ROSARIO de las Semanas 20170811

#RosarioFrayNelson para el Viernes:
Contemplamos los Misterios de la Dolorosa Pasión

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
  2. En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
  3. En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
  4. En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
  5. En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
  6. En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
  7. En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

ROSARIO de las Semanas 20170810

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

ROSARIO de las Semanas 20170809

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

ROSARIO de las Semanas 20170808

#RosarioFrayNelson para el Martes:
Contemplamos los Misterios de la Antigua Alianza

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Antigua Alianza contemplamos la paciencia de Dios, que no detuvo su amor ante el pecado de los hombres.
  2. En el segundo misterio de la Antigua Alianza contemplamos el camino de fe de Abraham.
  3. En el tercer misterio de la Antigua Alianza contemplamos el éxodo de la tierra de Egipto.
  4. En el cuarto misterio de la Antigua Alianza contemplamos el don de la Ley hecho a Moisés y a su pueblo junto al Monte Sinaí.
  5. En el quinto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la gran promesa de Dios al rey David: que el cetro real no se apartaría de su descendencia.
  6. En el sexto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la valiente vocación de los profetas, por quienes el Espíritu Santo nos habló de muchas maneras.
  7. En el séptimo misterio de la Antigua Alianza contemplamos a el pequeño resto de Israel, que permaneció fiel y fue semilla de la Nueva y Eterna Alianza.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Sobre el uso del agua bendita

Padre Nelson Medina, gracias por su labor en Internet y en los medios. Quiero preguntarle una orientación sobre el agua bendita. Concretamente, ¿qué opina de la práctica, que es muy común en mi familia, de hacer bendecir grandes cantidades de agua para utilizarla en toda clase de cosas, desde la limpieza hasta el consumo humano? Yo respeto mucho las cosas de Dios pero me parece extraño y creo que se revuelve como con otras cosas que no son de nuestra fe. Gracias por su orientación. –M.B.

* * *

La Iglesia Católica enseña muy claramente sobre los sacramentos, que son siete, y los sacramentales, cuyo número y variedad es mucho más amplio. Los sacramentos son: bautismo, confirmación, eucaristía, matrimonio, orden sagrado, confesión y unción de los enfermos. Los sacramentales incluyen las bendiciones, los exorcismos, el uso de objetos sagrados, y aún otras prácticas. La definición propia de los sacramentales está en el número 1667 del Catecismo: “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.”

Hay varias cosas que comentar aquí:

1. Los sacramentales “imitan de alguna manera a los sacramentos” pero con dos grandes diferencias. Primera, que la Iglesia considera a los sacramentos como instituidos por Jesucristo, hasta le punto de que, en opinión de San León Magno, son como una prolongación de su propia Encarnación. Segunda diferencia: los sacramentos, precisamente por esta estrecha relación con Cristo poseen una fuerza propia, que va más allá de las disposiciones particulares del ministro que los administra. Es lo que en teología se menciona con la expresión “ex opere operato”: por la obra realizada se concede el efecto propio del sacramento, de modo que, por ejemplo, la presencia eucarística no está determinada por la virtud o falta de virtud del sacerdote, siempre que el sacramento se celebre como lo quiere y prescribe la misma Iglesia. Estas dos características no están en los sacramentales, que son más bien expresiones de la vida de la Iglesia, y cuya fuerza proviene enteramente de las condiciones en que se celeren o se otorguen y de la oración de la misma Iglesia.

2. Los sacramentales disponen para recibir el fruto principal de los sacramentos. No son entonces “cosas” que tengan poder por sí mismas. Mirar a los sacramentales como objetos poderosos que actúan más allá de la conciencia y la oración de las personas es negar lo que la Iglesia nos enseña con bastante claridad. Uno se da cuenta que el uso de los sacramentales como “cosas” equivale a convertirlos casi que en amuletos, negando así toda nuestra fe que sólo puede tener su centro en Cristo. Así que todo uso de los sacramentales debe ir acompañado de oración consciente, explícita, debidamente aprobada por la Iglesia.

3. Puesto que hay esa relación entre sacramentales y sacramentos, uno ve que el agua bendita, para dar un ejemplo específico, está en relación directa con el bautismo. Y el propósito del bautismo no es comulgar sino lavar exteriormente el cuerpo para indicar la purificación interior que Dios realiza. Así que, por principio, no es buena idea beber el agua bendita. No es que sea un pecado: es que destruye el signo y prepara la mente para una mentalidad que sólo puede calificarse de “mágica.” Hay un ejemplo más serio. Hubo costmbre en algunos sacerdotes de llevar consigo, de modo habitual y cotidiano, al Santísimo Sacramento. Y aunque ello se hiciera con reverencia y dentro de un recipiente apropiado (el viático) uno ve que el propósito de la Eucaristía, que es la comunión, queda pospuesto y desdibujado, y lo que aparece es algo así como un “objeto protector.” ¡Ese no es el sentido del Sacramento! Distinto el caso de un escapulario: como su origen y su nombre lo indican, esa sencilla pieza de tela está para acompañar el día y la vida de quien la lleva con devoción.

4. ¿Qué criterios seguir entonces? Propongo estos:

a) Puesto que los sacramentales reciben su eficacia de la virtud y oración de la Iglesia, lo primero es que nuestra vida sea de Cristo, y para eso están ante todo los siete sacramentso, y en particular, la confesión bien hecha y la comunión eucarística frecuente. Esa es la base irrenunciable: que nuestra vida misma sea cristiana.

b) La oración debe acompañar todo uso de los sacramentales. De modo ordinario, ha de ser oración aprobada debidamente por la Iglesia, y realizada en las condiciones que indica la Iglesia. Por ejemplo: las oraciones de exorcismo las debe decir solamente el presbítero que ha recibido autorización expresa de su obispo para tal ministerio.

c) Hemos de respetar todos la índole de cada sacramental, relacionándolo con sentido común y según la mente de la Iglesia con los sacramentos que le son próximos. En concreto: el agua bendita es para aspersiones; el aceite bendito, para unciones; los escapularios y medallas, para ser portados; y así sucesivamente.