Teología Moral familiar y sexual, 05: Lugar y rol de la familia

[Conferencias en el curso de Teología Moral familiar y sexual ofrecido en la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás en el primer semestre de 2015.]

Lugar y rol de la familia

2015-03-05 09.07.57

* El hecho de que exista algo llamado “familia” hunde sus raíces en hechos biológicos profundos, ineludibles y permanentes.

* Es un hecho, en efecto, que el ser humano nace desprovisto de todo y necesitado de cuidado, afecto y educación para lograr su plenitud y alcanzar una vida llena de significado, capaz de convivencia con sus semejantes y de provecho para la sociedad a la que llega como nuevo habitante.

* Pero no todo en nosotros es biología. El ser humano no enfrenta la realidad desde la simple percepción de lo sensible sino que asume su lugar a través de una mediación que se llama la “cultura.” Los significados y propósitos de las cosas y de los demás seres humanos los descubrimos en y a través de nuestra particular cultura.

* Así se entiende lo que logra la familia, es decir, cuál es su lugar esencial en la sociedad y qué papel cumple: la familia es la institución primordial que forma a los seres humanos para integrarlos de modo progresivo, amable y firme en el conjunto de la sociedad. Y puesto que el ser humano es corpóreo pero también dotado de razón y capacidad simbólica, esa institución, la que lleva a los humanos a su madurez, debe tener, en principio, una base biológica (la procreación) pero también una solidez y estatura moral que brote del amor y sea compatible con las experiencias de ser amado y de amar.

* Transmitir una cultura o ayudar a que una persona se inserte en una cultura implica la transmisión de destrezas (como caminar, hablar, cultivar); valores (la dignidad de la persona, la justicia social, el cuidado del cuerpo); códigos (comunicación no verbal, convenciones sociales); roles (maestro/discípulo, hombre/mujer).

* En cuanto a lo femenino y lo masculino, hay dos cosas importantes qué destacar:

(1) Primacía de lo femenino. En el desarrollo embrionario todo ser humano inicia su desarrollo con aspecto y fisiología femeninas.

(2) La relación entre madre e hijo está definida por la continuidad, es decir, la primera expresión de afecto de la madre hacia su criatura es casi indistinguible y viene a fusionarse con lo que ella siente hacia su propio cuerpo. Ella empieza amando al hijo en cuanto prolongación de sí misma, lo que a su vez hace que el hijo se sepa acogido de un modo connatural.

* De aquí entendemos que el amor propiamente masculino es algo distinto. No surge desde la continuidad sino desde la pregunta, la búsqueda de sentido, la afirmación de un amor en la diferencia. Santo Tomás (en su “Contra errores graecorum”) destaca este hecho para explicar por qué es propio hablar de Dios como “Padre” (y no como “madre”).

* El amor propiamente femenino garantiza el apoyo mientras que el amor propiamente masculino ayuda a consolidar la identidad. se ve de inmediato la importancia de los dos tipos de amor. Así enseña la Iglesia cuando dice que todo niño tiene derecho a un papá y a una mamá.

Parejas de las tinieblas hacia la luz, 4 de 4: Esplendor

[Retiro para familias durante el tiempo de carnaval, en Santa Cruz, Bolivia. Febrero de 2015.]

Tema 4 de 4: Esplendor

  • Las familias renovadas en cristo y en el poder del Espíritu Santo no deben esconder la luz recibida. he aquí el ideal que se nos ofrece:

(1) Familias numerosas.
(2) Familias sólidas, felices, abiertas a la misericordia y el servicio.
(3) Escuelas de Fe: los papás, primeros catequistas.
(4) Con experiencia de evangelización explícita.
(5) En formación permanente.

Parejas de las tinieblas hacia la luz, 3 de 4: Acepta la claridad

[Retiro para familias durante el tiempo de carnaval, en Santa Cruz, Bolivia. Febrero de 2015.]

Tema 3 de 4: Acepta la claridad

  • El cimiento ya está puesto, y es Jesucristo. Algunas frases y pensamientos de los Evangelios iluminan intensamente la vida de pareja y de familia:

(1) No necesitan de medico los sanos sino los enfermos; por consiguiente, negar mi necesidad es perder al auxilio de Cristo.
(2) Cristo no ha venido a condenar el mundo sino a salvarlo; de modo que donde hay humildad, oración y sinceridad siempre hay esperanza.
(3) Cristo es “Uno más fuerte.” Es cierto que el pecado tiene fuerza pero no más fuerza que la gracia que Cristo da a los suyos.
(4) “Con el dedo de Dios”: Cristo no es sólo ejemplo para nosotros; al otorgarnos el Espíritu Santo nos da fuerza interior y transforma lo que nos gusta de modo que el bien tenga poder en nuestra vida.
(5) Cristo nos quiere sabios, unidos y fecundos.

Parejas de las tinieblas hacia la luz, 2 de 4: Recibe el amanecer

[Retiro para familias durante el tiempo de carnaval, en Santa Cruz, Bolivia. Febrero de 2015.]

Tema 2 de 4: Recibe el amanecer

  • Pasamos de la oscuridad a la penumbra y al amanecer cuando nos arriesgamos a cuestionarnos:

(1) ¿Cuáles son mis frutos? ¿Adónde me está llevando este camino? ¿Cómo acaban los que van por donde yo voy? ¿De qué me voy a perder?
(2) ¿Cómo deciden los hijos? ¿Con qué criterios toman sus decisiones? ¿Son capaces de salir de sus intereses y gustos? ¿Les importan los necesitados?
(3) ¿Dónde está mi descanso? ¿Soy descanso y acogida para mi pareja?
(4) ¿Cuál será mi vejez? ¿Me estoy preparando para pasar del protagonismo a lugares más modestos? ¿Tengo presente la eternidad que me llama?
(5) ¿Qué impacto tiene la fe en mis decisiones, horarios y presupuestos?

Parejas de las tinieblas hacia la luz, 1 de 4: Reconoce la oscuridad

[Retiro para familias durante el tiempo de carnaval, en Santa Cruz, Bolivia. Febrero de 2015.]

Tema 1 de 4: Reconoce la oscuridad

He aquí las principales barreras:

(1) Soberbia
(2) Ignorancia
(3) Vanidad (falsas imágenes: el hombre “duro” y la mujer “perfecta”)
(4) Egoísmo (espacios cerrados de idolatría y mentira)
(5) Pereza (mediocridad)

Formación permanente para la pareja y la familia, 2 de 2

[Predicación a un grupo de parejas en el Encuentro Internacional de La Mansión.]

Parte 2 de 2

* Un tercer término es ENSEÑANZA. Nos habla de una realidad que ha acompañado a la Iglesia desde su comienzo mismo pues vemos en Hechos que los convertidos son asiduos a la enseñanza de los apóstoles. Estamos ante un elemento esencial dela vida cristiana: ser discípulos. Y discípulos seremos de Cristo hasta el día en que de él aprendamos cómo morir, de cara a la resurrección.

* Un cuarto y último término es PREDICACIÓN. Tema de actualidad por la abundancia de malas noticias que cierran el futuro y la posibilidad de diálogo intergeneracional en la familia. El corazón humano necesita alimentarse de la grande y poderosa noticia del amor redentor de Dios para poder amar y para renovarse en su camino de redención y santificación.

Formación permanente para la pareja y la familia, 1 de 2

[Predicación a un grupo de parejas en el Encuentro Internacional de La Mansión.]

Parte 1 de 2

* Los distintos términos que se utilizan para denominar las palabras que se dirigen a una asamblea de creyentes nos ayudan a descubrir las dimensiones de formación que todo cristiano necesita, incluyendo, por supuesto, a quienes son pareja y llevan vida de familia.

* Un primer término es TALLER. Este término indica que le permitimos a Dios trabajar en nosotros, y nos declaramos dispuestos a trabajar quitando obstáculos para llegar a una fe plena (véase Juan 6). Y luego, con la ayuda de la gracia, trabajar en la propia conversión y en el ejercicio saludable de la caridad.

* Un segundo término es CHARLA o PLÁTICA. Indica la confianza de una conversación como la que uno podría tener en la sala de su casa. Este término sugiere la apertura de amor a la persona de Jesucristo para acogerlo como verdaderamente nuestro.

Santidad de pareja y de familia, 1 de 2

[Predicación para los matrimonios en el Encuentro Internacional de La Mansión, en Noviembre de 2014.]

Parte 1 de 2: Las bases

* La experiencia de la santidad divina es siempre el descubrimiento de una grandeza, una belleza, una bondad, un poder que rebasa, más allá del horizonte, lo que podíamos considerar. Son comparables experiencias como la de Isaías en el templo y la del apóstol Pedro en su humilde barca del Mar de Galilea.

* El reconocimiento de la santidad se convierte también en viva conciencia de la propia pequeñez, el propio pecado, la propia fragilidad y precariedad. Es un “ver que uno no ve;” un darse cuenta de los límites que parecían extremos y que repente se revelan pequeños y completamente insuficientes.

* Tal tipo de experiencia es indispensable para proclamar con verdadera convicción y coherencia que sólo Dios es Dios, y ante que eso, para recibirlo como Señor de cada área de nuestra vida, por encima de todo otro interés o afecto. Sin este tipo de experiencia, la exigencia propia de la moral de la Iglesia Católica resulta inabordable, incomprensible y francamente imposible.

* Esta acogida del don divino cambia la perspectiva de los esposos. No es que dejen de tener necesidad de afecto o de expresión de amor sino que amar y amarse ya significan otra cosa cuando se ha conocido el amor de Dios.

Crece el poder de la inquisición de género

La gente suele hablar barbaridades y exageraciones de lo que fue la inquisición en la Iglesia Católica. Así quieren mantenernos distraídos para que no veamos lo que están haciendo las nuevas inquisiciones… como encarcelar a padres de familia que no quieren que sus hijos sean adoctrinados en ideología de género. ¡ATENCIÓN, allí donde todavía se pueden evitar muchas de estas desgracias!

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Cristo, cimiento de la familia, 1 de 2, En Cristo-Palabra nuestras palabras adquieren su valor

[Predicación en la 3ra Conferencia de la Renovación Carismática Católica Hispana de la Diócesis de Austin Texas, en Octubre de 2014.]

Tema 1 de 2: En Cristo-Palabra nuestras palabras adquieren su valor

* Uno de los modos de describir la crisis de nuestra sociedad es describirla como “líquida,” es decir: amorfa, capaz de aceptar cualquier cosa, incapaz de fundamento, pronta a la fragmentación, imprevisible e inconsistente.

* Esta “liquidez” afecta también nuestro vocabulario, de modo que muchas palabras–incluyendo aquellas que definen las relaciones fundamentales de cada uno con Dios, consigo mismo y con la sociedad–se disuelven en significados cambiantes y contradictorios, que hacen inútil el lenguaje, como una herramienta que se vuelve inservible.

* Las repercusiones son graves cuando se piensa, por ejemplo, en que la “autoridad” como tal desaparece, ya desde la familia, de modo que en muchos hogares sencillamente no se sabe quién está a cargo, o de qué modo han de tomarse las decisiones. Muchos jóvenes, quizás la mayoría, crecen sin tener un mapa básico que les permita tomar caminos decentes y fructíferos, o evitar lo que les destruye.

* Ahora bien, Cristo-Palabra de Dios acampó entre nosotros. Lo podemos llamar “El Diccionario de Dios” porque en Él nuestras palabras recuperan su verdadero sentido. En Él aprendemos o recordamos que significa ser humano; qué es la pareja humana; qué es ser hombre y cuál es la realidad de la mujer en el plan de Dios.

* Frente a la idea de libertad como indecisión o inestabilidad, que sería señal de que uno lo ha probado o lo puede probar todo, en Cristo la libertad es capacidad de alcanzar sin coacción la plenitud en que habitan la verdad y la bondad.

* Cristo rescata la palabra “poder” mostrando que el verdadero sentido del poder se cumple en aquel que llega al corazón de los demás por vía de bondad y misericordia.

* Cristo rescata la palabra “amor” redefiniéndola como “dar la vida,” que a su vez significa dar tiempo, posponer muchas veces nuestros planes y agendas para acomodar a aquel que yace al borde del camino.

* Cristo rescata el verbo “tener” mostrando que sólo tenemos cosas si somos señores de ellas, y que dejamos de tenerlas cuando ellas se adueñan de nuestro corazón.

La sociedad al servicio de la familia

252 El punto de partida para una relación correcta y constructiva entre la familia y la sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y de la prioridad social de la familia. Esta íntima relación entre las dos « impone también que la sociedad no deje de cumplir su deber fundamental de respetar y promover la familia misma ».570 La sociedad y, en especial, las instituciones estatales, —respetando la prioridad y « preeminencia » de la familia— están llamadas a garantizar y favorecer la genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Esto exige que la acción política y legislativa salvaguarde los valores de la familia, desde la promoción de la intimidad y la convivencia familiar, hasta el respeto de la vida naciente y la efectiva libertad de elección en la educación de los hijos. La sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y promoverla según el principio de subsidiaridad.571

253 El servicio de la sociedad a la familia se concreta en el reconocimiento, el respeto y la promoción de los derechos de la familia.572 Todo esto requiere la realización de auténticas y eficaces políticas familiares, con intervenciones precisas, capaces de hacer frente a las necesidades que derivan de los derechos de la familia como tal. En este sentido, es necesario como requisito previo, esencial e irrenunciable, el reconocimiento —lo cual comporta la tutela, la valoración y la promoción— de la identidad de la familia, sociedad natural fundada sobre el matrimonio. Este reconocimiento establece una neta línea de demarcación entre la familia, entendida correctamente, y las otras formas de convivencia, que —por su naturaleza— no pueden merecer ni el nombre ni la condición de familia.

254 El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas. Ello no se coloca como alternativa de los derechos que las personas poseen individualmente, sino más bien como su apoyo y tutela. Esta perspectiva hace posible elaborar criterios normativos para una solución correcta de los diversos problemas sociales, porque las personas no deben ser consideradas sólo singularmente, sino también en relación a sus propios núcleos familiares, cuyos valores específicos y exigencias han de ser tenidos en cuenta.

NOTAS para esta sección

570Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 45: AAS 74 (1982) 136.

571Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2211.

572Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 46: AAS 74 (1982) 137-139.

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