Nos dan los Evangelios la verdadera imagen de Jesus?

Se dice a veces que los escritos evangélicos son simplemente el reflejo de la fe de las comunidades cristianas primitivas, y así se viene a contraponer el «Cristo de la fe» y el «Cristo de la historia».

Es verdad que los evangelios no son libros de historia en el sentido actual del término. Cada uno de los autores ha escogido entre los hechos y las palabras de Jesús aquello que más convenía a los destinatarios previstos, y ha dispuesto de esos elementos en función del mensaje que quería transmitir. En este sentido, si la historia moderna puede compararse a una fotografía, podría decirse que los evangelios son cuadros de maestros de la pintura, y que lleva cada uno la marca propia de su autor.

También sería excesivo rechazar su valor histórico. Lucas declara al principio de su relato que se ha «informado con toda exactitud con la ayuda de los testigos oculares» de los hechos que relata. Y no olvidemos que en aquella época, escasa en testimonios escritos, las tradiciones orales eran de una precisión que somos incapaces de imaginar hoy en día.

En el caso de las palabras de un rabbí, era normal que los discípulos las memorizasen con meticulosa precisión, incluso cuando ellos mismos no entendían su sentido. Por otra parte, así es como Jesús dio su enseñanza: «Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros; pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os hará entender todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26).

En la transfiguración, por ejemplo, vemos vemos cómo Pedro, Santiago y Juan se preguntan confusos «qué quiere decir eso de resucitar de entre los muertos», un poco como en el caso de Bernardette, cuando va a ver al párroco repitiendo por el camino los términos «Inmaculada Concepción», cuyo significado no entendía.

Por otra parte, es de señalar que las divergencias en los detalles propios de cada evangelista no hacen sino subrayar su acuerdo en lo esencial. De ahí resulta que la persona de Jesús esté retratada con una nitidez que en modo alguno podría explicarse por una mixtificación, consciente o no, de los evangelistas.

¿Podemos, pues, decir que los evangelios nos ofrecen el verdadero rostro de Jesús? La única respuesta aceptable a esta pregunta es lo que espontáneamente piensa aquel que lee los Evangelios: a través de los temperamentos propios y de los rasgos peculiares de su comunidades respectivas, los evangelistas nos ponen en la presencia de una personalidad histórica de primera magnitud.

• «Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que nuestras manos han tocado del Verbo de vida… eso os lo anunciamos» (1Juan 1,1-3).

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

Cristo Vivo, 03 de 10: La Urgencia del Amor

Cristo Vivo. Retiro con Frailes Dominicos del Vicariato del Ecuador, en Enero de 2012. Tema 3: La Urgencia del Amor.

* Llama la atención que Juan bautista anuncia cosas terribles, en el estilo y modo del Día de la Ira, y luego llega Cristo anunciando una Buena Nueva.

* Para algunos predicadores y teólogos, es como si Cristo desautorizara o diluyera el mensaje de Juan, presentándolo prácticamente como una “falsa alarma.” En esa misma línea, el amor de Cristo se empieza a mirar como si fuera una especie de benevolencia sin exigencias, un cariño “light” que fácilmente se vuelve como cómplice de nuestras mediocridades o de los pecados que preferimos.

* Ese tipo de “amor,” por ejemplo, es invocado como argumento para decir que la homosexualidad es una opción más–a pesar de los textos claros que condenan tal práctica.

* La verdadera percepción del amor sólo se da en la percepción de la urgencia del amor. Quien percibe lo dramático de vivir en los últimos tiempos descubre también la gracia y la misericordia de Dios que, en Cristo, nos da aún tiempo para acoger con prontitud y alegría su salvación.

Cristo Vivo, 01 de 10: La preparacion para el ministerio publico

Cristo Vivo. Retiro con Frailes Dominicos del Vicariato del Ecuador, en Enero de 2012. Tema 1: Preparación para el Ministerio Público.

* No hay que dar por conocido ni por descontado el inicio del ministerio del Señor. ¿Cómo sucede que el hijo y ayudante de un artesano, de una casi desconocida aldea de Galilea, llega a asumir la misión más grande de todos los tiempos? ¿Cuáles son las circunstancias y el contexto? ¿Quiénes detentan el poder y en qué sentido el Mesías es una amenaza para ellos?

Caracter historico de los Evangelios

19. La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo. Los Apóstoles, ciertamente, después de la ascensión del Señor, predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes “desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra” para que conozcamos “la verdad” de las palabras que nos enseñan (cf. Lc., 1,2-4).

[Constitución Dei Verbum, n. 19, del Concilio Vaticano II]

Origen apostolico de los Evangelios

18. Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador.

La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

[Constitución Dei Verbum, n. 18, del Concilio Vaticano II]