Consejos para empezar a estudiar teología

Te agradezco la confianza al hablarme de tus estudios y desde ya te deseo acierto y bendición en cada paso que des. Al mismo tiempo, te invito a tener un corazón agradecido porque la oportunidad de estudiar teología en un nivel superior, oportunidad que la Iglesia te concede por medio de tus superiores, es algo que se concede a un número proporcional muy pequeño: estará bien entonces que te sientas elegido, con lo que esto implica de gratitud y de sentido de responsabilidad y servicio.

A partir de tu petición he reflexionado bastante y de esos pensamientos y muchas oraciones ha surgido una pequeña lista de sugerencias, advertencias y propuestas que espero te resulten útiles.

1. La teología es un camino de maduración en la fe. No se trata de abandonar la fe o de reemplazarla por algo distinto. La teología surge del deseo de recibir con mayor plenitud aquello que Dios nos ha entregado como regalo en la revelación. Si comparamos a la fe con un regalo, la teología quiere abrir o desempacar mejor ese regalo pero nunca cambiarlo. La teología que pretende reemplazar el regalo de la fe con explicaciones que quizás parecen más racionales o más aceptables para el tiempo en que vivimos no es verdadera teología sino una especie de profanación.

2. Asi que el propósito de la teología no es hacer razonable a la arrogancia de la inteligencia, o compatible con los valores de este mundo, eso que creemos, sino otras tres cosas que Santo Tomás definió y practicó muy bien: (a) Defender la fe de las objeciones y ataques que vienen de fuera, es decir, de los no creyentes o de los que se han separado de la fe cristiana y católica; (b) Encontrar poco a poco, y de la mano de la experiencia de la Iglesia, las analogías y conexiones profundas entre diversas partes de la Escritura, diversas experiencias de los místicos y santos, y diversos desafíos que la Iglesia ha sufrido o está sufriendo en muchos lugares; (c) Presentar el contenido de la fe de un modo íntegro, responsable y apropiado al contenido que damos y a las personas a las que nos dirigimos.

3. Esto implica que no habrá verdadera teología sino al interior de una vida que se alimenta de la oración y la humildad, unidas a un deseo profundo de que Dios sea conocido, amado y servido, para bien de nuestro pueblo, especialmente de los más frágiles, olvidados o excluidos. El propósito último de la teología es la santificación de la inteligencia unido al amor por la evangelización. Si no hay celo evangelizador, el teólogo cae pronto en el pecado del elitismo intelectual, de modo que ya no le importa agradar a Dios ni servir a nadie sino sólo recibir aprobación o buen nombre de la comunidad académica de los que son como él. Semejantes “clubes exclusivos” de la fe son ajenos y contrarios a la enseñanza y la praxis de Jesús. Si no hay deseo de santidad, el deseo de protagonismo o la curiosidad intemperada llevan pronto a afirmaciones caprichosas que ya no expresan la fe que hemos recibido sino sólo el ego inmaduro e inflado del supuesto teólogo.

4. Es un hecho que lamentablemente hoy en la Iglesia hay mucha confusión en estos asuntos. No esperes que todos tus docentes o compañeros tengan claros o visibles los ideales de los que vengo hablándote. Por el contrario, y para vergüenza de la Iglesia, hay que admitir que hoy abundan las instituciones, publicaciones y profesores, incluso de renombre, que ofrecen algo de buen trigo pero mezclado con maleza envenenada; si no es que han ido a peor, y pretenden imponer en toda la Iglesia conceptos y teorías heterodoxos, capaces de oscurecer la claridad que nos dejaron como herencia los santos apóstoles.

5. Por eso es importante que desde el primer dia de tus estudios tengas criterios claros y que no te dejen seducir las siguientes plagas:

(a) El progresismo, que en el fondo no quiere que la Iglesia evangelice al mundo sino que se adapte a él y comulgue con él. Los lemas preferidos de estos son que “ya estamos en el siglo XXI” y que la Iglesia “tiene que ser comprensible,” con lo cual, según ellos, hay que negar lo que no guste a la gente, como decir: una moral exigente o la proclamación de que Dios es de verdad Señor de toda la creación y por tanto puede haber y ha habido numerosos milagros. Eso no lo pueden resistir los que piensan como progresistas.

(b) La falsa misericordia, que pretende ofrecernos un evangelio más “sencillo” y “auténtico” en el que sin embargo ha desaparecido la palabra más importante de la predicación primera de Jesús: “¡Conviértanse!” Estos de la falsa misericordia solo hablan de conversión para decirle a la Iglesia que debe cambiar sus prácticas “excluyentes.” Y por supuesto, para ser “incluyente,” hay que aceptar al pecador con su pecado, sin perturbarlo en la tranquilidad ponzoñosa de sus vicios. Esta línea teológica tiene poderosos padrinos, de nombre internacional, y hay quienes quieren asignarla al mismo Papa Francisco.

(c) El inmovilismo tradicionalista, que considera que todo lo que se podía decir en teología ya se dijo, y muy seguramente se dijo en latín. Esta tendencia, aunque minoritaria, resulta seductora para quienes detestan el caos al que nos han llevado los modernistas y los falsamente compasivos. Pero un error no debe corregirse con otro error, y esta tradicionalismo propio de lefebvristas y filo-lefebvristas, es una forma de idolatría así que no puede ser guía para nosotros.

6. Asegura bien tus fuentes. No corras detrás de novedades ni te dejes atraer por modas que hoy estan y mañana pasan. Autores serios, profundos, de vida santa y amplia recomendación por la Iglesia: esos son los que pueden darte mayor claridad y dejar una huella positiva y profunda en tu corazón creyente.

7. Y una vez más: no olvides a tu gente. No olvides tus raíces. No olvides que te debes a los sencillos y que ellos tienen derech a recibir Pan del Cielo. No lo que a nosotros nos parezca más interesante o fácil sino lo que Cristo ganó para ellos a precio de su sacrificio en la Cruz. Y esta es mi última recomendación: recuerda la Cruz; recuerda el valor de esa Sangre. No la hagas inútil acomodándote a lo que el mundo diga y ni siquiera a lo que la gente quiere oír. Haz fecundo el sacrificio de tu Señor uniéndote tú mismo en sacrificio por amor a Dios y a su pueblo.

Comunidad política, persona humana y pueblo

384 La persona humana es el fundamento y el fin de la convivencia política.775 Dotado de racionalidad, el hombre es responsable de sus propias decisiones y capaz de perseguir proyectos que dan sentido a su vida, en el plano individual y social. La apertura a la Trascendencia y a los demás es el rasgo que la caracteriza y la distingue: sólo en relación con la Trascendencia y con los demás, la persona humana alcanza su plena y completa realización. Esto significa que por ser una criatura social y política por naturaleza, « la vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental »,776 sino una dimensión esencial e ineludible.

La comunidad política deriva de la naturaleza de las personas, cuya conciencia « descubre y manda observar estrictamente » 777 el orden inscrito por Dios en todas sus criaturas: se trata de « una ley moral basada en la religión, la cual posee capacidad muy superior a la de cualquier otra fuerza o utilidad material para resolver los problemas de la vida individual y social, así en el interior de las Naciones como en el seno de la sociedad internacional ».778Este orden debe ser gradualmente descubierto y desarrollado por la humanidad. La comunidad política, realidad connatural a los hombres, existe para obtener un fin de otra manera inalcanzable: el crecimiento más pleno de cada uno de sus miembros, llamados a colaborar establemente para realizar el bien común,779 bajo el impulso de su natural inclinación hacia la verdad y el bien.

385 La comunidad política encuentra en la referencia al pueblo su auténtica dimensión: ella « es, y debe ser en realidad, la unidad orgánica y organizadora de un verdadero pueblo ».780El pueblo no es una multitud amorfa, una masa inerte para manipular e instrumentalizar, sino un conjunto de personas, cada una de las cuales —« en su propio puesto y según su manera propia » 781 — tiene la posibilidad de formar su opinión acerca de la cosa pública y la libertad de expresar su sensibilidad política y hacerla valer de manera conveniente al bien común. El pueblo « vive de la plenitud de vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales… es una persona consciente de su propia responsabilidad y de sus propias convicciones ».782 Quienes pertenecen a una comunidad política, aun estando unidosorgánicamente entre sí como pueblo, conservan, sin embargo, una insuprimible autonomíaen su existencia personal y en los fines que persiguen.

386 Lo que caracteriza en primer lugar a un pueblo es el hecho de compartir la vida y los valores, fuente de comunión espiritual y moral: « La sociedad humana… tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la economía, de la convivencia social, del progreso y del orden político, del ordenamiento jurídico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la expresión externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo ».783

387 A cada pueblo corresponde normalmente una Nación, pero, por diversas razones, no siempre los confines nacionales coinciden con los étnicos.784 Surge así la cuestión de las minorías, que históricamente han dado lugar a no pocos conflictos. El Magisterio afirma que las minorías constituyen grupos con específicos derechos y deberes. En primer lugar, un grupo minoritario tiene derecho a la propia existencia: « Este derecho puede no ser tenido en cuenta de modos diversos, pudiendo llegar hasta el extremo de ser negado mediante formas evidentes o indirectas de genocidio ».785 Además, las minorías tienen derecho a mantener su cultura, incluida la lengua, así como sus convicciones religiosas, incluida la celebración del culto. En la legítima reivindicación de sus derechos, las minorías pueden verse empujadas a buscar una mayor autonomía o incluso la independencia: en estas delicadas circunstancias, el diálogo y la negociación son el camino para alcanzar la paz. En todo caso, el recurso al terrorismo es injustificable y dañaría la causa que se pretende defender. Las minorías tienen también deberes que cumplir, entre los cuales se encuentra, sobre todo, la cooperación al bien común del Estado en que se hallan insertos. En particular, « el grupo minoritario tiene el deber de promover la libertad y la dignidad de cada uno de sus miembros y de respetar las decisiones de cada individuo, incluso cuando uno de ellos decidiera pasar a la cultura mayoritaria ».786

NOTAS para esta sección

775Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 25: AAS 58 (1966) 1045-1046;Catecismo de la Iglesia Católica, 1881; Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24 de noviembre de 2002), 3: Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2002, pp. 7-8.

776Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 25: AAS 58 (1966) 1045.

777Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 258.

778Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 450.

779Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 74: AAS 58 (1966) 1095-1097.

780Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 de diciembre de 1944): AAS 37 (1945) 13.

781Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 de diciembre de 1944): AAS 37 (1945) 13.

782Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 de diciembre de 1944): AAS 37 (1945) 13.

783Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 266.

784Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 283.

785Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1989, 5: AAS 81 (1989) 98.

786Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1989, 11: AAS 81 (1989) 101.


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Obama intenta obligar a aceptar solicitudes de LGBT

Los ingenuos creen que los derechos de los homosexuales terminan en bodas y fotos. Cuando estos ingenuos despierten se darán cuenta que sus hijos han sido secuestrados por un modelo educativo que impone la sexualidad como acto subjetivo, autónomo sin otra regla que el consenso entre mayores de edad. Y luego descubren que sus lugares de trabajo, sus gobernantes, sus medios de comunicación han sido también secuestrados de modo que ahora se supone que todos debemos pensar lo mismo. Hay que ayudar a que otros despierten.

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Otra clase de sufrimiento

No basta tener razón. Además, es necesario saber hacerla valer…, y que los otros quieran reconocerla. Sin embargo, afirma la verdad siempre que sea necesario, sin detenerte por el “qué dirán”.

Si frecuentas la escuela del Maestro, no te extrañará que también tengas que bregar contra la incomprensión de tantas y de tantas personas, que podrían ayudarte muchísimo, sólo con que hicieran el menor esfuerzo por ser comprensivos.

Más pensamientos de San Josemaría.

Postura de las primeras comunidades cristianas ante el gobierno y la sociedad

Jesús y la autoridad política

379 Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las Naciones (cf. Mc10,42) y su pretensión de hacerse llamar benefactores (cf. Lc 22,25), pero jamás rechaza directamente las autoridades de su tiempo. En la diatriba sobre el pago del tributo al César (cf. Mc 12,13-17; Mt 22,15-22; Lc 20,20-26), afirma que es necesario dar a Dios lo que es de Dios, condenando implícitamente cualquier intento de divinizar y de absolutizar el poder temporal: sólo Dios puede exigir todo del hombre. Al mismo tiempo, el poder temporal tiene derecho a aquello que le es debido: Jesús no considera injusto el tributo al César.

Jesús, el Mesías prometido, ha combatido y derrotado la tentación de un mesianismo político, caracterizado por el dominio sobre las Naciones (cf. Mt 4,8-11; Lc 4,5-8). Él es el Hijo del hombre que ha venido « a servir y a dar su vida » (Mc 10,45; cf. Mt 20,24-28; Lc22,24-27). A los discípulos que discuten sobre quién es el más grande, el Señor les enseña a hacerse los últimos y a servir a todos (cf. Mc 9,33-35), señalando a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, que ambicionan sentarse a su derecha, el camino de la cruz (cf. Mc 10,35-40; Mt 20,20-23).


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El difícil pero necesario arte de ir contracorriente

* En varias ocasiones los Papas han hablado a los jóvenes, y junto con ellos a todos nosotros, sobre la necesidad de ir “contracorriente.” Es evidente que los valores y el estilo del mundo asfixian y quieren robar la semilla preciosa que Cristo ha traído a esta tierra. Pero, ¿qué es vivir contracorriente, y cómo se puede poner en práctica?

* La estrategia del mosquito es el nombre que damos a la actitud de los que consideran que basta con liberarse del fastidio presente imaginando que los problemas a la larga se resolverán por sí mismos, y las cosas volverán a una cierta “normalidad.”

* La estrategia del mosquito cree que el enemigo, como un perro rabioso, se va a calmar si le lanzo una salchicha; la verdad es que cada salchicha hace más fuerte al oponente. Todavía más grave el caso si el enemigo tiene un plan para subir cada vez más sus pretensiones y exigencias, como de hecho sucede en nuestros días.

* Nuestros tres grandes errores, compañeros de la fallida estrategia del mosquito, son la pereza, la cobardía y la ingenuidad. Dos ejemplos notables del daño que causa esa pasividad son los avances del lobby gay y las atrocidades a que lleva la legislación permisiva sobre el aborto. En el primer ejemplo, se pasa de legalizar el matrimonio gay a indoctrinar el pansexualismo en los niños. En el aborto, después de aprobado para situaciones “extremas” (como la violación) luego se considera “daño para la madre” todo lo que lastime supuestamente su sicología, como por ejemplo, tener que parir un hijo varón queriendo una niña.

* Podemos resumir diciendo que nuestra “estrategia del mosquito” resulta escandalosamente derrotada por la “estrategia del caballo de Troya,” que bien saben usar los que manejan con astucia sus agendas de aprobación legal y de manipulación de derechos en conflicto.

* Veamos primero lo que hay que evitar:

(1) No vale hundirse en la tristeza y la amargura.

(2) No sirve la nostalgia, que además encubre muchas mentiras e injusticias sobre el pasado.

(3) No surge nada del escapismo al estilo milenarista.

(4) No construye el volverse simplemente un cazador de herejías.

* ¿Qué hacer entonces?

(1) Experiencias vivas y gozosas de conversión; no puedes vencer la corriente del mundo si no te conduce una corriente más fuerte, la del Espíritu Santo. Es requisito la alegría. En la tristeza de los que solo denuncian quizás se esconde el deseo de pecar impunemente.

(2) Necesitamos estar bien alimentados. Con oración, ante todo. Con ansia de la gloria de Dios. Con claridad sobre nuestra necesidad de los sacramentos.

(3) Necesitamos baluartes: espacios para rehacer nuestras fuerzas; lugares de descanso y de renovar las fuerzas. A los cristianos del siglo I les tocó ir a las catacumbas. Esto implica también cuidar el baluarte.

(4) Formación permanente: estar actualizados sin estar obsesionados. Hablar de estos temas con amigos, relacionados y sobre todo con la propia familia. Esto incluye gozarse en la estatura y claridad de nuestra doctrina católica.

(5) Actitud de abnegación generosa para dejar lo que no construye y para tener una sana disciplina, mirando a la Cruz.

¿Propiamente qué son los ministerios, consagraciones, devociones..?

Estimado Fray Nelson: Reciba un cordial saludo con sincera gratitud por su bondad en su ministerio sacerdotal. Ruego su caridad en responder este mensaje para aclarar la siguiente duda: Me pregunto sobre la diferencia entre Laicado y Voluntariado. Entre ministerio, consagración y devoción. Finalmente, me pregunto si es correcto cuando afirman que la Adoración Eucarística, a Jesús Sacramentado es una devoción. Dios le pague y le colme con su bendición. — C.M.Q.B.

* * *

“Laicado” es la característica de aquel número inmenso de fieles bautizados que son la mayortía del pueblo cristiano y que, viviendo en medio de las realidades de este mundo, tienen como misión propia conducirlas de acuerdo con el plan de Dios y para el reinado de Cristo. Padres de familia, científicos, literatos, artistas, profesores, deportitstas… son incontables los caminos de los hijos de Dios en esta tierra. A medida que se hacen conscientes del valor de su bautismo y de su unión con Cristo, son instrumentos muy fuertes y necesarios para que la vida nueva propia de nuestra fe impregne todas las áreas de la vida.

Un “voluntariado” en cambio es un grupo de personas que se asocian para hacer algunas obras buenas, usualmente en favor de personas en condición de fragilidad y dependencia, o también como respuesta a algunas necesidades de la sociedad. En un voluntariado hay de todo, y no se debe presumir siquiera que tengan una misma fe. Siendo algo provechoso, en muchas ocasiones, también puede ser una especied e tranquilizador de la conciencia, como para no pensar en las grandes y nobles exigencias de nuestra fe, a saber, la santidad, la evangelización, el reinado de Cristo. Entre estar en un voluntariado y no hacer nada, parece mejor estar en el voluntariado; pero es poca cosa frente a un verdadero compromiso de fe.

La palabra “ministerio” significa originalmente un “servicio.” Los sacerdotes, por ejemplo, son llamados “ministros del altar” pero como cerca del altar se realizan tantos servicios, de una o de otra forma, bien se puede decir que los acólitos son también “ministros del altar.” de hecho, la Iglesia Católica confiere de modo oficial y solemne el “ministerio” del acolitado a quienes se espera que un día sean ordenados sacerdotes pero en principio ese ministerio lo podrían recibir también personas que no tienen el sacerdocio en su horizonte de vida pues el acolitado y el lectorado son ministerios propiamente “laicales.”

Un poco por influencia protestante, aunque no particularmente dañina en esta materia, se habla hoy también de otros ministerios, en el sentido de servicios, en algunos lugares. Así por ejemplo, se habla de un “ministerio de música” para referirse al grupo que acompaña algunas celebraciones o eventos de evangelización. En algunos sitios de Estados Unidos he oído la expresión: el “ministerio” para referirse a comunidades enteras que desarrollan distintas actividades propias de la evangelización.

La “consagración” indica en principio una de dos cosas: (1) Opción de algunas personas que, renunciando a la posibilidad de formar su propia familia, toman como suyos los intereses del Reino de Dios y a ellos se entregan con particular ardor; es el caso de los monjes, las monjas, las vírgenes consagradas y los miembros de las comunidades religiosas, tanto femeninas como masculinas. Este tipo de consagración se concreta en los VOTOS: típicamente, votos de pobreza, castidad y obediencia. (2) Acción y efecto dle sacramento del orden, en sus diversos grados: diácono, sacerdote y obispo.

La misma palabra “consagración” ha adquirido matices más amplios por la obra de predicación y evangelización de santos como Luis María Grignon de Monfort, que propagó ampliamente la “consagración” a la Virgen María. En este caso, el sentido es que bajo la guía y protección cercana de Maria podemos alcanzar con mayor agilidad y profundidad una genuina vida cristiana. Otras consagraciones semejantes son las que se realizan al ángel de la guarda, a San José, o incluso como expresión de la pertenencia a un movimiento eclesial. No debería extenderse y estirarse tanto esta palabra, me atrevo a decir, porque termina perdiendo su auténtico valor.

Una “devoción” es una práctica, que normalmente incluye acciones y palabras, con la que algunos fieles consideran que su vida cristiana se afianza, crece o florece con mayor fuerza. El origen de la palabra “devoción” indica algo a lo que uno se “entrega” como queda sugerido también con las consagraciones. Y sin embargo, el uso real de la palabra indica algo que es en cierto modo opcional, es decir, que no perteece a las obligaciones propias del cristiano por el solo hecho de ser cristiano.

Por supuesto, las devociones son muchas: estamos hablando de peregrinaciones, novenas, reuniones piadosas de distintos tipos.

Surge la pregunta: ¿es la adoración al Santísimo una devoción? Claramente cumple con la definición propuesta: incluye acciones específicas, tiene un propósito de crecimiento en la fe y la gracia, y de suyo no es obligatorio. Es muy, muy recomendable, pero no es obligatorio al punto de lo que es en cambio, por dar un ejemplo, la participación en la eucaristía dominical. Lo que sí debemos decir es que, entre todas las devociones, nada se le compara, y a todas supera.

Disidencia frente al Pensamiento Único

“Pero, ¿por qué quieren acabar con la familia? ¿Por qué esa obsesión? Pues porque la familia es la célula básica de la sociedad. La familia establece unos lazos, unos vínculos; la familia transmite unos valores que el pensamiento único detesta. La persona, sin familia, sin referencias, sin ningún tipo de anclaje, sin un paraguas que la ampare cuando llegan las crisis o las dificultades; la persona, desvinculada, queda a merced del Estado…”

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Jesús y la autoridad política

Jesús y la autoridad política

379 Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las Naciones (cf. Mc10,42) y su pretensión de hacerse llamar benefactores (cf. Lc 22,25), pero jamás rechaza directamente las autoridades de su tiempo. En la diatriba sobre el pago del tributo al César (cf. Mc 12,13-17; Mt 22,15-22; Lc 20,20-26), afirma que es necesario dar a Dios lo que es de Dios, condenando implícitamente cualquier intento de divinizar y de absolutizar el poder temporal: sólo Dios puede exigir todo del hombre. Al mismo tiempo, el poder temporal tiene derecho a aquello que le es debido: Jesús no considera injusto el tributo al César.

Jesús, el Mesías prometido, ha combatido y derrotado la tentación de un mesianismo político, caracterizado por el dominio sobre las Naciones (cf. Mt 4,8-11; Lc 4,5-8). Él es el Hijo del hombre que ha venido « a servir y a dar su vida » (Mc 10,45; cf. Mt 20,24-28; Lc22,24-27). A los discípulos que discuten sobre quién es el más grande, el Señor les enseña a hacerse los últimos y a servir a todos (cf. Mc 9,33-35), señalando a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, que ambicionan sentarse a su derecha, el camino de la cruz (cf. Mc 10,35-40; Mt 20,20-23).


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Una visión teológica de la política

377 El pueblo de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey, como los otros pueblos, porque reconoce solamente el señorío de Yahvéh. Dios interviene en la historia a través de hombres carismáticos, como atestigua el Libro de los Jueces. Al último de estos hombres, Samuel, juez y profeta, el pueblo le pedirá un rey (cf. 1 S 8,5; 10,18-19). Samuel advierte a los israelitas las consecuencias de un ejercicio despótico de la realeza (cf. 1 S 8,11-18). El poder real, sin embargo, también se puede experimentar como un don de Yahvéh que viene en auxilio de su pueblo (cf. 1 S 9,16). Al final, Saúl recibirá la unción real (cf. 1 S10,1-2). El acontecimiento subraya las tensiones que llevaron a Israel a una concepción de la realeza diferente de la de los pueblos vecinos: el rey, elegido por Yahvéh (cf. Dt 17,15; 1 S9,16) y por él consagrado (cf. 1 S 16,12-13), será visto como su hijo (cf. Sal 2,7) y deberá hacer visible su señorío y su diseño de salvación (cf. Sal 72). Deberá, por tanto, hacerse defensor de los débiles y asegurar al pueblo la justicia: las denuncias de los profetas se dirigirán precisamente a los extravíos de los reyes (cf. 1R 21; Is 10, 1-4; Am 2,6-8; 8,4-8; Mi3,1-4).

378 El prototipo de rey elegido por Yahvéh es David, cuya condición humilde es subrayada con satisfacción por la narración bíblica (cf. 1 S 16,1- 13). David es el depositario de la promesa (cf. 2 S 7,13-16; Sal 89,2-38; 132,11-18), que lo hace iniciador de una especial tradición real, la tradición « mesiánica ». Ésta, a pesar de todos los pecados y las infidelidades del mismo David y de sus sucesores, culmina en Jesucristo, el « ungido de Yahvéh » (es decir, « consagrado del Señor »: cf. 1 S 2,35; 24,7.11; 26,9.16; ver también Ex30,22-32) por excelencia, hijo de David (cf. la genealogía en: Mt 1,1-17 y Lc 3,23-38; ver también Rm 1,3).

El fracaso de la realeza en el plano histórico no llevará a la desaparición del ideal de un rey que, fiel a Yahvéh, gobierne con sabiduría y realice la justicia. Esta esperanza reaparece con frecuencia en los Salmos (cf. Sal 2; 18; 20; 21; 72). En los oráculos mesiánicos se espera para el tiempo escatológico la figura de un rey en quien inhabita el Espíritu del Señor, lleno de sabiduría y capaz de hacer justicia a los pobres (cf. Is 11,2-5; Jr 23,5-6). Verdadero pastor del pueblo de Israel (cf. Ez 34,23-24; 37,24), él traerá la paz a los pueblos (cf. Za 9,9-10). En la literatura sapiencial, el rey es presentado como aquel que pronuncia juicios justos y aborrece la iniquidad (cf. Pr 16,12), juzga a los pobres con justicia (cf. Pr 29,14) y es amigo del hombre de corazón puro (cf. Pr 22,11). Poco a poco se va haciendo más explícito el anuncio de cuanto los Evangelios y los demás textos del Nuevo Testamento ven realizado en Jesús de Nazaret, encarnación definitiva de la figura del rey descrita en el Antiguo Testamento.

 


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Más allá de la simple economía, educación y cultura

375 Para la doctrina social, la economía « es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios ».770 La vida del hombre, al igual que la vida social de la colectividad, no puede reducirse a una dimensión materialista, aun cuando los bienes materiales sean muy necesarios tanto para los fines de la supervivencia, cuanto para mejora del tenor de vida: « Acrecentar el sentido de Dios y el conocimiento de sí mismo constituye la base de todo desarrollo completo de la sociedad humana ».771

376 Ante el rápido desarrollo del progreso técnico-económico y la mutación, igualmente rápida, de los procesos de producción y de consumo, el Magisterio advierte la exigencia de proponer una gran obra educativa y cultural: « La demanda de una existencia cualitativamente más satisfactoria y más rica es algo en sí legítimo; sin embargo hay que poner de relieve las nuevas responsabilidades y peligros anejos a esta fase histórica… Al descubrir nuevas necesidades y nuevas modalidades para su satisfacción, es necesario dejarse guiar por una imagen integral del hombre, que respete todas las dimensiones de su ser y que subordine las materiales e instintivas a las interiores y espirituales… Es, pues, necesaria y urgente una gran obra educativa y cultural, que comprenda la educación de los consumidores para un uso responsable de su capacidad de elección, la formación de un profundo sentido de responsabilidad en los productores y sobre todo en los profesionales de los medios de comunicación social, además de la necesaria intervención de las autoridades públicas ».772

NOTAS para esta sección

770Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 39: AAS 83 (1991) 842.

771Catecismo de la Iglesia Católica, 2441.

772Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 36: AAS 83 (1991) 838-839.

 


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¿Y si nos olvidamos un poco de la figura de los padrinos?

El Código de Derecho Canónico dice: “Canon 872: En la medida de lo posible, a quien va a recibir el Bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el Bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”. “En la medida de lo posible”. Y puede ser posible o no serlo. Y, a la vez, se señala muy claramente cuál es la función del padrino, en el caso del Bautismo de un niño: “juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el Bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”.

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Un desarrollo integral y solidario

373 Una de las tareas fundamentales de los agentes de la economía internacional es la consecución de un desarrollo integral y solidario para la humanidad, es decir, « promover a todos los hombres y a todo el hombre ».764 Esta tarea requiere una concepción de la economía que garantice, a nivel internacional, la distribución equitativa de los recursos y responda a la conciencia de la interdependencia —económica, política y cultural— que ya une definitivamente a los pueblos entre sí y les hace sentirse vinculados a un único destino.765 Los problemas sociales adquieren, cada vez más, una dimensión planetaria. Ningún Estado puede por sí solo afrontarlos y resolverlos. Las actuales generaciones experimentan directamente la necesidad de la solidaridad y advierten concretamente la importancia de superar la cultura individualista.766 Se registra cada vez con mayor amplitud la exigencia de modelos de desarrollo que no prevean sólo « de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios ».767

374 Un desarrollo más humano y solidario ayudará también a los mismos países ricos. Estos países « advierten a menudo una especie de extravío existencial, una incapacidad de vivir y de gozar rectamente el sentido de la vida, aun en medio de la abundancia de bienes materiales, una alienación y pérdida de la propia humanidad en muchas personas, que se sienten reducidas al papel de engranajes en el mecanismo de la producción y del consumo y no encuentran el modo de afirmar la propia dignidad de hombres, creados a imagen y semejanza de Dios ».768 Los países ricos han demostrado tener la capacidad de crear bienestar material, pero a menudo lo han hecho a costa del hombre y de las clases sociales más débiles: « No se puede ignorar que las fronteras de la riqueza y de la pobreza atraviesan en su interior las mismas sociedades tanto desarrolladas como en vías de desarrollo. Pues, al igual que existen desigualdades sociales hasta llegar a los niveles de miseria en los países ricos, también, de forma paralela, en los países menos desarrollados se ven a menudo manifestaciones de egoísmo y ostentación desconcertantes y escandalosas ».769

NOTAS para esta sección

764Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 14: AAS 59 (1967) 264.

765Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2437-2438.

766Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 13-14: AAS 92 (2000) 365-366.

767Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 29: AAS 83 (1991) 828-829; cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 40-42: AAS 59 (1967) 277-278.

768Juan Pablo II, Catequesis durante la Audiencia General del 1º de mayo de 1991, 2: L’Osservatore Romano, edición española, 3 de mayo de 1991, p. 3; cf. Id., Carta enc.Sollicitudo rei socialis, 9: AAS 80 (1988) 520-523.

769Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 14: AAS 80 (1988) 526-527.

 


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