser un modelo de desinterés, en el sentido de permanecer imparcial frente a los resultados y guiarse sólo por la búsqueda de la verdad. La realidad es muy otra por supuesto. Para mencionar un primer factor de bulto, la investigación científica requiere cuantiosas y continuas inversiones, y por lo mismo requiere un canal suficientemente abierto de comunicación bidireccional con el gobierno, con la empresa privada y con los medios de comunicación. Fallar en esto es quedarse sin recursos y por lo tanto sin ciencia.

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Analiza este caso: justicia y mundo gay

Dos hermanas de avanzada edad piden los beneficios fiscales de una pareja gay. Las ancianas, que siempre vivieron juntas, han acudido al Tribunal Europeo de Derechos Humanos al verse discriminadas por la ley

Dos ancianitas inglesas que siempre han vivido juntas tienen miedo de que al morir una de ellas el Estado se lleve buena parte de la herencia, quizá incluso la casa familiar. Cosa que no pasaría si fuesen “mujer y mujer”, es decir, pareja lesbiana. Así que han llevado el caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: quieren poder heredar como si fuesen un matrimonio.

Como recuerda el Telegraph, desde el 2005 las parejas homosexuales, aunque no son matrimonio en Inglaterra, tienen los beneficios fiscales de un matrimonio en tanto que “unión civil”. Los esposos (o parejas civiles) no tienen que pagar impuestos por heredar de un cónyuge muerto. Los hermanos y parientes sí.

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Los fundamentos de la democracia

[Un texto de Michael F. Hull, traducido por la Congregación para el Clero]

La palabra “democracia” es difícil de definir y sus fundamentos son difíciles de articular, ya que tal palabra es utilizada de modos muy diferentes, especialmente de parte de grupos de intereses como los partidos políticos, los medios de comunicación de masa, los aparatos gubernativos. Desde el punto de vista filológico, democracia significa “gobierno del pueblo” (de la lengua griega). Éste es el fundamento de cada pensamiento democrático, o bien que los que son gobernados tendrían que participar de algún modo al propio gobierno; pero la extensión de tal poder, sea total o parcial, y los medios con los que es ejercitado, por los ciudadanos mismos o por sus representantes, difícilmente pueden responder o ser acomunados bajo un criterio unívoco. En efecto, el espectro semántico atribuido a la palabra democracia, a menudo capciosamente, es tan amplio que hace a esta palabra casi priva de significado. Su raíz etimológica, sin embargo, expresa bien su principio fundante: el gobierno del pueblo.
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¿Por qué lo hizo?

El Papa Benedicto ha traído más sorpresas de las anunciadas. Al comienzo de su papado se habló solamente de continuismo, y los medios querían vendernos la idea de “más de lo mismo.” Se suponía que Benedicto iba a ser sólo una versión pálida del gran Papa, del Papa por excelencia, Juan Pablo II. El hecho de que el entonces Cardenal Ratzinger fuera la mano derecha de Juan Pablo II en asuntos de doctrina y disciplina sólo podía apuntar en esa dirección.

Pero entonces empezaron las sorpresas: discretas pero claras y a buen paso. Este hombre no habló de un programa de gobierno, no se apresuró a cambiar gente en la Curia, no empezó a repetir como bandera los temas morales que la gente detesta en Europa Occidental (lo consabido: aborto, eutanasia, homosexualismo); su predicación, de alta erudición y suave prosa, se aproxima de tal manera al lenguaje de los Padres de la Iglesia que apenas puedo imaginar el sinsabor de las agencias de noticias cuando buscan en ellos el pasaje escabroso, la declaración revolucionaria, el ataque frentero.

Este es el Papa que pronto se entrevista con el archicrítico de los Papas, Hans Küng. Este es, en fin, el Papa, que cuando anuncia su primer documento, deja a todos en desconcierto: el “Panzer” usa su cátedra para gritar a todos que DIOS ES AMOR.
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Isabel, ¿Santa o Villana?

Acusada de intolerante, racista y sucia, Isabel la Católica vuelve a ser noticia una vez más gracias a la publicación de varias biografías que se ocupan de ella y por el relanzamiento de su causa de beatificación. Sin embargo, ¿cómo fue realmente Isabel la Católica?

“Isabel y Fernando el espíritu impera…” cantaba uno de los himnos más conocidos del Frente de juventudes. De esa manera, el régimen nacido de la guerra civil proclamaba su deseo de vincularse con las tradiciones nacionales más gloriosas. Por añadidura, la Falange había convertido en símbolo suyo – siguiendo la opinión del socialista Fernando de los Ríos – el yugo y las flechas de la regia pareja. La utilización que el régimen de Franco hizo de los Reyes Católicos facilitaría la tarea de todos aquellos que sentían por otras razones una especial repulsión hacia su legado y deseaban denigrarlo. Los enemigos de la memoria relacionada con los Reyes Católicos han ido históricamente de los republicanos a los islamistas pasando por los separatistas vascos y catalanes que siempre han lamentado la tarea de reunificación nacional consumada – que no iniciada – por Isabel y Fernando.

Sobre estas razones políticamente correctas, se ha ido labrando un cúmulo de leyendas especialmente contrarias a la reina de Castilla tachándola de sucia, intolerante, fanática y racista. No cabe duda de que semejante cuadro ha calado en un sector importante de la opinión pública fácil de manipular y ayuno de conocimiento histórico. Sin embargo, la realidad es que ninguno de esos mitos resiste la más elemental confrontación con las fuentes históricas. Empecemos por la leyenda relativa a una Isabel que no se cambiaba nunca de camisa aunque ésta apestara. Lo que nos enseñan las fuentes es que precisamente Isabel era una mujer de pulcritud sorprendente para su época y que se esforzó por hacer extensivas al conjunto de la población sus normas de conducta acentuadamente higiénica. De hecho, no deja de ser significativo que los informes de los médicos de la corte que han llegado hasta nosotros señalan su especial preocupación “por la higiene de los alimentos”. De igual manera es sabido hasta qué punto se vio afectada porque su hija Juana, en su locura, se negaba a cambiarse con frecuencia de ropa interior.

No menos difícil de sostener es la acusación de racista lanzada sobre Isabel. No sólo fue Isabel la principal inspiradora de las Leyes de Indias que convertían a los indios americanos en súbditos de pleno derecho frente a las codicias de no pocos sino que además el número de judíos que trabajaron para ella antes y después del Edicto de Expulsión fue muy numeroso. Nombres de gente de estirpe judía como Pablo de Santa María, Alonso de Cartagena, el inquisidor Torquemada, fray Hernando de Talavera, Hernando del Pulgar, Francisco Alvarez de Toledo o el padre Mariana entre otros muchos son muestra de hasta qué punto Isabel no fue nunca racista. De hecho, en sus últimos días el artesano que se ocupaba de atender algunas de sus necesidades como la de fabricar ratoneras era un moro por el que sentía un gran aprecio.

Si las fuentes nos muestran realmente algo no es que Isabel fuera racista – algo que no podría decirse de ilustrados como Voltaire o de socialistas como Lenin y Stalin – sino que carecía de cualquier tipo de prejuicio racial a la hora de defender a sus súbditos o de asignar cargos en la función pública. Este tipo de ataques contra Isabel ha intentado sostenerse sobre todo en episodios como la Expulsión de los judíos y el final de la Reconquista. A medio milenio de distancia, nadie dudaría que la expulsión de los judíos significó un conjunto de dolorosísimos dramas humanos. Sin embargo, en su época la acción distó mucho de tener esa connotación tan negativa. Las fuentes históricas nos muestran no sólo que la medida fue precedida por otras similares en naciones como Inglaterra, Francia o Alemania sino que incluso fue saludada con aprecio en Europa porque, a diferencia de lo ocurrido en otras naciones, los Reyes Católicos no actuaron movidos por el ánimo de lucro. En su momento, la decisión estuvo además relacionada con el proceso de Yuçé Franco y otros judíos que confesaron haber matado a un niño en la localidad de la Guardia en un remedo blasfemo de la Pasión de Jesús y, muy especialmente, con los intentos de ciertos sectores del judaísmo hispano por traer de vuelta a la fe de sus padres a algunos conversos.

Actualmente, los historiadores tienden a considerar el caso del niño de la Guardia como un fraude judicial pero lo cierto es que en aquella época las formalidades legales se respetaron escrupulosamente y este hecho, unido a la gravedad del crimen, provocó una animadversión en la población que, en apariencia, sólo podía calmarse con la expulsión de un colectivo odiado. Por otro lado, Isabel se preocupó personalmente de que no se cometieran abusos en las personas y haciendas de los judíos expulsados como se puso de manifiesto en la Real de provisión de 18 de julio de 1492 que velaba por evitar y castigar los maltratos que ocasionalmente habían sucedido en algunas poblaciones como la actual Fresno el Viejo. Por si fuera poco, durante los ciento cincuenta años siguientes, la innegable hegemonía española en el mundo no llevó a nadie a pensar que la expulsión de los judíos hubiera sido un desastre – habría que esperar a la Edad contemporánea para escuchar esa teoría – y, desde luego, difícilmente se hubiera podido sostener que el episodio había sido más grave que otros similares realizados en otras naciones europeas.

Aún más fácil de comprender resulta el final de la Reconquista. Que ésta era deseada y concebida como un movimiento de liberación de los invasores islámicos es algo que ya contemplamos en el siglo VIII en fuentes como la Crónica mozárabe de 754. Semejante visión se continuaría a lo largo de casi ocho siglos en que distintos monarcas – desde Alfonso III de León a Sancho el mayor de Navarra – se autotitularían “rey de España” en un afán de reconstruir la unidad perdida y de expulsar a un enemigo despiadado. Que los Reyes católicos, tras reunir los territorios de Castilla y Aragón, ambicionaran concluir el proceso reconquistador era lógico y, desde luego, no chocaba con las trayectorias de otros monarcas anteriores. Con todo, la lucha contra el reino nazarí de Granada no fue provocada por ellos sino por la ruptura de los pactos previos por parte del rey moro y por las incursiones de agresión que los musulmanes desencadenaron contra las poblaciones fronterizas. No se trataba, desde luego, de una lucha meramente religiosa sino también nacional y no deja de ser significativo que cuando se supo que Granada había capitulado los judíos danzaran para celebrarlo ya que también ellos habían sido víctimas de la intolerancia musulmana.

Sin embargo, la grandeza – grandeza difícilmente negable – de Isabel de Castilla descansa no en el hecho de que los ataques contra ella sean de escasa consistencia. Por el contrario, como han dejado sólidamente de manifiesto las biografías debidas a Luis Suárez y a Tarsicio Azcona, Isabel fue una reina verdaderamente excepcional en lo político, en lo humano y en lo espiritual mostrándose en multitud de ocasiones muy adelantada a su tiempo. Por ejemplo, supo comprender el efecto pernicioso que sobre la economía ejercía la subida de impuestos y prefirió la austeridad presupuestaria al incremento de la presión fiscal. Así mismo fue enemiga resuelta de las conversiones a la fuerza y así lo dejó expresado en la Real cédula de 27 de enero de 1500. Además, en agudo contraste con la figura de su hermanastro y antecesor Enrique IV el Impotente, Isabel fue partidaria de una adjudicación de funciones públicas que no derivara del favor real sino de los méritos del aspirante. Esa circunstancia basta por sí sola para explicar buena parte de los méritos de gestión del reinado y, especialmente, el deseo que Isabel tenía de que las mujeres pudieran recibir una educación académica similar a la de los hombres. Como ella misma diría “no es regla que todos los niños son de juicio claro y todas las niñas de entendimiento obscuro”.

Aún más notable es el aspecto humanitario de la personalidad de la reina que contrasta de manera muy acusada con el espíritu de la época. Por ejemplo, cuando en 1495 tuvo noticia de que Colón había traido de América indígenas a los que había vendido, dispuso que se procediera a su búsqueda y se les pusiera en libertad con cargo a las arcas del reino. Así efectivamente se hizo. Este episodio – y otros similares – explican por qué el presidente norteamericano Eisenhower la denomina “campeona de la libertad de los pueblos” y que su sucesor Lyndon B. Johnson apoyara la colocación de una estatua en su honor en la rotonda del Capitolio de Washington.

Aunque fue una excelente mujer de estado que en no pocas ocasiones superó a su astuto marido – por ejemplo, en el impulso a la gesta americana – Isabel no dejó jamás de mostrar una profunda preocupación por la suerte de los más débiles y desfavorecidos. Baste decir al respecto que es a ella a quien hay que atribuirle el establecimiento de las primeras indemnizaciones y pensiones para viudas y huérfanos de guerra – una disposición tomada después de la guerra civil de Castilla cuando las arcas del tesoro estaban exhaustas – o la creación de los primeros hospitales de campaña durante la guerra de Granada. Todas estas características bastarían para considerarla una reina excepcional – como ciertamente lo fue – y para disipar las campañas que en contra de su persona se han ido sumando a lo largo de los siglos pero no serían suficientes para dar fundamento a la postulación de su beatificación. Ésta se apoya en otros aspectos que, no obstante, también son verificables históricamente como puede ser su ejemplaridad de vida o, de manera muy especial, su celo por la expansión del Evangelio por encima de cualquier otra consideración. En ese sentido debe señalarse que el descubrimiento y la posterior colonización de América son incomprensibles sin una mención cualificada a las causas espirituales expresadas desde el primer momento por Isabel la católica y recogidas en diferentes documentos de la época.

En realidad, la figura de Isabel fue muy estimada en su época y abundan los testimonios de españoles y extranjeros que la tuvieron por una mujer no sólo excepcional sino tocada por la gracia de la santidad. De hecho, los ataques contra su persona procedieron exclusivamente de enemigos que temían lo que representaba e históricamente se han caracterizado por su falacia. Así, el rey Alfonso de Portugal – temeroso de no poder descuartizar Castilla y apoderarse de ella – la acusó de no estar casada con Fernando y de ser meramente una concubina, madre de hijos bastardos. En la actualidad, los ataques contra Isabel arrancan o bien de una clara ignorancia histórica – como muestra la leyenda de su camisa sucia – o de una repugnancia ante sus logros excepcionales. Los enemigos de la institución monárquica, los partidarios de desgajar la unidad nacional que ella restauró en compañía de su esposo Fernando, los adversarios de que la sociedad se vea impregnada por valores cristianos o los que se niegan a contemplar la amenaza que implica el islam para occidente pueden contemplarla como un blanco que debe ser abatido. En contra de esa visión marcada profundamente por el sectarismo se hallan los testimonios de la época y las opiniones favorables de personajes de la talla de Washington Irving, W. T. Walsh, William Prescott Ludwig Pfandl, Marcel Bataillon, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Ortega y Gasset o los mencionados presidentes de Estados Unidos entre muchos otros. Al final, como sucede con tantas otras cuestiones, sobre el frío y documentado análisis histórico prevalece la lucha política.

César Vidal (historiador protestante)

El Misterio de la Maternidad

Por repetido no es menos cierto: el embarazo y la maternidad son unas experiencias inigualablemente bellas, y para muchas mujeres incluso llegan a ser los momentos más hermosos de sus vidas. Portar un hijo en las entrañas y ayudar a traerlo al mundo son verdaderos y gratuitos regalos que nos ha dado la naturaleza: por nada se nos da todo, y todo es el misterioso don de la vida, de la existencia, única, portentosa y maravillosa.

Para muchos el desarrollo de una vida dentro del vientre sigue siendo un misterio. ¿Cómo explicar que de la unión de un óvulo y un espermatozoide surja la vida?, y que esta pequeña célula en multiplicación explosiva empiece a tener un corazón, unas manos, unos ojos…, sólo ocho semanas después del encuentro entre las dos células. Así, como si recibiera soplos maravillosos de vida, se inicia la existencia.

Y mientras la barriguita de la madre se va abultando, al tiempo que se abultan sus sueños, su felicidad y su agradecimiento por la nueva vida, se va formando el nuevo ser: un nuevo ser único, irrepetible, con toda su carga genética, con todo su misterio interior, pero que podría no haber existido de no haber sido por ese encuentro amoroso de este hombre y esta mujer concretos, en aquel momento concreto.

La espera casi siempre suele terminar con ese ¡momento maravilloso!, que es el alumbramiento. Por primera vez, el padre y la madre pueden ver a ese “desconocido” que ha convivido con ellos durante nueve meses. Han sido hasta ahora como dos cuerpos en uno, que, al final, se dirán adiós por siempre, porque aquella pequeña semilla que creció de manera tan natural ya está preparada para seguir creciendo en su propia parcela.

Es difícil describir con palabras lo que se siente al saber que se lleva a alguien dentro; y que ese alguien crece día a día, gracias a que la madre le está dando la vida, parte de su vida. Es algo así como una mezcla de orgullo y de alegría incontenible, por saber que dentro de sí está él, ¿ella?, respirando, moviéndose, mientras se siente cómo se funden los sonidos uniformes de los dos corazones.

Y mientras pasan los días, los padres planean, preparan y sueñan con la llegada de aquel pequeño ser, a quien este “cubículo”, que tiene por morada, cada día le resulta más incómodo. Los padres saben que, a pesar de los tiempos que corren, lo único que sigue siendo indispensable para el recibimiento del nuevo miembro es su amor incondicional, su sí de aceptación definitivo, radical y sin restricciones. Un sí de amor con el que los padres acogen al nuevo ser y le dicen: “te quiero, te quiero tal como eres y no te cambiaría por nadie”. Al contemplarlo nacido nos damos cuenta de que, aunque pequeño, él tiene ya una semilla de libertad, de inteligencia y de capacidad de amar. Tomará sus opciones y será él mismo, con su personalidad e independientemente de nuestras expectativas respecto a él.

Es cierto: seis mil millones de mujeres del mundo contemporáneo han recibido este don que es dar la vida, pero nunca deja de ser una novedad, un milagro, un misterio, algo inexplicable, que nos hace instrumentos de Dios y ayudantes vitales y esenciales en la conservación de la raza humana.

Por Olga Cubides Martínez (SOI)

Foto de Bebé Muerto Reclama “Existencia Legal” de no Nacidos

WASHINGTON DC, 10 Oct. 01 (ACI).-
La conmovedora fotografía de una madre que sostiene en sus brazos a su bebé muerto por la agresión que sufrió mientras lo llevaba en el vientre, podría convencer a los congresistas estadounidenses para aprobar un proyecto de ley que sancione a los delincuentes que en sus actos de violencia causen daño a un no nato.

La fotografía en cuestión fue colocada a gran escala en una de las salas del Capitolio y presenta a Tracie Marciniak, una joven madre de Wisconsin, sosteniendo a su hijo Zachariah, quien murió en su vientre durante un asalto.

“Mi nombre es Tracie Marciniak. En la foto, estoy sosteniendo el cuerpo de mi hijo muerto, Zachariah, en su funeral. En el noveno mes de mi embarazo, fui golpeada brutalmente por un hombre que sabía lo mucho que quería a mi bebé. Este hombre me dio dos fuertes golpes en el abdomen. Zachariah sangró hasta morir dentro de mi vientre. Mi atacante fue sancionado por las heridas que me causó pero no por la muerte de Zachariah, quien no fue legalmente reconocido como víctima de un crimen”. Éstas son las palabras de la madre, que aparecen en la leyenda de la fotografía.

En efecto, actualmente la legislación estadounidense no contempla pena alguna para los delincuentes que en sus delitos dañen a un bebé en el vientre materno.

En el caso del asalto que sufrió Tracie, al delincuente se le procesó por el asalto pero no recibió sanción alguna por la muerte del pequeño Zachariah, a quien le faltaba muy poco tiempo para nacer.

“Necesitamos que se apruebe el Acta de las Víctimas No Nacidas de la Violencia (conocido como UVVA), porque la ley federal debería reconocer lo que muestra esta fotografía: cuando un criminal ataca a una mujer embarazada y hiere o mata a su hijo no nacido, está causando dos víctimas”, sostiene Tracie.

Estos son los mismos argumentos que motivan a un grupo de congresistas para impulsar la aprobación del proyecto UVVA, a través del cual cualquier criminal que dañe o mate a un no nato en un crimen federal, sea procesado por dos delitos.

Entre los que promueven su aprobación en la Casa de Representantes, figura el congresista republicano Chris Smith, de Nueva Jersey, quien sostuvo ante sus colegas que “cualquiera que piense que no hay un bebé muerto en esta foto puede votar un enmienda a la UVVA que reconozca una sola víctima. Pero los que ven en esta foto a una madre afligida que sostiene a su hijo muerto, debe votar por la UVVA sin enmiendas”.

La enmienda a la que hace alusión Smith, fue presentada por un grupo de legisladores abortistas que temen que la ley mengüe el “derecho legal” al aborto porque reconocería implícitamente el derecho a la vida de un no nato. Esta enmienda, reconocería dos delitos pero una sola víctima: la madre, negando la existencia legal del bebé.

El proyecto de ley, que es impulsado desde hace varios meses, tiene el apoyo de la Casa Blanca. El 24 de abril pasado, en una declaración dirigida al Congreso, la administración Bush señaló su “apoyo a la protección del no nacido y la aprobación del proyecto”, y agregó que “se opone enérgicamente a cualquier enmienda”.

La verdad sobre las “Católicas por el Derecho a Decidir”

En el año 2000, un medio brasileño publicó un artículo con ocasión del Día Internacional de Lucha contra el SIDA titulado “Doctrina católica sobre la fidelidad favorece epidemia, afirma teóloga”, en el que una supuesta “experta católica” critica a la Iglesia por promover la castidad. La “experta” en cuestión era Yury Puello Orozco, representante del polémico grupo feminista y abortista “Católicas por el Derecho a Decidir” en Brasil.

Que un grupo de mujeres que se proclaman católicas cuestionen una enseñanza tan fundamentada de la Iglesia, llamó la atención de Jerson Lourenço Flores Garcia, representante del Movimiento en Defensa de la Vida (MDV). Por ello, Flores no dudó en revelar la naturaleza nada católica de las CDD y a qué se dedican.

Además de señalar que se trata de una organización abortista estadounidense y que su objetivo principal es eliminar al mayor opositor del mundo contra el aborto, la Iglesia Católica, Flores recuerda en una nota aclaratoria que las CDD se esfuerzan por convencer a católicos y no católicos de que el aborto es una alternativa éticamente válida para las mujeres católicas, “despreciando y ridiculizando las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, promoviendo agresivamente la anticoncepción y el aborto”.

Flores describe uno de los documentos más característicos del grupo titulado “Mujer… Cuerpo… Deseos… Derechos… Vida, Mucha Vida”, de la autora Carolina Teles Lemos.

Teles sostiene que cuando Cristo dice que debemos buscar la “vida en abundancia”, quiere decir que no le “gustaría que un bebé nazca con deficiencias ni que las mujeres los tengan en momentos difíciles de su vida”, es decir que sólo los “humanos perfectos” o los concebidos en “determinados momentos” tienen derecho a vivir. En otra parte de la publicación, Teles se refiere al pasaje de la Anunciación. “Cuando el Ángel se apareció a María y le preguntó si quería ser la madre de Dios, ella pensó mucho primero, para después decir que sí. Si Dios da a María la oportunidad de decidir, tenemos que acreditar que a nosotros nos dará la misma chance, ¿no creen?”, cuestiona Teles.

Según Flores, la intención de esta falacia es convencer al lector “de que la voluntad humana debe imponerse a la voluntad de Dios”.

Sin embargo, el pro-vida parece no sorprenderse con estos argumentos, considerando la historia del grupo fundado por Frances Kissling, una mujer que vivió algún tiempo en un convento de las Hermanas de San José (EE.UU.) y al abandonarlo dirigió una clínica de abortos en Nueva York.

Las CDD financian sus actividades con millones de dólares recibidos de grupos estadounidenses abiertamente anti-vida como la Fundación Ford.

En América Latina su agenda es clara:

· Apoyar el disenso católico en el tema del aborto y los anticonceptivos.

· Proporcionar a los católicos una “alternativa racional” a la doctrina de la Iglesia.

· “Educar” sobre los derechos de salud reproductiva (aborto y anticoncepción sistemática) en América Latina.

Según Flores, las CDD no son católicas porque “pervierten el sentido de la libertad humana. Al interpretar los crímenes contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, exigiendo o reconociendo legalmente el derecho de matar, se subvierte la base de los derechos humanos y se niega el derecho a la vida”.

¿Católicos y abortistas?

El Padre Luiz Carlos Lodi da Cruz, encargado de uno de los apostolados pro-vida más exitosos de Anápolis, precisa por su parte que es imposible que los católicos apoyen el aborto, de lo que se deduce que las CDD son falsas católicas.

Según el Padre Lodi, cuando los católicos se sienten confundidos por las argumentaciones a favor del aborto, simplemente deben recurrir a documentos eclesiales como la encíclica de Juan Pablo II, Evangelium Vitae, para constatar que las enseñanzas de la Iglesia van de la mano con la moral y el aborto siempre será algo malo por implicar la muerte deliberada de un ser humano inocente.

El Padre Lodi sostienen que no se puede matar a un bebé ni siquiera para salvar la vida de la madre porque ambas son vidas humanas independientes. Si teóricamente se da el caso, nada se puede hacer y nunca es lícito “hacer el mal para que de ahí provenga el bien”.

Tanto la vida de la madre como la del niño son absolutamente iguales, agrega el sacerdote y precisa que ambos son “seres humanos criados a imagen y semejanza de Dios, poseedores de un alma inmortal y de un destino sobrenatural”.

El Padre Lodi indica que el aborto tampoco es “lícito en casos de violación porque la repugnancia contra el crimen nunca podrá convertirse en repugnancia contra un inocente concebido. La vida siempre es un don de Dios, aún cuando surge en circunstancias pecaminosas”.

Carta Abierta de un Joven Pro-Vida a un Grupo de Periodistas

Sr. director:

Este correo electrónico va dirigido a José Eulogio López, Ana Romero, Antonio Burgos, Carlos de Prada, Carlos Herrera, Elena Grandall, Elena Markínez, Enrique Campo, Esteban Pérez Almeida, Federico Jiménez Losantos, Germán Yanke, Jaime Campmany, Enrique de Diego, Jesús Cacho, Antonio Casado, José Luis Restán, Julio César Iglesias, Luis Herrero, Luis del Olmo, Oché Cortés, Pablo Sebastián, Manuel Martín Ferrand, Manuel Antonio Rico, Pedro J. Ramirez y Rafael Sánchez.

En primer lugar quisiera pedirles que lo lean como algo serio que pretende ayudar a difundir la cultura de la vida. Esto no es una carta para que la publiquen en sus respectivos medios, ni mucho menos una “campaña publicitaria”. No conozco sus direcciones de correo personales, por eso les escribo a las que he podido encontrar en las páginas web, periódicos o revistas en las que ejercen su profesión.

Quiero dirigirme a cada uno de ustedes, como profesionales independientes que son. A todos, sí. Pero uno por uno, personalmente.

En primer lugar quisiera presentarme como es debido. Yo les “conozco” a todos y pienso que están en el mismo derecho. Soy Raúl, tengo 28 años. Trabajo como comercial de frutas en la empresa familiar que fundó mi abuelo (www.torrelche.com). Vivo en Torrellano, un pueblecito de Elche. Y soy miembro de la ong Jóvenes Pro Vida de Alicante.

En Jóvenes Pro Vida disponemos de un Centro de Acogida a la Vida donde ayudamos a todas aquellas madres que deciden seguir con su embarazo adelante y criar al hijo que está por llegar. Pensamos que de esta manera evitamos muchos abortos voluntarios. En muchos de los casos las madres necesitan únicamente apoyo material, es decir, alimentación infantil, ropita, cuna, cochecito, pañales… Pero la mayoría de las veces, lo que verdaderamente necesita una madre en circunstancias difíciles es apoyo humano: alguien en quien confiar, a quien poderle explicar su caso, un amigo o amiga para conversar. También les ofrecemos un médico, una ginecóloga, un pediatra, un psicólogo… todos ellos voluntarios que colaboran en la asociación.

En fin, a esto nos dedicamos los Jóvenes Pro Vida de Alicante, al igual que el resto de asociaciones a nivel estatal. Sólo queremos ayudar a la vida en sus comienzos difíciles para evitar así que ninguna madre tenga que recurrir al aborto. Pensamos que el aborto no es la solución.

¿Cómo es posible que en el siglo XXI no queramos aceptar lo que ya demostró la medicina? El feto es un ser humano totalmente diferente al cuerpo de la madre. Desde el primer momento ya tiene sus características genéticas bien definidas y es un ser humano único e irrepetible. Si eso lo dice la ciencia médica, ¿porqué seguimos ignorándolo? ¿Porqué lo pasan por alto los gobiernos? ¿Porqué los partidos políticos que supuestamente deberían defender la vida no lo hacen?

El progresismo lo explica todo, por lo visto lo de la despenalización del aborto llega hasta tal punto que estar en contra del aborto significa ser un retrógrado o un fanático religioso. Hay que ser progresista, dicen, libertad de elección. ¿Alguien le ha preguntado alguna vez al feto si desea nacer o morir? Nadie. Tradicionalmente ha sido la derecha la que ha salvaguardado los valores tradicionales de la iglesia en España; ¿dónde están esos valores hoy?. También la izquierda: siempre ha estado al lado de los pobres, de los débiles, de los parados, de los oprimidos… ¿no es acaso el feto el ser más indefenso que hay sobre la tierra? Sólo ante el peligro, sin nadie que le ampare en su derecho primordial: el derecho a la vida.

¿Y la Iglesia qué está haciendo? Poco, a mi parecer. Podría moverse mucho más en favor de la vida. No basta con la firme postura del no al aborto, eso no es suficiente. Hay que ayudar a las madres, a las familias.

¿Es que nadie se da cuenta de que están muriendo muchos niños diariamente en todo el mundo? Nos escandalizamos por los muertos de ETA, por los atentados del 11 de septiembre, por las hambrunas del Tercer Mundo, por los refugiados de Afganistán… ¿y las victimas del aborto? ¿quién llora por esas muertes? ¿a dónde van a parar esas víctimas? Lo que ocurre es que no se ven; si las viéramos en televisión quizá pensáramos de otra manera.

Creo que existe muchísima ignorancia sobre el tema: es mucha la gente que piensa que “ahí no hay nada”, que “sólo son células”… ¿sabían ustedes que el corazón comienza a latir a los 18 días de la concepción? ¿que el feto siente dolor cuando se le pincha con la legra para trocearlo? Ustedes sí saben todo esto, pero ¿y la gente de la calle? ¿lo saben? NO.

¿Cuál es su postura amiga/o periodista? ¿No se puede hacer nada? Su labor es la de informar siempre con la verdad, ¿porqué este tema siempre se pasa por alto?

Muchos amigos me dicen que soy demasiado radical; que cada uno haga lo que quiera, me insisten. ¿Qué es lo que quiere el feto? ¿Piensan ustedes que no quiere nacer? ¿Porqué no puedo ser radical? ¿Qué es ser radical? La palabra radical viene del latín radix, radicis. Significa raíz, ir a la raíz de las cosas, al fondo de la cuestión.

¿Saben ustedes cómo demuestran los voluntarios que hay en los Centros de Acogida a la Vida de toda España su radicalismo? Lo demuestran trabajando día a día al lado de madres solteras, de prostitutas, de parejas de drogadictos, de familias pobres numerosas. La sociedad les rechaza. SI, la misma sociedad progresista que está a favor de la despenalización total del aborto es la que se lava las manos y “cada uno que solucione sus problemas”.

¡¡ Qué fácil es volver la vista para otro lado !!

¿Que soy radical? Pues sí: me gusta reflexionar a fondo en los temas vitales para poder llegar a conocer la verdad de las cosas. Y en este caso la raíz está muy clara, ésta es la cuestión: ¿es el feto un ser humano?

La ciencia médica demuestra que existe un ser humano único e irrepetible desde el mismo momento de la concepción. La lógica nos dice que no podemos maltratar a una madre embarazada “para no hacerle daño al niño”.

Las principales religiones del mundo están en contra del aborto: a favor de la Vida. Los Derechos Humanos nos reiteran que todos tenemos Derecho a la Vida.

¿Y la solución? ¿Cual es la solución a este problema? Ayudar a las madres, SIEMPRE HAY QUE AYUDAR A LAS MADRES, A LAS FAMILIAS.

Ustedes, amigas/os periodistas, desde el puesto relevante que ocupan en la sociedad, ¿no pueden hacer nada? Seguro que sí. Yo confío en que sí puedan. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.

¿Recuerdan ustedes la sentencia Dred Scott del Tribunal Supremo de EEUU (1857)?: “Aún cuando posea corazón y cerebro y biológicamente se le considere humano, el esclavo no es una persona ante la Ley”. No hace mucho de esto, ¿verdad?.

Cuando miramos atrás nos arrepentimos de las barbaridades que hemos hecho la humanidad. En aquel tiempo sabios intelectuales nos demostraron que los negros no eran personas, reconocidos gobernantes legislaron en favor de la esclavitud, santos obispos tuvieron sus propios esclavos.

Cuando nuestros nietos lean en los libros de historia que el aborto voluntario estaba despenalizado y financiado por el estado. ¿Qué pensarán ellos?

Bueno amigos. En sus manos dejo el interrogante. ¿Qué piensan ustedes? ¿están de acuerdo conmigo? ¿qué podemos hacer?

No quiero alargarme más. Puede que les esté haciendo perder su tiempo; si es así les pido disculpas. En cualquier caso les agradezco su lectura y espero impaciente alguna respuesta a mis preguntas.

Raúl Sempere Durá.

Carrera Contra el Tiempo

Durante años se ha dicho a las mujeres que podían tener hijos después de los 40. Un nuevo libro explica que es demasiado tarde.

(CNN-TIME) El dolor se manifiesta como amargura y remordimiento cuando una mujer dedicada al trabajo se pregunta por qué no puede concebir un hijo. ¿Se suponía que tener hijos sería fácil, no? Que sería un regalo de la Madre Naturaleza. ¿Qué es lo que puede haberse complicado? Especialmente ahora que la Ciencia está empeñada en detener las manecillas del reloj biológico. “Estaba sentada en la sala de espera de la clínica”, recuerda una mujer que pasó por todas las etapas de la lucha contra la esterilidad, “y una mujer de unos 45 años que lo había intentado todo para quedarse embarazada me dijo que uno de los médicos le había echado un vistazo a su historial clínico y le dijo: “¿Qué hace usted aquí? Pierde su tiempo”. Fue muy cruel. Ella se aferraba a esa última esperanza. ¡Fue terrible perder la esperanza!”

Aunque la forma de comunicarlo fue fría, el mensaje era claro y devastador. “Las mujeres profesionales podrían haberlo tenido todo, hijos y profesión, de haberlo querido”, sugiere Pamela Madsen, directora ejecutiva de la Asociación Estadounidense contra la Esterilidad (AIA, según sus siglas en inglés). “El problema es que nadie les dijo la verdad acerca de sus cuerpos”. Y la verdad es que incluso los mejores expertos en esterilidad descubrieron que el reloj biológico no se deja manipular. Los especialistas pueden ayudar —y mucho— a una mujer de 29 años con trompas obstruidas, o a otra de 32 años cuyo esposo tiene un nivel muy bajo de espermatozoides. Pero a pesar de todas las noticias referidas a actrices de 45 años dando a luz, el hecho es que “no existe una terapia prometedora para la esterilidad producida por la edad”, dijo el doctor Michael Soules, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington y otrora presidente de la Sociedad Estadounidense para la Medicina Reproductora (ASRM, por sus siglas en inglés). “Ciertamente no hay nada nuevo en el horizonte”.

Eso significa, argumenta la economista Sylvia Ann Hewlett en su nuevo libro, “Creating a Life: Professional Women and the Quest for Children” (Creando una vida nueva. Las mujeres que trabajan y la búsqueda de los hijos) que muchas jóvenes ambiciosas que también quieren tener hijos transitan por mal camino si piensan que pueden pasarse una década cimentando su carrera y esperar hasta los 35 años o más para formar familia. Mientras más parejas que nunca buscan tratamientos contra la esterilidad —el número de procedimientos realizados aumentó un 27 por ciento entre 1996 y 1998— los médicos se percatan de que el tratamiento más eficaz quizá sea la prevención, que en este caso significa conocimiento. “Pero el hecho de que el reloj biológico sea algo real no es una buena noticia para mi hija de 24 años”, observa Hewlett, “y el de ella es un caso común”.

Las mujeres llevan una generación debatiendo cómo mejorar el equilibrio entre el trabajo y la familia, pero de alguna manera cada capítulo nuevo da pie a una lucha nueva, y el libro de Hewlett no es la excepción. En 1989, cuando Felice Schwartz planteó en la revista Harvard Business Review la posibilidad de darle más flexibilidad a las mujeres que trabajan y tienen hijos, sus propuestas fueron calificadas de “peligrosas” y “retrofeministas” porque podrían darle a las empresas una excusa para sabotear las carreras laborales de las mujeres. Si uno se decide a formar una familia temprano, se corre el riesgo de no poder volver a recuperar el tiempo perdido, advirtieron las escépticas.

Entonces, según Hewlett, muchas mujeres adoptaron el “modelo masculino” concentrado en el trabajo, y el resultado es “una epidemia de ausencia de hijos” entre las mujeres profesionales. Realizó una encuesta a nivel de todo EE.UU. entre 1.647 “mujeres de posición alta” en sus respectivas profesiones, incluidas 1.168 que pertenecen al 10 por ciento con mayores ingresos dentro de su grupo de edad o que tienen títulos en Derecho o Medicina, y otras 479 con educación terciaria pero que ya no trabajan. Lo que descubrió fue sorprendente. El 42 por ciento de las mujeres que llegaron lejos en las grandes empresas (aquellas con un mínimo de 5.000 trabajadores) seguían sin procrear después de los 40 años. Esa cifra trepaba al 49 por ciento para las mujeres que ganan 100.000 dólares o más al año. Muchas otras sólo tuvieron un hijo porque formaron sus familias demasiado tarde. “Ganaron mucho dinero”, dice el doctor David Adamson, reconocido especialista en fertilidad de la Universidad de Stanford, “pero eso no les devolverá el tiempo”.

Los últimos datos de la Oficina del Censo de EE.UU. apoyan la investigación de Hewlett. Las familias sin hijos se duplicaron en los últimos 20 años, por lo que una de cada cinco mujeres entre 40 y 44 años no tiene descendencia. La cifra asciende al 47 por ciento para las mujeres de esa edad o menores con educación universitaria. Claro que este grupo incluye a muchas mujeres para las cuales tener hijos no era una prioridad. La apertura del mercado laboral les ofreció muchas oportunidades nuevas, incluida la del éxito en otros ámbitos fuera del familiar. Pero Hewlett argumenta que muchas mujeres no optaron necesariamente por no tener hijos nunca. Cuando les preguntó a las mujeres que recordaran cuáles eran sus objetivos cuando terminaron la universidad, sólo el 14 por ciento respondió con claridad que no habían querido tener hijos.

Para la mayoría de las mujeres entrevistadas por Hewlett, no tener hijos equivalía más a lo que una llamó “una no-opción por inercia”. El tiempo pasa y el trabajo es implacable. Los viajes y los horarios dificultan las relaciones. Para cuando una mujer se casa y está afianzada en su trabajo como para comenzar a pensar en formar una familia, con frecuencia ya es muy tarde. “Van al médico, se hacen un análisis de sangre y les dicen que el juego terminó antes de haber comenzado”, dice Madsen, de la AIA. “Se quedan sorprendidas, abatidas y enojadas”. Las mujeres generalmente saben que la fertilidad decae con la edad, pero ignoran cuánto y cuán rápido. Según los Centros para el Control de Enfermedades, cuando una mujer cumple 42 años, las posibilidades de engendrar un hijo con sus propios óvulos, aun con ayuda médica, son inferiores al 10 por ciento. A los 40 años, la mitad de sus óvulos son cromosomáticamente anormales. La cifra se incrementa al 90 por ciento a los 42 años. “Los pañuelos de papel se acaban en un santiamén en mi oficina”, dijo el endocrinólogo especializado en reproducción Michael Slowey, de Englewood (Nueva Jersey).

Hewlett y sus aliados dicen que sólo intentan mejorar esas cifras, dado el falso optimismo reinante. Su encuesta reveló que casi el 90 por ciento de las mujeres jóvenes confiaban en que podrían quedar embarazadas incluso después de cumplir los 40 años. El año pasado la AIA realizó una encuesta en el sitio Web iVillage.com sobre la información que manejan las mujeres acerca de la fertilidad. De las 12.524 mujeres que respondieron, sólo una acertó las 15 preguntas. Al preguntarles cuándo comienza a disminuir la fertilidad (a los 27 años), sólo el 13 por ciento acertó; el 39 por ciento respondió que a los 40. El 42 por ciento respondió que la pareja debe intentar concebir un hijo por su cuenta durante 30 meses antes de buscar ayuda. Esa es una combinación peligrosa. Una pareja que cree que la fertilidad sólo es problemática una vez cumplidos los 40 años e intenta embarazarse durante 30 meses antes de consultar al médico tiene pocas probabilidades de convertirse en padres.

En cierto sentido, la confusión es comprensible, ya que los médicos descubrieron sus propias limitaciones tan sólo en los últimos 10 años. “Recuerdo que muchos doctores me dijeron: “Pero si te queda mucho tiempo”, incluso cuando tenía 38 años”, dice Claudia Morehead, una abogada californiana de 47 años que finalmente quedó encinta tras utilizar óvulos de una donante. Incluso los especialistas en fertilidad se asombraron “de que la fertilización in vitro no funcionara bien después de los 42 años”, admitió la doctora Sarah Berga, una endocrinóloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh. “En mi opinión, a principios de los años 90 todos estábamos asombrados porque no podíamos superar esta barrera”. Pero cuando los médicos comenzaron a divulgar la verdad, se encontraron con resistencias de todo tipo. Una radica simplemente en la forma de diseminar la información. La imposibilidad de concebir es una tragedia personal, pero el milagro de dar a luz a una edad avanzada siempre ocupa los titulares. “Cuando uno ve todas esas noticias referidas a mujeres que tuvieron hijos poco antes de cumplir los 50, siempre se trata de casos con óvulos de donantes”, insiste Adamson, de Stanford. “Pero eso queda convenientemente excluido de la noticia”. Las clínicas de esterilidad más emprendedoras tienen un incentivo financiero para fomentar las noticias buenas y encubrir los hechos. Una mujer de 45 años que haya pasado por siete ciclos de fertilización in vitro puede llegar a gastar hasta 100.000 dólares en el tratamiento. Pero incluso en las mejores clínicas de fertilidad del país, sus probabilidades de quedar encinta son inferiores al 10 por ciento.

Con el fin de informar a las mujeres, la ASRM lanzó una modesta campaña publicitaria a un costo de 60.000 dólares el otoño pasado, con carteles y folletos que advertían que fumar, el sobrepeso y las infecciones venéreas podían reducir la fertilidad. Pero el revuelo lo generó la cuarta advertencia: “La edad disminuye su capacidad para tener hijos”, junto a una foto de una mamadera con forma de reloj de arena. Los médicos lo consideraron un servicio público dada la confusión imperante, pero el grupo fue criticado por “asustar” a las mujeres ofreciendo un mensaje simplificado de un tema complejo.

Con ello se insinúa que “tengo que apurarme y tener hijos ahora o renunciar a tenerlos”, afirma Kim Gandy, presidenta de la Organización Nacional para las Mujeres. Y eso no es verdad para la gran mayoría de las mujeres. Gandy, de 48 años, tuvo su primer hijo a los 39. “Fue mi elección, pero en muchos sentidos no lo fue. No es que se pueda sacar de la galera una pareja con la que se quiera formar una familia y con las circunstancias económicas y emocionales que les permitan ser buenos padres. Presionar a las mujeres jóvenes para que se apresuren y tengan hijos cuando no tienen esos otros factores resueltos en realidad las perjudica a ellas y a los niños”.

Hacer hincapié en la edad de la mujer por encima de los demás factores también puede ser erróneo, sugiere Gandy. La concepción “involucra a dos personas, y sin embargo descargamos toda la responsabilidad sobre las mujeres e insinuamos que son egoístas si no deciden tener hijos a una edad temprana”. Gandy teme que, al enterarse de la investigación y ver la publicidad, las mujeres terminen por sentir que el equilibrio es tan difícil que ni siquiera vale la pena intentarlo. “Hay todo un sector antifeminista que nos dice que debemos volver a los años 50”, dice Caryl Rivers, profesora de Periodismo de la Universidad de Boston. “El mensaje subliminal es no estudies demasiado, no tengas demasiado éxito ni seas demasiado ambiciosa”.

Allison Rosen, una psicóloga de Nueva York decidida a que sus pacientes femeninas estén bien informadas y que sepan qué probabilidades tienen de engendrar hijos, discrepa con Rivers. “Este no es un caso de médicos varones que quieren que las mujeres estén todo el tiempo embarazadas y en la cocina”, asegura. “Uno plantea los hechos y entonces cada mujer puede decidir”. Madsen, de la AIA, argumenta que el imperativo biológico está allí, aunque las mujeres no lo sepan. “Me molesta cuando las feministas dicen que informar a las mujeres sobre su capacidad reproductiva es presionarlas para que tengan hijos”, dice. “Eso sencillamente no es verdad. La libertad reproductora no se limita a la capacidad de no tener un hijo mediante la planificación familiar. También es la capacidad de tener un hijo si una lo quiere y cuándo lo quiera”.

La clave de la cruzada de Hewlett está en que es fundamental que las mujeres planifiquen a dónde quieren llegar a los 45 años sabiendo que la posibilidad de engendrar hijos es menor de la que se les hizo creer y, que una vez que esa posibilidad se hace realidad, la Ciencia no puede hacer mucho para mejorarla. Hewlett también busca que las empresas y las autoridades ayuden más a las familias para que puedan alcanzar el equilibrio. “La mejor oportunidad que tiene la mujer de hoy es poder elegir libremente el tener tanto un trabajo como una familia, ser apoyada y admirada por lograr ambos y no ser vista como una yuppie quejica”.

Hewlett lo sabe por experiencia propia. Su intención no era escribir un libro sobre lo difícil que es ser mamá para las mujeres que trabajan, sino acerca de aquellas que cumplieron 50 años en el milenio y de los factores que dieron forma a sus vidas. Pero entonces descubrió, en entrevista tras entrevista con decanas de facultades y divas de la ópera, en una muestra representativa de mujeres triunfadoras de distintos campos, que ninguna tenía hijos, y no por decisión propia. Muchas se culpaban a sí mismas por haber trabajado y esperado en demasía, y por haber descubierto la verdad tardíamente. “Cuando hablé con estas mujeres”, recuerda, “su sensación de pérdida era palpable”.

Hewlett había pasado la mayor parte de su vida profesional escribiendo y dando conferencias sobre la necesidad de que las empresas y el Gobierno provean ambientes de trabajo que faciliten la creación y el desarrollo de la familia. Hewlett es doctora en Economía por la Universidad de Harvard; ha tenido hijos, los ha perdido y luchado por tener más. Siendo una joven profesora en la Universidad de Barnard con un bebé en casa, perdió mellizos durante el sexto mes de embarazo. Si tan sólo —pensó entonces— hubiera tomado más tiempo libre o aligerado la carga de trabajo. Dieciocho meses después, escribe, un comité de nombramiento le negó la cátedra porque, según expresó uno de sus integrantes, ella había “permitido que la maternidad diluyera su concentración”. Hewlett tuvo suerte. Tuvo tres hijos más, entre ellos a Emma, a quien dio a luz a los 51 años utilizando un óvulo propio y tratamientos para la esterilidad. Hewlett dice comprender el “ansia por tener bebés”.

Hewlett insiste en que sólo intenta ayudar a las mujeres a tomar decisiones basadas en buena información. Recomienda que las mujeres obtengan un título universitario y trabajen mucho en sus primeros empleos, pero que deben prepararse para hacer un alto en el camino y dirigir su energía hacia sus vidas personales, con la intención de recuperar el tiempo perdido en el trabajo más adelante. “Algunas veces tendrán que hacer concesiones respecto a su carrera. Pero luego se pondrán al día, se redescubrirán a sí mismas en el momento adecuado”, escribe.

El problema es que la propia investigación de Hewlett apunta en otro sentido. En su libro todos los ejemplos de mujeres de éxito que también tienen familias dieron a luz antes de cumplir los 30 años. Esas mujeres quizá no hayan corrido la suerte de otras que esperaron demasiado tiempo para procrear, pero padecen otros obstáculos a la hora de equilibrar el trabajo con la familia. La biología quizá no perdone, pero tampoco lo hace la cultura empresarial. Aquellas que abandonan su carrera por voluntad propia para criar a sus hijos con frecuencia descubren que es sumamente difícil reincorporarse al mundo laboral. Muchas de las encuestadas por Hewlett dijeron que se sintieron marginadas por jefes inflexibles, y dos tercios de las entrevistadas dijeron que desearían volver a trabajar.

La estructura del ámbito laboral tiene que cambiar mucho para que los padres puedan bajar las revoluciones por un tiempo y luego retomar el ritmo cuando sus hijos sean mayores. Hewlett espera que la batalla por conseguir talentos inspire a las grandes empresas a adoptar políticas que favorezcan la familia para atraer y mantener a los padres más talentosos, ya sean hombres o mujeres. Pero es poco probable que muchas de sus recomendaciones sean adoptadas a corto plazo, como la licencia obligatoria por paternidad/maternidad con derecho a sueldo; períodos de excedencia, como la generosa política de IBM que concede a sus empleados hasta tres años de licencia con la garantía de retornar al mismo empleo o a uno similar; o una nueva Ley de Normas Justas de Trabajo que restaría atractivo a las semanas laborales de 80 horas ampliando el pago de horas extraordinarias a todos los ejecutivos, salvo los más altos.

Hewlett se considera una feminista, pero a menudo se ha enfrentado a otras feministas que, según dice, están tan preocupadas por defender la libertad de elegir entre tener hijos o no que descuidan las necesidades de las mujeres que deciden ser madres. En la historia de la familia, señala, es un avance muy reciente que las mujeres tengan el control sobre su maternidad, gracias a una mejor atención médica y al control de la natalidad. Pero ahora se ha producido una irónica vuelta de tuerca. “En solo 30 años hemos pasado de temerle a nuestra fertilidad a derrocharla,y muy a pesar nuestro”. Engendrar un hijo seguirá siendo una de las decisiones más importantes de la vida. El reto es impedir que el tiempo y la biología decidan por nosotros.

Informes de Janice M. Horowitz, Julie Rawe y Sora Song/Nueva York

Curas pederastas y médicos abortistas

Carta Abierta a Gina Parody, Senadora Colombiana

Hay muchas cosas malas que se le pueden hacer a un niño.

Toda maldad contra un niño es abominable y cobarde, pero hay grados de maldad.

Senadora, en sus recientes intervenciones en la radio FM, Ud. quiere aprovechar la ola de la opinión pública que hoy apoya el aborto y está en trance de despedirse de la Iglesia Católica. Pero a Ud. se le olvida el niño asesinado. Ud. tiene palabras para los niños violados, y está bien que las tenga; Ud. protesta contra la pederastia, y está muy bien que lo haga; pero Ud. no dice nada del niño que mataron en el Hospital Simón Bolívar.

Escúcheme: no lo violaron; lo mataron. Y ahora yo pregunto: ¿no bastaba con matarlo a él sino que hay que matar su memoria?

Hace tres meses Ud. no hablaba de sacerdotes pederastas. Hace seis meses tampoco. Ahora sí. ¿Qué ha cambiado? Ha cambiado la ola, siempre inestable, siempre servil, de la opinión pública. Como resulta que la Iglesia Católica es prácticamente la única institución que se ocupa de defender niños que nunca votarán (ya que por lo menos los violados, sí podrán hacerlo), entonces Ud. hace lo que hacen casi todos los políticos: montarse en la cresta de las emociones de la gente. Porque, ¡qué terriblemente impopular es contradecir lo que la gente está sintiendo! ¡Qué difícil es hablar desde la orilla de lo “políticamente incorrecto”! Y para infortunio de todos, hoy lo políticamente “correcto” es hacer caso omiso del niño asesinado y alzar la voz en clamor (justo, por demás) de defender a los niños abusados. ¿Pero es que acaso unos niños sí valen y otros no?

Explicablemente, estos temas caldean los ánimos. Razón de más para serenarse y pensar bien lo que se dice. Es decir, lo opuesto de lo que Ud. hace. Su argumento, como el de muchos en estos días, cae en el conocido sofisma de la argumentación “ad hominem,” o sea, desacreditar al interlocutor. ¿Quiere la Iglesia hablar? Niéguesele el derecho, porque en sus filas hay sacerdotes pederastas. Pobre y oportunista argumento. Pobre, porque ¿qué tal que aplicáramos eso al senado de Colombia? ¿Hemos de escuchar la voz del senado o acatar las leyes de la Corte, dados los exabruptos institucionales y las falencias que por allá suceden con nombre propio?

Su argumento se vuelve contra Ud., senadora, y su oportunismo hace agua, porque si las instituciones se desacreditan por sus incoherencias, ningún respeto y ningún oído merecen nuestros gobernantes. Ni merece mucha atención una cierta legisladora colombiana que en su página web aparece sonriendo junto al lema: “Un país que protege a sus niños piensa en su futuro,” y que luego defiende la muerte premeditada de un bebé. ¡No se le olvide ESE bebé, Gina; no se le olvide ESE! Porque si se le olvida ESE quiere decir que unas vidas sí merecen atención y defensa, mientras que otras sólo pueden salir por la puerta de desperdicios del Hospital Simón Bolívar.

No caigamos en la falsa alternativa. No pesquemos en aguas revueltas. No pensemos que facilitar un aborto legal disminuye la pederastia. No cohonestemos la ideología de que abortar a un niño disminuye las violaciones de niñas.

Senadora: no manche sus votos; no ensucie su sueldo con sangre de bebés inocentes.