Hola Fray, una consulta… la Sangre de Jesús ¿Tiene su punto de partida, desde el vientre de María? ¿Técnicamente hablando la Sangre de Cristo también contiene Sangre Mariana? Yo creo que es así, sin embargo algunos “pastores” protestantes indican que la sangre de María nunca se mezcló con la de Jesús y que la Sangre de Jesús descendió directamente por fluidez del Espíritu Santo. – I.C.
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La fe de la Iglesia, firmemente apoyada en la Sagrada Escritura y la predicación de los apóstoles, es clara al afirmar los siguientes puntos:
(1) La “carne” de Jesús, es decir, su realidad corporal toda, tiene su origen en la “carne” de María. Cuando el ángel le habla a José le dice que lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo (Mateo 1,20); luego todo el lenguaje de los capítulos 1 de Mateo y 1 y 2 de Lucas habla de una mujer “encinta” que “da a luz.” Esto indica que si Cristo participa de nuestra naturaleza humana, es solamente porque es verdaderamente hijo de María, como subraya san Pablo: “nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estábamos bajo la Ley” (Gálatas 4,4).
(2) Por otra parte, el cuerpo purísimo de la Virgen no es la explicación plena de la humanidad de Cristo. Él no es un apéndice o prolongación corporal de ella. Genéticamente son seres humanos distintos pues de otra manera el sexo de cristo sería femenino. Tampoco cabe decir, como lo hacen algunos predicadores católicos, con la mejor buena voluntad, que el cuerpo de nuestro Señor no tenía 46 cromosomas, como sucede en la especie humana, sino solo 23, por aquello de que su humanidad fue formada a partir de la Virgen solamente. Aun suponiendo que un ser pudiera ser viable y llegar saludable a edad adulta con la mitad de los genes humanos, ese NO sería un verdadero ser humano. Y por supuesto lo que un ser que no es humano nos diga sobre vencer el pecado, ayunar o ser buenos, es una anécdota pero no podría ser verdaderamente “camino” para nosotros. Bien lo enseña Santo Tomás de Aquino: si Cristo es “camino, verdad y vida” (Juan 14,6), esa frase sólo cabe entenderla como sigue: por su HUMANIDAD es camino hacia su DIVINIDAD, bien expresada como verdad y como vida.
(3) Si María es verdadero origen de Cristo, Verbo Encarnado, pero no es explicación completa de su ser corporal, quiere decir que hay un acto absolutamente único que está entre la humanidad de María, que es absoluta disponibilidad y completa docilidad, y la humanidad de Cristo, que es completa perfección y absoluta plenitud. Ese acto no tiene paralelo en ninguna otra obra de Dios. Los santos Padres de la Iglesia han expresado el carácter totalmente único de este acto, el de la Encarnación del Verbo, con palabras muy audaces. En su Sermón 52, por ejemplo, San Anselmo llega a decir: “Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo mediante María.” No hay paralelo a tal prodigio y si algo semejante quisiéramos buscar sólo hay un reflejo distante en la maravilla que es la creación misma del universo. Si nuestra fe afirma que Dios creó todas las cosas “de la nada,” podemos decir que María es “la nueva nada” (por su fe y perfectísima obediencia) que sirve de punto de partida para la “nueva creación,” que es Cristo mismo. Lo cual habla mucho de la santidad única de María pero también dice mucho de la distancia inconmensurable que sigue habiendo entre una creatura y Dios mismo, es decir, entre María y Cristo.
(4) Con ese contexto entendemos la unión y a la vez la distancia entre María y Cristo. Lo cual hace entender que, si bien en un sentido general, como ya se dijo, la humanidad de Cristo tiene origen, aunque no total. en la humanidad de María, no cabe hablar de una continuidad propiamente dicha ni en el ser ni en la corporeidad, entre María y Cristo. Por eso no es un lenguaje exacto decir que la Sangre de Cristo es sangre de María pues ni aún en el caso de los nacimientos según la naturaleza la sangre del hijo o de la hija participa del torrente sanguíneo de la mamá, de modo que a menudo son de grupos sanguíneos distintos.
(5) Tienen razón entonces los predicadores que subrayan la distinción entre la sangre de María y la de Cristo pero se equivocan si al hacer esa diferencia olvidan que el origen de la humanidad de Cristo, también en su corporeidad, requirió del cuerpo y sobre todo del SÍ voluntario de María.