¿Puede redimirse la mancha que deja el pecado?

Estimado Fray Nelson. Cómo expían y cómo se reparan los pecados durante la vida? Entiendo que aún confesados queda la macha del pecado en nuestra alma. Puede redimirse esa mancha? Cómo? Agradezco su explicación. — M.C.

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El pecado contiene siempre en sí mismo un rechazo, mayor o menor, a Dios. Y como Dios es el sumo bien, el pecado necesariamente trae mal, devastación, desgracia y muerte a la vida del hombre.

Pero es necesario entender que estos males son diversos y que por eso son también diversas las formas como nos libramos de ellos.

Podemos clasificar los daños del pecado en cuatro grupos:

1. La CULPA: es el daño más grave y en cierto sentido el primero. Consiste en la deformación o torcimiento de la voluntad, que por ese acto se aparta de Dios. El daño de la culpa no es solo para un instante. Pensemos en un auto que va por una ruta muy larga y en un momento dado hace un giro que no debía. Si no toma después una serie (que puede ser larga) de acciones, jamás volverá al camino correcto. De modo ordinario, la culpa se sana con la gracia propia del sacramento de la confesión. La culpa es personal e intransferible.

2. La PENA EN SÍ MISMA: podemos entenderla como el conjunto de las consecuencias de nuestros pecados, primero en nosotros mismos y luego en otras personas. La pena SÍ es transferible porque las irresponsabilidades o pecados de algunos efectivamente afectan a otros. Pensemos en un papá irresponsable que echa a perder el patrimonio de la familia. La pena en sí misma se corrige a través de la “penitencia” que recibimos al confesarnos. Esto vale particularmente cuando se trata de resarcir o reparar daños causados a otras personas.

3. La PENA TEMPORAL: es el daño que causa el pecado en el conjunto de la sociedad o la historia humana, y que en cierto momento se sale completamente de nuestro control o dominio.Pensemos en la persona que ha escrito un libro antireligioso. Aunque la persona lograra recoger todas y cada una de las ediciones y copias de ese libro, las ideas ahí expresadas seguirán retumbando y haciendo daño, incluso por siglos subsiguientes, incluso si ese autor, arrepentido, se ha confesado y ha cumplido su penitencia. La pena temporal excede a las capacidades humanas y solo puede ser vencida por una sobreabundancia de gracia que fluye del Cuerpo de Cristo en razón de los méritos de los santos, particularmente los mártires. Esta es la fuente de la que proviene el valor de las INDULGENCIAS, y son estas la única respuesta suficiente con que cuenta la Iglesia para rescatarnos del peso de la pena temporal. Esto vale en particular para la indulgencia plenaria.

4. El afianzamiento de los MALOS HÁBITOS: cada pecado, en cuanto acto libre, crea o fortalece una tendencia, más o menos fuerte, en quien lo realiza. Aunque cese el pecado y sea perdonado, puede quedar una mala tendencia en la persona para recaer en lo que alguna vez hizo. Por supuesto, este afianzamiento negativo es parte de la “pena en sí misma” pero es bueno tratarlo en particular por la estrecha relación que tiene con la concupiscencia, que es esa especie de tendencia preferente por lo malo, si es fascinante, que por lo bueno, aunque sea bien conocido, si es arduo. La respuesta a los malos hábitos es compleja y requiere claridad en la vida moral, ejercicio prologado en la virtud y vigilancia de nuestra conciencia.

Si nosotros emprendemos con empeño, fiados y fieles a la gracia de Dios, el camino de respuesta a estos males, nuestra vida se va limpiando y sobre todo: se dispone cada vez mejor para acoger y vivir los dones del Espíritu Santo.

¿Tiene “poder” la Virgen María?

¿Es correcto, sí o no, decir que la Virgen María tiene poder? — L.S.

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El poder es un atributo divino, como la sabiduría, la bondad o la belleza. Dios ha querido compartir de sus atributos e incluso de su naturaleza en nosotros (véase 1 Pedro 2,14). Esto quiere decir que nosotros, cada uno de nosotros, participa en algo del poder de Dios, aunque de diversas maneras, así como participamos de su bondad, en algún grado, y de su hermosura, en algún grado.

Por supuesto, la participación en los atributos de Dios no está desconectado de la participación en todo su ser. Dicho de otro modo: Dios no nos da de su poder sin darnos también de su sabiduría, su compasión y de todos sus demás atributos, que en Él son sencillamente inseparables. Por consiguiente, “tener poder” no es algo así como se dice en las historietas de super-héroes que ellos tienen “poderes” que al fin y al cabo usan según su gusto (o capricho). El poder “caprichoso” ya no es poder genuinamente de Dios.

Esto implica que la abundancia del don de Dios irá en proporción al uso sabio de los dones que Él nos comunique. Cuanto mayor es la santidad de una persona, mayor será la prudencia, oportunidad y misericordia que tendrá al administrar el “poder” que Dios le haya dado. Ejemplo: existe el poder de influir en otras personas. Un inmaduro usará torpemente ese don y caerá en capricho o egoísmo. Un santo usará ese mismo poder como un auxilio portentoso para extender el reinado de Cristo.

De esta clase es el “poder” que tiene la Santa Virgen María. Como todos nosotros, Ella también participa, y en altísimo grado, de los dones de Dios. Y como su santidad es extraordinaria y de todo punto de vista eminente, Ella usa de lo que Dios le conceda con altísima sabiduría y preciosa compasión.

Nota breve sobre el artículo de la revista Science sobre el llamado gen gay

Saludos Fray. Te envío una publicación de Science (la del “gen gay”), sin mis comentarios, esperando los tuyos. — E.B.

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Te resumo mi opinión: Es un artículo muy importante que sin embargo muestra mucho miedo. En cualquier otra área de la ciencia, un nivel de resultado de correlación no mayor “entre el 8 y el 25%,” que según los mismos autores “impide hacer predicciones sobre las preferencias sexuales” indicaría solamente una conclusión: No hay causa genética establecida para el comportamiento homosexual.

Pero el artículo trata de no sacar esa conclusión porque de ella se seguiría otra conclusión obvia: si no “se nace” gay entonces las personas básicamente “se vuelven” gays, y de ello surgen otras tres consecuencias, que sin embargo son extremadamente impopulares en el ambiente cultural actual:

1. Un ambiente severamente cargado de celebración de lo homosexual puede favorecer el comportamiento homosexual.

2. Quienes estén más cerca de los niños tienen mayores deberes y derechos en cuanto al ambiente que debe rodear a los niños porque queda claro que el ambiente o la crianza van a determinar entre el 75 y el 92% de lo que suceda con ellos.

3. Si se admite el “derecho” de una persona a volverse gay, o elegir ese tipo de vida y comportamiento, es de rigor admitir el derecho de un gay a buscar las ayudas que considere oportunas para dejar esa forma de vida.

Que no te confunda la meditación zen

“La Conferencia Episcopal Española ha publicado la nota doctrinal titulada «`Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo´ (Sal 42,3). Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana», en la que, entre otras cuestiones, advierten contra determinadas prácticas incompatibles con la fe católica…”

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¿Dios tiene una misión para cada uno de nosotros?

Te tengo una pregunta, fray: Dios nos eligue a TODOS para una misión ESPECIAL o especifica ? Como se q esa es la mision encomendada? — T.C.

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Dios no juega ni a las adivinanzas ni a las escondidas con nosotros. Nos habla de muchas maneras y, de manera ordinaria, la respuesta fiel que le damos en un paso abre el camino para que podamos descubrir su querer en el siguiente paso. Así sucedió con Abraham. Observemos que, hablando metafóricamente, Dios no le dio las coordenadas del GPS de la “meta” sino que le dijo: “yo te mostraré…” Así es Dios con nosotros: cada día nos va dando la luz necesaria para ese día, así como cada día nos da el pan “de cada día.”

De nuestra parte, hay cosas que podemos hacer para escuchar con mayor frecuencia y sobre todo, con mayor fidelidad y profundidad al Señor:

1. Educar nuestra conciencia y vivir, con la ayuda del Señor, en su gracia y en su amor.

2. Hacer oración frecuente, no para centrarnos en nuestros deseos y en nuestras preguntas, sino para conocerle, agradecerle sus bienes y alabarle. La adoración hace mucho tiempo porque nos dispone para ser instrumentos de su bondad.

3. Escuchar a menudo su Palabra, de modo que su pensamiento y sus planes entren en nuestro corazón como por “ósmosis” y configuren nuestro modo de tomar opciones.

4. Mirar el ejemplo de los santos, no para repetir como fotocopias lo que ellos hicieron, sino para dejarnos inspirar por sus grandes virtudes: su amor, su valentía, su generosidad, su disponibilidad, su humildad.

5. Escuchar con serenidad nuestro propio corazón y ver los frutos que damos en los esfuerzos e intentos que hacemos. Allí donde veamos mayor y mejor fruto, y allí donde el corazón vaya encontrando paz, alegría, camio abierto, seguramente nos está hablando el Señor. No es único ni el primer criterio pero también cuenta, claro que sí.

¿Cuál era el propósito de la circuncisión?

Pregunta: ¿sabemos cuál es la razón por la cual Dios le pide al pueblo de Israel que sus varones sean circuncidados? Hay algo más allá de las razones sanitarias? — S.M.

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De hecho, no estamos seguros de que las razones “sanitarias” o incluso de salud hayan tenido un papel real en el inicio de la práctica judía de la circuncisión. La Biblia es extremadamente sucinta en este punto: lo único que nos cuenta es que Dios ordenó a Abraham esta práctica (siglo XVIII antes de Cristo); está en Génesis, capítulo 17:

10. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

En Éxodo 12,44, Levítico 12,3, y otros textos propios de la Ley Mosaica se refrenda ese mandato divino, sin dar explicación alguna fuera de la relación con la alianza: el varón circuncidado lleva en su carne una señal permanente de “pertenencia” a Dios. De varios hombres importantes en los relatos del Nuevo Testamento se dice expresamente que fueron circuncidados: Jesucristo (Lucas 2,21); Juan, el Bautista (Lucas 1,59); San Pablo (Filipenses 3,5); Timoteo (Hechos 16,1-3). Por otra parte, hay una excepción en otro discípulo de Pablo: Tito (Gálatas 2,3).

El mismo Pablo relaciona la circuncisión solamente con la alianza antigua y la práctica de toda la Ley de Moisés, de modo que quien pone su esperanza en la circuncisión, y por tanto, en la práctica de la Ley, se ha apartado de Cristo (Gálatas 5) :

2 Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. 4 De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia. 6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.

Hay un último pasaje bíblico que tiene una cierta diensión de profundidad o misterio sobre este tema. En Juan 7 se habla de una curación que Cristo realiza en día sábado. Al ser reprochado por sus adversarios, que le acusan de “trabajar” en sábado, el Señor Jesús responde:

21 —Hice un milagro y todos ustedes han quedado asombrados. 22 Por eso Moisés les dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas, y aun en sábado la practican. 23 Ahora bien, si para cumplir la ley de Moisés circuncidan a un varón incluso en sábado, ¿por qué se enfurecen conmigo si en sábado lo sano por completo?

Que yo conozca, es el único texto bíblico que relaciona de algún modo a la circuncisión con una especie de “sanación.” Como que aquello que la circuncisión empezaba, “sanando” algo en la sexualidad del varón, luego lo completa Cristo, “sanando” al hombre entero. En la misma línea puede ir aquel texto del capítuo 1 de San Juan, referido a los que han llegado a la fe:

12 Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Juan 1,12-13).

La expresión “voluntad de la carne… voluntad del hombre…” alude directamente al deseo sexual del varón. Volviendo al pasaje de Juan 7, es como si Cristo dijera: “la circuncisión mandada por Moisés sanaba en algo al hombre, poniendo el señño de la alianza en el centro de sus deseos, de modo que tofdo en el hombre esté sometido a la alianza con Dios; pero ahora he venido yo, y conmigo la posibilidad de que todo en ustedes sea sanado y restaurado e plena alianza con Dios.” Creo que hasta ahí nos permiten llegar los datos que nos ofrece la Escritura.

¿Niveles de paternidad en Dios?

Fray, ¿hasta qué punto es correcto hablar de los niveles de paternidad de Dios? Cuando se habla de Dios padre de Jesus, Dios padre de los cristianos y el Dios padre creador de todo lo que existe? – R.G.

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En general las expresiones sobre “niveles” resultan inadecuadas en todo lo que atañe a Dios y sus atributos. La razón básica es que Dios es infinito en sus cualidades y sus dones y por eso termina siendo contradictorio ponerle límites como serían los niveles.

Lo que puede cambiar, en cambio, es _nuestra experiencia_ de esos dones sobreabundantes que están en Dios. Así por ejemplo, una santa como teresa del Niño Jesús tenía una experiencia muy, muy intensa de Dios como Padre; lo mismo podríamos decir de un santo como Francisco de Asís. Un católico “promedio” sabe menos y vive menos esta realidad bendita.

Coincidencias

Padre Medina: Hay acontecimientos que se han repetido en mi familia en ciertos años, con una precisión de fechas que me hacen suponer que estamos sometidos a algún tipo de maleficio o maldición. ¿Cómo puede uno saber si es asi? –D.H.

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El criterio general de la Iglesia es> lo que puede ser explicado por medios naturales no reclama una explicaci[on sobrenatural. Hay estudios estadísticos y probabilísticos que ayudan a aclarar situaciones como las que ustedes han vivido.

La idea fundamental es esta: hay eventos que son muy poco probables pero su baja probabilidad no significan que no le sucederán a nadie sino que sucederán en un reducido número de personas. Es evidente que esas personas, precisamente porque son minoría, buscarán una respuesta a la pregunta: “¿por qué a mí?” Pero si uno mira el conjunto de la población se da cuenta que CUALQUIER otra persona a la que le hubiera sucedido el mismo evento o coincidencia preguntaría lo mismo.

Con las coincidencias, lo mismo que con los eventos muy inusuales, sucede lo mismo, y en ambos casos la búsqueda de una explicación suele conducir a la afirmación de entidades sobrenaturales. No necesariamente es el caso, y de hecho, cuando entran fechas, las cosas son mucho más aleatorias. Por ejemplo: coincidencias numéricas en el calendario gregoriano no lo son en un calendario lunar.

Imagina un grupo amplio de población (por ejemplo, un cajón grande con bolitas blancas) e imagina que llegan eventos extraños o desagradbles (por ejemplo, representados con dos o tres bolitas negras). Suponte que arrojas esas bolitas negras en el cajón y sacudes bien. Al final, esas bolitas quedarán en contacto con algunas de las blancas. No importa las que sean, ellas se preguntarían: ¿por qué esto me TOCA a mí? Así hacemos nosotros con lo inusual o lo desafortunado en la vida.

Los matemáticos han demostrado (yo lo he sido) que prácticamente en CUALQUIER vida es posible encontrar coincidencias, positivas o negativas, algunas de las cuales atrapan nuestra atención porque llegamos a conocerlas, mientras que otras no.

Lo grave no es eso. Lo grave es si damos demasiado peso a esos factores, y olvidamos que nuestras vidas están en primer lugar bajo el poder del amor de Dios.

Dar demasiado poder a las coincidencias llega a ser prácticamente una especie de superstición.

¿Debe prohibirse a los fieles levantar sus manos en el Padrenuestro?

Padre Nelson, me han dicho que ustedes cómo consagrados levantan las manos a Dios en misa, y nosotros no debemos hacerlo y menos en el Padrenuestro. ¿Dónde puedo investigar esto? –M.Z.

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No hace mucho, un sacerdote amigo, de la Argentina, escribió un texto que es muy educativo y completo, según mi opinión, sobre este tema, y otros relacionados. El nombre de él es P. Leandro Bonnin, y lo que sigue es de su autoría:

SOBRE LOS GESTOS DE LOS FIELES EN LA MISA.

Me parecía interesante puntualizar algunas cosas:

1. Las normas referentes al modo de conducirse durante la Misa están contenidas fundamentalmente en un documento llamado “Instrucción general del Misal Romano“.

Ese documento es de vital importancia, y realmente indispensable para hablar con propiedad sobre todo lo que tiene que ver con la liturgia de rito latino en la Iglesia Católica.

También es una lectura recomendable el documento Redemptionis sacramentum, publicada un año después.

2. En el primero de los documentos citados se habla abundantemente de las diferentes posturas y el modo en que los SACERDOTES deben colocar sus MANOS durante la celebración: si juntas, si extendidas, si elevadas, etc.

Por el contrario, en ningún lugar de dicho documento se establece que los FIELES deban asumir o no puedan asumir alguna determinada postura o actitud con sus MANOS. Por lo tanto, las frases “levantar las manos corresponde solo al sacerdote” y “tampoco hay que agarrarse las manos con la persona de al lado” no son citas textuales ni paráfrasis de este documento.

Tampoco existe la frase: “las formas correctas de poner las manos son…” Es importante verificar la solidez de una afirmación antes de compartirla…

3. Habiendo aclarado que los documentos nunca se refieren en sentido estricto a la postura de LAS MANOS (sí hay referencias específicas al estar de pie, sentados, etc), hay un punto en el cual se habla en general de los GESTOS y POSTURAS CORPORALES:

“42. Los gestos y posturas corporales, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del PUEBLO, deben tender a que toda la celebración resplandezca por el NOBLE DECORO y por la SENCILLEZ, a que SE COMPRENDA EL SIGNIFICADO verdadero y pleno de cada una se sus diversas partes y a que se favorezca la PARTICIPACIÓN de todos.
Así, pues, se tendrá que prestar atención a aquellas cosas que se establecen por esta Instrucción general y por la praxis tradicional del Rito romano, y a aquellas que contribuyan al bien común espiritual del pueblo de Dios, más que al deseo o a las inclinaciones privadas. La UNIFORMIDAD de las posturas, que debe ser observada por todos los participantes, es SIGNO DE UNIDAD de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes”.

4. ¿Cómo aplicar esos principios a la cuestión concreta de las manos en el Padrenuestro?

Es evidente que no podemos interpretarlas en un sentido estrictísimo, lo que nos llevaría, por ejemplo, a pretender que todos tuvieran las dos piernas extendidas -y no una extendida y la otra flexionada- al estar de pie; a que cuando estemos sentados todos tengamos las rodillas juntas o separadas o ambos pies en el suelo con las plantas apoyadas y con la espalda en el respaldo; o que cuando nos arrodillamos todos tengamos los codos en el reclinatorio o sólo las manos… o si hay que estar toda la Misa con los ojos abiertos o los podemos cerrar… eso es imposible y de ningún modo necesario. Ese mismo criterio estrictísimo nos llevaría a negar -por ejemplo- que alguien pueda sonarse la nariz o taparse la boca al estornudar, porque estaría rompiendo la uniformidad.

También es evidente que tampoco se debe interpretar en un sentido excesivamente amplio, amparados en la referencia a los “sentimientos de los participantes”. Uniformidad es uniformidad, aunque también es bueno precisar que se refiere de modo más explícito a las posturas, sin mencionar los gestos.

Al no establecer indicaciones precisas sobre las manos de los fieles, podemos entender que hay que evitar los gestos que de modo ampuloso y desproporcionado “rompan” la unidad de la asamblea. Esto podría suceder si alguien, por ejemplo, levantara sus brazos de tal modo que obstaculizase la visión del que está detrás o fuera motivo de su distracción. Pero si a alguien le ayuda en su devoción colocar sus manos con las palmas hacia arriba expresando súplica confiada sin distraer a los demás, no hay motivo para impedirlo ni disuadirlo.

En relación al tomarse de las manos, está claro que salirse del propio banco para ir dos o tres adelante o atrás implica un desplazamiento que no corresponde con el momento celebrativo. También está claro que deberían excluirse los modos de “tomarse de las manos” más propios de ambientes de amistad o del deporte. Pero considero que si -por ejemplo- una familia que participa en Misa desea hacer el Padrenuestro tomándose discretamente las manos y sin desplazarse de su sitio… de ningún modo altera el desarrollo de la celebración.

Es evidente que así como no están prohibidas -observada la debida mesura- tampoco están mandadas, y por lo mismo a nadie se debe ni se puede obligar a hacer estos gestos.

Debemos evitar a toda costa que la Liturgia se transforme en un “campo de batalla” entre diferentes visiones, y para ello es preciso leer e interpretar con equilibrio las disposiciones del magisterio.

5. Por último, leyendo algunos artículos sobre este tema, encontré que para muchos estos gestos son negativos por expresar “sentimentalismo” y porque “la unión con Dios pasa por el alma, no por el cuerpo”. Creo que debemos estar atentos a planteamientos así, que pueden alejarnos de la visión unitaria del ser humano que subyace en nuestra fe -el sentimiento forma parte de nosotros y también “va a Misa”- así como una visión un poco gnóstica y dualista que relativiza la importancia del cuerpo.

Que con la mente, el corazón y el cuerpo honremos al Dios Uno y Trino como es debido y él se merece, en unión con María y la Santa Iglesia.

¿”Que los muertos entierren a sus muertos”?

Querido y santo pastor: He meditado bastante sobre su clara postura frente a este pasaje del Evangelio, y sinceramente siento que no es eso lo que el Maestro nos quiso enseñar.

Usted dice que hay que “entender bien” estas palabras de Jesús (“Deja que los muertos entierren a sus muertos”), como que el aspirante pedía el tiempo necesario para acompañar a su padre mientras le quedaba vida; pero de la traducción del mismo texto que acompaña su homilía se entiende inconfundiblemente otra cosa: “Déjame ir PRIMERO a enterrar a mi padre”, deja claro que el padre acaba de morir; de lo contrario la frase sería algo así como “permíteme acompañar a mi padre en sus últimos días antes de venir contigo”. Todos sabemos lo claro y puntual que es Jesús cuando hay que serlo; son los protestantes los que siempre encuentran una nueva forma “iluminada” de entender cada cosa que dice la Biblia, para luego “explicárnosla” (por supuesto, a su conveniencia).

Estoy convencido (hay otras frases parecidas de Jesús que corroboran esto) que Nuestro Señor en este pasaje está haciendo hincapié en lo RADICAL que tiene que se tiene que ser para seguirlo a Él. Nada, NADA, ni siquiera un compromiso tan humanitario como ése, debería distraernos de LA llamada. Ni la natural inclinación a amar y ser amado como hombre; ni la aspiración legítima a procrear; ni la necesidad de pertenencia a grupos de afirmación, como lo son los amigos. NADA. Ni siquiera un hecho tan crudo como el relativamente corto tiempo que se necesita para las exequias de un padre. Porque ese momento de distracción podría significar el perder la GRAN oportunidad. Porque la predisposición o las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro. Pero, por sobre todo, porque el TESORO que en ese momento se nos muestra accesible, es de tal valor que NADA, NADA, NADA debería perturbarnos de abrazarlo para no soltarlo jamás.

— C.D.

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Como no disponemos de suficientes datos de lo que estaba sucediendo exactamente en el momento de la escena del Evangelio a la que te refieres, debemos apoyarnos en suposiciones razonables. Es lo que haces y es lo que yo puedo hacer. La suposición tuya es que la radicalidad tiene el primer lugar y que ese hombre tenía a su papá recién fallecido. La suposición mía, y de muchos otros, es que Cristo no se refiere al caso de un muerto reciente sino que le dice a este hombre que no espere a que su papá muera, que puede ser mucho tiempo. Voy a llamar “literalista” a tu interpretación, y llamaré “contextual” a la que yo defiendo.

En favor de tu tesis está el hecho de que vemos a Jesús exigir de manera radical a sus discípulos que sean resueltos y que no aplacen su decisión por Cristo y por el Evangelio. Pero aquí hay también un punto que va en contra de tu interpretación literalista. En efecto, casi sin excepción, cuando Cristo exige radicalidad usa un lenguaje que claramente no es de interpretación literal. Por ejemplo, nos invita a cortarnos las manos o a sacarnos los ojos, si ellas o ellos son ocasión de pecado (Marcos 9). Claramente esos textos son “radicales” en su exigencia pero no son literales en su formulación.

También cuando Cristo se refiere a su propia radicalidad usa un lenguaje que no es literal. Por ejemplo, dice que “no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mateo 8,20) pero por otra parte los mismos Evagelios nos dicen que durante un tiempo “se estableció en Cafarnaúm” (Mateo 4,13), y también sabemos que se hospedaba en casas de amigos (como Martha, María y Lázaro), y recibía invitaciones a cenar o a hospedarse. Es evidente de ue su expresión de que no tenía dónde reclinarse muestra una condición de desprendimiento pero que no por ello deberíamos mirar a Cristo como una persona simplemente “sin techo.”

La conclusión de esto es que comprender la radicalidad no es lo mismo que aplicar literalidad. No se ve entonces una razón inmediata para decir que aquel hombre tenía al papá muerto y que Jesús le dice que se desentienda del funeral. Sobre todo porque la expresión “que los muertos entierren a sus muertos” TAMPOCO puede ser enetendida en sentido literalista, obviamente.

Por último, notemos los rasgos de compasión y profundo sentido de comprensión de Cristo frente al misterio de l amuerte y frente al duelo que le sigue. Jesús trata con amor y guarda la privacidad y decoro frente a aquellaspersonas que están padeciendo un duelo. Su expresión en estos casos nunca es ruda ni seca sino compasiva y comprensiva. Así es ante el caso de la hija de Jairo (Marcos 5) o ante el fallecimiento por enfermedad de Lázaro (Juan 11). Sería incomprensible que ese mismo Jesús le privara a aquel hombre del funeral de su padre sobre todo por el hecho de que enterrar a los muertos era una obra de misericordia claramente reconocida porla Escritura (véase el libro de Tobías).

Todo esto nos hace suponer que Cristo alude al hecho de que no debe esperar este hombre hasta que su padre muera. El hecho de que diga “déjame ir PRIMERO a enterrar a mi padre” sólo indica una sucesión temporal: “que primero suceda la muerte de mi padre y solo entonces, después, vendré a seguirte.” Lo de la palabra “primero” únicamente está indicando esa sucesión temporal en los hechos.

En resumen, creo sinceramente que una interpretación contextual responde mejor al propósito del pasaje evangélico que cmentamos.

Sobre los placeres físicos y los espirituales

Buenas noches Fray Nelson. Esperando esté ya bien de salud. Y bueno, no pocos católicos relacionan los éxtasis de santos con “orgasmos” espirituales. Si pudiera aclarar este punto. Saludos desde Méjico.

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Hay un parecido y muchísimas diferencias; tantas, que la comparación, lejos de ilustrar, desorienta y conduce a comentarios o imágenes morbosas, cínicas, superficiales o blasfemas.

El leve parecido está en que en ambos casos hay una intensidad de alegría y gozo parece haber una comparación. Las diferencias, en cambio, son notables son muchas:

1. El placer físico puede darse aún en contra de la moral, y por tanto, de Dios mismo. Imposible y absurdo si se trata del gozo espiritual.

2. El placer puramente físico obnubila la mente; jamás en el caso del gozo en Dios.

3. El solo placer físico tiende a la idolatría, si no se toman las medidas necesarias; por supuesto: no tiene nada que ver con la alegría que viene del Espíritu Santo.

4. El placer físico absorbe de tal manera la atención que a menudo cambia las priridades y altera la escala de valores de la persona. Jamás en el ámbito realmente espiritual.

5. El placer físico tiene su fin propio más allá de él mismo, en el acto de generación, con lo que se ve que tiene más carácter de medio que de fin; exactamente lo opuesto sucede en el gozo espiritual.

6. El placer puramente físico encierra a la persona en sí misma, y en el caso de una pareja, la encierra en su intimidad, de modo que por supuesto no quieren ni deben compartirlo; todo lo contrario sucede en el ámbio del Espíritu.

7. El solo placer físico produce tarde o temprano hastío y vacío; jamás en el caso del placer realmente espiritual.

¿Dios prueba o no prueba?

La palabra de Dios en el AT dice, en el salmo [en realidad, es Eclesiástico, cap. 2]: hijo si quieres seguir a Dios prepárate para la prueba; pero el NT dice en el libro de Santiago que Dios no pone pruebas… Gracias por su tiempo Dios le bendiga — J.J.

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Sucede que hay dos maneras o dos sentidos asociados con el verbo “probar.” Siguiendo una comparación del Papa Francisco, se puede decir que una manera, que es negativa, es el probar como “empujar,” algo así como: “miremos a ver si aguanta” o también: “comprobemos a ver si lo que este dice es cierto.” La otra forma de probar es “conocimiento.” Por ejemplo, cuando un entrenador lleva a un atleta al máximo de su esfuerzo para que conozca su límite, corrija errores, y mire cómo puede mejorar. La Biblia nos da varios ejemplos de estos dos tipos de prueba.

El ejemplo más claro que conozco de la prueba-empujón está en el Libro de la Sabiduría 2,17-20. Los impíos y cínicos se sienten fastidiados por la presencia del justo, que es fiel a Dios, y entonces hablan de esta manera: “Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos. Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.”

El ejemplo más claro que conozco de prueba-conocimiento está en el Libro del deuteronomio 8,2-3: “Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor.”

Cuando la Carta de Santiago dice que “Dios no prueba a nadie” se refiere claramente a la prueba-empujón, porque el contexto es de poner tentaciones en el sentido de trampas, de modo que nadie llegue a decir: “Es que Dios me hizo pecar…” Cuando el Eclesiástico dice: “prepárate para la prueba” es porque vendrán dificultades en ellas conoceremos quiénes somos y cómo es Dios grande para ayudarnos.

En resumen, Dios, según ve que necesitamos, nos pone en el camino de la prueba-conocimiento pero nunca en el de la prueba-empujón.

Gracia santificante e Inhabitación Divina

La Gracia Santificante es un don de valor inapreciable pero es distinta a la Divina Inhabitación trinitaria; ¿podría de manera sencilla hablarme de las diferencias y por qué Se dice que la Divina Inhabitación vale más que la Gracia Santificante? — E.P.

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La palabra “gracia” aplicada a nuestro camino en la fe, significa la obra que Dios, por propia iniciativa, y en razón de los méritos de Cristo, hace en nosotros, transformándonos real y verdaderamente, de modo que pasemos de ser sus enemigos a ser sus amigos y aún más, sus hijos muy amados.

En un sentido general, debemos decir que la gracia santificante hace toda la obra que va desde el perdón hasta la más alta santidad, pasando por la renovación interior, la comprensión de la palabra divina, la fecundidad espiritual en las obras buenas, el ejercicio de los dones del Espíritu Santo, y la estrecha unión con la voluntad divina: todo esto es lo que significa que la gracia es “santificante.” En ese sentido, la gracia llamada santificante es, en sentido amplio, la garantía del obrar del Señor, que así nos conduce hasta la total unión con Él.

Pero la expresión “gracia santificante” se suele utilizar en un sentido más limitado para denotar particularmente el reencuentro con la amistad divina y la recuperación del camino que nos conduce por su voluntad. Es sobre todo lo que sucede en el sacramento de la confesión, que, como se dice, nos comunica la gracia cuando no perdona y renueva. Este sentido más reducido de la gracia santificante se concentra entonces en el perdón y en la obra de la justificación que restaura la amistad con Dios.

Hay entonces dos sentidos comunes de la expresión “gracia santificante”: el sentido GENERAL alude a todo el camino de conversión y santidad, hasta la gloria del Cielo; el sentido PARTICULAR se concentra en la obra del perdón y la recuperación de la amistad con Dios.

Por otro lado, la Inhabitación Divina se refiere a la acción continua del Espíritu Santo en nosotros haciendo que todo nuestro ser, interior y exterior, sea cada vez más acorde con el plan de Dios para nosotros. Es como si Dios nos estuviera esculpiendo y modelando interiormente.

Si uno compara el sentido GENERAL de gracia santificante con la Inhabitación Divina, uno ve que estamos hablando de lo mismo: Dios obrando en nosotros y con nosotros en ruta hacia la plena santidad.

Si uno en cambio compara el sentido PARTICULAR de gracia santificante con la Inhabitación Divina, uno ve que la Inhabitación se refiere a una obra más extensa y profunda, y en ese sentido algunos dirán que es mayor el contenido de la Inhabitación Divina.

¿Cómo prepararse mejor para Pentecostés?

Varios amigos nos han pedido materiales para formarse y para preparar la fiesta de Pentecostés. Queriendo dar una respuesta, comparto las siguientes listas de reproducción de videos.

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Madurez en el Espíritu
https://www.youtube.com/playlist?list=PL3BBD4B59586AD999

Renuévame con espíritu firme
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pezoWBa7aUUnBZiIzxD63eU

Preparar Pentecostés con la Virgen María
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pf7hGomRWrd4SagHvkEsXSR

Unción de Cristo y del cristiano
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pdtLvuMZQzDRpgkjFLhRXW0

Por qué necesitamos el Espíritu Santo
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pfTq9RWDbMIIzK-jw_hnzDc

Conocer y vivir el poder del Espíritu Santo
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pd9JEVDnw-Z2q5OGr4n0g5k

Contraste y riqueza de la obra del Espíritu Santo
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pfp_Tm6ugOy5MaiZJ5mC_bR

Conoce al Espíritu Santo por sus obras
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pezXFsGz3-7xTM-3XgglGUw

La gracia del Espíritu Santo
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pclCeqqFQyUFA-mR4vAEYxU

Cuatro enseñanzas sobre el Nuevo Pentecostés
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pdNS6xtJHqUkrNeBoVJUVfW

El don y los dones
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pfg4GWadmPXOUAWnriDn8xV

Renovados por el Espíritu como la Virgen de Chiquinquirá
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pdTcAum5vSx3Oghx2VCeT_d

Discípulos con la unción del Espíritu Santo
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8peNfzZ1xeV0OvghBVp8Nmcc

Preguntas sobre la Resurrección

Con honestidad le pregunto, y por favor no me tilde de racionalista, solo busco sensatez. ¿Por qué el testimonio de un grupo hace 2 mil años se considera válido, y hoy se rechaza el de mormones, musulmanes o cualquier otra religión o sectas cuyos adeptos también dan la vida por lo que creen y están absolutamente convencidos de ello? Otra cuestión: El cuerpo humano sólo sirve y está adaptado para vivir en una pequeña franja de la atmósfera terrestre, fuera de ella no tiene razón de existir, ¿dónde está hoy Jesús resucitado? ¿ascendió mágicamente a otro planeta o está vagando por alguna parte del universo?, ¿hacia dónde ascendió su cuerpo espacio-temporal? Si ascendió una forma distinta, entonces no hubo resurrección del cuerpo físico. Si el “cuerpo glorioso” es otra cosa, entonces no es resurrección del cuerpo, sino transformación en otra cosa distinta al cuerpo, fuera del espacio-tiempo. Por último, ya está el planeta súper poblado, ¿se imagina si todos resucitamos? ¿realmente a alguien sensato le interesa resucitar?, ¿para que? Gracias? –A. Báez.

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1. La razón para considerar válido un testimonio de hace 2000 años no es obviamente porque tenga 2000 años, ni porque tenga 2 o tenga 20. El tema de los años es irrelevante.

Tampoco tiene importancia, en términos absolutos, el hecho de que haya gente dispuesta a morir por ideas o creencias. Hay que revisar si tal disposición es fruto de simple fanatismo o no. La manera de vivir, como ciudadanos honestos y razonables, de tantos cristianos mártires de aquellos primeros siglos; el hecho de que no buscaron guerra de religión contra otros; la capacidad argumentativa que muestra que eran gente de razones y no solo de emociones: todo esto obliga a considerar forzado y arbitrario hablar de fanatismo. Simplemente las señales de fanatismo no están.

En cuanto al testimonio central, es decir, que Jesucristo, el Crucificado, ha resucitado, ninguna explicación alternativa se ha podido presentar al hecho de la tumba vacía. Si tenemos en cuenta que para las autoridades religiosas judías de la época era muy importante desprestigiar la resurrección, también podemos imaginar cuánto empeño pusieron en demostrar que el Señor no había resucitado. Cualquier prueba clara que hubieran tenido la hubieran exhibido en todas partes como medio muy eficaz de asfixiar y detener el mensaje cristiano que ellos detestaban. Pero tal cosa no pudieron hacer. Es difícil suponer que había un cadáver corrompiéndose y que las autoridades judías, que además eran muy amigas del procurador romano, no fueron capaces de hacer algo al respecto, teniendo en cuenta las tremendas implicaciones que esto tenía para ellos.

Tampoco se puede argumentar que hubiera credulidad por parte de los apóstoles porque resulta que los mismos textos que hablan a favor de la resurrección real y física del Señor muestran que ellos no querían creer y no podían creer algo así. No eran gente crédula ni ingenua; no eran gente de especulaciones literarias sino hombres de trabajo duro y vida cercana a las realidades concretas de la vida, incluyendo el hecho irreducible de la muerte. Cuando las mujeres les hablan de resurrección ellos simplemente descartan ese testimonio. La resurrección física no era algo que ellos esperaban, deseaban o les convenía. Más bien lo contrario: predicar la resurrección implicaba persecución, cárcel y la muerte, como pronto sucedió a los mismos apóstoles. No hay ninguna explicación alternativa convincente y razonable de por qué ellos empezaron a predicar que Cristo estaba realmente vivo, fuera del hecho de que el mismo Señor había convencido con la realidad de su presencia a aquellos hombres prácticos, terrenales y razonables.

Quienes recibieron el testimonio vigoroso y firme de aquellos apóstoles experimentaron la fuerza necesaria para hacer comunidades en que el Evangelio se hacía realidad, aunque siempre con limitaciones. Sabían que aquellas comunidades habían nacido del primer anuncio y se enorgullecían, en el buen sentido, exactamente de eso: su origen en la predicación de los apóstoles. Su fe en el conjunto de aquella predicación provenía de las razones que he expuesto en los párrafos anteriores.

2. En cuanto a la realidad actual del cuerpo del Resucitado, debemos entender muy bien que la resurrección del Señor no es un retorno a la vida presente. Es evidente que en la vida presente los cuerpos humanos tienen las condiciones de supervivencia que tú describes: tales temperaturas, tal presión atmosférica, etc. Pero la resurrección no es prolongación de esta vida sino un modo de vida distinto que solo conocemos a partir de relatos como los que nos cuentan las Escrituras. Por supuesto, alguien podría decir que no cree esos relatos pero, para ser razonable, esa persona debe ofrecer alguna explicación sobre los hechos que cuenta la Biblia, incluyendo lo ya mencionado sobre el cuerpo de Jesús.

Cuando entendemos que la resurrección de Cristo implica otro nivel o forma de vida, también descubrimos que este tiempo y este espacio que conocemos no son necesariamente absolutos. ¿Ese Cristo Resucitado es “otra cosa”? En un cierto sentido, sí, porque claramente muchas de las leyes de la física que aplicamos a nuestros cuerpos físicos no se cumplen en su cuerpo. Pero no es “otra cosa” en el sentido de que carezca de relación con el cuerpo que conocieron los apóstoles. Precisamente la resurrección es asombrosa y fue durante un tiempo imposible de aceptar por ellos porque el mensaje completo es que el mismo que pendió en la Cruz y murió verdaderamente ahora vive verdaderamente. No se trata de otra persona no de otro fenómeno más o menos próximo a las leyes de la naturaleza que conocemos.

3. Por último: si nosotros participamos de la misma resurrección de Cristo, porque participamos de su misma victoria, no hay que suponer problemas propios de esta nuestra realidad corporal actual, como decir, temas de sobrepoblación.

Y de nuevo: si la resurrección fuera continuación de esta vida, caben las preguntas desafiantes que lanzas: “¿Para qué resucitar?” Si por el contrario, la resurrección conlleva una victoria definitiva sobre la muerte, el pecado, y la realidad temporal misma, tiene muchísimo sentido resucitar y entrar en esa forma de vida plena, la que el fondo de nuestro corazón anhela cuando busca una verdad más profunda, un amor más durable y una paz más perfecta.