¿Se cumplen en Jesús las profecías de reconciliación entre padres e hijos?

Estimado Fray Nelson,

Reciba un filial saludo desde tierras venezolanas a las que sé que ama como a su propia patria. Estas líneas tienen por objeto solicitarle que me aclare una duda que expuse a uno de sus colaboradores y de la cual aún no he recibido respuesta.

Para contextualizar un poco el asunto, le comento que soy fundador y administrador de un canal de chat que fomenta el diálogo inter-religioso. A través del este canal desarrollo mis capacidades como apologeta procurando ser fiel a la doctrina de nuestra santa Iglesia católica. Reconozco que mi formación ha sido bastante empírica y accidentada, pero en mi caso, este ministerio virtual resulta en un agente motivador para conocer la vastísima doctrina e historia del Cuerpo Místico de Cristo. En el canal de chat suelen ingresar personas de muchas partes y de diferentes religiones, así que estos últimos años han sido muy fructíferos espiritualmente a través del aprendizaje que he obtenido desde esta experiencia de conquista de areópagos virtuales.

Mi consulta tiene que ver con una objeción que propuso uno de los usuarios frecuentes del chat que profesa ser judío y a la que no pude responder en el momento, pero le prometí revisar el asunto con detenimiento. He procurado la colaboración de varios apologistas que he logrado contactar vía email pero no he quedado satisfecho con sus respuestas. Finalmente, recurro a usted para que me ayude a responder esta cuestión.

A continuación expongo la objeción tal como se la he planteado a otros hermanos apologetas y seguidamente, le expreso mis propias cavilaciones.

“He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema.” (Malaquías 3,23-24)

Objeción de un judío: existe una grave contradicción con la profecía mesiánica de Malaquías.

La profecía de Malaquías dice que en tiempos del Mesías, Dios hará que resurja el amor de padres a hijos y viceversa. Y Jesús dijo: “no crean que vine a traer la paz sino la espada y la enemistad de padres a hijos, etc.” Por otra parte, al bautista le preguntaron si era Elías y respondió que no lo era, razón por la cual no vino Elías a ungir al Mesías. En conclusión, la nación judía hizo bien al no creer en Jesús como el Mesías esperado.

En el evangelio según san Marcos 9,11-13, Nuestro Señor afirma que Elías ya vino y en el evangelio según san Mateo 17,13 Jesús dice que Juan Bautista fue el Elías que se esperaba y que su muerte fue un anticipo de la del Hijo del Hombre. Sin embargo, el evangelista san Juan en el capítulo 1 relata lo que el hermano judío señala, que al Bautista le preguntaron si él era Elías y aquél respondió negativamente. ¿Entonces? ¿Cómo se resuelve esta aparente contradicción de las Escrituras? ¿Y cómo se puede responder a la objeción de nuestro hermano judío?

En espera de su valioso aporte, me despido rogando que el Espíritu Santo siga regalándonos mucho más a través de su valioso ministerio.

En Cristo y María, su amigo en la fe e hijo espiritual, César.

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Hay dos temas diferentes en tu inquietud. Por una parte, ¿a quién se refieren las palabras de Malaquías? Por otra parte, Si esas palabras se refieren a los tiempos mesiánicos, ¿cómo aplicarlas a Cristo, que ha dicho que ha venido a traer división?

En cuanto a lo primero, observemos que hay dos posibilidades: (1) Malaquías se refiere literalmente al profeta Elías, que vivió en el siglo IV antes de Cristo. (2) Malaquías usa un lenguaje figurado, y está aludiendo a una persona “con el espíritu y el poder” de Elías, es decir, alguien semejante a este gran profeta suguramente por su valor, tenaz adhesión a la fe, y capacidad de predicar la fidelidad al Dios de la alianza, pues tales son los rasgos más sobresalientes de Elías.

Aunque unos pocos sostengan la interpretación (1), observemos lo que eso implicaría: puesto que la Biblia no avala la reencarnación y al contrario enseña con vigor la unidad sustancial ser ser humano, afirmar esa posibilidad implicaría una especie de milagro sostenido vivo por siglos y siglos en una especie de universo paralelo. Aunque esa imagen ha sido objeto de especulación por el mismo tipo de personas que dicen que Elías fue arrebatado por un OVNI, semejante literalismo no es parte de una exégesis seria, ni judía ni cristiana.

Eso nos deja con la interpretación (2) : lo dicho por Malaquías debe comprenderse en sentido figurado, como realización de las características del antiguo profeta Elias en otra persona.

Como se trata de una aplicación del sentido figurado, es comprensible que el humilde Juan Bautista se vea pequeño frente la grandeza de Elías, y diga que él no es “Elías” (véase Juan 1,21). Y lo mismo: como es una aplicación de un sentido figurado, es explicable que Cristo vea con claridad que ese “Elías” es precisamente Juan Bautista (Mateo 11,14; 17,10-13), que obra “con el espíritu y poder de Elías,” como dice expresamente San Lucas 1,16-17. No hay contradicción en que Juan dga que no es, y Jesus diga que efectivamente si lo es.

Pasemos a la segunda pregunta, ¿y en qué queda la reconciliación de los padres y los hijos? El texto de Lucas, que alude a esa reconciliación, dice en realidad que se trata de “volver el corazón de los padres hacia los hijos” (omitiendo lo dicho por Malaquías del corazón de los hijos hacia los padres). Sobre esto hay que observar dos cosas:

1. Volver el corazón no implica estar ya de acuerdo en todo. Más bien puede aludir a un llamado a la gracias o hacia la esperanza, en el pensamiento de Lucas. Esto tiene mucho sentido aplicado a Juan Bautista porque su predicación sobre el alcance global del pecado llama a todos a que se unan en arrepentimiento y a que se unan en la esperanza de recibir al Mesías, que bautizará a todos “con espíritu y con fuego.”

2. Aunque se interprete el texto como una situación de paz, siempre deseable, obsérvese que las palabras de Cristo sobre “traer división” no indican la meta final de la misión del Señor. La división que trae Cristo es lo que sucede cuando una persona se convierte mientras su núcleo más cercano no se convierte. es ahí cuando suceden las expulsiones de sinagogas y las divisiones familiares. Cristo no está expresando un deseo, como si se gozara en poner a unos contra otros, sino expresando un hecho triste pero inevitable, dada la dureza humana: cuando llega la fe, no todos acogen el mensaje al mismo tiempo ni de la misma manera. esa división, sin embargo, no es definitiva porque el mismo Cristo anuncia que al final “habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Juan 10,16).

Por consiguiente, no hay oposición entre afirmar el texto de Malaquías y afirmar su cumplimiento en los tiempos mesiánicos de Jesús, el Cristo de Dios.

¿Hacer cosas mayores que las que hizo Jesús?

Fray Nelson, tengo una pregunta: El Señor dice: Me voy pero les dejo el poder de hacer cosas extrordinarias, mayores a las que EL hizo. En mi grupo salió esta pregunta. Gracias por tu respuesta. Monica Napuri (Perú).

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El texto bíblico dice así: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.” (Juan 14,12-14).

De inmediato hay que destacar algo: Las obras que relaiza el cristiano no las realiza por su propio y solo poder sino por la presencia y acción de Cristo en él. No es una competencia ni una comparación entre Cristo y el cristiano, a ver quién hace obras mayores, sino más bien la afirmación de una certeza: cuando un cristiano está unido a Cristo hace obras realmente grandes. Es el mismo pensamiento que aparece en el capítulo 15 de San Juan: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador… Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15,1.4-5).

¿Por qué esas obras llegan a ser “mayores” que las que hizo Cristo? Se entiende que al hablar de las obras que él hizo, estamos aludiendo a lo que él hizo mientras estaba en nuestra tierra. La vid está viva; los sarmientos crecen, no compitiendo con la vida, sino precisamente en cuanto son sarmientos de la vid. Lo que afirma Cristo al hablar de obras “mayores” es que ese crecimiento no se detiene con su proia muerte, sino que, cerca del Padre sin dejar de estar cerca de nosotros, Él mismo es nuestra fuerza y la razón de fecundidad de nuestras obras.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 04 de 10: El puente, parte 2 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 4 de 10: El puente, parte 2

* Algunas características de Cristo-Puente:

(1) Hay unos escalones; tres en total. Uno “hace suyo” el Puente subiendo por los escalones. El Puente es inútil si uno no lo usa. Los escalones indican el proceso que va de la imperfección a la perfección: la vida en el Puente, la vida en Cristo, es camino y supone avance. El Puente es gratuito pero implica un cambio en nosotros: una conversión.

(2) Hay una venta; un lugar donde se dispensan bienes a los caminantes. Para Catalina, esa dispensa representa la Iglesia, que nos da alimento porque para nosotros, lo mismo que para el profeta Elías, el camino es superior a nuestras fuerzas. Nótese que la Iglesia forma un todo con Cristo: son inseparables.

* ¿Hay condiciones para el uso de este Puente? En contraste con lo que era usual en los puentes del tiempo de la Santa, Cristo-Puente no pone ninguna condición. Pero hay que fundarse en las verdaderas virtudes, que se unen por la argamasa de la Sangre misma del Señor.

* El Puente nunca se cierra. No se defiende: es el Dios que para estar siempre con nosotros se ha hecho vulnerable. Por eso las santísimas llagas de Cristo son las declaraciones de un amor que ha llegado hasta el extremo.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 03 de 10: El puente, parte 1 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 3 de 10: El puente, parte 1

* Las solas fuerzas humanas no alcanzan para cruzar el “río,” es decir: para vencer sobre todo el cieno del pecado, y la impetuosidad con que los pecados propios y ajenos se imponen sobre la voluntad. Sin la gracia divina es imposible salvarse.

* Esa gracia, ese auxilio que viene de la pura benevolencia del Padre Celestial, se ha hecho presente y eficaz en Jesucristo, que en razón de ello es llamado “puente” por Santa Catalina: es el puente que nos permite superar el obstáculo del río.

* En cuanto a su estructura, el Puente es ALTO porque no negocia con el mundo. Es SÓLIDO porque está hecho de piedras firmes y bien acopladas.

* En cuanto a los materiales: para Catalina, estas piedras corresponden a las verdaderas virtudes, que tienen que complementarse. Así por ejemplo: la humildad sin valor puede ser pusilanimidad; el valor sin humildad puede ser arrogancia.

J.J. Benítez y el Caballo de Troya

Fray Nelson, Feliz Navidad. ¿Es cierto que leer los caballos de troya de J J Benites es malo, que no es recomendable leerlos? Yo leí los 3 primeros tomos. – H. (Boyacá)

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Es pésima idea y hace mucho daño leer a Benítez porque su mente fantasiosa y codiciosa hace de Cristo un mito en el que todo se revuelve: la verdad (poca) y la mentira (mucha); la bondad genuina (mal presentada) y la bondad que la gente quiere oír (a raudales). Aléjate de eso, y si ves en conciencia que debes hacerlo, confiésate de haber expuesto a tan grave daño tu fe.