Fr. Nelson: ha sido muy notoria su postura crítica hacia e Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC, hasta el punto de que uno no duda de la inclinación suya por el NO en el plebiscito del 2 de octubre próximo. ¿No cree usted en la necesidad del perdón y de la reconciliación, no sólo como colombiano sino como creyente y como sacerdote que ha predicado muchas veces sobre la misericordia? — EC.
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El problema es más complejo que el cese de la guerra, que es la manera como todo esto se ha presentado ante los medios de comunicación. No hace mucho he publicado estas actualizaciones en mi Facebook:
Lo que pasa con mi idea de la #PazParaColombia es que yo no quiero que a los 250 mil muertos adultos les sigan millones de fetos asesinados.
En mi concepto, la #PazParaColombia pasa por fortalecer y no debilitar la familia; y por dar cimiento moral claro y no confuso a los niños.
Es deber de la Iglesia preguntar siempre: ¿quiénes se nos están olvidando? A menudo, la respuesta es: los no-nacidos. #PazParaColombia
¡Yo quiero que acabe la guerra con las FARC! Lo que no quiero es que empiece otra guerra contra el matrimonio o los niños. #PazParaColombia
Por otra parte, no se puede despreciar la dimensión de impunidad y de cinismo que todo este proceso lleva por dentro. Lo que yo esperaría, como cristiano y como colombiano es algo tan sencillo y elocuente como esto, en boca de las FARC: “Colombia, pedimos perdón por el daño causado, y en especial manifestamos nuestro arrepentimiento a las víctimas. Por ello:
1. Bajo veeduría internacional entregamos nuestras armas, que han sido herramientas de muerte.
2. Hoy mismo quedan libres de nuestras filas todos los menores de edad.
3. Bajo veeduría internacional, abrimos nuestra contabilidad para que se cree un fondo de reparación monetaria a quienes han perdido parientes, o necesitan tratamientos médicos o psicológicos.
4. Durante el tiempo que sea necesario nuestros excombatientes ayudarán en el largo proceso de eliminación de las minas antipersonales.
5. Obraremos junto al gobierno nacional para lograr con la mayor diligencia y prontitud posible, lo que nos corresponde en cuanto a restitución de tierras, sobre la base de la documentación que declara quiénes eran sus legítimos poseedores.
6. Colaboraremos con los servicios de inteligencia del Estado colombiano para impedir que los frentes rebeldes de las FARC, es decir, los que no se acojan a este Acuerdo, puedan realizar actividades ilícitas o contrarias a la paz que aquí se proclama.
7. Igualmente colaboraremos con el Estado para la efectiva desarticulación de las redes de narcotráfico de las que hicimos parte o que en cualquier sentido usamos o auspiciamos. También por esto pedimos perdón no sólo a nuestro país sino a los muchos miles de personas afectadas.
8. Dejamos el futuro de nuestros combatientes y de nuestros jefes en manos de un tribunal internacional de justicia transicional, con la seguridad de que el presente Acuerdo tiene un significado y un peso directo en la evaluación de nuestra responsabilidad ante la Historia.
9. De ninguna manera renunciamos a nuestros ideales de justicia social y transformación de Colombia en un país que responda a la magnitud de sus recursos y posibilidades. Por eso esocgemos servir al país por las vías del derecho, la protesta pacífica y la presencia política.
10. Entendemos que los procesos de reconciliación y de regeneración del tejido social requieren de tiempo; por eso también entendemos a quienes sienten desconfianza o conservan animosidad hacia nosotros. A estos les pedimos simplemente que, habiendo leído y entendido los 9 puntos anteriores, no prejuzguen nuestras intenciones sino que nos permitan ayudar a construir, junto a ellos y junto a todos, un país y una sociedad en paz.”
Ese fue el Acuerdo que no existió y porque no existió todos estamos perdiendo gravemente.