“Drive & Listen (conduce y escucha) es una genial página web, en la que nos invitan a dar un paseo en coche por distintas ciudades del planeta, a la vez que escuchamos una emisora de radio local…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
“El obispo italiano de la Diócesis de Pinerolo, sufragánea de la Diócesis de Turín, Mons. Derio Olivero, narró su experiencia como paciente de COVID-19, enfermedad que puso en peligro su vida y provocó su internamiento en un hospital local. El Prelado de 59 años, que ya fue dado de alta, había sido hospitalizado desde 19 de marzo hasta el 5 de mayo. Durante 17 días estuvo intubado recibiendo respiración artificial y muy cerca de la muerte…”
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Con gran respeto a todas las opiniones, debo decir con franqueza que no pertenezco al grupo de los que creen que todo lo del COVID-19 es una especie de conspiración global para lograr o acelerar los fines del Nuevo Orden Mundial.
Lo que en cambio sí creo es que, en el mundo en que estamos, abundan los pecados de codicia, ambición, egoísmo y prepotencia–así como, por otra parte, también hay personas admirables, humildes, puras y virtuosas. No es de extrañar entonces que haya quienes quieren capitalizar para sus intereses las consecuencias de esta grave epidemia. Eso va desde la codicia del que tiene una venta de barrio y aprovecha la escasez para subir precios hasta los gobiernos que quieren limitar los derechos de la Iglesia bajo pretexto de cuidar a salud de todos.
No podemos dejarnos sumergir en la paranoia ni ver enemigos por todas partes. Tampoco podemos ser ingenuos y creer que todos los que tienen injerencia en los asuntos públicos están guiados siempre por la búsqueda honesta del mayor bien común.
La expresión “nueva normalidad” no debe, entonces, ser vista de manera distraída pero tampoco de manera angustiada. Despiertos y atentos, hemos de preguntarnos qué intereses reales mueven a quienes toman decisiones que a todos nos afectan. Y por encima de eso, permanecer vigilantes a los intereses de Dios y al bien del ser y la misión de la Iglesia. No es asunto de privilegios es asunto de no permitir que se aproveche una situación de necesidad para empujar agendas que, con astucia o por fuerza, cierran la puerta a Dios.
Querido fray Nelson: Me atrevo a escribirle pidiendo su ayuda y consejo. Con esto de la pandemia mundial, hay varias voces dando cátedra, y eso me ha hecho buscar respuesta buscando luz para discernir quiénes dicen la verdad o parte de ella. Hay quien habla diciendo que no existe pandemia, y que estamos presos en nuestras casas, mientras los políticos nos venden a este Nuevo Orden mundial.Muchos amigos provida, están convencidos que esta es la verdad de lo que está sucediendo y se ha creado un gran descontento. También están los que acusan a la iglesia, de complicidad o sumisión, y al mismo Papa Francisco. Me he atrevido a escribirle para pedirle nos ayude! — MIR
* * *
Mi experiencia es que las personas que han caído en las redes de una idea de conspiración no saldrán de ahí a fuerza de argumentos sino de reveses e incluso duros golpes que les dé la vida. Ya he conocido personas que han tomado en serio la epidemia solamente con el contagio (y en algún caso, la muerte) de alguien cercano. No es cosa que uno desee pero… es así.
Lo que yo aconsejo en esto es: pide que respeten tu postura, que no te manden más material de eso, y cuida con prudencia tu salud y la de los tuyos.
Disculpa que no puedo escribir más largo.
“La emergencia sanitaria que estamos viviendo a causa del coronavirus Covid-19, hay que saber aprovecharla. Como cristianos, hemos de vivir estos momentos como lo que somos: hijos de Dios y hermanos de todos nuestros hermanos. Buen momento para medir la fuerza de nuestra fe, la certeza de nuestra esperanza y el fervor de la caridad…”
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“Los Museos Vaticanos se preparan para reabrir gradualmente al público tras el cierre de sus puertas desde el pasado 9 de marzo ocasionado por la pandemia del coronavirus, Covid-19. Así lo informó el Secretario General de la Gobernación del Vaticano, Mons. Fernando Vérgez Alzaga, en una entrevista concedida a Vatican News…”
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Verbo importante en esta etapa de la pandemia: des-escalar. Y todos los que lo usan nos advierten: No se trata de volver a lo que solíamos llamar “normalidad.” Algunos hablan incluso de la necesidad de una “nueva normalidad”… Yo trato de preguntarme cómo se conjuga cada una de esas ideas “en cristiano.”
Por ejemplo: ¿qué tal si en la “nueva normalidad” conservamos, así fuertes, los lazos familiares que muchos me cuentan que han redescubierto?
¿Qué tal si en la “nueva normalidad” afianzamos y cuidamos los ritmos de oración que han crecido en estos días de mayor recogimiento y silencio?
¿Qué tal, si en esa des-escalada conservamos el buen humor, ese que muchos veces nos ha hecho sonreír o reír a carcajadas en estos días?
¿Y qué tal si esa virtud huidiza, la esperanza, que muchos cristianos han visto crecer y han ayudado a crecer en estos días, la conservamos y cultivamos aún con más fuerza en la “nueva normalidad”?
Dejo esas inquietudes y propuestas, mis hermanos.
Varios lectores nos han preguntado sobre la actitud de la Iglesia ante las autoridades civiles en tiempos de COVID-19.
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Me apoyo en un escrito de mi amigo sacerdote, P. Leandro Bonnin, porque comparto su punto de vista:
En medio de situaciones difíciles, volver a las fuentes de la doctrina católica nos trae siempre claridad y paz. Nos ordena, nos serena, nos provoca y nos “aguijonea” a ser mejores.
La situación actual, en la cual las Misas celebradas en las parroquias no pueden contar por ahora con la presencia de los fieles ha suscitado diversas manifestaciones y expresiones, sobre todo en las redes sociales.
Algunos fieles han mostrado su anhelo de participar en la Santa Misa con pedidos virtuales dirigidos a las autoridades civiles y -este es el caso al que me quiero referir- a los obispos. A su vez, algunos obispos han respondido públicamente a esta petición, al igual que algunos sacerdotes.
Mi opinión personal, en concordancia con lo que enseña el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica, se resume en lo siguiente:
# Que los bautizados tienen derecho a los sacramentos si los piden razonablemente y con las debidas condiciones (c. 213)
# Que los fieles laicos “tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.” (c. 212 .3)
# Que los pastores debemos, en este contexto difícil, hacer lo posible para brindarles “asistencia espiritual” […]
# Que por el momento y teniendo en cuenta que en [nuestros países] no están permitidos los eventos no sólo religiosos, sino también culturales, recreativos y deportivos, no estamos -al menos no aún- en una situación de “persecución religiosa”. Tampoco se nos está privando del ejercicio del derecho de la Libertad religiosa, al menos que yo sepa. Los eventos religiosos que impliquen congregar fieles “caen” bajo la misma regulación que todos los demás eventos, no se nos impide reunirnos por motivos de fe sino por una medida sanitaria más amplia.
Lo que me permito sugerir a los fieles –en relación a los obispos y sacerdotes- y también me atrevo a sugerir a mis hermanos sacerdotes y a los obispos –aunque no sé si alguno me leerá, 😉 – es que evitemos los JUICIOS TEMERARIOS.
¿Qué son estos juicios?
El catecismo dice que “se hace culpable de de JUICIO TEMERARIO el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo” (2477)
Tal vez me equivoco, tal vez estoy cayendo yo en esto que señalo, pero en algunos textos y mensajes –tanto de fieles como de pastores- me parece ver algo de “juicio temerario”: suponer o dar a entender sin fundamento suficiente que el otro “hace tal cosa” porque “es esto o aquello”. No voy a poner ejemplos, que ustedes podrán inferir.
A mis hermanos laicos, los animo a ayudar a los sacerdotes a descubrir cómo ejercer ese ministerio de “asistencia espiritual” en el marco de la actual normativa.
A mis hermanos sacerdote, los animo a que pidamos a Dios el don de la creatividad para que sin descuidar la salud de nadie hagamos lo posible para atender a nuestros fieles. Para que ellos -nuestros fieles, los que nos sostienen con su oración, los que nos sostienen económicamente, los que trabajan “a la par nuestra”, los que le “ponen el pecho” a la experiencia difícil de ser cristiano hoy- no se queden con la sensación de que su reclamo no nos “hace mella” porque “sabemos por qué lo hacen”. Y mucho menos lleguen a sentir que los juzgamos o los condenamos.
Como siempre, ojalá que esta situación, incluso teniendo puntos de vista diversos, sea una oportunidad para que nuestros hermanos no creyentes puedan ver al Pueblo de Dios -fieles y pastores- y decir “miren como se aman”.