Unción de Cristo y del cristiano, 5 de 6: Renovados desde dentro por el Espíritu

[Retiro con la comunidad hispana de Bernardsville. Diciembre de 2014.]

Tema 5 de 6: Renovados desde dentro por el Espíritu

* San Lucas nos habla de cómo de Cristo sale una fuerza o poder que sana a todos (Lucas 6,19). La Ley de Moisés, que en esto corresponde a la experiencia de multitud de padres y educadores, enseña que una manzana dañada es suficiente para dañar el resto de la caja. Moisés prevé el poder del mal y por eso aísla al leproso, que contagiará a todos, y también apedrea al que ha pecado gravemente.

* Podemos decir por contraste que la “fuerza” que irradia Cristo, el Ungido, es el reverso de lo que Moisés tenía. En Marcos 1 vemos a Cristo tocando a un leproso, y la lepra no contagia a Cristo sino que la salud de Cristo “contagia” al leproso. estamos ante un bien que es potente.

* Es lo mismo que contempló Ezequiel en aquel río que salía del templo (véase Ezequiel 47,1-12), y que crecía como reproduciéndose a sí mismo, y que repartía salud y fecundidad. es la imagen de una fuente que brota desde dentro del corazón de Dios, y que quiere brotar desde dentro del corazón del cristiano, como brotó del Corazón Sagrado del mismo Cristo.

* Esa fuente que mana desde dentro hace superar la “lógica de la transacción.” Para entender mejor qué quiere decir esta lógica, que es la que impera en el mundo, y que mira ante todo al propio interés, sirve la conferencia: Todo lo que el Espíritu puede hacer en tu vida.

* La generosidad que da el Espíritu brilla de modo sublime en los santos, sobre todo en los mártires, que lo han dado todo sin reservarse nada, y también en los que han destacado por su misericordia.

Enamoramiento, Noviazgo, Matrimonio, 2 de 2

[Predicación especialmente para los jóvenes en el Encuentro Internacional de La Mansión, en noviembre de 2014.]

Parte 2 de 2: Raíces de la situación actual, y su respuesta en Cristo

* Tres elementos hacen que las relaciones de noviazgo tengan pasmosa superficialidad y fragilidad en nuestro tiempo:

(1) La grave soledad en que muchos crecen, criados por “pantallas”
(2) La presión social, que pretende que se sienta raro el que no tiene pareja
(3) La erotización de la sociedad, muy claramente visible en los puntos de referencia que tienen los jóvenes

* Jesucristo es respuesta real a los vacíos y necesidades profundas de los jóvenes porque su amor es presencia, y sobre todo porque la fe cristiana conduce a la comunidad.

* Esta segunda parte termina con una oración por las mujeres y luego por los varones.

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ESCUCHA, El mensaje central de Jesucristo

* En el Evangelio, Jesús despierta enorme entusiasmo y alegria incontenible en algunas personas pero a su vez desconfianza, resistencia y odio en otras. Como creyentes estamos acostumbrados a mirar a Cristo como fuente de bondad, como nuestro amigo y como aquel que esta de nuestra parte, pero no debemos olvidar que este Jesus es un signo de contradicción, es decir que sus palabras a la vez son júbilo para unas personas y son insulto y amenaza para otras personas.

* ¿Por qué Jesús resulta tan amable para unos y tan antipático para otros?¿Cual es la diferencia entre unas personas y otras?

* Rasgos de Jesús:

(1) Su manera de preocuparse por los que no tienen y no son.
(2) Su caridad es constante sin falta: La mirada de Cristo esta atenta a todo lo que contradice el plan de Dios, su mirada esta atenta a todo lo que frena el reinado de Dios porque el mensaje.

*El mensaje central de este profeta, Jesucristo, es anunciar el Reino de Dios, lo que significa que en todas las áreas de nuestra vida se cumpla el plan maravilloso que Dios tuvo al crearnos. Este mensaje es siempre una llamada a salir de nuestra área de comodidad y hacernos una pregunta que describe un rasgo inalienable del corazón de Dios mismo: ¿Y los demás qué?

* El grupo de los que se alegran del mensaje de Cristo esta claramente determinado por enfermos, pecadores, pobres y aquellos que no cuentan en la sociedad. El peligro es que cada uno de nosotros, según su propio temperamento y formación, escoja cuales son los excluidos a los que quiere favorecer, pero lo maravilloso de Jesús, es que a Él no le interesan unos excluidos sino le interesamos TODOS. Si queremos vivir el evangelio de Jesús, no podemos limitarnos a una categoría de pobres, a unos marginados porque cada vez que en la opción pastoral o laical nos limitamos a un solo grupo, lo que nos llevaría a crear partidos y divisiones dentro de la Iglesia.

* El grupo de las personas que no se alegran del mensaje de Cristo nos llevan a pensar, ¿Cómo es posible que este mensaje de esperanza y de compasión no roce los corazones de ellos?. Estas personas no son capaces de tener ADMIRACIÓN, GRATITUD, ALEGRÍA y SÚPLICA.

* Hay tres motivos por los que se da esta barrera de no querer recibir el mensaje de Cristo:

(1) El que tiene ventajas del pecado.
(2) El que se siente fuerte en sus ideas o en sus bienes.
(3) El que pretende aconsejar a Cristo.

* El Papa Francisco en “El gozo del Evangelio” une la palabra tristeza y la palabra egoísmo. Según él, cuando nos encerramos en el egoísmo, nos condenamos en la tristeza y cuando preferimos nuestro propio imperio, nuestras fuerzas, ideas, proyectos por encima de los de Dios, ahí es cuando nos condenamos y nos aislamos de la alegría de Jesús. Abriendo nuestro corazón con sencillez, podemos experimentar la alegría del evangelio.

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Jesús hombre del trabajo

259 En su predicación, Jesús enseña a apreciar el trabajo. Él mismo « se hizo semejante a nosotros en todo, dedicó la mayor parte de los años de su vida terrena al trabajo manual junto al banco del carpintero »,573 en el taller de José (cf. Mt 13,55; Mc 6,3), al cual estaba sometido (cf. Lc 2,51). Jesús condena el comportamiento del siervo perezoso, que esconde bajo tierra el talento (cf. Mt 25,14-30) y alaba al siervo fiel y prudente a quien el patrón encuentra realizando las tareas que se le han confiado (cf. Mt 24,46). Él describe su misma misión como un trabajar: « Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo » (Jn 5,17); y a sus discípulos como obreros en la mies del Señor, que representa a la humanidad por evangelizar (cf. Mt 9,37-38). Para estos obreros vale el principio general según el cual « el obrero tiene derecho a su salario » (Lc 10,7); están autorizados a hospedarse en las casas donde los reciban, a comer y beber lo que les ofrezcan (cf. ibídem).

260 En su predicación, Jesús enseña a los hombres a no dejarse dominar por el trabajo. Deben, ante todo, preocuparse por su alma; ganar el mundo entero no es el objetivo de su vida (cf. Mc 8,36). Los tesoros de la tierra se consumen, mientras los del cielo son imperecederos: a estos debe apegar el hombre su corazón (cf. Mt 6,19-21). El trabajo no debe afanar (cf. Mt 6,25.31.34): el hombre preocupado y agitado por muchas cosas, corre el peligro de descuidar el Reino de Dios y su justicia (cf. Mt 6,33), del que tiene verdadera necesidad; todo lo demás, incluido el trabajo, encuentra su lugar, su sentido y su valor, sólo si está orientado a la única cosa necesaria, que no se le arrebatará jamás (cf. Lc 10,40-42).

261 Durante su ministerio terreno, Jesús trabaja incansablemente, realizando obras poderosas para liberar al hombre de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte. El sábado, que el Antiguo Testamento había puesto como día de liberación y que, observado sólo formalmente, se había vaciado de su significado auténtico, es reafirmado por Jesús en su valor originario: « ¡El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado! » (Mc 2,27). Con las curaciones, realizadas en este día de descanso (cf. Mt 12,9-14; Mc 3,1-6; Lc 6,6-11; 13,10-17; 14,1-6), Jesús quiere demostrar que es Señor del sábado, porque Él es verdaderamente el Hijo de Dios, y que es el día en que el hombre debe dedicarse a Dios y a los demás. Liberar del mal, practicar la fraternidad y compartir, significa conferir al trabajo su significado más noble, es decir, lo que permite a la humanidad encaminarse hacia el Sábado eterno, en el cual, el descanso se transforma en la fiesta a la que el hombre aspira interiormente. Precisamente, en la medida en que orienta la humanidad a la experiencia del sábado de Dios y de su vida de comunión, el trabajo inaugura sobre la tierra la nueva creación.

262 La actividad humana de enriquecimiento y de transformación del universo puede y debe manifestar las perfecciones escondidas en él, que tienen en el Verbo increado su principio y su modelo. Los escritos paulinos y joánicos destacan la dimensión trinitaria de la creación y, en particular, la unión entre el Hijo-Verbo, el « Logos », y la creación (cf. Jn 1,3; 1 Co 8,6; Col 1,15-17). Creado en Él y por medio de Él, redimido por Él, el universo no es una masa casual, sino un « cosmos »,574 cuyo orden el hombre debe descubrir, secundar y llevar a cumplimiento. « En Jesucristo, el mundo visible, creado por Dios para el hombre —el mundo que, entrando el pecado, está sujeto a la vanidad (Rm 8,20; cf. ibíd., 8,19-22)— adquiere nuevamente el vínculo original con la misma fuente divina de la Sabiduría y del Amor ».575 De esta manera, es decir, esclareciendo en progresión ascendente, « la inescrutable riqueza de Cristo » (Ef 3,8) en la creación, el trabajo humano se transforma en un servicio a la grandeza de Dios.

263 El trabajo representa una dimensión fundamental de la existencia humana no sólo como participación en la obra de la creación, sino también de la redención. Quien soporta la penosa fatiga del trabajo en unión con Jesús coopera, en cierto sentido, con el Hijo de Dios en su obra redentora y se muestra como discípulo de Cristo llevando la Cruz cada día, en la actividad que está llamado a cumplir. Desde esta perspectiva, el trabajo puede ser considerado como un medio de santificación y una animación de las realidades terrenas en el Espíritu de Cristo.576 El trabajo, así presentado, es expresión de la plena humanidad del hombre, en su condición histórica y en su orientación escatológica: su acción libre y responsable muestra su íntima relación con el Creador y su potencial creativo, mientras combate día a día la deformación del pecado, también al ganarse el pan con el sudor de su frente.

NOTAS para esta sección

573Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 6: AAS 73 (1981) 591.

574Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis, 1: AAS 71 (1979) 257.

575Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis, 8: AAS 71 (1979) 270.

576Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2427; Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 27: AAS 73 (1981) 644-647.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Invocaciones a Nuestro Señor Jesucristo

Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de mí

Jesús, imagen del Padre, ten piedad de mí

Jesús, Sabiduría eterna, ten piedad de mí

Jesús, resplandor de la luz eterna, ten piedad de mí

Jesús, Palabra de vida, ten piedad de mí

Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de mí

Jesús, Dios y hombre, ten piedad de mí

Jesús, Sumo Sacerdote, ten piedad de mí

Jesús, heraldo del reino de Dios, ten piedad de mí

Jesús, camino, verdad y vida, ten piedad de mí

Jesús, pan de vida, ten piedad de mí

Jesús, vid verdadera, ten piedad de mí

Jesús, hermano de los pobres, ten piedad de mí

Jesús, amigo de los pecadores, ten piedad de mí

Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten piedad de mí

Jesús, salvación de los oprimidos, ten piedad de mí

Jesús, descanso de los abandonados, ten piedad de mí

Tú que viniste a este mundo, ten piedad de mí

Tú que libraste a los oprimidos por el diablo, ten piedad de mí

Tú que estuviste colgado en la cruz, ten piedad de mí

Tú que aceptaste la muerte por nosotros, ten piedad de mí

Tú que yaciste en el sepulcro, ten piedad de mí

Tú que descendiste a los infiernos, ten piedad de mí

Tú que resucitaste de entre los muertos, ten piedad de mí

Tú que subiste a los cielos, ten piedad de mí

Tú que enviaste el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, ten piedad de mí

Tú que te sientas a la derecha del Padre, ten piedad de mí

Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos, ten piedad de mí

Por tu encarnación Líbrame, Señor.

Por tu nacimiento, Líbrame, Señor.

Por tu bautismo y santo ayuno, Líbrame, Señor.

Por tu pasión y cruz, Líbrame, Señor.

Por tu muerte y sepultura, Líbrame, Señor.

Por tu santa resurrección, Líbrame, Señor.

Por tu admirable ascensión, Líbrame, Señor.

Por el envío del Espíritu Santo, Líbrame, Señor.

Por tu gloriosa venida, Líbrame, Señor.

La Eucaristía y la Segunda Venida de Cristo

Estimado Fray Nelson: Me ha surgido una inquietud referido como debemos entender la siguiente situación: La Iglesia católica proclama que Jesús esta con nosotros en la Eucaristía pero también se dice que va a venir por segunda vez, aparentemente suena contradictorio. ¿Como debemos comprender esta situación? Gracias. – José Ernesto R.M.

* * *

La expresión “Cristo está entre nosotros” se refiere por su puesto a su presencia. Y hay que saber que los modos de presencia de Cristo son distintos en su modalidad y en su intensidad. Una cosa es clara: en el Cielo su presencia es perfectísima, en ambos sentidos, tanto en la modalidad como en la intensidad. Después del Cielo, lo más perfecto que tenemos como presencia suya es la Divina Eucaristía, pero en ella la modalidad es menor, porque se encuentra “velado” tras las especies eucarísticas, y también la intensidad es menor en la medida en que depende de la fragilidad de la fe y la constancia del creyente, de modo tal que ante quien no tiene fe pareciera nula esa presencia.

Es bueno recordar que hay otras presencias de Cristo: donde dos o tres se reúnen en su Nombre, ahí está él. En los pobres, a quienes él llama sus “humildes hermanos” también está él. En la Palabra de Dios, si es leída con la fe de la Iglesia, se le encuentra. En la creación entera, que fue hecha “por él y para él” también está presente. En todos estos casos, sin embargo, la modalidad y la intensidad son menores que en la Eucaristía y en el Cielo.

¿Cómo encaja aquí la segunda venida del Señor? Nos damos cuenta que ese acontecimiento definitivo termina con el régimen temporal en que nos encontramos. es decir, después de su segunda venida, no queda espacio sino para Cielo o Infierno. Dicho de otro modo: la segunda venida inaugura la presencia total, la del Cielo, como único modo de presencia para aquellos que hayan creído en él y lo hayan aceptado como su señor y Salvador.

Vocación profética, 07 de 16, Jesucristo

[Vocación profética de la Vida Religiosa: un retiro ofrecida a las Dominicas de la Inmaculada, en Ecuador. Julio de 2014.]

Tema 7 de 16: Jesucristo

* La Biblia no usa el término “sacerdote” para referirse a Cristo en su ministerio púbico; tampoco cristo, durante su misión, acoge las aclamaciones del pueblo que quería llamarlo “rey.” En cambio, no rechaza que se diga que “un gran profeta ha surgido entre nosotros” (Lucas 7,16); ni tampoco rechaza, sino que acoge el apelativo de “maestro” (véase Juan 13,13). Ello parece indicar que en la concepción de los primeros cristianos, y probablemente en la mirada del Señor a su propio ministerio el perfil de los profetas estaba muy presente.

* Hay puntos positivos en esto de llamar a Cristo “Profeta de Nazareth”: lo sitúa en el camino de revelación que la Providencia divina ha escogido: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (Hebreos 1,1-2). Además, si lo propio del profeta es ser palabra del hombre ante Dios y palabra de Dios para el hombre, ¿en quién se cumple eso con más perfección que en Jesucristo?

* Ello no debe conducirnos, sin embargo, a ver a Cristo como un profeta entre muchos otros; simplemente “uno más” en la serie, cuya palabra sería un agregado o complemento de lo que otros han dicho. El potente mensaje de Cristo como Aquel que no sólo anuncia sino que implanta el Reinado de Dios; y como Aquel en el que es posible la filiación divina, está indicando que Él es el término y culmen de toda la revelación.