LA GRACIA del Jueves 09 de Julio de 2015

En Colombia, FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

En la fiesta de Nuestra Señora de Chiquinquirá, pidámosle al Señor que ni siquiera los fracasos nos frenen en nuestro camino de amor y servicio a Él.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]

Verifica por ti mismo…

auxilium

«Auxilium christianorum!» -Auxilio de los cristianos, reza con seguridad la letanía lauretana. ¿Has probado a repetir esa jaculatoria en tus trances difíciles? Si lo haces con fe, con ternura de hija o de hijo, comprobarás la eficacia de la intercesión de tu Madre Santa María, que te llevará a la victoria.

Más pensamientos de San Josemaría.

Desenmascarada la señora de los mensajes de “El Gran Aviso”

“En marzo de 2011 aparecieron en público los mensajes que una supuesta vidente europea, llamada MDM, que decía recibir mensajes de la Virgen María, de Jesús y de Dios Padre, en una operación profesionalmente y comercialmente bien armada, que tuvo un crecimiento espectacular, sobre la base de repetir viejas profecías católicas sobre los últimos tiempos, la segunda venida de Jesús y el castigo a la humanidad, más el añadido de llamar al papa Francisco un “falso profeta”. Estos mensajes se publicaban originalmente en el sitio TheWarningSecondComing.com en inglés y de ahí partían a una red de otros sitios en otros idiomas, como “Jesús a la Humanidad” y “El Gran Aviso” en español…”

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Tabasco y la victoria de la Virgen

El 12 de marzo de 1519 fondean en Tabasco, al oeste de Yucatán, y a los requerimientos y teologías de los españoles, los indios responden esta vez con una lluvia de flechas. Los estampidos de las armas españolas y sus caballos les hicieron cambiar de opinión, y también, según López de Gómara, la intervención de Santiago apóstol a caballo, que el bueno de Bernal Díaz niega con ironía (cp.34).

Ya en tratos de paz, Cortés les pide a los indios dos cosas: la primera, que vuelvan a las casas los que huyeron, como así se hizo; y «lo otro, que dejasen sus ídolos y sacrificios, y respondieron que así lo harían». En seguida, Cortés les habló del Dios verdadero, de la santa fe, de la Virgen, «lo mejor que pudo». Los de Tabasco se declararon dispuestos a ser vasallos de Carlos I, y ofrecieron presentes de oro y veinte mujeres, entre ellas Doña Marina, que, con otros, se bautizó; ella conocía la lengua de Tabasco y la de México. Finalmente, se hizo un altar, y los indios, muy atentos, vieron aquellos guerreros barbudos vestidos de hierro adoraban una cruz de maderos, hacían procesión con ramos festivos, y se arrodillaban ante «una imagen muy devota de Nuestra Señora con su hijo precioso en los brazos; y se les declaró que en aquella santa imagen reverenciamos, porque así está en el cielo y es Madre de Nuestro Señor Dios». Al lugar se le puso el nombre de Santa María de la Victoria (cp.36).

Todo esto llegaba a oídos de Moctezuma, el cual «despachó gente para el recibimiento de Quetzalcóatl, porque pensó que era el que venía», y a sus mensajeros les instruyó con cuidado: «veis aquí estas joyas que le presentaréis de mi parte, que son todos los atavíos sacerdotales que a él le convienen» (Sahagún 12,3-4). El tlatoani azteca «no podía comer ni dormir», y envió hechiceros que probaran con los españoles sus poderes, pero fue inútil. Entonces «comenzó a temer y a desmayarse y a sentir gran angustia» (12,6-7).

Los españoles se hacen a la mar, siempre hacia México, llegan a San Juan de Ulúa, fundan Villa Rica de la Vera Cruz, nombre significativo, que une el oro al Evangelio de Cristo…


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

La Sangre de Cristo y la sangre de María

Hola Fray, una consulta… la Sangre de Jesús ¿Tiene su punto de partida, desde el vientre de María? ¿Técnicamente hablando la Sangre de Cristo también contiene Sangre Mariana? Yo creo que es así, sin embargo algunos “pastores” protestantes indican que la sangre de María nunca se mezcló con la de Jesús y que la Sangre de Jesús descendió directamente por fluidez del Espíritu Santo. – I.C.

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La fe de la Iglesia, firmemente apoyada en la Sagrada Escritura y la predicación de los apóstoles, es clara al afirmar los siguientes puntos:

(1) La “carne” de Jesús, es decir, su realidad corporal toda, tiene su origen en la “carne” de María. Cuando el ángel le habla a José le dice que lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo (Mateo 1,20); luego todo el lenguaje de los capítulos 1 de Mateo y 1 y 2 de Lucas habla de una mujer “encinta” que “da a luz.” Esto indica que si Cristo participa de nuestra naturaleza humana, es solamente porque es verdaderamente hijo de María, como subraya san Pablo: “nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estábamos bajo la Ley” (Gálatas 4,4).

(2) Por otra parte, el cuerpo purísimo de la Virgen no es la explicación plena de la humanidad de Cristo. Él no es un apéndice o prolongación corporal de ella. Genéticamente son seres humanos distintos pues de otra manera el sexo de cristo sería femenino. Tampoco cabe decir, como lo hacen algunos predicadores católicos, con la mejor buena voluntad, que el cuerpo de nuestro Señor no tenía 46 cromosomas, como sucede en la especie humana, sino solo 23, por aquello de que su humanidad fue formada a partir de la Virgen solamente. Aun suponiendo que un ser pudiera ser viable y llegar saludable a edad adulta con la mitad de los genes humanos, ese NO sería un verdadero ser humano. Y por supuesto lo que un ser que no es humano nos diga sobre vencer el pecado, ayunar o ser buenos, es una anécdota pero no podría ser verdaderamente “camino” para nosotros. Bien lo enseña Santo Tomás de Aquino: si Cristo es “camino, verdad y vida” (Juan 14,6), esa frase sólo cabe entenderla como sigue: por su HUMANIDAD es camino hacia su DIVINIDAD, bien expresada como verdad y como vida.

(3) Si María es verdadero origen de Cristo, Verbo Encarnado, pero no es explicación completa de su ser corporal, quiere decir que hay un acto absolutamente único que está entre la humanidad de María, que es absoluta disponibilidad y completa docilidad, y la humanidad de Cristo, que es completa perfección y absoluta plenitud. Ese acto no tiene paralelo en ninguna otra obra de Dios. Los santos Padres de la Iglesia han expresado el carácter totalmente único de este acto, el de la Encarnación del Verbo, con palabras muy audaces. En su Sermón 52, por ejemplo, San Anselmo llega a decir: “Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo mediante María.” No hay paralelo a tal prodigio y si algo semejante quisiéramos buscar sólo hay un reflejo distante en la maravilla que es la creación misma del universo. Si nuestra fe afirma que Dios creó todas las cosas “de la nada,” podemos decir que María es “la nueva nada” (por su fe y perfectísima obediencia) que sirve de punto de partida para la “nueva creación,” que es Cristo mismo. Lo cual habla mucho de la santidad única de María pero también dice mucho de la distancia inconmensurable que sigue habiendo entre una creatura y Dios mismo, es decir, entre María y Cristo.

(4) Con ese contexto entendemos la unión y a la vez la distancia entre María y Cristo. Lo cual hace entender que, si bien en un sentido general, como ya se dijo, la humanidad de Cristo tiene origen, aunque no total. en la humanidad de María, no cabe hablar de una continuidad propiamente dicha ni en el ser ni en la corporeidad, entre María y Cristo. Por eso no es un lenguaje exacto decir que la Sangre de Cristo es sangre de María pues ni aún en el caso de los nacimientos según la naturaleza la sangre del hijo o de la hija participa del torrente sanguíneo de la mamá, de modo que a menudo son de grupos sanguíneos distintos.

(5) Tienen razón entonces los predicadores que subrayan la distinción entre la sangre de María y la de Cristo pero se equivocan si al hacer esa diferencia olvidan que el origen de la humanidad de Cristo, también en su corporeidad, requirió del cuerpo y sobre todo del SÍ voluntario de María.

El Papa Francisco nos enseña sobre la unión entre Cristo y María

“María está tan unida a Jesús porque él le ha dado el conocimiento del corazón, el conocimiento de la fe, alimentada por la experiencia materna y el vínculo íntimo con su Hijo. La Santísima Virgen es la mujer de fe que dejó entrar a Dios en su corazón, en sus proyectos; es la creyente capaz de percibir en el don del Hijo el advenimiento de la «plenitud de los tiempos» (Ga 4,4), en el que Dios, eligiendo la vía humilde de la existencia humana, entró personalmente en el surco de la historia de la salvación. Por eso no se puede entender a Jesús sin su Madre…”

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