“Varios jerarcas nazis, por ejemplo, estaban convencidos de la existencia de un quinto Evangelio, ocultado por la Iglesia, que contendría verdades coherentes con la ideología nacionalsocialista y en conflicto, en cambio, con la doctrina católica…”
Hola, saludos y bendiciones. ¿Podría ayudarme con una cita bíblica que no logro entender? Marcos 4,12; lo que dice Jesús, como si el mensaje de conversión no fuera para que todos lo entendieran. Gracias. -E.V.
* * *
El contexto, dentro de ese capítulo 4 de Marcos, es este:
10 Después, cuando Jesús se quedó solo, los que estaban cerca de él junto con los doce discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. 11 Les contestó: «A ustedes, Dios les da a conocer el secreto de su reino; pero a los que están afuera se les dice todo por medio de parábolas, 12 para que por más que miren, no vean, y por más que oigan, no entiendan, para que no se vuelvan a Dios, y él no los perdone.
El problema de comprensión se encuentra claramente en la expresión “para que.”
[Retiro con las Vírgenes Seglares Dominicas, en Julio de 2014.]
Tema 3 de 6: Las actitudes
* No basta con abrir las páginas de la Biblia para llegar a su sentido. El que se acerca con arrogancia terminará despreciando el texto sagrado. Existe también el peligro de pretender imponer su propia interpretación sirviéndose del texto, o de los textos que a uno lo respaldan. Por eso hablamos de actitudes necesarias.
* Como un recurso de clasificación, diremos que hay actitudes que se refieren al fondo, a la forma y a la finalidad.
* En cuanto al FONDO, un buen lector, tomará dos actitudes:
(1) Conciencia de la unidad de la Escritura para no absolutizar un texto. Ello implica ver el contexto: el pasaje, el libro, el conjunto de la Escritura. implica también ver la continuidad interpretativa que se da en la Tradición de la Iglesia. El ideal es llegar a “vivir” en la Biblia, es decir, a relacionar de modo coherente las distintas partes de la Palabra, en relación con el conjunto de la vida del pueblo de Dios.
(2) Conciencia del desarrollo progresivo de la revelación para situarse en cada época, con sus condicionamientos y géneros literarios. La contemplación de este proceso también nos lleva a reconocer que cada elección prepara una misión. Importante que este ejercicio lo conectemos con nuestros propios relatos existenciales.
* En cuanto a la FORMA, otras dos actitudes:
(1) Espíritu de fe: conciencia de la necesidad del Espíritu Santo de Dios, que ha obrado en su pueblo, y ha guiado con su inspiración a los hagiógrafos. Esto implica oración y humildad. Entrar en diálogo con la Palabra, haciendo incluso preguntas.
(2) Conciencia de Iglesia: la Palabra no me ha sido dirigida sólo a mí sino que muestra el plan de Dios para el pueblo de Dios, que es la Iglesia. Aprender a “sentir con la Iglesia” es la consecuencia de esta amplitud de mirada, en contradicción con lo que pretendía Lutero con su “sola Scriptura.” Las palabras de la revelación pertenecen a los tesoros de fe de un pueblo jerárquicamente constituido desde su comienzo.
* En cuanto a la FINALIDAD:
(1) Leemos la Palabra no por cultura general o erudición sino para ser transformados. Si no damos esta autorización a la Palabra nos perdemos su sentido directo y propio.
(2) Y leemos la Palabra para ser agentes de transformación, es decir, para ser “transformantes,” a través de la oración, el testimonio y la evangelización expresa.
“Es un hecho por todos conocido y que no necesita documentación que, en la estimación del valor de la Sagrada Escritura, y en la orientación exegética, hay actualmente quienes se exceden y quienes se quedan cortos…”
[Conferencia ofrecida a todos en el Coliseo del Colegio Santa Anita, en Lima. Mayo de 2013.]
* Los desafíos que enfrentan hoy los católicos pueden clasificarse en dos grandes grupos. En un grupo podemos incluir todos los que admiten la Biblia como Palabra de Dios, pero no admiten la autoridad de la Iglesia para enseñar o interpretar la Biblia. En el otro grupo tendríamos a aquellos para los que la religión, en general, es algo que a lo sumo puede ser tolerado como una actividad privada sin capacidad alguna de influencia en el área de lo público. En esta reflexión nos referimos al primer grupo.
* La Biblia es una obra de increíble complejidad, con una historia absolutamente única que abarca unos 1400 años. Recoge por tanto perspectivas, experiencias, episodios y normas que han encontrado su lugar a lo largo de ese largo proceso.
* La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II nos da una clave interpretativa inicial que sirve de base: Dios es autor pero no elimina ni cancela la verdadera autoría de los hombres, y quizás mujeres, que plasmaron esa palabra bajo la guía del Espíritu Santo. En concreto, esto descarta la idea de la revelación bíblica como una especie de “dictado” que seria más perfecto en la medida en que el ser humano desapareciera más, y fuera como un tubo inerte que deja pasar “agua de cielo.”
* La verdad que nos da la Biblia es firme y segura pero no es la verdad de la ciencia moderna, habida cuenta que la misma ciencia moderna se ve a sí misma como una sucesión de teorías que siempre están en camino de revisión y mejoramiento. La verdad bíblica se refiere a quién es el hombre ante Dios; quién es el Dios que ha querido salir al encuentro del hombre; y cómo el hombre puede acoger la salvación que Dios le brinda con misericordia.
* No es de extrañar entonces que los hagiógrafos, que fueron “verdaderos autores,” según la expresión de Dei Verbum, se hayan servido de expresiones lingüísticas o concepciones científicas muy limitadas o incluso deficientes: la verdad para la que recibieron el don del Espíritu no es la verdad sobre la Relatividad General de Einstein (que un día será superada por alguna otra teoría) sino que, usando su conocimiento limitado, expresaron cosas que son ciertas, en el plano propiamente religioso y teológico de quién es el hombre, quién es Dios, y cómo se recibe la salvación. Sobre esta base puede establecerse poco a poco qué es lo que los autores han querido decir.
* Queda el tema de cómo interpretar esa palabra, en el sentido de preguntarnos qué nos quiere decir Dios con las palabras que los hagiógrafos nos dejaron. Es aquí donde resulta fundamental la autoridad de la Iglesia. Sin ella no queda otra cosa que la mentira en la que creyeron e hicieron creer a otros los Reformadores Protestantes, a saber, que la Palabra se interpreta a sí misma, o que cada uno puede interpretarla con sólo apelar a su conciencia y al Espíritu Santo.
* Muy al contrario, la Biblia muestra que es la obra y el tesoro de una comunidad peregrina en la fe: el Pueblo de Dios. Sólo en el seno de la Iglesia, a la que Cristo quiso jerárquicamente constituida, y sólo a la luz de lo vivido, practicado y creído en la Iglesia (a esto llamamos “tradición”) se interpreta correctamente la Palabra.
“La Biblia es, en todo lo que afirma el texto, Palabra de Dios y por lo tanto inerrante. La clave está en saber qué afirma el efectivamente el autor y en qué es diferente de lo que cada uno pueda entenderle…”
“La crítica histórica es el arte de distinguir lo verdadero de lo falso respecto a los hechos del pasado. Su objeto son tanto los documentos que nos han llegado como los hechos mismos. Podemos distinguir tres clases de fuentes históricas: documentos escritos, pruebas no escritas y la tradición. Hay tres procesos, que son medios para llegar al conocimiento de los hechos: el argumento negativo, la conjetura y el argumento a priori. Se puede decir enseguida que el estudio de las fuentes y el uso de procesos indirectos no son muy útiles a la verdadera crítica si uno no se guía principalmente por el amor ardiente a la verdad de manera que le impida alejarse del objetivo buscado por medio de prejuicios religiosos nacionales o domésticos, que puedan oscurecer su juicio…”
12. Habiendo, pues, hablando dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a “los géneros literarios”. Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.
[Constitución Dei Verbum, n. 12, del Concilio Vaticano II]
Retiro de los frailes del Convento de Chiquinquirá, versión 2009: Un Dios Dialogal. Tema 3 de 7: Frases Inusuales de la Biblia: y su inmenso poder evocador.
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