LA GRACIA del Lunes 24 de Abril de 2017

El cambio profundo de corazón, el nacer de nuevo no se realiza por nuestras fuerzas y méritos, sólo recibimos la vida nueva como don y gracia de Nuestro Dios.

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¿Por qué no nos da Dios a todos la gracia que le dio a la Virgen María?

Fray Nelson Leí en un libro sobre la confesión que la santidad podía entenderse, en un aspecto, como la victoria sobre el pecado venial, por supuesto con la Gracia de Dios, entendiendo que la perfección nunca puede ser conformarse con no pecar mortalmente. A la vez leí, en el mismo libro, que la Iglesia afirma, en Trento: “Nadie está exento de pecar o de perder la gracia, ni de evitar todos los pecados, aún los veniales, salvo especial privilegio de Dios, como la bienaventurada Virgen María.” Mi pregunta es: ¿Por qué Dios no nos da a todos la Gracia de evitar los pecados veniales como lo hizo con la Virgen María? — G.G.

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Es fácil caer en simplificaciones cuando se habla de la gracia. Por ejemplo, sabemos que abstenerse de todo pecado implica una obra singularísima de la gracia pero estoy seguro que muchos interpretan eso como que la persona no sentía ninguna atracción hacia el pecado, es decir, que no podía ser propiamente tentada. Es fácil también suponer que la constante victoria sobre el pecado implicaba una especie de inmunidad ante el dolor que nace del pecado, sea propio o ajeno: algo así como si la persona estuviera un poco, según el dicho, “más allá del bien y del mal.”

La realidad es muy distinta. En primer lugar, la ausencia de pecado no significa ausencia de tentación, y por lo tanto no significa ausencia de esfuerzo para vencer la tentación. Es un esfuerzo que coopera con una gracia magnífica pero es esfuerzo, y esfuerzo descomunal. Lo sabemos ante todo por el mismo nuestro Señor Jesucristo, que tuvo que sudar gotas de sangre venciendo las duras tentaciones de Getsemaní. La Carta a los Hebreos 5,8 dice que él “aprendió sufriendo a obedecer.” No parece tampoco que haya sido sencillo ni dulce el camino de María, a la que le fue anunciado que una espada atravesaría su corazón (Lucas 2,35) como se cumplió no una sino varias veces, y que llegó a realizarse de modo extremo en los dolores indescriptibles de la Pasión de su Hijo.

De modo que lo de evitar pecados veniales suena algo así como un auxilio para portarse bien en todo y estar contento a todas horas. Así serían las ocsas en un universo donde no hubiera la rebeldía de Satanás, y su envidia que hizo entrar la muerte en el mundo (Sabiduría 2,24). Vencer al pecado implica SIEMPRE vencer al demonio, que ha hecho y hará todo lo que esté en su poder angélico para apartarnos con amenazas, dolores, tentaciones o falsas promesas, del camino del Señor. Por supuesto que la gracia da la victoria pero esa gracia no reemplaza la voluntad sino que simplemente la capacita desde dentro, y eso implica que haya una RESPUESTA de parte del hombre. Si la respuesta humana no se necesitara entonces no seríamos seres libres sino robots.

De modo que la gracia, en el fondo, sí que está disponible, porque como bien enseña Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, ni el demonio ni creatura alguna puede forzar al hombre a cometer el más mínimo pecado. ¡La gracia existe y está! Lo que falla es nuestro sí a la gracia; los que fallamos somos nosotros, que no respondemos como María pero que de ella, y del auxilio de su oración, podemos obtener una respuesta cada vez más próxima al querer de Dios. Es lo que han hecho los santos.

Un Dios abundante [La Comunidad en los Hechos, 5 de 20]

Lo propio de quien ha recibido amor sobreabundante es la capacidad de salir de sí mismo, es decir, de no centrarse en los propios intereses, o la propia comunidad.

La abundancia que Dios nos promete no está exenta de tribulaciones y contradicciones pero sigue siendo abundancia de victoria.

El Espíritu da también una mirada penetrante, según lo anunciado en Joel 3, con referencia a las visiones y sueños inspirados. El Espíritu de profecía es el que nos hace participar del modo como Dios ve las cosas.

Y que nuestro amor sea inexplicable: esa es una vida prodigiosa. Los “prodigios” de que habla Hechos 2 han de ser ante todo nuestros actos de fe, esperanza y amor, más allá de los cálculos de este mundo. La sobriedad, el despredimiento, la capacidad de servicio, las renuncias reales son señales que apuntan hacia la abundancia del Espíritu.

LA GRACIA del Miércoles 7 de Diciembre de 2016

La gracia es el regalo de amor de Dios que llega con Nuestro Señor Jesucristo perdonándonos, sanándonos y capacitándonos para ser fieles a Él.

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La puerta es estrecha y la gracia es inmensa; ¿cómo se entiende?

El “hágase tu voluntad” del Padrenuestro; la puerta estrecha del Evangelio de hoy; la corrección que, como a hijos, nos hace Dios, nuestro Padre, según la Carta a los Hebreos; o la poda de los sarmientos según Juan 15: todo nos habla del proceso de crecimiento y conformidad con el querer divino, que incluye dolor y renuncia pero que conduce a victoria y pascua.

Parejas fundadas en la experiencia de la gracia y la misericordia

[Predicación para un grupo de parejas en la Parroquia de N. S. de Guadalupe, en Poza Rica, Veracruz, México. Agosto de 2016.]

* El ideal cristiano es, siempre y para todos, algo que escapa nuestras fuerzas. Cristo lo dice en Mateo 19: “Para los hombres es imposible…”

* Pero esa imposibilidad radical de nuestra naturaleza no es un límite absoluto, cuando tomamos en cuenta el volumen del auxilio transformante de la gracia divina.

* Es importante entonces que las parejas inicien su camino sabiendo que cada uno tiene realmente a Cristo como centro de su vida y Señor de su historia. De ese modo no se idolatran, se disponen a perdonarse cuando sea necesario, y tienen un lenguaje común para educar sus hijos.

LA GRACIA del Miércoles 27 de Julio de 2016

El Evangelio de Jesús es incomparable porque es regalo y gracia divina, pues Dios mismo se comunica para restaurarnos y para que sepamos que en Él está el descanso de nuestras almas.

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Anuncio de gracia

No se pueden hacer las obras de Dios si Dios no ha obrado primero en nosotros: tal es el mensaje central de esta homilía para Domingo XVI de Tiempo Ordinario, en el ciclo C. Predicación ofrecida en el Monasterio de Dominicas de Palencia, España.

Las lecturas a que se hace referencia son: Lucas 10, 38-42 y Génesis 18, 1-10a.

¿Es verdad que en el fondo lo único que importa es que uno sea bueno, y no tanto la fe que tenga?

Le preguntaron a Felipe Gómez, laico católico, padre de familia y misionero, una opinión sobre esta frase: NO IMPORTA EN LO QUE CREAS (sostienen algunos), LO QUE IMPORTA EN ESTA VIDA, ES SER BUENO. ¿Qué decir ante esa manera de pensar?

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Esta hermosa frase, tiene tanto de larga como de ancha. Puede ser tan sana como dañina. Hace parte del diccionario relativista más común de nuestros tiempos y debemos desmenuzarla tratando de comprender su significado, para bien de nuestras convicciones.

NO IMPORTA EN LO QUE CREAS? Si importa!

No es lo mismo creer en los astros que en Jesucristo. No es igual ser politeísta o ateo que Cristiano.
No sabemos con certeza que ocurrió para que el hombre se hubiera volcado contra Dios, tal vez si comió de un fruto de un árbol, (me parece convincente la narración del Génesis) o tal vez cometió otro tipo de pecado de tal gravedad que hizo que nuestra alianza de amor con Dios se rompiera para que fuéramos expulsados del paraíso. Jesús viene en la plenitud de los tiempos, nace en un pesebre, nos predica, hace milagros y nos muestra el camino, la verdad y la vida. Jesús nos deja ver su grandeza contenida no tan solo en sus palabras, sino también en sus acciones. Jesús ama, sirve y se da a nosotros hasta la más cruel muerte en la cruz, redimiendo (rescatando) a la humanidad entera con su sacrificio. Jesús mis hermanos, es DIOS. Jesús no es solo un profeta o un sabio, no es tan solo un pensador que desapareció con el paso de los años, Jesús está vivo y resucitado. Luego no es lo mismo creer en el Hijo de Dios vivo, que creer en cualquier cosa o simplemente no creer en nada.

LO QUE IMPORTA EN ESTA VIDA ES SER BUENO?

¿Y quien nos asegura que sin Dios podemos ser buenos? Por cierto, ¿que significa ser bueno? Y a quien pertenece esa bondad que nos atribuimos como nuestra?

La definición del diccionario acerca de la bondad es: La inclinación o tendencia natural a hacer el bien. ¿Natural? No. La bondad es un don del Espíritu Santo, es un regalo Divino, no una característica humana y menos natural. El amor |verdadero y hasta sus [ultimas consecuencias] es completamente sobrenatural.

¿Cómo podemos llegar a amar a nuestros enemigos (Romanos 12,17) o bendecir a quienes nos persigan? ¿Como poder tener sentimientos de nobleza hacia quienes nos hacen daño, nos maltratan y hasta nos pueden quitar la vida?

El mensaje de la cruz es contrario a la naturaleza instintiva del hombre que devuelve mal por mal.

Nosotros [por nuestras solas fuerzas] nunca seríamos capaces de decir: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” sin la gracia de Dios. Los hombres sin Jesús, no queremos misericordia, sino una justicia acomodada que se parece más a la venganza.

La bondad practicada en cualquier hombre, cualquier cultura e incluso en cualquier momento de la historia, ha sido un descubrimiento de la gracia de Dios. Hemos podido encontrar actos de amor en todo momento, cultura e incluso credo, y esto se lo debemos a la ley natural de Dios escrita en nuestros corazones, pero no es nuestra.

Una vez se ha revelado el amor y la bondad en Jesús, no podemos seguir insistiendo que lo importante es ser bueno, es más acertado tratar de comprender que lo importante es llamar a las cosas por su nombre y dejar de atribuirnos una cualidad que no viene de nosotros sino de Dios. DIOS es bueno, El es la bondad infinita, DIOS es amor.

“Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Jesús, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios” (Marcos 10, 17-18)

Jesús no está diciendo con esto que El no sea bueno, está recordándonos que ese “maestro bueno” es una cualidad que lo adorna a El y solo pueden reconocer quienes tengan el Espíritu Santo.

Conclusión: Sí importa en lo que creas, o más bien, en quién creas, y lo importante es ser bueno a imagen y semejanza de Dios y reconociendo su gracia. Jesús es la bondad hecha hombre. Dios los bendiga.

¿Pelagianismo en una homilía de Juan XXIII?

En la homilía de inauguración del Concilio Vaticano II el Papa San Juan XXIII dijo: “No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida.” ¿No supone ello una tendencia pelagiana? –Diálogo abierto en un foro católico.

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Yo tengo una perspectiva distinta y no veo pelagianismo en esa homilía de San Juan XXIII.

Aquel Papa se refería, no a una virtualidad del ser humano por sí mismo, sino a la dureza de los acontecimientos propios de la postguerra, la guerra fría y los espantosos conflictos en Cuba y Corea. A este respecto conviene leer Pacem in terris 126-129.

Hago una comparación: el gato que es echado a fuerza de agua caliente de una casa aprende a no ir por allá. No es una virtualidad del gato; no es un gato pelagiano, es simplemente que la dura lección modifica su comportamiento.

Su propósito en esa homilía es resaltar el área común de acuerdo que él ve entre la propuesta del Evangelio y las duras experiencias que han llevado a la humanidad a rechazar los abusos del poder y de la codicia.

Cosa muy distinta es preguntarse si esa perspectiva era correcta, es decir, si el gato sí había aprendido su lección. Y la respuesta, hasta donde yo veo, es claramente negativa. La ONU se ha vuelto un fortín a conquistar por los que quieren imponer el aborto y destruir la familia. Nuevas formas de crueldad y explotación muestran que los buenos deseos del Papa Bueno eran demasiado apresurados.

De otro lado, las experiencias diplomáticas en Bulgaria y el trato directo con musulmanes, agnósticos, judíos y ateos, habían convencido a Roncalli de la posibilidad de cambiar el lenguaje eclesial. La Iglesia tiene el derecho y el deber de publicar el Syllabus, como hizo Pío IX, pero el Syllabus no agota su lenguaje, y precisamente, ya desde su tiempo en el servicio diplomático, Roncalli busca otras formas, otros caminos que hagan avanzar el Evangelio.