Acercarse a la Biblia, 3 de 6, Las Actitudes

[Retiro con las Vírgenes Seglares Dominicas, en Julio de 2014.]

Tema 3 de 6: Las actitudes

* No basta con abrir las páginas de la Biblia para llegar a su sentido. El que se acerca con arrogancia terminará despreciando el texto sagrado. Existe también el peligro de pretender imponer su propia interpretación sirviéndose del texto, o de los textos que a uno lo respaldan. Por eso hablamos de actitudes necesarias.

* Como un recurso de clasificación, diremos que hay actitudes que se refieren al fondo, a la forma y a la finalidad.

* En cuanto al FONDO, un buen lector, tomará dos actitudes:

(1) Conciencia de la unidad de la Escritura para no absolutizar un texto. Ello implica ver el contexto: el pasaje, el libro, el conjunto de la Escritura. implica también ver la continuidad interpretativa que se da en la Tradición de la Iglesia. El ideal es llegar a “vivir” en la Biblia, es decir, a relacionar de modo coherente las distintas partes de la Palabra, en relación con el conjunto de la vida del pueblo de Dios.

(2) Conciencia del desarrollo progresivo de la revelación para situarse en cada época, con sus condicionamientos y géneros literarios. La contemplación de este proceso también nos lleva a reconocer que cada elección prepara una misión. Importante que este ejercicio lo conectemos con nuestros propios relatos existenciales.

* En cuanto a la FORMA, otras dos actitudes:

(1) Espíritu de fe: conciencia de la necesidad del Espíritu Santo de Dios, que ha obrado en su pueblo, y ha guiado con su inspiración a los hagiógrafos. Esto implica oración y humildad. Entrar en diálogo con la Palabra, haciendo incluso preguntas.

(2) Conciencia de Iglesia: la Palabra no me ha sido dirigida sólo a mí sino que muestra el plan de Dios para el pueblo de Dios, que es la Iglesia. Aprender a “sentir con la Iglesia” es la consecuencia de esta amplitud de mirada, en contradicción con lo que pretendía Lutero con su “sola Scriptura.” Las palabras de la revelación pertenecen a los tesoros de fe de un pueblo jerárquicamente constituido desde su comienzo.

* En cuanto a la FINALIDAD:

(1) Leemos la Palabra no por cultura general o erudición sino para ser transformados. Si no damos esta autorización a la Palabra nos perdemos su sentido directo y propio.

(2) Y leemos la Palabra para ser agentes de transformación, es decir, para ser “transformantes,” a través de la oración, el testimonio y la evangelización expresa.