Notas sobre el final de la vida de Hernán Cortés

En 1528 visitó Cortés a Carlos I, y no consiguió el gobierno de la Nueva España, pues no se quería dar gobierno a los conquistadores, no creyeran éstos que les era debido. Pero el rey le hizo Marqués del Valle de Oaxaca, con muy amplias propiedades. Cortés tuvo años prósperos en Cuernavaca, y después de pasar sus últimos años más bien perdido en la Corte, después de disponer un Testamento admirable, murió en 1547. Tuvo este conquistador una gran esperanza, ya en 1526, sobre el cristianismo de México, y así le escribe al emperador que «en muy breve tiempo se puede tener en estas partes por muy cierto se levantará una nueva iglesia, donde más que en todas las del mundo Dios Nuestro Señor será servido y honrado» (V Carta).

Y tuvo también conciencia humilde de su propia grandeza, atribuyendo siempre sus victorias a la fuerza de Dios providente. Francisco Cervantes de Salazar refiere que oyó decir a Cortés que «cuando tuvo menos gente, porque solo confiaba en Dios, había alcanzado grandes victorias, y cuando se vio con tanta gente, confiado en ella, entonces perdió la más de ella y la honra y gloria ganada» (Crónica de la Nueva España IV, 100; +J.L. Martínez 743).

Esta misma humildad se refleja en una carta a Carlos I escrita al fin de su vida (3-2-1544): «De la parte que a Dios cupo en mis trabajos y vigilias asaz estoy pagado, porque siendo la obra suya, quiso tomarme por medio, y que las gentes me atribuyesen alguna parte, aunque quien conociere de mí lo que yo, verá claro que no sin causa la divina Providencia quiso que una obra tan grande se acabase por el más flaco e inútil medio que se pudo hallar, porque sólo a Dios fuese atributo» (Madariaga 560).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Conoce qué es el suicidio demográfico

Conoce qué es el suicidio demográfico y dónde está sucediendo ahora mismo. Por fin empieza a tomarse conciencia del hecho social más dramático del presente siglo. Las supuestas soluciones son demasiado tímidas tardías pero… es un comienzo.

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Amistad de Hernán Cortés con los franciscanos

Desde el principio los escritores franciscanos ensalzaron la dimensión apostólica de la figura de Hernán Cortés, como en nuestros siglo lo hace el franciscano Fidel de Lejarza, en su estudio Franciscanismo de Cortés y Cortesianismo de los Franciscanos (MH 5,1948, 43-136). Igual pensamiento aparece en el artículo del jesuíta Constantino Bayle, Cortés y la evangelización de Nueva España (ib. 5-42). Pero quizá el elogio más importante de Cortés es el que hizo en 1555 el franciscano Motolinía en carta al emperador Carlos I:

«Algunos [Las Casas] que murmuraron del Marqués del Valle [de Oaxaca, muerto en 1547], y quieren ennegrecer sus obras, yo creo que delante de Dios no son sus obras tan aceptas como lo fueron las del Marqués. Aunque, como hombre, fuese pecador, tenía fe y obras de buen cristiano y muy gran deseo de emplear la vida y hacienda por ampliar y aumentar la fe de Jesucristo, y morir por la conversión de los gentiles. Y en esto hablaba con mucho espíritu, como aquel a quien Dios había dado este don y deseo y le había puesto por singular capitán de esta tierra de Occidente. Confesábase con muchas lágrimas y comulgaba devotamente, y ponía a su ánima y hacienda en manos del confesor para que mandase y dispusiese de ella todo lo que convenía a su conciencia. Y así, buscó en España muy grandes confesores y letrados con los cuales ordenó su ánima e hizo grandes restituciones y largas limosnas. Y Dios le visitó con grandes aflicciones, trabajos y enfermedades para purgar sus culpas y limpiar su ánima. Y creo que es hijo de salvación y que tiene mayor corona que otros que lo menosprecian.

«Desque que entró en esta Nueva España trabajó mucho de dar a entender a los indios el conocimiento de un Dios verdadero y de les hacer predicar el Santo Evangelio. Y mientras en esta tierra anduvo, cada día trabajaba de oír misa, ayunaba los ayunos de la Iglesia y otros días por devoción. Predicaba a los indios y les daba a entender quién era Dios y quién eran sus ídolos. Y así, destruía los ídolos y cuanta idolatría podía. Traía por bandera una cruz colorada en campo negro, en medio de unos fuegos azules y blancos, y la letra decía: «amigos, sigamos la cruz de Cristo, que si en nos hubiere fe, en esta señal venceremos». Doquiera que llegaba, luego levantaba la cruz. Cosa fue maravillosa, el esfuerzo y ánimo y prudencia que Dios le dio en todas las cosas que en esta tierra aprendió, y muy de notar es la osadía y fuerzas que Dios le dio para destruir y derribar los ídolos principales de México, que eran unas estatuas de quince pies de alto» (y aquí narra la escena descrita por Andrés Tapia).

«Siempre que el capitán tenía lugar, después de haber dado a los indios noticias de Dios, les decía que lo tuviesen por amigo, como a mensajero de un gran Rey en cuyo nombre venía; y que de su parte les prometía serían amados y bien tratados, porque era grande amigo del Dios que les predicaba. ¿Quién así amó y defendió los indios en este mundo nuevo como Cortés? Amonestaba y rogaba a sus compañeros que no tocasen a los indios ni a sus cosas, y estando toda la tierra llena de maizales, apenas había español que osase coger una mazorca. Y porque un español llamado Juan Polanco, cerca del puerto, entró en casa de un indio y tomó cierta ropa, le mandó dar cien azotes. Y a otro llamado Mora, porque tomó una gallina a indios de paz, le mandó ahorcar, y si Pedro de Alvarado no le cortase la soga, allí quedara y acabara su vida. Dos negros suyos, que no tenían cosa de más valor, porque tomaron a unos indios dos mantas y una gallina, los mandó ahorcar. Otro español, porque desgajó un árbol de fruta y los indios se le quejaron, le mandó afrentar.

«No quería que nadie tocase a los indios ni los cargase, so pena de cada [vez] cuarenta pesos. Y el día que yo desembarqué, viniendo del puerto para Medellín, cerca de donde agora está la Veracruz, como viniésemos por un arenal y en tierra caliente y el sol que ardía -había hasta el pueblo tres leguas-, rogué a un español que consigo llevaba dos indios, que el uno me llevase el manto, y no lo osó hacer afirmando que le llevarían cuarenta pesos de pena. Y así, me traje el manto a cuestas todo el camino.

«Donde no podía excusar guerra, rogaba Cortés a sus compañeros que se defendiesen cuanto buenamente pudiesen, sin ofender; y que cuando más no pudiesen, decía que era mejor herir que matar, y que más temor ponía ir un indio herido, que quedar dos muertos en el campo» (Xirau, Idea 79-81). Y termina diciendo: «Por este Capitán nos abrió Dios la puerta para predicar el santo Evangelio, y éste puso a los indios que tuvieran reverencia a los Santos Sacramentos, y a los ministros de la Iglesia en acatamiento; por esto me he alargado, ya que es difunto, para defender en algo de su vida» (Trueba, Doce 110; +Mendieta, Historia III,1).

Leonardo Tormos escribió hace años un interesante y breve artículo, Los pecadores en la evangelización de las Indias. Hernán Cortés fue sin duda el principal de este gremio misterioso…


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Familias cimentadas sobre roca, 5 de 5: Victoria sobre las tres grandes mentiras

[Predicación en Juventud Renovada en el Espíritu Santo, en Pomona, California.]

Tema 5 de 5: Victoria sobre las tres grandes mentiras

* Juan 15: “Sin mi nada podéis hacer”:

* Sin Cristo nos agitamos pero no nos movemos, no avanzamos.

* Cuando uno descubre quien es Dios en verdad y cuando uno descubre quien es uno en verdad, entonces en ese momento la vida cambia, y uno se apega de Dios.

* El enemigo tiene como lenguaje propio y como herramienta principal la mentira, porque el enemigo sabe que en el momento en que tu sepas que hoy un Dios que te ama, Juan 3, 16: “Tanto amo Dios al mundo que entrego a su hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna”. En el momento que sepas que tu vida va a cambiar y comienzas a ser libre. Por eso el enemigo necesita atraparte en la oscuridad de la mentira.

* Tres mentiras pretenden gobernar el corazón humano:

1. La gran mentira: tengo que escoger entre ser feliz o ser obediente. Génesis 3.

* Lo que necesita la serpiente es romper la relación entre Dios y la mujer, entre Dios y el ser humano.

* El pecado es siempre darle la espalda a Dios, separarse de Dios.

* ¿Cómo puede lograr la serpiente que el ser humano se aparte de Dios, si nosotros mismo somos imagen de Dios?

* Lo que pretende la serpiente es separar tu obediencia de tu felicidad.

* Para separar a Dios y al ser humano la serpiente introduce la separación entre la obediencia y la felicidad.

* La serpiente pone a escoger, quieres ser obediente o quieres ser feliz. Esta es la gran mentira.

* Lo que logra la serpiente con su astucia es que la mujer escoja ser feliz o ser obediente.

* Una vez que la gran mentira se mete en el corazón es como una bondad de tiempo, tarde o temprano la persona cae en el pecado.

* Esta mentira obra en nuestros corazones cuando empezamos a sentir que los mandamientos de la ley de Dios son como un vestido muy estrecho, como una prisión que no nos deja ser libre. En este momento la voz de la serpiente nos comienza a decir: tu tienes derecho a ser feliz. Esto se da en toda la estructura del pecado, el adulterio, la política, la pureza de los jóvenes…

* Tengo que escoger entre ser feliz p ser obediente, llamamos a esta la mentira grande, porque en esta afirmación no se admite una afirmación que es la que Dios quiere de nosotros que seamos realmente obedientes y realmente felices.

2. La mentira dulce: La utiliza el demonio para que sigamos en el pecado.

* La mentira dulce es la estrategia que utiliza el demonio para amarrarnos del pecado. Ejemplo: la samaritana, Juan 4.

* La mentira grande lo utiliza el demonio para que empecemos a pecar, la mentira dulce la utiliza el demonio para que sigamos en el pecado.

* La mentira dulce es hacernos creer que si aumentamos nuestras posesiones, placeres, prestigio, ahí vamos a ser realmente felices. Es la manera de encadenarnos del pecado, más de lo mismo.

3. La mentira terrorista: Ya es demasiado tarde, ya no hay nada que hacer. Apégate a lo poco que te queda.

* Esta mentira es para que no te apartes del pecado.

* El lenguaje terrorista consiste en que ya no te pues salir de esto, ya no tienes escapatoria.

* La mentira terrorista consiste en adueñarse de tu corazón con el miedo, el pánico, para que tu agarres angustiosamente a lo que te queda de vida.

¿Por qué necesitamos a Cristo?

Necesitamos a Cristo porque necesitamos vencer estas tres mentiras, y estas no las vence el que no conoce el amor de Dios, el Espíritu Santo de Dios.

– Juan 14, Cristo nos ha revelado el verdadero rostro de Dios padre, y cuando nosotros conocemos el verdadero rostro de Dos padre entendemos que todo lo que Dios manda para que obedezcamos lo manda para nuestro bien, por nuestra felicidad.

– Cristo nos revela el rostro de Dios padre. Cuando yo entiendo que hay un Dios que me ama, que hay un Dios que ha llegado al extremo de entregar a su propio hijo cuando yo veo, que Dios todo lo ha hecho por el amor, entonces entiendo que, ese Dios, cuando yo le obedezco me lleva a mi plenitud, es decir, lo que hace Jesucristo es destruir la gran mentira, la mentira dulce y la mentira terrorista.

Cristo dice: “Yo he vencido al mundo”.

Familias cimentadas sobre roca, 4 de 5: Desafíos de educación en la juventud

[Predicación en Juventud Renovada en el Espíritu Santo, en Pomona, California.]

Tema 4 de 5: Desafíos de educación en la juventud

* Lee 1 Reyes 12, 1-16

* El concejo que le dan los jóvenes era un concejo terriblemente imprudente, pero era el concejo de Roboam, era el que quería escuchar. El concejo fue de arrogancia, egoísmo, prudencia.

* “Sí mi padre los cargo con un yugo pesado, yo les aumentaré la carga, sí mi padre los castiga con azotes, yo los castigaré con latigazos.

* Toda persona joven, en algún momento de su juventud y luego en su vida entera se va a encontrar con estos dos caminos: El camino de la sabiduría o el camino de la necedad.

* El camino de la sabiduría esta marcado por las palabras humildad, servicio y amor.

* El concejo de los jóvenes amigo de Roboam era un concejo interesado porque estaban a su servicio y entre más dinero entrara al palacio más tajada tenían.

* El concejo de los ancianos que también estaba a su servicio era desinteresado porque estaban renunciando a su propia ganancia.

* Roboam con su decisión, dividió el pueblo de Dios. La causa de esta división que la arrogancia la agresividad, el egoísmo, etc.

* El fruto de la arrogancia es división, destrucción y muerte.

* En la vida humana hay un momento en el que uno tiene que escoger el camino de la humildad, servicio, amor o el camino de la arrogancia, egoísmo y violencia.

* El principal problema de la sociedad no son lo que se drogan con mariguana o con heroína, el principal problema de la sociedad son los egoístas que se drogan con el poder, porque únicamente piensan en si mismos.

* Necesitamos gente que no cambie su brújula moral que conserve su norte y su claridad de sus principios suceda lo que suceda.

* El gran daño esta en aquellos jóvenes que se convierten en adoradores de sus propias metas.

* La gran mayoría de jóvenes tiene la ilusión de que son libres, pero si a ti joven, la libertad consiste en hacer lo que te de la gana, a ti te maneja el que te maneja las ganas.

* Joven no te dejes llevar por las voces del demonio, detrás de esa arrogancia tu no eres tan sabio como te crees, detrás de tu egoísmo tu necesitas mucho de los demás y detrás de esa violencia tienes más miedo que lo que tu estas dispuesto a admitir a cuando tu desnudos de esa arrogancia, ese egoísmo, esa violencia seguramente te descubres profundamente necesitado, es ahí donde tiene su nacimiento lo que la Biblia llama el santo temor de Dios.

* La oración del santo temor de Dios que Salomón clamó a Dios cuando era joven, Sab. capitulo 9.

* En medio de tantos ídolos que quiere arrebatar a los jóvenes, tú joven, puedes poner la cabeza en tu sitio y dejar el corazón libre. Necesitas orar, necesitas ponerte en la presencia del Señor. Este es el camino, la humildad, el servicio y el amor.

Familias cimentadas sobre roca, 3 de 5: Lo fácil pero desastroso es dejarse llevar

[Predicación en Juventud Renovada en el Espíritu Santo, en Pomona, California.]

Tema 3 de 5: Lo fácil pero desastroso es dejarse llevar

“Alejarse de Dios no requiere ningún sacrificio, lo más fácil es dejarse llevar”

* Construir requiere tiempo; alejarse de Dios es fácil, vivir según Dios toma tiempo y hay mucho que construir en nosotros.

* Si quieres construir tenemos que revestirnos de paciencia.

* Parte de la paciencia que necesitamos es darnos cuenta que la gente necesita su propio tiempo para encontrar lo que tu ya sabes.

* Si Dios tuvo paciencia contigo, tu tienes que tener paciencia con el resto de la familia y con las personas a las que tu quieres llegar.

* Si tu quieres que crezca la conversión en tu familia necesitas recuperar la autoridad, y la autoridad se recupera creciendo en la sabiduría, en la bondad y en la coherencia.

* El camino es muy largo y debes prepararte. Recuerda lo que dice el libro primero de los Reyes 19, 7.

* No esperes para que llegue el momento del combate para prepararte.

* El combate que se llega contra la vida cristiana es muy duro por todas partes. Se alzan lluvias torrenciales vientos huracanados que están arremetiendo sobre la casa y el que no tenga su casa sobre la roca va a presenciar el desastre.

* Tres consecuencias del tiempo de persecución en el que estamos:

1. Toda la vida cristiana será una vida de heroísmo o no será nada.

* Esto quiere decir que el heroísmo tanto para los sacerdotes como para los que son o van a ser papas.

2. En nuestros países la persecución no va a ser por ametralladoras, la persecución va a ser por estrangulamiento.

* La persecución por ametralladora es lo que pasó en la universidad de Kenia.

* La persecución por estrangulamiento (estrangular quiere decir apretar el cuello de una persona impidiendo respirar hasta que pierde el conocimiento y luego muere), quiere decir que vivir la vida cristiana se va a volver cada vez más difícil, de modo que muchas personas, para evitar problemas y incomodidades, van a ir dejando la fe.

* Nosotros los católicos no solamente necesitamos que den la pelea, necesitamos médicos, abogados, empresarios, escritores, científicos. Todos llenos de amor de Cristo.

3. Hebreos 12, 7-13.

* Han llegado tiempos duros, han llegado tiempos de combate. No dejemos que nos tomen por sorpresa, no le demos el homenaje de nuestro escandalo al enemigo, no permitamos al enemigo que nos impresione con los avances del pecado en otros corazones. Debemos tener perfectamente claro que ahí donde se le ha dado la espalda a Jesucristo, lo único que puede haber es oscuridad.

* Sí nosotros sacamos a Dios de los colegios, de las escuelas, de las universidades, de los laboratorios, de los centros comerciales, de cada lugar del que sacas a Dios estas construyendo un pequeño o un gran infierno.

* Es fácil apartarse de Dios, es fácil seguir la corriente, es fácil traicionar al Señor, lo difícil es permanecer en la cruz, lo difícil es decir como María Santísima “he aquí esta la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Familias cimentadas sobre roca, 2 de 5: El derrumbe de las familias

[Predicación en Juventud Renovada en el Espíritu Santo, en Pomona, California.]

Tema 2 de 5: El derrumbe de las familias

1. La fortaleza de una casa esta en el orden.

* El concreto las piedras tienen que estar en el cimiento y en las columnas, la madera, los ladrillos, los tubos tienen su lugar.

* Dios ha querido que nuestras familias también tengan un orden, somos distintos, no es lo mismo ser papá que ser hijo.

* Es el orden lo que da establecida, belleza y lo que le da su verdadera función a la casa.

* Cuando descubrimos el orden querido por Dios, vemos el peligro del desorden. El orden es que cada cosa este en su sitio y que pueda cumplir su verdadera función.

* Nosotros proclamamos la igualdad en la dignidad de todos en la casa pero somos distintos en la función.

* En la familia hay un orden vertical que es el orden de la autoridad y hay un orden horizontal que es el orden de la función.

2. La autoridad: ¿Qué significa tener autoridad en la casa? ¿Cómo se gana la autoridad? ¿Cómo se pierde la autoridad? ¿Cómo se recupera la autoridad?

* La palabra autoridad se relaciona con la palabra autor, la persona que tiene autoridad es el que es un buen autor, que sabe y puede escribir con conocimiento sobre una determinada cosa.

* ¿En que momento un papá y una mamá se vuelve autoridad? Cuando pueden escribir en la vida de sus hijos.

* Siempre eres autoridad o para el bien o para el mal, lo que tu hagas, lo que tu digas o lo que tu dejes de hacer siempre tiene un impacto en la vida de tus hijos.

* Ser autoridad en la vida de tus hijos es escribir palabras de amor, de salvación y de sabiduría en el corazón de tus hijos.

* La verdadera autoridad en la casa esta en la sabiduría y la bondad para escribir palabras de vida en aquellas personas que están en nuestro cargo.

* La verdadera autoridad se pierde cuando la persona habla y actúa sin sabiduría o sin bondad, cuando es incoherente.

* Sí no esta la sabiduría, la bondad y la conciencia se desborona la casa y empiezan los hijos a retar a los papás. Entonces se pierde la autoridad y entra el derrumbe moral de la familia.

3. La función.

* En la familia somos iguales en la dignidad pero diferentes en la función y en la autoridad.

* Sobre las diferencias entre los hombres y las mujeres la diferencia es querida por Dios, somos complementarios.

* Las principales diferencias entre el hombre y la mujer son diferencias que tienen origen el vientre materno.

* En las familias hay que saber diferenciar varias cosas: las metas y la convivencia, los objetivos que hay que conseguir pero también como vamos a vivir el futuro que hay que buscar pero también el presente que hay que cuidar.

* Dios quiere en el plano de función que se reconozca la grandeza de la mujer y al mismo tiempo la visión, los objetivos, los propósitos y las prioridades del hombre.

* Donde falta la mujer falta apoyo y donde falta el hombre falta claridad en la identidad.

* Los papás ayudan a construir la identidad de los hijos, las mamas ayudan a cuidar el apoyo, el soporte de los hijos.

* El plan de Dios es que a través de la diferencia del hombre y la mujer haya al mismo tiempo la fortaleza para lo que somos y el valor a la esperanza para lo que hemos de ser.

Familias cimentadas sobre roca, 1 de 5: Casa de sólido fundamento

[Predicación en Juventud Renovada en el Espíritu Santo, en Pomona, California.]

Tema 1 de 5: Casa de sólidos cimientos

Mateo 7,24-27: “Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina”.

1. Cristo nuestro Señor y salvador no quiere simplemente enseñarnos sino transformarnos.

2. Las dos casas están siendo atacas por las mismas fuerzas, todas las casas, todas las familias, todas las personas están sufriendo los mismo ataques.

* Algunas familias vencen mientras que otras se derrumban, es decir, aunque el ataque es para todos el resultado no es igual.

3. Debemos tomar la decisión si queremos ser de los vencedores o de los vencidos.

* Lectura alegórica de Mateo 7,24-27 para descubrir cuales pueden ser 3 ataques. “Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos”. Estos son 3 ataques.

* La gran diferencia entes estas 2 casas eran que una tenía cimiento sobre la roca y la otra no tenia cimiento, estaba sobre la arena. Es interesante observar que Cristo no habla de los materiales de la casa, Cristo habla del cimiento.

4. Todo depende del cimiento. ¿Tenemos nosotros la vida cimentada en Cristo?

* Mientras el cimiento está firme, tu puedes reformar tu vida, puedes limpiar y volver a empezar, cuando pierdes el cimiento lo pierdes todo.

* Tener a Cristo como cimiento significa que muchas cosas pueden pasar en mi vida, muchas cosas pueden llegar o se pueden ir, pero Cristo tiene su lugar y su trono en mi vida.

5. ¿Qué significa que Cristo es mi cimiento? Que estoy dispuesto a perderlo todo menos a Cristo.

a. La lluvia: el problema de la lluvia es que produce filtraciones, que debilitan la construcción. ¿Tenemos en nuestra vida filtraciones?

* Las filtraciones son aquellas cosas que no parecen tan graves pero que ya sabemos que están mal, pero sin embargo las admitimos.

* Lo que dejas que entre a tu cabeza baja a tu corazón, un día lo dice tu boca y un día lo hacen tus manos.

* La lluvia es la persistencia del mal que te propone cosas que al principio no parecen tan perversas.

b. Los torrentes: es un ataque directo al cimiento. ¿Qué podrían ser estos torrentes en nuestra vida? Estos torrentes son los más perversos. 3 enemigos “Torrentes”:

i. El dolor injusto: ¿Por qué a mí? (Por ejemplo: El dolor injusto de una enfermedad, un robo, etc.)

ii. La ingratitud: después de haber trabajado por la gente se van sin dar gracias y lo que es peor se van hablando mal, esto duele mucho. Este es un torrente que golpea el cimiento.

iii. El desierto prolongado en la vida de oración: es el sentir que muchas veces oramos y que no somos escuchados. Es la duda en la fe que viene impulsado por el ataque de satanás.

* ¿Cómo podemos vencer estos torrentes? La única respuesta esta en 2 palabras: Purificación y Cruz.

* Purificación: le mostraba Dios a Santa Catalina: “Cuando tu haces el bien y no recibes la retribución que merecías, cuando tu haces el bien y te llega males que no esperabas, en esos momentos tu amor se purifica porque yo necesito saber sí tu me amas a mí, amas lo que yo te doy”. Porque a veces Dios necesita que nuestro corazón se apegue a Él y no a los beneficios (recompensas, aplausos, agradecimientos, pagas que pueden venir por servirle a Él).

* De vez en cuando Dios quiere que nosotros pasemos por horribles desiertos, Dios quiere que nosotros pasemos por estas tribulaciones porque en estas tribulaciones como el pueblo de Israel en el desierto aprendemos amar a Dios porque Dios merece ser amado y no por las ventajas que tiene.

* La mejor manera de purificar el corazón esta en medio de la dificultad.

* Para ser discípulo del señor hay que pasar por los torrentes, y en estos momentos agarramos la cruz y debemos decir: “El es mi señor en la buenas y en las malas”.

c. El viento: cuando llega el viento huracanado, lo primero que afecta es el techo, y sin techo hay una inundación.

* ¿De que se están inundando nuestras casas? La televisión(cuando esta encendido todo el tiempo), los audífonos (cuando las personas los usan 6, 7, 8 horas al día, conectado a un mp3 o un celular y por este medio le llega información), el Facebook, etc.

* Si tu no le pones un freno a la inundación te cambian la cabeza.

* El cristiano tiene que mantener su techo y esto quiere decir que uno tiene que saber apagar.

* Tenemos que aprender a amar el silencio, la capacidad de entrar en nosotros mismos. Aprender a pensar por ti mismo.

* Si estas firme en Cristo y no permites que venzan las lluvias, los torrentes y los vientos, tu casa será siempre tuya porque es siempre de Cristo.

Principios básicos de sanación interior

[Predicación en la Asociación Católica “Jesús en ti confío” Junio de 2015.]

* Principios que el Nuevo Testamento nos muestra en cuanto a la sanación interior:

(1) Realismo: nada de esconder, negar, reprimir o huir.

(2) Bondad de la creación: el punto de partida es la realidad de mi cuerpo, historia, contexto, origen, y en cada cosa hay una semilla real de bondad por la creación.

(3) Hay un orden correcto cuando se trata de sanar el corazón: escucha, fe y convicción, acción, sentimiento, reflexión.

(4) Todo camino de sanación apunta a la instauración del reinado de Dios.

(5) La sanación acontece principalmente a través de procesos de Re – Significación: paso del por qué al para qué, que nos lleva a descubrir lo malo que nos sucedió como:

+ Oportunidad de experimentar el propio límite y vencer la soberbia.
+ Victoria sobre toda idolatría de los poderes de este mundo.
+ Experiencia directa de la necesidad humana, que nos abre a la compasión.
+ Narración que sirve de testimonio.
+ Preparación providencial e inesperada de bienes inmensos, como le sucedió a José, hijo de Jacob, en Egipto.
+ Ocasión de penitencia, purificación y unión con la pasión de Cristo.
+ Entender que todo es figura, boceto, prólogo.
+ Invitación a buscar la vida eterna y los bienes que no se corrompen.

¿Por qué necesitamos sanación interior?

[Predicación en la Asociación Católica “Jesús en ti confío” Junio de 2015.]

* Razones por las que ciertamente necesitamos sanación interior:

+ El efecto duradero de las experiencias duras de infancia.
+ El mal intenta instalarse profundamente.
+ Sin sanación interior vamos repitiendo en todas partes nuestros prejuicios y errores.
+ Lo mejor de nuestro futuro brotará de lo más profundo de nuestro pasado, quizás de zonas de nuestro ser que nosotros mismos desconocemos.
+ La vida de pareja y de familia supone muy altos niveles de entrega, como se nota especialmente en la intimidad.
+ Una parte importante del perdón y la liberación empieza con la sanación.
+ La perfección cristiana esta en un amor total, que es imposible si amor esa hay zonas oscuras o enfermas en nosotros.
+ Para la realización de nuestra vocación particular necesitamos sanación profunda.

Elogios para Hernán Cortés, de sus contemporáneos

Pero volvamos a nuestro protagonista. A juicio de Salvador de Madariaga fue «Cortés el español más grande y más capaz de su siglo» (555), lo que es decir demasiado, si no se ignoran las flaquezas del Capitán y las maravillas humanas y divinas del siglo XVI español. También elogiosa es la obra Hernán Cortés, escrita en 1941 por Carlos Pereyra. Pero los elogios vienen de antiguo, pues ya en el XVII Don Carlos de Sigüenza y Góngora, escribe el libro Piedad heróica de Don Fernando Cortés, que es publicado mucho más tarde en México, en 1928.

En nuestro siglo, el mexicano Alfonso Trueba, publica en 1954 su Hernán Cortés, libertador del indio, que en 1983 iba por su cuarta edición. Y en 1956, el también mexicano José Vasconcelos afirma en su Breve historia de México que Hernán Cortés es «el más grande de los conquistadores de todos los tiempos» (18), «el más humano de los conquistadores, el más abnegado, [que] se liga espiritualmente a los conquistados al convertirlos a la fe, y su acción nos deja el legado de una patria. Sea cual fuere la raza a que pertenezca, todo el que se sienta mexicano, debe a Cortés el mapa de su patria y la primera idea de conjunto de nacionalidad» (19). Por otra parte, «quiso la Providencia que con el triunfo del Quetzalcoatl cristiano que fue Cortés, comenzase para México una era de prosperidad y poderío como nunca ha vuelto a tenerla en toda su historia» (167).

Otro autor mexicano, José Luis Martínez, en su gran obra Hernán Cortés, más bien hostil hacia su biografiado, ha de reconocer, aunque no de buena gana: «el hecho es que mantuvo siempre con los indios un ascendiente y acatamiento que no recibió ninguna otra autoridad española» (823). Y documenta su afirmación. Cuando en 1529 se le hizo a Cortés juicio de residencia, el doctor Cristóbal de Ojeda, con mala intención, para inculparlo, declaró: «que así mismo sabe e vido este testigo que dicho don Fernando Cortés confiaba mucho en los indios de esta tierra porque veía que los dichos indios querían bien al dicho don Fernando Cortés e facían lo que él les mandaba de muy buena voluntad» (823). Y años más tarde, en 1545, el escribano Gerónimo López le escribe al emperador que «a Cortés no solo obedecían en lo que mandaba, pero lo que pensaba, si lo alcanzaban a saber, con tanto calor, hervor, amor y diligencia que era cosa admirable de lo ver» (824).

Ciertamente, hay muchos signos de que Cortés tuvo gran afecto por los naturales de la Nueva España, y de que los indios correspondieron a este amor. Por ejemplo, a poco de la conquista de México, Cortés hizo una expedición a Honduras (1524-1526), y a su regreso, flaco y desecho, desde Veracruz hasta la ciudad de México, fue recibido por indios y españoles con fiestas, ramadas, obsequios y bailes, según lo cuenta al detalle Bernal Díaz (cp.110).

Por cierto que Cortés, al llegar a México, donde tantos daños se habían producido en su ausencia, no estaba para muchas fiestas; «e así -le escribe a Carlos I- me fui derecho al monasterio de sant Francisco, a dar gracias a Nuestro Señor por me haber sacado de tantos y tan grandes peligros y trabajos, y haberme traído a tanto sosiego y descanso, y por ver la tierra que tan en trabajo estaba, puesta en tanto sosiego y conformidad, y allí estuve seis días con los frailes, hasta dar cuenta a Dios de mis culpas» (V Carta).

Y poco después, cuando la primera y pésima Audiencia, estando recluído en Texcoco, también en carta a Carlos I, le cuenta: «me han dejado sin tener de donde haya una hanega de pan ni otra cosa que me mantenga; y demás desto porque los naturales de la tierra, con el amor que siempre me han tenido, vista mi necesidad e que yo y los que conmigo traía nos moríamos de hambre… me venían a ver y me proveían de algunas cosas de bastimento» (10-10-1530).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Sí a la misericordia pero no a su versión “light”

En la preparación del Jubileo de la Misericordia, ofrecido a toda la Iglesia por el Papa Francisco, conviene dejarse interpelar por esa palabra, que consideramos tan propia de nuestra tradición y de nuestra espiritualidad: misericordia.

Pero, atención, porque lo mismo que sucede con tantas otras palabras centrales de la fe cristiana, también pasa con esta. Así como hay un amor falso y puramente sensual y mundano, que quiere usurpar el lugar del amor cristiano, así también hay una misericordia de contrabando, que mejor deberíamos llamar complicidad, y que quiere usurpar el lugar de la verdadera misericordia. Así como el amor, también la misericordia hay que aprenderla de Cristo y de los santos, testigos de su Evangelio.

La genuina misericordia obliga a salir de las propias comodidades, incluyendo la comodidad de ser bien aceptados por aquellos de quienes nos compadecemos. ¿Era Cristo compasivo con los publicanos y no lo era con los fariseos? Sólo sugerirlo es herejía. La ternura y la denuncia salían de un mismo corazón; el abrazo y el reproche tenían una misma fuente; el consuelo y la corrección provenían del mismo Señor y Mesías.

Estas consideraciones deben liberarnos de una noción “light” de misericordia que más bien consiste en una mediocridad cómoda y en el fondo egoísta.

[De la Carta de Pentecostés, del Prior Provincial de los Dominicos de Colombia.]

Francisco de Aguilar (1479-1571)

Entre los citados por Bernal Díaz, ése buen soldado que llama Alonso de Aguilar, es el que más tarde, tomando el nombre de Francisco, se hace dominico, y a los ochenta años, a ruegos de sus hermanos religiosos, escribe la Relación breve de la conquista de la Nueva España. En su crónica dice de sí mismo que fue «conquistador de los primeros que pasaron con Hernando Cortés a esta tierra». Llega por tanto a México en 1519, con 40 años de edad, y es testigo presencial de los sucesos que ya anciano narra en su crónica. Felizmente conocemos bien su vida por la Crónica de fray Agustín Dávila Padilla, dominico, en la que éste le dedica un capítulo (cp.38: +Aguilar, Apéndice III-A).

Francisco de Aguilar, escribe fray Agustín Dávila, era «hombre de altos pensamientos y generosa inclinación» y «tenía grandes fuerzas, con que acompañaba su ánimo». Ya de seglar se distinguió por la firmeza de su castidad, de modo que «cuando los soldados decían o hacían alguna cosa menos honesta, la reprendía el soldado como si fuera predicador, y se recelaban de él aun los más honrados capitanes». Fue uno de los hombres de confianza de Cortés, el cual le encomendaba «negocios importantes, como fue la guarda de la persona del emperador Moctezuma, cuando le retuvieron en México». Más tarde, «después que la tierra estuvo pacífica, como a soldado animoso le cupo un fuerte repartimiento de indios que le dieron en encomienda», y con eso y con la venta, pronto se hizo rico.

Pero él no estaba para gozar riquezas de este mundo. Él, más bien, «consideraba los peligros grandes de que Dios le había librado, y hallábase muy obligado a servirle», y junto a eso, «acordábasele también de algunos agravios que a los indios había hecho, y de otros pecados de su vida, y para hacer penitencia, tuvo resolución de ser fraile de nuestra Orden». Así las cosas, en 1529, teniendo 50 años, ingresó en los dominicos, que en número de doce, como los franciscanos, habían llegado a México poco después que éstos, en 1526.

El padre Aguilar «ejercitó sus buenas fuerzas en los ayunos y rigores de la Orden. En cuarenta años que vivió en ella, con haber cincuenta que estaba hecho al regalo, nunca comió carne, ni bebió vino, ni quebrantó ayuno de la Orden; que son cosas rigurosas para un mozo, y las hacía Dios suaves a un viejo». Con oración y penitencias lloraba «delante de Dios sus miserias, y quedaba medrado en la virtud, pidiendo a Dios que fuese piadoso. Éralo él con sus prójimos, particularmente con los indios, por descontar alguna crueldad si con ellos la hubiese usado. Los indios de su pueblo (de quienes él se despidió para ser fraile, dándoles cuenta de su motivo) le iban a ver al convento, y le regalaban, trayéndole muy delgadas mantas de algodón, que humildemente le ofrecían, por lo mucho que le amaban».

«Fue muchos años prelado en pueblos de indios con maravilloso ejemplo y prudencia», aunque «nunca predicó, por ser tanto el encogimiento y temor que había cobrado en la religión, que jamás pudo perder el miedo para hablar en público. Aprovechó mucho a los indios, confesándolos y doctrinándolos con amor de padre, reconociéndole ellos y estimándole como buenos hijos». A los noventa y dos años, después de haber sufrido con mucha paciencia una larga enfermedad de gota, que le dejó imposibilitado, «acabó dichosamente la vida corporal, donde había dejado encomienda de indios; y le llevó Dios a la eterna, donde le tenía guardado su premio entre los ángeles».


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Soldados evangelizadores en México

La religiosidad de Cortés fue ampliamente compartida por sus compañeros de milicia. Como ya vimos más arriba (76-77), Bernal Díaz del Castillo afirmaba que ellos, los soldados conquistadores, fueron en la Nueva España los primeros apóstoles de Jesucristo, incluso por delante de los religiosos: ellos fueron, en efecto, los primeros que, en momentos muy difíciles y con riesgo de sus vidas, anunciaron el Evangelio a los indios, derrocaron los ídolos, y llamaron a los religiosos para que llevaran adelante la tarea espiritual iniciada por ellos entre los indios.

Pues bien, el mismo Bernal, cuando en su Historia verdadera da referencias biográficas «De los valerosos capitanes y fuertes y esforzados soldados que pasamos desde la isla de Cuba con el venturoso y animoso Don Hernando Cortés» (cp.205), no olvida a un buen número de soldados, compañeros suyos de armas, que se hicieron frailes y fueron verdaderos apóstoles de los indios:

«Pasó un buen soldado que se decía Sindos de Portillo, natural de Portillo, y tenía muy buenos indios y estaba rico, y dejó sus indios y vendió sus bienes y los repartió a pobres, y se metió a fraile francisco, y fue de santa vida; este fraile fue conocido en México, y era público que murió santo y que hizo milagros, y era casi un santo. Y otro buen soldado que se decía Francisco de Medina, natural de Medina del Campo, se metió a fraile francisco y fue buen religioso; y otro buen soldado que se decía Quintero, natural de Moguer, y tenía buenos indios y estaba rico, y lo dio por Dios y se metio a fraile francisco, y fue buen religioso; y otro soldado que se decía Alonso de Aguilar, cuya fue la venta que ahora se llama de Aguilar, que está entre la Veracruz y la Puebla, y estaba rico y tenía buen repartimiento de indios, todo lo vendió y lo dio por Dios, y se metió a fraile dominico y fue muy buen religioso; este fraile Aguilar fue muy conocido y fue muy buen fraile dominico. Y otro buen soldado que se decía fulano Burguillos, tenía buenos indios y estaba rico, y lo dejó y se metió a fraile francisco; y este Burguillos después se salió de la Orden y no fue tan buen religioso como debiera; y otro buen soldado, que se decía Escalante, era muy galán y buen jinete, se metió fraile francisco, y después se salió del monasterio, y de allí a obra de un mes tornó a tomar los hábitos, y fue muy buen religioso. Y otro buen soldado que se decía Lintorno, natural de Guadalajara, se metió fraile francisco y fue buen religioso, y solía tener indios de encomienda y era hombre de negocios. Otro buen soldado que se decía Gaspar Díez, natural de Castilla la Vieja, y estaba rico, así de sus indios como de tratos, todo lo dio por Dios, y se fue a los pinares de Guaxalcingo [Huehxotzingo, en Puebla], en parte muy solitaria, e hizo una ermita y se puso en ella por ermitaño, y fue de tan buena vida, y se daba ayunos y disciplinas, que se puso muy flaco y debilitado, y decía que dormía en el suelo en unas pajas, y que de que lo supo el buen obispo don fray Juan de Zumárraga lo envió a llamar o le mandó que no se diese tan áspera vida, y tuvo tan buen fama de ermitaño Gaspar Díez, que se metieron en su compañía otros dos ermitaños y todos hicieron buena vida, y a cabo de cuatro años que allí estaban fue Dios servido llevarle a su santa gloria»…

Ya se ve que no había entonces mucha distancia entre los frailes apóstoles y aquellos soldados conquistadores, más tarde venteros, encomenderos o comerciantes. Es un falso planteamiento maniqueo, como ya he señalado, contraponer la bondad de los misioneros con la maldad de los soldados: los documentos de la época muestran en cientos de ocasiones que unos y otros eran miembros hermanos, más o menos virtuosos, de un mismo pueblo profundamente cristiano.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Hernán Cortés escribe pidiendo misioneros

Poco después de la llegada de los Doce apóstoles franciscanos, el 15 de octubre de 1524, escribe Cortés al Emperador una IV Relación, de la que transcribimos algunos párrafos particularmente importantes para la historia religiosa de México:

«Todas las veces que a vuestra sacra majestad he escrito he dicho a vuestra Alteza el aparejo que hay en algunos de los naturales de estas partes para convertirse a nuestra santa fe católica y ser cristianos; y he enviado a suplicar a vuestra Majestad, para ello, mandase personas religiosas de buena vida y ejemplo. Y porque hasta ahora han venido muy pocos o casi ningunos, y es cierto que harían grandísimo fruto, lo torno a traer a la memoria de vuestra Alteza, y le suplico lo mande proveer con toda brevedad, porque Dios Nuestro Señor será muy servido de ellos y se cumplirá el deseo que vuestra Alteza en este caso, como católico, tiene».

En otra ocasión, sigue en su carta, «enviamos a suplicar a vuestra Majestad que mandase proveer de Obispos u otros prelados, y entonces nos pareció que así convenía. Ahora, mirándolo bien, me ha parecido que vuestra sacra Majestad los debe mandar proveer de otra manera… Mande vuestra Majestad que vengan a estas partes muchas personas religiosas [frailes], y muy celosas de este fin de la conversión de estas gentes, y que hagan casas y monasterios. Y suplique vuestra Alteza a Su Santidad [el Papa] conceda a vuestra Majestad los diezmos de estas partes para este efecto. [La conversión de estas gentes] no se podría hacer sino por esta vía; porque habiendo Obispos y otros prelados no dejarían de seguir la costumbre que, por nuestros pecados, hoy tienen, en disponer de los bienes de la Iglesia, que es gastarlos en pompas y en otros vicios, en dejar mayorazgos a sus hijos o parientes. Y aun sería otro mayor mal que, como los naturales de estas partes tenían en sus tiempos personas religiosas que entendían en sus ritos y ceremonias -y éstos eran tan recogidos, así en honestidad como en castidad, que si alguna cosa fuera de esto a alguno se le sentía era castigado con pena de muerte-; y si ahora viesen las cosas de la Iglesia y servicio de Dios en poder de canónigos u otras dignidades, y supiesen que aquéllos eran ministros de Dios, y los viesen usar de los vicios y profanidades que ahora en nuestros tiempos en esos reinos usan, sería menospreciar nuestra fe y tenerla por cosa de burla; y sería tan gran daño, que no creo aprovecharían ninguna otra predicación que se les hiciese».

«Y pues que tanto en esto va y [ya que] la principal intención de vuestra Majestad es y debe ser que estas gentes se conviertan, he querido en esto avisar a vuestra Majestad y decir en ello mi parecer. [Por lo demás] así como con las fuerzas corporales trabajo y trabajaré para que los reinos y señoríos de vuestra Majestad se ensanchen, así deseo y trabajaré con el alma para que vuestra Alteza en ellas mande sembrar nuestra santa fe, porque por ello merezca [a pesar de mis muchos pecados -nos permitimos añadir-] la bienaventuranza de la vida perpetua».

«Asimismo vuestra Majestad debe suplicar a Su Santidad que conceda su poder en estas partes a las dos personas principales de religiosos que a estas partes vinieron, uno de la orden de San Francisco y otro de la orden de Santo Domingo, los cuales tengan los más largos poderes que vuestra Majestad pudiere [concederles y conseguirles], por ser estas tierras tan apartadas de la Iglesia romana, y los cristianos que en ellas residimos tan lejos de los remedios de nuestras conciencias, y como humanos, tan sujetos a pecado».

Todo se cumplió, más o menos, como Cortés lo pensó y lo procuró. Con razón, pues, afirmó después Mendieta que «aunque Cortés no hubiera hecho en toda su vida otra alguna buena obra más que haber sido la causa y medio de tanto bien como éste, tan eficaz y general para la dilatación de la honra de Dios y de su santa fe, era bastante para alcanzar perdón de otros muchos más y mayores pecados de los que de él se cuentan» (III,3).

El emperador promovió también algunos obispos pobres y humildes, como Cortés los pedía, hombres de la talla de Garcés, Zumárraga o Vasco de Quiroga.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Cortés recibe a los doce franciscanos

Ya vimos que Hernán Cortés en 1519, apenas llegado a Tenochtitlán, le anuncia a Moctezuma en su primer encuentro: «enviará nuestro rey hombres mejores que nosotros». Así se cumplió, en efecto. El 17 o 18 de junio del año 1524, «el año en que vino la fe», llegaron de España a México un grupo de doce grandes misioneros franciscanos. Y Cortés tuvo especialísimo empeño en que su entrada tuviera gran solemnidad.

Ya cerca de México, según cuenta Bernal, el mismo Hernán Cortés les salió al encuentro, en cabalgata solemne y engalanada, con sus primeros capitanes, acompañado por Guatemuz, señor de México, y la nobleza mexicana. Y aún les aguardaba a los indios una sorpresa más desconcertante, cuando vieron que Cortés bajaba del caballo, se arrodillaba ante fray Martín, y besaba sus hábitos, siendo imitado por capitanes y soldados, y también por Guatemuz y los principales mexicanos. Todos «espantáronse en gran manera, y como vieron a los frailes descalzos y flacos, y los hábitos rotos, y no llevaron caballos, sino a pie y muy amarillos [del viaje], y ver a Cortés, que le tenían por ídolo o cosa como sus dioses, así arrodillado delante de ellos, desde entonces tomaron ejemplo todos los indios, que cuando ahora vienen religiosos les hacen aquellos recibimientos y acatos; y más digo, que cuando Cortés con aquellos religiosos hablaba, que siempre tenía la gorra en la mano quitada y en todo les tenía gran acato» (cp.171; +Mendieta, Historia III,12).

«Esta escena, comenta Madariaga, fue la primera piedra espiritual de la Iglesia católica en Mejico» (493).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.