Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 9 de 20: La cristología de San Juan.
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Temas de la Sesión 9: El Cuarto Evangelio ha sido ocasión de notable polémica en las últimos décadas, porque su redacción sirve claramente de inspiración a la cristología descendente, mientras que hoy tiene mayor acogida la cristología ascendente, que intenta reproducir en nosotros el itinerario de los discípulos. También es esta última la que enfatiza en la cercanía y amistad con Jesús. De algún modo es el esquema de los Evangelios Sinópticos.
En la cristología descendente, muy presente en San Juan, el punto de partida es Dios; es el Cristo pre-existente, y la Encarnación (de ahí los tratados ). Pero, ¿es completamente “ascendente” la cristología de los Sinópticos? ¿Es del todo descendente la de San Juan? Además, ¿qué tan suficiente es el enfoque ascendente, que parece casi norma única para la cristología académica actual?
[Referencia bibliográfica: Gabino Uríbarri, La Singular Humanidad de Jesucristo.]
¿Cuál es, en efecto, el intento de la cristología ascendente? Encontrarse con Cristo antes que con lo que se ve como el dogma cristológico. Pero, ¿es ello posible sobre la base de unas Escrituras que hablan de Cristo como pre-existente? Además, ¿no es el caso que el rechazo a ese “dogma” se hace sobre la base (implícita) de otros “dogmas”? Si la preexistencia fue creída por la primera generación de cristianos, el proyecto “ascendente” se muestra como radicalmente insuficiente: no puede dar razón de ese dato de la Escritura.
La Comunidad no es autora colectiva pero sí es colectivamente responsable; es instancia validante que da fe de la verdad fundamental del mensaje de salvación, un mensaje por el que había que estar dispuesto a dar la vida. En el proceso de elaboración del canon está ya integrada la base apostólica, incluyendo los elementos jerárquicos que surgen naturalmente de este hecho los Evangelios son testimonios. Quienes dan el testimonio original van jerárquicamente primero que todos los demás. La comunidad creyente ni fue ni no puede ser una democracia, aunque sí es instancia colectiva de validación.
Ya la Carta a los Filipenses, en su Capítulo 2, afirma que Cristo era “de condición divina.” Esto fue escrito, ratificado, y cantado por comunidades creyentes muchos años antes de la redacción del Evangelio según San Juan.
El prejuicio que ronda a la cristología ascendente es que el encuentro con la humanidad de Cristo impide la afirmación de su preexistencia o su divinidad. La solución, sin embargo, no es descartar el énfasis ascendente sino ser conscientes de sus límites. Y sobre todo: si vamos a seguir el camino de fe de los discípulos, sigámoslo hasta el final, esto es, hasta la afirmación de la verdad de la resurrección y de la divinidad del Señor Jesús.
En otro sentido, no cabe decir que el Cristo del Evangelio de San Juan sea sólo “deducido.” Datos históricos, a veces únicos, aparecen en el Cuarto Evangelio, mostrando una base fáctica que ha sido comprobada por la arqueología (por ejemplo, la piscina de los cinco pórticos: Juan 5,2).
Cristo en el Evangelio de San Juan:
- Lógos: En cuatro líneas de interpretación: (1) Plenitud de aquello que Dios quería decirnos en los profetas. (2) Revelador del Padre. (3) Todo lo que podíamos necesitar, de lo que teníamos hambre “no sólo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” (4) El sentido y razón de ser de todo: el cosmos, la historia, el corazón humano.
- Semeion: Señal de Dios, y el que hace significativa la vida, y el que da y enseña a leer los signos de Dios. La fe, en San Juan, no es apuesta ciega, sino es lectura de signos: “Kai eiden kai epísteusen.”
- Hora de Dios: Cristo es el perfecto acontecer de Dios.