El Papa promulga la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium” sobre la Curia Romana

“El pasado domingo 20 de marzo se promulgó la nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y al mundo, “Praedicate evangelium”. El texto viene a reemplazar la Carta Magna vigente, “Pastor Bonus”, promulgada en 1988 por Juan Pablo II, y busca plasmar las reformas que impulsa Francisco desde su elección en 2013. Al mismo tiempo, esta nueva Constitución da una estructura más misionera a la Curia para que esté cada vez más al servicio de las Iglesias particulares y de la evangelización…”

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Nuevo ciclo de catequesis del Papa: sentido y valor de la vejez

“El miércoles 23 de febrero, el Papa Francisco comenzó un nuevo ciclo de catequesis “sobre el sentido y el valor de la vejez”. En esta ocasión ha querido poner de relieve la concepción errónea sobre los ancianos que tiene la sociedad occidental actual y cuál debe ser el rol entre jóvenes y ancianos para el florecimiento personal y comunitario…”

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Consideración del Papa Francisco con la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro

“El viernes 4 de febrero de 2022, dos miembros de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, el P. Benoît Paul-Joseph, Superior del Distrito de Francia, y el P. Vincent Ribeton, Rector del Seminario de San Pedro de Wigratzbad, fueron recibidos en audiencia privada por el Santo Padre, el Papa Francisco, durante casi una hora. En el transcurso de la audiencia, el Papa aclaró que institutos como la Fraternidad de San Pedro no se ven afectados por las disposiciones generales del Motu Proprio Traditionis Custodes, ya que el uso de los antiguos libros litúrgicos está en el origen de su existencia y está previsto en sus constituciones…”

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El Papa Benedicto y los abusos denunciados en Munich

¿Qué respuesta oficial ha dado el Papa Benedicto a las acusaciones de complicidad, mentira o encubrimiento que se han levantado recientemente contra él?

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En la primera respuesta preliminar del Papa emérito a raíz del informe sobre abusos en la diócesis alemana de Munich, su secretario personal realizó una declaración de prensa en su nombre. En esa declaración se anticipaba que habría una declaración sobre el dictamen de los expertos. Esa declaración ha llegado en dos modos: por una parte la carta que el Papa Benedicto XVI escribió, y por otra el análisis-respuesta de cuatro especialistas y colaboradores que dejan claras las cosas al bufete de abogados que preparó el informe y acusó sin pruebas a Benedicto XVI. Ofrecemos una traducción al español de este análisis-respuesta. El original fue distribuido en alemán, italiano e inglés.

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En el informe sobre los abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising se afirma que: Joseph Ratzinger, contrariamente a lo que afirma en el memorándum redactado en respuesta a los peritos, estuvo presente en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980 en la que se habló del Sacerdote X. Y se alega que el cardenal Ratzinger empleó a este sacerdote en labores pastorales, aun conociendo los abusos cometidos por él, y encubriendo así sus abusos sexuales.

Esto no corresponde a la verdad, según nuestras comprobaciones:

– Joseph Ratzinger no sabía que el sacerdote X era un abusador ni que fuese agregado en la actividad pastoral.

– Las actas muestran que en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980 no se decidió utilizar al sacerdote X para la actividad pastoral.

– Los documentos también muestran que en la reunión en cuestión no se trató el hecho de que el sacerdote hubiera cometido abusos sexuales. Se trataba exclusivamente del alojamiento del joven sacerdote X en Múnich, porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida. El motivo de la terapia no se mencionó durante la reunión.

Por lo tanto, en la reunión no se decidió emplear al agresor en ningún trabajo pastoral.

En el informe sobre los abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising se afirma que: En cuanto a su presencia en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980, Benedicto XVI habría perjurado a sabiendas, habría mentido.

Esto no corresponde a la verdad, de hecho:

La afirmación en las memorias de Benedicto XVI de que no asistió a la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980 es, en efecto, incorrecta. Sin embargo, Benedicto XVI no mintió ni perjuró a sabiendas: en la redacción de la Memoria, Benedicto XVI contó con el apoyo de un equipo de colaboradores. Este equipo está formado por el abogado Dr. Carsten Brennecke (Colonia) y los siguientes colaboradores de derecho eclesiástico: el Prof. Dr. Dr. Stefan Mückl (Roma), que examinó los documentos en nombre de Benedicto XVI, el Prof. Dr. Helmuth Pree y el Dr. Stefan Korta. Se llamó a los colaboradores porque Benedicto XVI no podía analizar por sí mismo la masa de preguntas en un corto espacio de tiempo y porque el bufete de abogados encargado de realizar el examen formulaba preguntas que hacían referencia al derecho canónico, por lo que era necesario un marco en derecho canónico para la respuesta.

Sólo el Prof. Mückl pudo ver la versión electrónica de las actas, sin poder almacenar, imprimir o fotocopiar los documentos. Ningún otro miembro del personal pudo ver los documentos. Después de que el Prof. Mückl inspeccionara los archivos digitales (8.000 páginas) y los analizara, siguió una etapa de procesamiento por parte del Dr. Korta, que inadvertidamente cometió un error de transcripción. El Dr. Korta señaló erróneamente que Joseph Ratzinger no estuvo presente en la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Por ello, los colaboradores pasaron por alto este error: escribieron que estaba ausente cuando no lo estaba. Confiaron en una indicación falsa, insertada por error, y no preguntaron expresamente a Benedicto XVI si había estado presente en esa reunión. Sobre la base de la transcripción errónea del acta, se supuso que Joseph Ratzinger no había estado presente. Aunque era necesario que verificara lo que se había presentado en base a su propio recuerdo, Benedicto XVI no se percató del error debido al escaso tiempo que le concedieron los expertos, y confió en lo que estaba escrito, por lo que su ausencia quedó registrada en el acta.

Este error de transcripción no puede ser imputado a Benedicto XVI como una declaración falsa consciente o «mentira».

Tampoco habría tenido sentido que Benedicto negara deliberadamente su presencia en la reunión: de hecho, el acta de la reunión recoge las declaraciones de Joseph Ratzinger. Por lo tanto, la presencia de Joseph Ratzinger era evidente. Además, en 2010 varios artículos de prensa informaron -sin desmentirlo- de la presencia del cardenal Ratzinger en la reunión. Asimismo, en una biografía de Benedicto XVI publicada en 2020 se afirma: «Como obispo, en una reunión del Ordinariato en 1980, sólo había aceptado que el sacerdote en cuestión pudiera acudir a Múnich para someterse a psicoterapia» (Peter Seewald, Benedikt XVI., Droemer Verlag 2020, p. 938).

El informe afirma que: Benedicto XVI se había equivocado en otros tres casos. De hecho, incluso en estos casos habría sabido que los sacerdotes eran abusadores.

Según nuestras verificaciones, de hecho, esto no corresponde a la verdad:

En ninguno de los casos analizados por el informe, Joseph Ratzinger tuvo conocimiento de abusos sexuales cometidos o sospechosos de haber sido cometidos por sacerdotes. El informe no aporta ninguna prueba de lo contrario.

En cuanto al caso del Sacerdote X, que se discutió públicamente en la reunión del Ordinariato en 1980 con respecto al alojamiento que se le debía dar para la terapia, el mismo experto -en la conferencia de prensa del 20.01.2022 cuando se presentó el informe sobre los abusos- declaró que no había pruebas de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento de ello. En respuesta a una pregunta posterior de un periodista sobre si los expertos pudieron probar que Joseph Ratzinger había estado al tanto de que el sacerdote X había cometido abusos sexuales, el experto afirmó claramente que no hay pruebas de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento de ello. En la opinión subjetiva de los expertos sería simplemente «más probable».

Puede encontrar la rueda de prensa aquí. En el minuto 2:03:46 encontrará la pregunta del periodista: «Mi pregunta también se refiere al caso del sacerdote X. ¿Puede el bufete demostrar que el cardenal Ratzinger sabía entonces que el sacerdote X era un abusador? ¿Qué significa «muy probablemente» en este contexto?» […]

Un experto responde: «[…] Más probable significa que lo asumimos con mayor probabilidad. […]».

El informe pericial no contiene ninguna prueba que apoye la acusación de mala conducta o de conspiración para cometer encubrimiento.

Como arzobispo, el cardenal Ratzinger no participó en ninguna cobertura de los actos de abuso.

El informe sostiene que: En las memorias presentadas, Benedicto XVI supuestamente restó importancia a los actos de exhibicionismo. Como prueba de esta afirmación, se da la siguiente declaración en la memoria: «El pastor X ha sido señalado como un exhibicionista, pero no como un abusador en el sentido propio».

Esto no es cierto, de hecho: En la presentación, Benedicto XVI no minimizó el comportamiento exhibicionista, sino que lo condenó expresamente. La frase utilizada como supuesta prueba de la minimización del exhibicionismo está sacada de contexto.

En las memorias, de hecho, Benedicto XVI afirma con la máxima claridad que los abusos, incluido el exhibicionismo, son «terribles», «pecaminosos», «moralmente reprobables» e «irreparables». En la valoración canónica del hecho, introducida en la memoria por nosotros los colaboradores según nuestro criterio, sólo hemos querido recordar que para el derecho canónico vigente en la época, el exhibicionismo no era un delito en sentido estricto, ya que la norma penal relativa no incluía comportamientos de ese tipo entre los supuestos.

Por eso, la memoria presentada por Benedicto XVI no minimizó el exhibicionismo, sino que lo condenó clara y explícitamente.

Este análisis de los hechos fue escrito por los colaboradores del Papa emérito en alemán. En caso de diferencias lingüísticas, prevalecerá la versión alemana.

Profr. Dr. Dr. Stefan Mückl – Roma (Derecho canónico)

Profr. Emérito. Dr. Dr. Magister. Helmuth Pree – Ludwig-Maximilians-Universität, Munich, Baviera (Diritto canonico)

Dr. Stefan Korta – Buchloe (Derecho canónico)

Abogado Dr. Carsten Brennecke – Colonia (Derecho a la libertad de expresión)

Traducción de la versión italiana, realizada por el P. Jorge Enrique Mújica, LC, distribuida por los autores en alemán, inglés a italiano. Para cualquier precisión lingüística se debe remitir a la versión alemana por ser la redacción original.

Sobre las acusaciones contra el papa emérito Benedicto XVI

“Joseph Ratzinger-Benedicto XVI mereció un «peculiar» trato por parte del bufete que se ocupó del informe: y es que los abogados no sólo examinaron su quehacer mientras fue arzobispo sino también sus años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y esto llama la atención por una razón muy sencilla: eso excede el campo para el que Westpfahl Spilker Wastl fue requerido: tanto porque el territorio de la diócesis de Munich-Frisinga no alcanza a Roma, como por el periodo de tiempo en que el entonces cardenal Ratzinger ya no residía en Alemania…”

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Temas complejos en un año nuevo

“Se atrevió el papa Francisco a mencionar ese desorden de afectos que se ha instalado en muchas personas, dando preferencia a los animales por encima de las personas; en ocasiones, como presunto reemplazo de los hijos. Y, ¿quién dijo miedo? Es un tema tabú como tantos otros en una sociedad que alardea de ser de mente abierta y, sin embargo, en realidad, es sorda a cualquier voz contraria…”

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Manifiesto que denuncia la deriva doctrinal y eclesial de la Asamblea Sinodal alemana

«Como cristianos católicos, estamos comprometidos con la necesidad de reformas fundamentales de la Iglesia. Sin embargo, nunca ha existido una verdadera y profunda renovación sin la conversión y el cambio de vida por medio del redescubrimiento del Evangelio. Por eso, el Camino Sinodal se pierde y se aleja dramáticamente del objetivo de la verdadera reforma. En su fijación por la estructura exterior, se pierde el núcleo de la crisis; viola la paz en las congregaciones, abandona el camino de la unidad con la Iglesia universal, daña la sustancia misma de la fe de la Iglesia, y equivale a una cisma».

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El Papa lamenta que los perros y gatos ocupen el lugar de los hijos

“Muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen uno, pero no más, pero tienen dos perros, dos gatos, los perros y los gatos ocupan el lugar de los hijos. Si hace reír, pero es la realidad. Y este rechazar la paternidad y la maternidad nos disminuye, nos quita humanidad, y así, la civilización se convierte más vieja y sin humanidad, porque se pierde la riqueza de la paternidad y de la maternidad, y sufre la patria que no tiene hijos”, lamentó el Papa.

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Mensaje del Papa Francisco para la LV Jornada Mundial por la Paz, año 2022

Diálogo entre generaciones, educación y trabajo:
instrumentos para construir una paz duradera

1. «¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz!» (Is 52,7).

Las palabras del profeta Isaías expresan el consuelo, el suspiro de alivio de un pueblo exiliado, agotado por la violencia y los abusos, expuesto a la indignidad y la muerte. El profeta Baruc se preguntaba al respecto: «¿Por qué, Israel, estás en una tierra de enemigos y envejeciste en un país extranjero? ¿Por qué te manchaste con cadáveres y te cuentas entre los que bajan a la fosa?» (3,10-11). Para este pueblo, la llegada del mensajero de la paz significaba la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro prometedor.

Todavía hoy, el camino de la paz, que san Pablo VI denominó con el nuevo nombre de desarrollo integral [1],permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada. A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario. Como en el tiempo de los antiguos profetas, el clamor de los pobres y de la tierra [2] sigue elevándose hoy, implorando justicia y paz.

En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. [3] Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados.

Aquí me gustaría proponer tres caminos para construir una paz duradera. En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana. Estos tres elementos son esenciales para «la gestación de un pacto social» [4], sin el cual todo proyecto de paz es insustancial.

2. Diálogo entre generaciones para construir la paz

En un mundo todavía atenazado por las garras de la pandemia, que ha causado demasiados problemas, «algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones» [5].

Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere siempre una confianza básica entre los interlocutores. Debemos recuperar esta confianza mutua. La actual crisis sanitaria ha aumentado en todos la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo. La soledad de los mayores va acompañada en los jóvenes de un sentimiento de impotencia y de la falta de una idea común de futuro. Esta crisis es ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas. De hecho, durante la pandemia hemos visto generosos ejemplos de compasión, colaboración y solidaridad en todo el mundo.

Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida.

Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Por un lado, los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores; por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de los jóvenes.

Los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ?los mayores? y los continuadores de la historia ?los jóvenes?; tampoco pueden prescindir de la voluntad de cada uno de nosotros de dar cabida al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo los propios intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro. La crisis global que vivimos nos muestra que el encuentro y el diálogo entre generaciones es la fuerza propulsora de una política sana, que no se contenta con administrar la situación existente «con parches o soluciones rápidas» [6], sino que se ofrece como forma eminente de amor al otro [7], en la búsqueda de proyectos compartidos y sostenibles.

Si sabemos practicar este diálogo intergeneracional en medio de las dificultades, «podremos estar bien arraigados en el presente, y desde aquí frecuentar el pasado y el futuro: frecuentar el pasado, para aprender de la historia y para sanar las heridas que a veces nos condicionan; frecuentar el futuro, para alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, suscitar profecías, hacer florecer esperanzas. De ese modo, unidos, podremos aprender unos de otros» [8]. Sin raíces, ¿cómo podrían los árboles crecer y dar fruto?

Sólo hay que pensar en la cuestión del cuidado de nuestra casa común. De hecho, el propio medioambiente «es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente» [9]. Por ello, tenemos que apreciar y alentar a los numerosos jóvenes que se esfuerzan por un mundo más justo y atento a la salvaguarda de la creación, confiada a nuestro cuidado. Lo hacen con preocupación y entusiasmo y, sobre todo, con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo [10] que nos imponen las dificultades derivadas de la crisis ética y socio-ambiental actual [11].

Por otra parte, la oportunidad de construir juntos caminos hacia la paz no puede prescindir de la educación y el trabajo, lugares y contextos privilegiados para el diálogo intergeneracional. Es la educación la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones, y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común.

3. La instrucción y la educación como motores de la paz

El presupuesto para la instrucción y la educación, consideradas como un gasto más que como una inversión, ha disminuido significativamente a nivel mundial en los últimos años. Sin embargo, estas constituyen los principales vectores de un desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable, y son indispensables para la defensa y la promoción de la paz. En otras palabras, la instrucción y la educación son las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso.

Los gastos militares, en cambio, han aumentado, superando el nivel registrado al final de la “guerra fría”, y parecen destinados a crecer de modo exorbitante [12].

Por tanto, es oportuno y urgente que cuantos tienen responsabilidades de gobierno elaboren políticas económicas que prevean un cambio en la relación entre las inversiones públicas destinadas a la educación y los fondos reservados a los armamentos. Por otra parte, la búsqueda de un proceso real de desarme internacional no puede sino causar grandes beneficios al desarrollo de pueblos y naciones, liberando recursos financieros que se empleen de manera más apropiada para la salud, la escuela, las infraestructuras y el cuidado del territorio, entre otros.

Me gustaría que la inversión en la educación estuviera acompañada por un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado [13]. Esta cultura, frente a las fracturas de la sociedad y a la inercia de las instituciones, puede convertirse en el lenguaje común que rompa las barreras y construya puentes. «Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación» [14]. Por consiguiente, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural a través de «un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad» [15]. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno [16].

Invertir en la instrucción y en la educación de las jóvenes generaciones es el camino principal que las conduce, por medio de una preparación específica, a ocupar de manera provechosa un lugar adecuado en el mundo del trabajo [17].

4. Promover y asegurar el trabajo construye la paz

El trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso.

La situación del mundo del trabajo, que ya estaba afrontando múltiples desafíos, se ha visto agravada por la pandemia de Covid-19. Millones de actividades económicas y productivas han quebrado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables; muchos de aquellos que desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política; la instrucción a distancia ha provocado en muchos casos una regresión en el aprendizaje y en los programas educativos. Asimismo, los jóvenes que se asoman al mercado profesional y los adultos que han caído en la desocupación afrontan actualmente perspectivas dramáticas.

El impacto de la crisis sobre la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes, ha sido particularmente devastador. A muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, es como si no existieran. Tanto ellos como sus familias viven en condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja. A eso se agrega que actualmente sólo un tercio de la población mundial en edad laboral goza de un sistema de seguridad social, o puede beneficiarse de él sólo de manera restringida. La violencia y la criminalidad organizada aumentan en muchos países, sofocando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo que se fomente el bien común. La respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno.

El trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad. Por eso, «no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» [18]. Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad.

Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.

En esta perspectiva hay que estimular, acoger y sostener las iniciativas que instan a las empresas al respeto de los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, sensibilizando en ese sentido no sólo a las instituciones, sino también a los consumidores, a la sociedad civil y a las realidades empresariales. Estas últimas, cuanto más conscientes son de su función social, más se convierten en lugares en los que se ejercita la dignidad humana, participando así a su vez en la construcción de la paz. En este aspecto la política está llamada a desempeñar un rol activo, promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social. Y todos aquellos que actúan en este campo, comenzando por los trabajadores y los empresarios católicos, pueden encontrar orientaciones seguras en la doctrina social de la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas: Mientras intentamos unir los esfuerzos para salir de la pandemia, quisiera renovar mi agradecimiento a cuantos se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la instrucción, la seguridad y la tutela de los derechos, para ofrecer la atención médica, para facilitar el encuentro entre familiares y enfermos, para brindar ayuda económica a las personas indigentes o que han perdido el trabajo. Aseguro mi recuerdo en la oración por todas las víctimas y sus familias.

A los gobernantes y a cuantos tienen responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y a los animadores de las comunidades eclesiales, como también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo. Que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de paz. Y que siempre los preceda y acompañe la bendición del Dios de la paz.

Caminar por senderos de paz: Mensaje del Papa Francisco en Navidad

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.

El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.

Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza.

Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades» (Carta enc. Fratelli tutti, 198). En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos.

En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.

Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día.

Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes.

Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo, pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo. En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.

Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país.

Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes.

Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso.

Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el grito de los pueblos de la región del Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.

Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos.

Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social.

Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles.

Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas» [Discurso en el Centro de acogida e identificación de Mitilene (5 diciembre 2021).].

Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida.

Queridos hermanos y hermanas:

Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, sólo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz.

¡Feliz Navidad a todos!