El Dr. Saulo Medina, Psicólogo, es hermano de Fray Nelson, a quien seguramente conoces. Saulo ha orientado su profesión a la defensa de la vida, la consejería de pareja y de familia, y la orientación de la juventud desde una firme base de principios católicos. Click!
Un blog para las que son MAMAS
“Este espacio nació cuando devine madre. También soy esposa, psicóloga y docente. Pretendo compartir inquietudes, información, recursos,vivencias y experiencias de gestar, dar a luz y criar hijos amorosamente…” Click!
SANAR LA RELACION HIJO – PADRE
Les invito a reflexionar sobre un aspecto poco desarrollado de la parábola del Hijo Pródigo. Es un aspecto muy actual en nuestra sociedad posmoderna, la sociedad del divorcio. En general no se ha hecho hincapié en las relaciones que se están dando entre padres e hijos. Se ha destacado el significado espiritual de la parábola; vale la pena resaltar este aspecto, muy actual. La parábola es la historia de una reconciliación entre padre e hijo, que habían roto sus relaciones. Sabemos cuán vital es la reconciliación entre ellos para el logro de su felicidad.
Necesidad de amar y defender el matrimonio cristiano
Frutos del matrimonio cristiano
Si se considera a qué fin tiende la divina institución del matrimonio, se verá con toda claridad que Dios quiso poner en él las fuentes ubérrimas de la utilidad y de la salud públicas. Y no cabe la menor duda de que, aparte de lo relativo a la propagación del género humano, tiende también a hacer mejor y más feliz la vida de los cónyuges; y esto por muchas razones, a saber: por la ayuda mutua en el remedio de las necesidades, por el amor fiel y constante, por la comunidad de todos los bienes y por la gracia celestial que brota del sacramento. Es también un medio eficacísimo en orden al bienestar familiar, ya que los matrimonios, siempre que sean conformes a la naturaleza y estén de acuerdo con los consejos de Dios, podrán de seguro robustecer la concordia entre los padres, asegurar la buena educación de los hijos, moderar la patria potestad con el ejemplo del poder divino, hacer obedientes a los hijos para con sus padres, a los sirvientes respecto de sus señores. De unos matrimonios así, las naciones podrán fundadamente esperar ciudadanos animados del mejor espíritu y que, acostumbrados a reverenciar y amar a Dios, estimen como deber suyo obedecer a los que justa y legítimamente mandan amar a todos y no hacer daño a nadie.
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El derecho de los padres de familia es anterior al Estado
Ley plenamente inviolable de la naturaleza es que todo padre de familia defienda, por la alimentación y todos los medios, a los hijos que engendrare; y asimismo la naturaleza misma le exige el que quiera adquirir y preparar para sus hijos, pues son imagen del padre y como continuación de su personalidad, los medios con que puedan defenderse honradamente de todas las miserias en el difícil curso de la vida. Pero esto no lo puede hacer de ningún otro modo que transmitiendo en herencia a los hijos la posesión de los bienes fructíferos.
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Sobre la Homosexualidad
La homosexualidad se ha convertido recientemente en frecuente tema de conversación y muchas veces en un verdadero debate social. ¿Qué papel juega la educación en la tolerancia y la formación en valores, sobre todo de los adolescentes, dentro de un ambiente abiertamente permisivo? ¿Existen homosexuales arrepentidos? Habla el Dr. Jokin de Irala, PhD.
¿Por qué fracasa la ‘educación’ sexual?
Angela Marulanda ha escrito recientemente para el periódico EL TIEMPO un artículo lleno de sensatez, que transcribo dando todo el crédito a esta eminente Educadora. Lo que sigue es suyo.
No creo en el éxito de ninguna iniciativa para solucionar un problema que se centre en atacar los efectos o los síntomas y no las causas del mismo. Mientras que las razones que dan lugar al aumento en los embarazos precoces, abortos y enfermedades de transmisión sexual entre los jóvenes sigan vigentes, cualquier medida que se tome para evitar tan solo sus resultados está condenada al fracaso. Y los programas o campañas ‘educativas’ cuya solución es ante todo informar a los jóvenes sobre sus derechos sexuales y sobre los métodos anticonceptivos a su disposición están orientadas a combatir los efectos de la promiscuidad sexual y no la razón de ser de tal conducta.
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Matrimonio Gay
En Irlanda ha vuelto a proponerse el matrimonio gay. Mi pregunta es por qué la Iglesia o la sociedad tiene que meterse en la vida privada de los ciudadanos, por ejemplo, en sus preferencias sexuales. Gracias. -Joe Kavenah.
La siguiente respuesta fue dada por David Quinn, escritor y periodista católico irlandés. El original en inglés se haya aquí.
Si a los gays y lesbianas debe darse los mismos derechos de las parejas casadas, entonces ¿por qué no a otras parejas? Esta es una cuestión que el Partido Laborista de Irlanda debe responder. Y también todos los demás que quieren crear el matrimonio gay, o lo que se le equipare. La pregunta urge hacerla al Partido Laborista porque esta semana han vuelto a proponer al Parlamento (Dail) el Proyecto de Asociación Legal de Parejas Gay, el mismo que ya había propuesto a la Cámara el pasado febrero de 2007.
Para los que apoyan los derechos de los homosexuales y lesbianas para casarse o asociarse de otra forma que son matrimonio en todo menos el nombre, el asunto es claro: según ellos, es cuestión de no discriminar y de tratar a las personas con igualdad.
Pero los laboristas tienen que analizar bien el caso de las hermanas Burden, que está ahora bajo atención de la Corte Europea de Derechos Humanos. Si no lo hacen no podrán tener ninguna credibilidad en este asunto.
Joyce y Sybil Burden viven en Inglaterra. Tienen más de 80 años de edad y han vivido juntas, ambas solteras, por toda su vida. Cuando alguna de ellas muera, la otra tendrá que vender la casa que han compartido por décadas porque la que sobreviva no podrá pagar el impuesto correspondiente a la herencia.
Las hermanas Burden se preguntan por qué una pareja de lesbianas que estén en una situación parecida no tendría que hacer lo mismo. Es un buen punto. Lo mismo que una pareja de lesbianas, las Burden son dos personas. Lo mismo que las lesbianas, ellas son ambas mujeres. Lo mismo que las lesbianas, ellas han sostenido una relación en la que hay afecto y compromiso.
¿Cuál es entonces la diferencia? ¿Por qué se impone un impuesto de herencia a una relación y no a otra? La única diferencia real entre las hermanas Burden y unas lesbianas es que la relación de las hermanas no incluye sexo y la de las lesbianas sí. Esto es absolutamente lo único que separa a estas dos clases de parejas y al parecer el gobierno británico piensa que el sexo es tan tremendamente importante que una de las hermanas Burden tendrá que vender la casa paterna de toda la vida cuando la otra muera, mientras que ello no sucederá a las lesbianas.
El Partido Laborista Irlandés, si tiene suficiente inteligencia, podría conceder que la diferencia real entre las hermanas Burden y una pareja de lesbianas es que en el primer caso no entra lo sexual y en el segundo sí. Pero luego podría decir que esto es lo único que separa a las Burden de una pareja heterosexual casada.
Si hacen esto, estarían obligando a quienes creemos en el sentido tradicional de matrimonio a que expliquemos qué es eso tan importante en cuanto al sexo, eso que hace que una relación sexuada, como la de las parejas heterosexuales, deba recibir beneficios públicos que no se supone que reciban otras formas de relación humana.
Demos una respuesta a eso de modo tan claro como sea posible. La razón por la que las parejas casadas, en el sentido tradicional, reciben ciertos beneficios de la sociedad no tiene nada que ver con el sexo como tal. Lo que dicen los liberales es cierto: ni el Estado ni la sociedad tienen interés particular alguno en las relaciones sexuales de los ciudadanos, bajo el supuesto de que no son forzadas ni hacen daño a otros. Lo que le importa al Estado no es el hecho de que la gente tenga relaciones sexuales. Lo que le importa es aquello que el sexo usualmente genera, a saber, niños. Esto es lo que hace singular el caso de una pareja heterosexual en contraste con una pareja gay, lesbiana o también con una situación como la de las hermanas Burden. La pareja gay, la pareja lesbiana y las hermanas Burden no pueden tener niños, a menos que adopten o usen fertilización in vitro, es decir, procedimientos que no implican el ejercicio de la sexualidad.
Los laboristas y todos los que apoyan matrimonio del mismo sexo (o uniones civiles) han perdido completamente de vista que el matrimonio no consiste en reconocer una relación entre adultos: en cuanto institución de la sociedad su punto central son los niños.
Las parejas casadas están exentas de impuesto de herencia [cuando muere uno de los miembros de la pareja] por causa de los niños. El régimen de impuestos compartidos por hogar existe por causa de los niños. Uno de los miembros de la pareja casada puede heredar la pensión del otro, cuando fallece, por causa de los niños. Estos beneficios existen para que uno de los cónyuges, usualmente la mujer, en la práctica, pueda dejar de trabajar una parte de su vida para permanecer más en el hogar y educar a los niños sin tener la angustia de perder su propia pensión o de perder la casa si muere el esposo.
Quitemos a los niños de la ecuación y queda muy poca justificación, en lo público, para darle los beneficios del matrimonio a nadie. Tal vez pueda darse algunos de los beneficios del matrimonio a parejas que viven o no como cónyuges, pero no hay justificación para crear el equivalente funcional del matrimonio para otras personas que no sean las parejas heterosexuales, las que engendran niños.
El Partido Laborista cree que el problema es de igualdad. No es así. El punto clave son los niños, y el hecho de que el matrimonio recibe apoyo de la sociedad no en razón de los adultos sino porque el matrimonio es la primera y principal de las instituciones en favor de los niños. Lamentablemente este propósito central del matrimonio se ha oscurecido bajo al espesa neblina dela discusión sobre “derechos” y la pobre comprensión propia de lo “políticamente correcto.”
Un vaso de agua…
Al Aborto Voluntario hay que hacerlo Imposible y no simplemente Ilegal
El verdadero desafío no es convencer a unos cuantos parlamentarios.
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La Guerra contra la Menstruación
Los Hechos
El primer comercial de televisión sobre toallas higiénicas femeninas, en mis recuerdos, presentaba a dos amigas que se disponían a ir a un paseo en compañía de muchos otros chicos y chicas. Una dice a la otra: “Pensé que no vendrías…” y la otra responde: “¡SERENA me salvó el paseo!” Eso debió suceder hacia 1972. Con el tiempo supe que SERENA era la marca de esas toallas y supe también que ese paseo se hubiera podido arruinar debido al periodo menstrual de esa muchacha.
Por supuesto, las toallas femeninas u otros recursos similares han mejorado de muchos modos la higiene, salud y calidad de vida de millones de mujeres, que se sienten más “serenas” para llevar una vida simplemente normal sin temor de que los ritmos de su cuerpo las pongan en evidencia o incomodidad con otros. Yo no estoy en guerra contra las toallas. Tengo otros adversarios más importantes.
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Haz de tu Hogar una Escuela de Amor
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[Si se interrumpe demasiado la conexión, prueba dejar el video en pausa hasta que termine de cargar. Recuerda que puedes verlo también en pantalla completa. Hay también una versión en los videos de Google.]
340. Adán y Eva
340.1. Adán será feliz si comprende que necesita de Eva, y Eva será feliz si comprende que Adán no la necesita siempre.
340.2. Adán será feliz si descubre en Eva la fuente de la vida, y Eva será feliz si reconoce en Adán la senda de las palabras.
340.3. Adán será feliz si recibe a Eva como un regalo, y Eva será feliz si sabe gozarse de unir en su ser existir y donación.
No le cambies el color a tu cadena
Una encuesta reciente muestra que la mayor parte de los hombres que pagan para tener sexo tienen de hecho una pareja estable, con la que tienen relaciones. No son solitarios mendigando compañía sino hombres en busca de nuevas experiencias o incapaces de sobrellevar la distancia física que les separa de su pareja. Lo que me llama la atención es que tener pareja no les “resuelve” el tema de su sexualidad o su hambre de placer.
Algo parecido resulta de alguna anécdota que me comentaba una amiga. Iba de paseo largo, de esos que se estilan en el mundo de los jóvenes primer-mundistas, con abundancia de trenes, lugares, paisajes y hoteles. A menudo, según se estila por aquí, él y ella compartían habitación, porque para eso se supone que se quieren. Pero ella decidió que no era buena idea seguir teniendo relaciones con él porque varias veces lo encontró buscando pornografía en Internet. La tenía a ella, pero, como los hombres de aquella encuesta, necesitaba un estímulo fuerte, o más exótico.
Para otros ese estímulo “exótico” proviene de turismo sexual con niños o viene de experimentos en “swinging” (intercambio de parejas) o con hombres operados para lograr cuerpos de mujer (transexuales). En Irlanda se ha publicado un estudio que muestra el porcentaje de hombres casados que viajan a Asia (Tailandia es un destino preferido) para buscar esa clase de aventuras. Todos ellos o la inmensa mayoría duermen todos los días al lado de su esposa. Son casados.
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Analiza este caso: justicia y mundo gay
Dos hermanas de avanzada edad piden los beneficios fiscales de una pareja gay. Las ancianas, que siempre vivieron juntas, han acudido al Tribunal Europeo de Derechos Humanos al verse discriminadas por la ley
Dos ancianitas inglesas que siempre han vivido juntas tienen miedo de que al morir una de ellas el Estado se lleve buena parte de la herencia, quizá incluso la casa familiar. Cosa que no pasaría si fuesen “mujer y mujer”, es decir, pareja lesbiana. Así que han llevado el caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: quieren poder heredar como si fuesen un matrimonio.
Como recuerda el Telegraph, desde el 2005 las parejas homosexuales, aunque no son matrimonio en Inglaterra, tienen los beneficios fiscales de un matrimonio en tanto que “unión civil”. Los esposos (o parejas civiles) no tienen que pagar impuestos por heredar de un cónyuge muerto. Los hermanos y parientes sí.
Isabel, ¿Santa o Villana?
Acusada de intolerante, racista y sucia, Isabel la Católica vuelve a ser noticia una vez más gracias a la publicación de varias biografías que se ocupan de ella y por el relanzamiento de su causa de beatificación. Sin embargo, ¿cómo fue realmente Isabel la Católica?
“Isabel y Fernando el espíritu impera…” cantaba uno de los himnos más conocidos del Frente de juventudes. De esa manera, el régimen nacido de la guerra civil proclamaba su deseo de vincularse con las tradiciones nacionales más gloriosas. Por añadidura, la Falange había convertido en símbolo suyo – siguiendo la opinión del socialista Fernando de los Ríos – el yugo y las flechas de la regia pareja. La utilización que el régimen de Franco hizo de los Reyes Católicos facilitaría la tarea de todos aquellos que sentían por otras razones una especial repulsión hacia su legado y deseaban denigrarlo. Los enemigos de la memoria relacionada con los Reyes Católicos han ido históricamente de los republicanos a los islamistas pasando por los separatistas vascos y catalanes que siempre han lamentado la tarea de reunificación nacional consumada – que no iniciada – por Isabel y Fernando.
Sobre estas razones políticamente correctas, se ha ido labrando un cúmulo de leyendas especialmente contrarias a la reina de Castilla tachándola de sucia, intolerante, fanática y racista. No cabe duda de que semejante cuadro ha calado en un sector importante de la opinión pública fácil de manipular y ayuno de conocimiento histórico. Sin embargo, la realidad es que ninguno de esos mitos resiste la más elemental confrontación con las fuentes históricas. Empecemos por la leyenda relativa a una Isabel que no se cambiaba nunca de camisa aunque ésta apestara. Lo que nos enseñan las fuentes es que precisamente Isabel era una mujer de pulcritud sorprendente para su época y que se esforzó por hacer extensivas al conjunto de la población sus normas de conducta acentuadamente higiénica. De hecho, no deja de ser significativo que los informes de los médicos de la corte que han llegado hasta nosotros señalan su especial preocupación “por la higiene de los alimentos”. De igual manera es sabido hasta qué punto se vio afectada porque su hija Juana, en su locura, se negaba a cambiarse con frecuencia de ropa interior.
No menos difícil de sostener es la acusación de racista lanzada sobre Isabel. No sólo fue Isabel la principal inspiradora de las Leyes de Indias que convertían a los indios americanos en súbditos de pleno derecho frente a las codicias de no pocos sino que además el número de judíos que trabajaron para ella antes y después del Edicto de Expulsión fue muy numeroso. Nombres de gente de estirpe judía como Pablo de Santa María, Alonso de Cartagena, el inquisidor Torquemada, fray Hernando de Talavera, Hernando del Pulgar, Francisco Alvarez de Toledo o el padre Mariana entre otros muchos son muestra de hasta qué punto Isabel no fue nunca racista. De hecho, en sus últimos días el artesano que se ocupaba de atender algunas de sus necesidades como la de fabricar ratoneras era un moro por el que sentía un gran aprecio.
Si las fuentes nos muestran realmente algo no es que Isabel fuera racista – algo que no podría decirse de ilustrados como Voltaire o de socialistas como Lenin y Stalin – sino que carecía de cualquier tipo de prejuicio racial a la hora de defender a sus súbditos o de asignar cargos en la función pública. Este tipo de ataques contra Isabel ha intentado sostenerse sobre todo en episodios como la Expulsión de los judíos y el final de la Reconquista. A medio milenio de distancia, nadie dudaría que la expulsión de los judíos significó un conjunto de dolorosísimos dramas humanos. Sin embargo, en su época la acción distó mucho de tener esa connotación tan negativa. Las fuentes históricas nos muestran no sólo que la medida fue precedida por otras similares en naciones como Inglaterra, Francia o Alemania sino que incluso fue saludada con aprecio en Europa porque, a diferencia de lo ocurrido en otras naciones, los Reyes Católicos no actuaron movidos por el ánimo de lucro. En su momento, la decisión estuvo además relacionada con el proceso de Yuçé Franco y otros judíos que confesaron haber matado a un niño en la localidad de la Guardia en un remedo blasfemo de la Pasión de Jesús y, muy especialmente, con los intentos de ciertos sectores del judaísmo hispano por traer de vuelta a la fe de sus padres a algunos conversos.
Actualmente, los historiadores tienden a considerar el caso del niño de la Guardia como un fraude judicial pero lo cierto es que en aquella época las formalidades legales se respetaron escrupulosamente y este hecho, unido a la gravedad del crimen, provocó una animadversión en la población que, en apariencia, sólo podía calmarse con la expulsión de un colectivo odiado. Por otro lado, Isabel se preocupó personalmente de que no se cometieran abusos en las personas y haciendas de los judíos expulsados como se puso de manifiesto en la Real de provisión de 18 de julio de 1492 que velaba por evitar y castigar los maltratos que ocasionalmente habían sucedido en algunas poblaciones como la actual Fresno el Viejo. Por si fuera poco, durante los ciento cincuenta años siguientes, la innegable hegemonía española en el mundo no llevó a nadie a pensar que la expulsión de los judíos hubiera sido un desastre – habría que esperar a la Edad contemporánea para escuchar esa teoría – y, desde luego, difícilmente se hubiera podido sostener que el episodio había sido más grave que otros similares realizados en otras naciones europeas.
Aún más fácil de comprender resulta el final de la Reconquista. Que ésta era deseada y concebida como un movimiento de liberación de los invasores islámicos es algo que ya contemplamos en el siglo VIII en fuentes como la Crónica mozárabe de 754. Semejante visión se continuaría a lo largo de casi ocho siglos en que distintos monarcas – desde Alfonso III de León a Sancho el mayor de Navarra – se autotitularían “rey de España” en un afán de reconstruir la unidad perdida y de expulsar a un enemigo despiadado. Que los Reyes católicos, tras reunir los territorios de Castilla y Aragón, ambicionaran concluir el proceso reconquistador era lógico y, desde luego, no chocaba con las trayectorias de otros monarcas anteriores. Con todo, la lucha contra el reino nazarí de Granada no fue provocada por ellos sino por la ruptura de los pactos previos por parte del rey moro y por las incursiones de agresión que los musulmanes desencadenaron contra las poblaciones fronterizas. No se trataba, desde luego, de una lucha meramente religiosa sino también nacional y no deja de ser significativo que cuando se supo que Granada había capitulado los judíos danzaran para celebrarlo ya que también ellos habían sido víctimas de la intolerancia musulmana.
Sin embargo, la grandeza – grandeza difícilmente negable – de Isabel de Castilla descansa no en el hecho de que los ataques contra ella sean de escasa consistencia. Por el contrario, como han dejado sólidamente de manifiesto las biografías debidas a Luis Suárez y a Tarsicio Azcona, Isabel fue una reina verdaderamente excepcional en lo político, en lo humano y en lo espiritual mostrándose en multitud de ocasiones muy adelantada a su tiempo. Por ejemplo, supo comprender el efecto pernicioso que sobre la economía ejercía la subida de impuestos y prefirió la austeridad presupuestaria al incremento de la presión fiscal. Así mismo fue enemiga resuelta de las conversiones a la fuerza y así lo dejó expresado en la Real cédula de 27 de enero de 1500. Además, en agudo contraste con la figura de su hermanastro y antecesor Enrique IV el Impotente, Isabel fue partidaria de una adjudicación de funciones públicas que no derivara del favor real sino de los méritos del aspirante. Esa circunstancia basta por sí sola para explicar buena parte de los méritos de gestión del reinado y, especialmente, el deseo que Isabel tenía de que las mujeres pudieran recibir una educación académica similar a la de los hombres. Como ella misma diría “no es regla que todos los niños son de juicio claro y todas las niñas de entendimiento obscuro”.
Aún más notable es el aspecto humanitario de la personalidad de la reina que contrasta de manera muy acusada con el espíritu de la época. Por ejemplo, cuando en 1495 tuvo noticia de que Colón había traido de América indígenas a los que había vendido, dispuso que se procediera a su búsqueda y se les pusiera en libertad con cargo a las arcas del reino. Así efectivamente se hizo. Este episodio – y otros similares – explican por qué el presidente norteamericano Eisenhower la denomina “campeona de la libertad de los pueblos” y que su sucesor Lyndon B. Johnson apoyara la colocación de una estatua en su honor en la rotonda del Capitolio de Washington.
Aunque fue una excelente mujer de estado que en no pocas ocasiones superó a su astuto marido – por ejemplo, en el impulso a la gesta americana – Isabel no dejó jamás de mostrar una profunda preocupación por la suerte de los más débiles y desfavorecidos. Baste decir al respecto que es a ella a quien hay que atribuirle el establecimiento de las primeras indemnizaciones y pensiones para viudas y huérfanos de guerra – una disposición tomada después de la guerra civil de Castilla cuando las arcas del tesoro estaban exhaustas – o la creación de los primeros hospitales de campaña durante la guerra de Granada. Todas estas características bastarían para considerarla una reina excepcional – como ciertamente lo fue – y para disipar las campañas que en contra de su persona se han ido sumando a lo largo de los siglos pero no serían suficientes para dar fundamento a la postulación de su beatificación. Ésta se apoya en otros aspectos que, no obstante, también son verificables históricamente como puede ser su ejemplaridad de vida o, de manera muy especial, su celo por la expansión del Evangelio por encima de cualquier otra consideración. En ese sentido debe señalarse que el descubrimiento y la posterior colonización de América son incomprensibles sin una mención cualificada a las causas espirituales expresadas desde el primer momento por Isabel la católica y recogidas en diferentes documentos de la época.
En realidad, la figura de Isabel fue muy estimada en su época y abundan los testimonios de españoles y extranjeros que la tuvieron por una mujer no sólo excepcional sino tocada por la gracia de la santidad. De hecho, los ataques contra su persona procedieron exclusivamente de enemigos que temían lo que representaba e históricamente se han caracterizado por su falacia. Así, el rey Alfonso de Portugal – temeroso de no poder descuartizar Castilla y apoderarse de ella – la acusó de no estar casada con Fernando y de ser meramente una concubina, madre de hijos bastardos. En la actualidad, los ataques contra Isabel arrancan o bien de una clara ignorancia histórica – como muestra la leyenda de su camisa sucia – o de una repugnancia ante sus logros excepcionales. Los enemigos de la institución monárquica, los partidarios de desgajar la unidad nacional que ella restauró en compañía de su esposo Fernando, los adversarios de que la sociedad se vea impregnada por valores cristianos o los que se niegan a contemplar la amenaza que implica el islam para occidente pueden contemplarla como un blanco que debe ser abatido. En contra de esa visión marcada profundamente por el sectarismo se hallan los testimonios de la época y las opiniones favorables de personajes de la talla de Washington Irving, W. T. Walsh, William Prescott Ludwig Pfandl, Marcel Bataillon, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Ortega y Gasset o los mencionados presidentes de Estados Unidos entre muchos otros. Al final, como sucede con tantas otras cuestiones, sobre el frío y documentado análisis histórico prevalece la lucha política.
César Vidal (historiador protestante)