El Bien Común y la Política

“Cuanto más sometido a Dios está el hombre, más libre es. Incluso podemos decir que el único modo que tiene el hombre de conquistar su libertad es el de obedecer a Dios. Dios es nuestro creador, es Él quien en todo momento nos mantiene en la existencia como seres libres. Él es el origen de nuestra libertad y, cuanto más dependemos de Dios, más brota esta libertad. Depender de un ser humano puede ser una limitación, pero no lo es depender de Dios, pues en Él no hay límites: es infinito. La única cosa que Dios nos «prohíbe» es lo que nos impide ser libres, lo que impide nuestra realización como personas capaces de amar y de ser amadas libremente y de encontrar nuestra felicidad en el amor. El único límite que Dios nos impone es nuestra condición de criaturas: no podemos, sin ser desgraciados, hacer de nuestra vida otra cosa distinta de aquello para la que hemos sido creados: recibir y dar amor…”

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La política es parte de la virtud de la prudencia, según Santo Tomás

El siervo es movido por su señor por el imperio, igual que el súbdito por el jefe, pero de modo distinto a como son movidos los animales irracionales y los seres inanimados por sus respectivos principios motores. En efecto, tanto los unos como los otros son solamente impelidos, pero no se conducen por sí mismos, ya que carecen del dominio de sí por medio del libre albedrío. De ahí que la rectitud de gobierno no se da en ellos, sino en quienes les mueven. En cambio, los siervos y cualquier clase de súbditos son regidos por el mandato de otro, pero moviéndose ellos libremente. Por eso necesitan la rectitud del gobierno para regirse ellos mismos en la obediencia a los príncipes. Esa es la función propia de la especie de prudencia llamada política. (S. Th., II-II, q.50, a.2 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¿Verán nuestros ojos otra forma de hacer política?

Estas últimas semanas el mundo ha presenciado un grotesco espectáculo en uno de los países más poderosos del planeta. Hablo, por supuesto de los Estados Unidos de América.

Recriminaciones, insultos, descalificaciones, traiciones, conjuras y conspiraciones: lo más bajo del corazón humano ha salido a luz en una campaña electoral en que el objetivo principal pareciera ser hundir al adversario, por el medio que sea.

Dos cosas debemos colegir de estos acontecimientos. Darnos cuenta, ante todo, de la verdad de las palabras de Benedicto XVI cuando aseguraba que, una vez que se pierde el sentido de la verdad y del bien, lo único que queda es la ley de la jungla: la imposición violenta de las propias ideas y la desnuda codicia del poder.

Y luego, descubrir la necesidad de que nuestra fe católica sea levadura en medio de la masa. ¡Lo hemos dicho tantas veces! Necesitamos católicos convencidos y capaces de contagiar de lo que es valioso en todas las esferas de la actividad humana: la ciencia, el arte, la literatura, la tecnología…y por supuesto, la política.

La historia del diputado ateo que conoció a Cristo gracias al Padre Pío

“El político británico Rob Flello también ha sufrido en sus carnes el hecho de haberse manifestado como católico tras su conversión del ateísmo. El que fuera durante 12 años diputado por el Partido Laborista abandonó su partido tras afirmar que no lo “reconocía” debido a su deriva ideológica y logró ser candidato por el Partido Liberal Demócrata. Sin embargo, 48 horas antes de que oficialmente se cerraran las listas para el distrito de Stoke-on-Trent fue retirada su candidatura debido sus postulados contrarios contra el llamado matrimonio homosexual y el aborto. El partido liberal se defendió justificando “cuán grandemente divergen sus valores de los nuestros”…”

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¿Es de izquierda el Papa Francisco?

Padre Nelson: entre mis amigos católicos hay varios de corte “tradicional”: gente seria que también toma en serio su fe. Y varios de ellos, sin conocerse entre sí, me han expresado su preocupación por las orientaciones políticas del actual Papa Francisco. Alguno incluso ni siquiera lo llama “Papa Francisco” sino que, de una manera insultante, en mi opinión, se refiere a él por su apellido: Bergoglio. Yo no comparto esa manera de dirigirse a nuestro Papa pero debo reconocer que me quedo perplejo ante algunas intervenciones de este Papa. ¿Puede darnos su opinión? Gracias. — H.G.H.

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El ministerio del Papa está por encima de las diferencias políticas porque su servicio es para todo el rebaño de Cristo, y aún más allá: para toda la humanidad, bajo la aspiración de que haya “un solo rebaño y un solo pastor.”

Por supuesto, cada Papa tiene sus énfasis. Juan Pablo II que conocía muy bien los niveles de daño del comunismo podía advertir con claridad sobre esa aspecto. Francisco, en cambio, conoció muy bien las aberraciones de la extrema derecha, de corte militar, en su propio país. No es extraño que sostenga un lenguaje permanente que invita a evitar las concentraciones de poder y los populismos, sobre todo los de la derecha política y económica.

Por supuesto, sus posturas son cuestionables desde ese punto de vista. Muchos nos hemos preguntado si no se podría ser mucho más claro frente a lo que ha sucedido y está sucediendo, por ejemplo, en Nicaragua, Cuba o Venezuela. En ese sentido, es explicable tu perplejidad y la de tus amigos. Pero en cualquier caso está fuera de discusión que él es el legítimo y único Papa, sucesor de Pedro. Y yo personalmente no dudo de su buena intención y la sinceridad de su oración.

Sobre este mismo tema hay una interesante recopilación de algunos hechos, realizada por un laico uruguayo, Daniel Iglesias. Puede leerse aquí.

Lo que a todos nos corresponde, y eso está claro, es orar con intensidad y amor por el Papa Francisco.

Las tres oleadas del marxismo

Para entender por qué hay protestas de vándalos en tantos lugares del mundo hay que recordar que la toma del poder mundial es uno de los objetivos claros y proclamados del marxismo, y en general de la Izquierda política de corte comunista o socialista. El mismo Marx decía: “¡Proletarios del mundo, uníos!” Tal unión estaba ligada a su propósito: un poder mundial socialista.

Lo siguiente que hay que entender es que el marxismo no ha muerto sino que se ha transformado. Hoy estamos entre la segunda y la tercera ola de esa filosofía de la acción política.

La primera ola del marxismo fue la postura del mismo Marx, y de Engels, y de Lenin: crear “conciencia” entre el proletariado pobre, explotado económicamente, para realizar el asalto al poder. La segunda ola, la del neomarxismo, quiere repetir ese esquema pero sin limitarse a la economía. Por eso busca otras minorías o mayorías oprimidas: mujeres, indígenas, homosexuales, negros, es decir, todos aquellos que puedan sentirse ofendidos y excluidos y a la vez tengan capacidad de protesta ruidosa, visible y social.

La tercera ola del marxismo ya ha asomado su cresta: es el descrédito continuo a las instituciones y la presión que busca hacer colapsar el conjunto de la sociedad a través del caos. Es aquí donde tienen su importancia los actos de vandalismo. Al cancelar la historia, las instituciones, los puntos de referencia y la autoridad, se crea un vacío de angustia y de incredulidad en todo lo que “había”: es el momento esperado por los oportunistas para dar el zarpazo y presentarse como la única opción viable.

Ahora ya entendemos los que quieren lanzarnos continuamente a la calle, a gritar, a destruir… y a servir a los que quieren ser nuestros amos.

Elecciones europeas: la trampa del pánico antipopulista

“Los votantes europeos no solo tienen miedo al nacionalismo. Como recordó poco antes de las elecciones Ilke Toygür, analista del Real Instituto Elcano, “la lista de los problemas y los temores de los ciudadanos es muy larga y diversa”. Está el miedo a un futuro “más desigual y precario”, al deterioro medioambiental, a la inmigración ilegal, al terrorismo, al desempleo… Y atender esa variedad de preocupaciones exige algo más que “un mensaje de buenos contra malos”…”

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Los peligros de la «democracia del corazón»

“Estas inquietudes, estos desvelos o expectativas de los ciudadanos, están siendo destilados por dirigentes políticos que han sucumbido a lo fútil y a cuestiones de corto calado, como consecuencia del estado de permanente ansiedad en el que se han instalado, sometidos estrictamente a la popularidad de sus decisiones, que a su vez se retroalimenta con una demanda popular de cuestiones de fácil inteligibilidad que no suponga un especial esfuerzo intelectual…”

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Estar a la derecha de Dios, ¿tiene también un sentido político?

Saludo cordial F. Nelson, hombre de Dios. En este Evangelio se habla de que los que están a la derecha del Padre, irán a la salvación eterna y, los que están a la izquierda, irán a la condenación eterna. La Sagrada escritura está llena de simbologia. Como entender esto o también tiene significación política…? Gracias por su respuesta. — O.A.

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No tiene una significación política directa.

La “derecha de Dios” (la diestra) es una expresión usada con cierta frecuencia en el Antiguo testamento en el contexto de las batallas de Dios contra los enemigos de su pueblo. Y la razón es obvia: en los enfrentamientos reales entre ejércitos, la inmensa mayoría de los soldados eran diestros, o sea, usaban sobre todo su mano derecha. Era normal entonces que se viera a la mano derecha como la mano que hace las proezas en una guerra. Al hablar de la “diestra” de Dios, esa experiencia, puramente estadística, adquiere un valor simbólico muy fuerte: cuando Dios “desnuda su diestra” es como el Guerrero Mayor que entra en el combate de manera decisiva y siempre victoriosa.

Sobre esa base, es entendible que se considere lo que está “a la derecha” de Dios como aquello que está unido a su fuerza y a su victoria, aunque esta localización física no tiene un valor absoluto. Así por ejemplo vemos que los Zebedeos, Juan y Santiago, querían estar uno a la derecha y otro a la izquierda, donde se ve que la lateralidad no era lo más importante, sino la cercanía.

Lo importante en todo caso es percibir el mensaje profundo de coherencia en la fe y servicio al prójimo: las imágenes específicas de un lado o de otro no tienen tanto peso ni importancia en comparación.

¿Qué podemos aprender de los curas juramentados franceses?

“El clero juramentado fue utilizado por los revolucionarios como eficaz agente de control social. Este clero asumió que debían ponerse al servicio de la Revolución, al principio, en bastantes casos, con renuencia, incluso aceptándolo como mal menor. Pero en la década que dura el experimento hay un claro, progresivo y constante deslizamiento hacia la asimilación plena de los postulados revolucionarios. Inicialmente su actuación es vigilada de cerca por los clubes y sociedades revolucionarias, más adelante han asimilado tanto su discurso y mentalidad que ya no es necesaria esa supervisión. Las dinámicas de grupo y la emulación con respecto a sus pares sustituyen los medios coercitivos (amenazas, violencias, encarcelamiento o deportación) empleados inicialmente…”

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El poder embriaga

VER

Lo que sucede en otras partes, nos ilustra y nos advierte. En Nicaragua, el actual Presidente Daniel Ortega luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza y cambió el sistema. Ahora se está pareciendo a un dictador, que se perpetúa en el poder y reprime a la población, incluso a los obispos, que están tratando de ayudar en un diálogo por la paz y la justicia, que se ha visto frustrado por la violencia policiaca y por la obstinación en no adelantar elecciones. Sus adictos de otros tiempos, hoy le critican que el poder lo ha corrompido.

Luis Ignacio Lula, en Brasil, un luchador social incansable, sincero, muy bien intencionado, austero, defensor de los pobres, llegó a la presidencia e hizo muchas cosas buenas. Sin embargo, ahora está en la cárcel, por actos de corrupción y tráfico de influencias que le adjudican. Sean ciertos o no, muchos que lo apoyaron, ahora lo rechazan porque, dicen, ha caído en las fallas que él mismo criticó. Pueden no ser actos de los que sea personalmente responsable, pero no faltan corruptos en los equipos de trabajo, que manchan todo a su alrededor.

En Bolivia, Evo Morales reivindicó los derechos sobre todo de los indígenas, que son la mayoría en el país, y promovió varios cambios sociales y políticos, con mucha aceptación inicial del pueblo. Sin embargo, cambió la Constitución y se está reeligiendo, con la intención, dice, de consolidar los cambios que ha impulsado. Hoy, un buen número de indígenas ya no está de acuerdo con él.

No traigo a colación los casos de Chávez y Maduro en Venezuela, porque cayeron en abusos extremos de poder, con sufrimientos indecibles para la población. Quienes reciben programas asistenciales y quienes se benefician de cargos públicos, apoyan al actual presidente, incluso con elecciones amañadas para perpetuarse, pero millones de venezolanos están huyendo hacia países vecinos, por la insoportable situación alimenticia, sanitaria y de seguridad.

PENSAR

El Papa Francisco, en un mensaje a católicos con responsabilidades políticas, insistió en opciones políticas y sociales que siempre se han de atender:

“¡Cuánta necesidad estamos teniendo de una «buena y noble política» y de sus protagonistas hoy en América Latina! ¿Acaso no hay que enfrentar problemas y desafíos de gran magnitud? Ante todo, la custodia del don de la vida en todas sus etapas y manifestaciones. América Latina tiene también necesidad de un crecimiento industrial, tecnológico, auto-sostenido y sustentable, junto con políticas que enfrenten el drama de la pobreza y que apunten a la equidad y a la inclusión, porque no es verdadero desarrollo el que deja a multitudes desamparadas y sigue alimentando una escandalosa desigualdad social. No se puede descuidar una educación integral, que comienza en la familia y se desarrolla en una escolarización para todos y de calidad. Hay que fortalecer el tejido familiar y social. Una cultura del encuentro —y no de los permanentes antagonismos— tiene que fortalecer los vínculos fundamentales de humanidad y sociabilidad y poner cimientos fuertes a una amistad social, que deje atrás las tenazas del individualismo y la masificación, la polarización y la manipulación.

Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas. Cuidemos nuestra casa común y sus habitantes más vulnerables evitando todo tipo de indiferencias suicidas y de explotaciones salvajes.

Levantemos nuevamente muy en alto y muy concretamente la exigencia de una integración económica, social, cultural y política de pueblos hermanos para ir construyendo nuestro continente, que será todavía más grande cuando incorpore «todas las sangres», completando su mestizaje, y sea paradigma de respeto de los derechos humanos, de paz, de justicia. No podemos resignarnos a la situación deteriorada en que con frecuencia hoy nos debatimos” (I-XII-2017).

ACTUAR

No desconfiemos de todo y de todos, pero no seamos ingenuos. El poder puede corromper al mejor intencionado. Ayudemos a que esto no suceda. ¿Cómo? Si advertimos alguna desviación, seamos capaces de advertirla a quien compete, buscando caminos para hacérselo ver al directamente implicado.

No digamos que eso es imposible, pues siempre hay medios para llegar a quien nos importa. Si no se corrige, sigamos intentando otras alternativas, siempre personales. Y si hace falta, hagamos la denuncia pública. Aunque alguien diga que esto de nada sirve, cada quien hagamos lo que podemos, y no nos quedemos de brazos cruzados, viendo de lejos pasar la historia. Seamos constructores de historia, no plañideras permanentes. Y oremos al Espíritu, pues la oración hecha con fe tiene un poder increíble.

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

Política, el aporte de Santo Tomás

“Santo Tomás de Aquino no dejó a la posteridad un tratado sistemático de sus concepciones políticas -al contrario de lo que ocurre dentro de su gran obra respecto a otras materias de Filosofía Jurídica, como son sus tratados de la Ley y de la Justicia- sino que, por el contrario, sus ideas políticas se hallan dispersas en varias de sus obras. Por ello, es que se hace difícil, siquiera intentar, una recopilación y sistematización del pensamiento político de Santo Tomás. Sin embargo, a fin de determinar su aporte en materia política se considerará lo que él mismo formula, cuando escribe: “(…) En toda investigación es necesario comenzar por algún principio”. En base a lo anterior, en primer término, se establecerán las principales obras en que Santo Tomás se refiere a la comunidad política y que lo evidencian como un pensador político para, a continuación, analizar algunos de los conceptos que se estimen de mayor interés, finalizando con algunas conclusiones…”

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