LA GRACIA 2024/01/24 La Palabra de Dios nos confronta

¿Quién ha sembrado y en mi vida y qué cosas? ¿Cuáles son mis “zarzas”, eso que no me deja valorar el Evangelio? ¿Cuáles son mis áreas de superficialidad donde el Evangelio se seca?

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LA GRACIA 2023/11/28 La Buena Noticia en medio de la devastación

Jesús nos cuenta sobre la devastación en el mundo para que asumamos con realismo que nuestros pecados tienen consecuencias, la Buena Noticia es que más allá de nuestros pecados Él reina por siempre y para siempre.

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LA GRACIA 2023/06/13 Toda incoherencia cristiana es un sí pero no

La Palabra de Dios nos invita a ser coherentes, que por fin hagamos de nuestra vida Evangelio, ese Evangelio que aunque el mundo rechace sigue necesitando.

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LA GRACIA 2023/05/13 Distancia entre el mundo y lo que propone Jesús

El mundo odia al Evangelio al verlo: con indiferencia al decir que es inútil, con irrelevancia al negar lo bueno que ha traído, como imposición porque restringe la libertad, con infelicidad porque no nos deja ser felices y con ilegalidad al presentar la predicación como ilegal.

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LA GRACIA 2023/05/10 ¡El Evangelio es como es!

En nuestro tiempo se ha vuelto costumbre hablar de Jesús en términos mucho más suaves, pero el Evangelio es como es, no es el que le guste a la gente ni el que venda mejor ¡El Evangelio es como es!

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LA GRACIA 2023/01/26 La verdad de la salvación depende de la verdad sobre el Salvador

MEMORIA DE LOS SANTOS TIMOTEO Y TITO, OBISPOS

Mantener la verdad del Evangelio con su oferta de misericordia y a la vez con su exigencia de santidad, es la manera de asegurarnos que la Iglesia está hablando de Jesucristo.

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LA GRACIA 2022/12/27 El Evangelio, camino que nos lleva a Jesús

FIESTA DE SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA

San Juan nos muestra que el Evangelio es para que podamos creer; para que sepamos de Quien somos, que no somos fugitivos y para que tengamos claro que en Jesús tenemos vida.

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«El Evangelio es fuerza de Dios» (Rom. 1,16)

«El Evangelio es fuerza de Dios» (Rom. 1,16)

San Pablo no concibe la predicación como un conjunto de razonamientos que intentan convencer demostrando. En consecuencia desecha todo lo que sea acudir a las «palabras sabias» (1 Cor. 1,17), al «prestigio de la palabra o de la sabiduría» (1 Cor. 2,1), a «los persuasivos discursos de la sabiduría» (1 Cor. 2, 4).

Ya hemos indicado que la evangelización consiste esencialmente en la proclamación de un acontecimiento que Dios ha realizado de Cristo («fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación»: Rom. 4, 25). Este anuncio -que va acompañado de la invitación a la conversión: He. 2, 38- puede ser aceptado o rechazado. La acogida se realiza mediante el acto de fe, gracias al cual el hombre obedece el Evangelio (Rom. 1,5; 6; 17; 16,26) y se somete a Cristo (2 Cor. 10,5), el cual a su vez despliega en el creyente todo su poder salvífico.

Ahora bien, este acto de fe no es aceptar algo evidente; por el contrario, conlleva rendir y someter el propio entendimiento a Cristo (2 Cor. 10,5). Creer es un milagro, una gracia, pues no se trata simplemente de aceptar unas verdades, sino de someterse a Cristo, de aceptarle como Señor de la propia vida. Y esto es imposible sin la acción interior del Espíritu: «nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Cor. 12,3).

Por eso San Pablo ha renunciado a apoyarse en la sabiduría y en el prestigio de la palabra humana y se ha apoyado decididamente en la acción poderosa del Espíritu que mueve y transforma los corazones por dentro (1 Cor. 2, 4-5). Igualmente, a los de Tesalónica les recuerda cómo «os he predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena persuasión» (1 Tes. 1,5); y esta acción poderosa del Espíritu se manifestó en que abandonaron los ídolos y se convirtieron a Dios (1 Tes. 1,9-10), y ello en unas circunstancias difíciles y humanamente desfavorables (1 Tes. 1, 6), en medio de fuerte oposición (1 Tes. 2, 2).

La predicación es como un sacramento: a través de un signo externo -el anuncio del Evangelio- se comunica una gracia interior -la acción del Espíritu que mueve a creer y a convertirse-. En el libro de los Hechos leemos que mientras Pedro anunciaba a Cristo «el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra» (He. 10,44). Acoger la Palabra, creer y convertirse es una gracia (concedida normalmente, eso sí, con ocasión de la predicación del Evangelio). Entendemos ahora por qué San Pablo daba gracias a Dios porque al anunciar el Evangelio a los de Tesalónica la acogieron, no como palabra de hombre (ese era el envoltorio externo), sino como Palabra de Dios (esa era la verdadera realidad) (1 Tes. 2,13).


El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Escogido para el Evangelio

Escogido para el Evangelio

San Pablo tiene conciencia de haber sido elegido por Dios para consagrarse enteramente al anuncio del Evangelio. Polemizando con los corintios llegará a decirles: «no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio» (1 Cor. 1,17). Sabe que su misión consiste en evangelizar, en anunciar a Cristo, poniendo así el fundamento sobre el cual otros continúen construyendo (1 Cor. 3,10).

Las palabras que figuran en el título de este capítulo indican lo mismo: tiene viva conciencia de que ha sido «escogido -por Dios mismo- para el Evangelio», es decir, para el anuncio del Evangelio. La palabra que se traduce por «escoger» significa en realidad «separar», «poner aparte», y es la misma que encontramos en Gal. 1,15 cuando Pablo habla de su vocación: Dios mismo le ha separado de las actividades ordinarias que los hombres realizan en su vida cotidiana para consagrarle enteramente al anuncio del Evangelio; ha sido sustraído a otras tareas para que su vida entera esté dedicada al ministerio de la Palabra.

De hecho, comprobamos que, si bien no tiene inconveniente en trabajar con sus manos para procurarse el sustento y no ser gravoso a nadie, en cuanto tiene posibilidad se deja absorber por la tarea evangelizadora. Así, por ejemplo, durante su estancia en Corinto, Pablo trabaja como tejedor de tiendas (He. 18, 3); pero cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia trayendo ayudas materiales «Pablo se dedicó enteramente a la Palabra» (He. 18,5)


El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

El Evangelio antes de que se escribiera, ¿qué era?

Fray Nelson: Jesús habló acerca de enseñar el evangelio. Pero el evangelio no existía. existian los scrolls con el antiguo testamento. Me podría aclarar. Esta confusion que creo que se debe a desconciento de la historia. Gracias de antemano por su ayuda. — M.I.P.

* * *

El Evangelio, antes de ser un libro, fue y sigue siendo una noticia, un mensaje. Por eso la primera forma de existir el Evangelio es como palabras que se dicen, milagros que acontecen y testimonio de vida que se ofrece.

Aquellas personas que se encontraron con Cristo se encontraron con la Buena Nueva. Por eso encontraremos después testimonio del gozo de tantos que tuvieron esa alegría. La gente exclamaba: “¡Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo!” (Lucas 7,16). No necesitaban que eso estuviera escrito (aunque luego se escribió): simplemente lo estaban viendo y viviendo. En el mismo sentido nos cuenta San Marcos: “Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.” (Marcos 7,37).

Esto trae importantes enseñanzas para nosotros: (1) Para transmitir el Evangelio a otros, lo primero es que sea vida en nuestro corazón, nuestro testimonio y nuestras obras. (2) No basta el solo texto para evangelizar (como a veces lo expresan algunos cristianos no católicos) : la comunidad que cree, ama y sirve es indispensable dentro del plan de Dios.

Canon: una investigación que demuestra la verdad histórica de los Evangelios

“En estos tiempos en los que se habla tanto de la inicua «memoria histórica», con la que la ideología neomarxista quiere manipular nuestra historia reciente para borrar las huellas de los crímenes marxistas de la República, utilizando las más sofisticadas estrategias de la ingeniería social para imponer totalitariamente su «Himalaya de mentiras», hay otra memoria que también se quiere tergiversar, una historia que se quiere desnaturalizar para que encaje en los falsos postulados de la ideología modernista: la de la veracidad histórica de los Evangelios Canónicos…”

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LA GRACIA del Lunes 8 de Octubre de 2018

Si quieres simplemente agradar a los hombres ya no serás discípulo de Cristo, escoge el camino de fidelidad a Él. El Evangelio te lo dio Dios y ante Él tienes que responder.

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LA GRACIA del Lunes 12 de Febrero de 2018

El Evangelio transforma tu corazón, tu mirada, todo tu ser; no es para que cambies cosas fuera de ti sino para hacerte distinto a ti.

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Nueve meditaciones sobre la Virgen Inmaculada, 5 de 9: María, Espejo del Evangelio

María, Espejo del Evangelio

* Dios ha querido verse reflejado en su imagen, que es el ser humano. Cada uno de nosotros está llamado y destinado a ser una obra maestra del más sabio, bondadoso y diestro Artista: Dios mismo. En ese sentido, bien puede decirse que todos estamos llamados a ser bellos con esa belleza que es interior pero que también se refleja en nuestra mira, talante, actitud y cuerpo.

* El estorbo de esa belleza es el pecado, en sus diversas formas. Es cierto: la palabra “pecado” fastidia pero quitar la palabra no quita la realidad.

* El pecado causa deficiencias nutricionales serias, en nuestro esfera emocional. Así por ejemplo, un papá egoísta deja sin provisiones importantes de amor y recuerdos bellos a sus hijos. O también: unos hijos egoístas son una tortura de ingratitud para sus padres.

* El pecado causa heridas y deja espantosas cicatrices. Así por ejemplo, la persona que ha sido abusada, o el que ha sido traicionado, o aquel a quien le han mentido por largo tiempo. Este tipo de daños envenenan el corazón, alteran la salud y oscurecen el semblante.

* El pecado asfixia preciosas esperanzas. A medida que se impone la cultura de lo provisional, esa cultura que proclama “de momento te quiero y te deseo… mañana, no sé,” la inestabilidad nos encierra a todos en inseguridad y egoísmo. Nuestros ojos se vuelven astutos y escépticos, incapaces de confiar o de engendrar confianza.

* El pecado aturde, desorienta, oscurece, confunde. Y a medida que estamos más confundidos somos más manipulables, más dependientes, y en el fondo, más esclavos.

* La Biblia griega llama “hamartía” a eso que hemos mencionado. La traducción primera es la de una “mancha.” Por eso la vida sin-mancha es la vida inmaculada. Y eso es lo que vemos en el rostro y especialmente en la mirada de la Virgen Santa.

* En Ella se reflejan los rasgos principales del Evangelio: la acogida al Reino de Dios; la relación de confianza con Dios Padre; la caridad con todos, incluyendo a los enemigos; la esperanza firme de vida eterna.