LA GRACIA 2020/07/28 El momento de la acción ante el pecado

Cuando se trata de pecados propios Cristo quiere que seamos radicales, pero cuando se trata de los pecados de otras personas Cristo nos invita a la prudencia, a dejar que Él obre.

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Enfermedad mental y responsabilidad moral

Fray Nelson, además de saludarlo, quisiera hacerle la siguiente pregunta: ¿Cuál es la postura de la iglesia frente a síntomas de enfermedades mentales que se consideran como pecado? O dicho de otra forma, ¿Cómo entiende la iglesia esos pecados que han sido causados principalmente por una enfermedad mental? Agradezco su atención, quedo atento. Dios lo siga bendiciendo. — B.C.

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En el número 1754 del catecismo leemos que las circunstancias “…pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (como actuar por miedo a la muerte).” Si esto vale para condicionamientos más o menos externos, como puede ser una amenaza de muerte, mucho más se cumple cuando hablamos de condicionamientos más estables y profundos como pueden ser: la ignorancia invencible, o un estado mental de clara perturbación.

Si bien es lamentable que una persona que padece una enfermedad mental causa daño o incluso la muerte a otra persona, es evidente que la responsabilidad moral puede estar seriamente disminuida o incluso no existir en absoluto. De hecho, no solo la Iglesia sino que las leyes civiles y penales de muchos países así lo admiten.

Por supuesto, la evaluación específica del tipo de enfermedad mental y cuánta responsabilidad puede quitar es un tema distinto, que puede llegar a altos niveles de complejidad y de incertidumbre, sobre todo cuando la influencia de la enfermedad mental no es permanente sino en cierto modo por episodios.

LA GRACIA 2020/03/31 La cruz revela la realidad del pecado

La cruz nos revela el daño espantoso del pecado, lo qué es, lo que quiere y cómo obra. Cristo con su piel llagada muestra la realidad del pecado, quitándole poder en nosotros.

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LA GRACIA del Jueves 6 de Febrero de 2020

En la raíz del pecado de la humanidad están las trampas del demonio, por eso es necesario mejorar la calidad de nuestro examen de conciencia y la de nuestras confesiones.

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La importancia de la contrición en la vida cristiana

“Tengamos en cuenta que para que la contrición sea real es necesario que sea interior, que salga de las profundidades del corazón; no debe ser una simple fórmula, formulada sin reflexión. Tampoco es necesario mostrarla con suspiros o lágrimas, etc. Todas estas demostraciones pueden ser indicadores, pero no son la esencia de la contrición. Ésta reside en el alma y en la voluntad determinada de huir del pecado y de volver a Dios…”

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¿Qué tan grave es que haya un cisma?

Según expone San Isidoro en el libro Etymol., la palabra cisma se ha tomado de la escisión de pareceres. Pues bien, la escisión se opone a la unidad, y por eso se llama pecado de cisma el que directa y esencialmente se opone a la unidad. En efecto, así como en el orden natural no constituye especie lo que es accidental, así tampoco en el orden moral, en el que lo intencional es esencial, mientras que lo que cae fuera de la intención es, por así decirlo, accidental. Por eso el pecado de herejía es propiamente pecado especial, por el hecho de que intenta separar de la unidad realizada por la caridad. Esta no solamente une a las personas entre sí por el vínculo especial del amor espiritual, sino que une a toda la Iglesia en la unidad del Espíritu. Por tanto, se considerará como cismáticos en sentido estricto a quienes espontánea e intencionadamente se apartan de la unidad de la Iglesia, que es la unidad principal. En efecto, la unión particular de unos con otros está ordenada a la unidad de la Iglesia, del mismo modo que la organización de los miembros en el cuerpo natural está ordenada a la unidad de todo el cuerpo.

Por otra parte, la unidad de la Iglesia radica en dos cosas, es decir, en la conexión o comunicación de los miembros de la Iglesia entre sí y en la ordenación de todos ellos a una misma cabeza, a tenor de lo que escribe el Apóstol: Vanamente hinchado por su mente carnal, sin mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el Cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión para realizar su crecimiento en Dios (Col 2,18-19). Pues bien, esa Cabeza es Cristo mismo, cuyas veces desempeña en la Iglesia el Sumo Pontífice. Por eso se llama cismáticos a quienes rehusan someterse al Romano Pontífice y a los que se niegan a comunicar con los miembros de la Iglesia a él sometidos. (S. Th., II-II, q.39, a.1, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Una respuesta inesperada: el odio no es pecado capital

Como queda expuesto (1-2 q.84 a.3 y 4) pecado capital es aquel del que con mayor frecuencia nacen otros pecados. Ahora bien, por una parte, el pecado va contra la naturaleza del hombre en cuanto animal racional; por otra, cuando se actúa contra la naturaleza lentamente se va corrompiendo lo que le pertenece, porque lo primero en la construcción es lo último en el derribo. Pues bien, lo primero y más natural en el hombre es amar el bien divino y el bien del prójimo. De ahí que el odio, que se opone a ese bien, no es lo primero en la destrucción de la virtud causada por los vicios, sino lo último. Por todo ello, el odio no es pecado capital. (S. Th., II-II, q.34, a.5, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

LA GRACIA del Miércoles 23 de Octubre de 2019

Todo pecado tiene consecuencias, pecar a conciencia es mucho más grave que hacerlo por ignorancia y todos tenemos responsabilidad al conocer la voluntad de Dios.

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¿Puede redimirse la mancha que deja el pecado?

Estimado Fray Nelson. Cómo expían y cómo se reparan los pecados durante la vida? Entiendo que aún confesados queda la macha del pecado en nuestra alma. Puede redimirse esa mancha? Cómo? Agradezco su explicación. — M.C.

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El pecado contiene siempre en sí mismo un rechazo, mayor o menor, a Dios. Y como Dios es el sumo bien, el pecado necesariamente trae mal, devastación, desgracia y muerte a la vida del hombre.

Pero es necesario entender que estos males son diversos y que por eso son también diversas las formas como nos libramos de ellos.

Podemos clasificar los daños del pecado en cuatro grupos:

1. La CULPA: es el daño más grave y en cierto sentido el primero. Consiste en la deformación o torcimiento de la voluntad, que por ese acto se aparta de Dios. El daño de la culpa no es solo para un instante. Pensemos en un auto que va por una ruta muy larga y en un momento dado hace un giro que no debía. Si no toma después una serie (que puede ser larga) de acciones, jamás volverá al camino correcto. De modo ordinario, la culpa se sana con la gracia propia del sacramento de la confesión. La culpa es personal e intransferible.

2. La PENA EN SÍ MISMA: podemos entenderla como el conjunto de las consecuencias de nuestros pecados, primero en nosotros mismos y luego en otras personas. La pena SÍ es transferible porque las irresponsabilidades o pecados de algunos efectivamente afectan a otros. Pensemos en un papá irresponsable que echa a perder el patrimonio de la familia. La pena en sí misma se corrige a través de la “penitencia” que recibimos al confesarnos. Esto vale particularmente cuando se trata de resarcir o reparar daños causados a otras personas.

3. La PENA TEMPORAL: es el daño que causa el pecado en el conjunto de la sociedad o la historia humana, y que en cierto momento se sale completamente de nuestro control o dominio.Pensemos en la persona que ha escrito un libro antireligioso. Aunque la persona lograra recoger todas y cada una de las ediciones y copias de ese libro, las ideas ahí expresadas seguirán retumbando y haciendo daño, incluso por siglos subsiguientes, incluso si ese autor, arrepentido, se ha confesado y ha cumplido su penitencia. La pena temporal excede a las capacidades humanas y solo puede ser vencida por una sobreabundancia de gracia que fluye del Cuerpo de Cristo en razón de los méritos de los santos, particularmente los mártires. Esta es la fuente de la que proviene el valor de las INDULGENCIAS, y son estas la única respuesta suficiente con que cuenta la Iglesia para rescatarnos del peso de la pena temporal. Esto vale en particular para la indulgencia plenaria.

4. El afianzamiento de los MALOS HÁBITOS: cada pecado, en cuanto acto libre, crea o fortalece una tendencia, más o menos fuerte, en quien lo realiza. Aunque cese el pecado y sea perdonado, puede quedar una mala tendencia en la persona para recaer en lo que alguna vez hizo. Por supuesto, este afianzamiento negativo es parte de la “pena en sí misma” pero es bueno tratarlo en particular por la estrecha relación que tiene con la concupiscencia, que es esa especie de tendencia preferente por lo malo, si es fascinante, que por lo bueno, aunque sea bien conocido, si es arduo. La respuesta a los malos hábitos es compleja y requiere claridad en la vida moral, ejercicio prologado en la virtud y vigilancia de nuestra conciencia.

Si nosotros emprendemos con empeño, fiados y fieles a la gracia de Dios, el camino de respuesta a estos males, nuestra vida se va limpiando y sobre todo: se dispone cada vez mejor para acoger y vivir los dones del Espíritu Santo.

Camino de victoria sobre el pecado

“Nuestros pecados son perdonados inmediatamente con las palabras de la absolución en la confesión, pero la curación de las inclinaciones pecaminosas se lleva a cabo de una manera muy personal a través de la cooperación con la gracia de Cristo a través del tiempo…”

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El pecado original y su transmisión

“La doctrina del pecado original significa ante todo que el ser humano no es malo por naturaleza, contra lo que sostenían los maniqueos. En efecto, según el dogma del pecado original, el mal que afecta a la especie humana, sobre todo en el plano moral, no es inherente a la naturaleza misma del hombre, sino que es consecuencia del mal uso que el hombre ha hecho de su libertad al comienzo mismo de su historia. Si Adán no hubiese pecado, esos males no afligirían hoy a la humanidad…”

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LA GRACIA del Miércoles 17 de Abril de 2019

En la Pasión de Cristo las garras del pecado muestran toda su fuerza y veneno en la traición de los amigos y en la crueldad de los enemigos pero ni siquiera ello no puede vencer a Cristo que nos redime.

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LA GRACIA del Sábado 6 de Abril de 2019

Aprendamos de los fariseos porque los pecados que los acecharon y que los hicieron caer no se murieron con ellos; son males que también nos persiguen y nos dañan a nosotros.

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LA GRACIA del Sábado 23 de Marzo de 2019

El pecado quiere destruir el don de la vida, desorientarnos, herirnos hasta llevarnos a la muerte; pero la redención de Cristo sigue actuante y es más poderosa que la obra del pecado.

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