“Se llama Catena Aurea la obra que resulta de recopilar escritos de los “Padres de la Iglesia”, siguiendo los textos completos de los Evangelios, a modo de exposición o comentario. Entre las varias catenas que se hicieron en la Edad Media, una de las más conocidas es la hecha por Santo Tomás de Aquino (siglo XIII), que es la que aquí se ofrece…”
432 El mensaje cristiano ofrece una visión universal de la vida de los hombres y de los pueblos sobre la tierra,874 que hace comprender la unidad de la familia humana.875 Esta unidad no se construye con la fuerza de las armas, del terror o de la prepotencia; es más bien el resultado de aquel « supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas… que los cristianos expresamos con la palabra “comunión” »,876 y una conquista de la fuerza moral y cultural de la libertad.877 El mensaje cristiano ha sido decisivo para hacer entender a la humanidad que los pueblos tienden a unirse no sólo en razón de formas de organización, de vicisitudes políticas, de proyectos económicos o en nombre de un internacionalismo abstracto e ideológico, sino porque libremente se orientan hacia la cooperación, conscientes de « pertenecer como miembros vivos a la gran comunidad mundial ».878 La comunidad mundial debe proponerse cada vez más y mejor como figura concreta de la unidad querida por el Creador: « Ninguna época podrá borrar la unidad social de los hombres, puesto que consta de individuos que poseen con igual derecho una misma dignidad natural. Por esta causa, será siempre necesario, por imperativos de la misma naturaleza, atender debidamente al bien universal, es decir, al que afecta a toda la familia humana ».879
NOTAS para esta sección
874Cf. Pío XII, Discurso a los Juristas Católicos sobre las Comunidades de Estados y de pueblos (6 de diciembre de 1953), 2: AAS 45 (1953) 795.
875Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 42: AAS 58 (1966) 1060-1061
876Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 569.
877Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas (5 de octubre de 1995), 12, Tipografía Vaticana, p. 15.
878Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 296.
879Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 292.
Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.
“Con el permiso del padre José María he preparado y publicado una edición digital en diversos formatos que puede descargar gratuitamente de las principales tiendas en línea…”
La maravilla de la Pentecostés es la consagración de todos los caminos: nunca puede entenderse como monopolio ni como estimación de uno solo en detrimento de otros. Pentecostés es indefinida variedad de lenguas, de métodos, de formas de encuentro con Dios: no uniformidad violenta.
Por “el sendero del justo descontento”, se han ido y se están yendo las masas. Duele…, pero ¡cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados! -Hace falta volver a meter a Cristo entre los pobres y entre los humildes: precisamente entre ellos es donde más a gusto se encuentra.
¿Por que se dice al principio de la lectura del Evangelio ” Gloria a ti Señor” y al final del Evangelio decimos ” Gloria a ti Señor Jesus”? – H.M.
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La Iglesia trata con especial afecto y devoción las palabras del Evangelio, como se nota incluso en el lugar que le da al libro que contiene esas palabras. Ha sido tradicional que por lo menos en las iglesias de mayor relevancia pastoral se lea el texto de un libro especial, llamado Evangeliario, que es llevado solemnemente en procesión cuando se va a proclamar el Evangelio en la Santa Misa. Este trato particular se observa también en las aclamaciones de júbilo y alabanza al principio y al final de la lectura, y también se nota en el uso recomendado del incienso con que se rodea el libro que contiene la Buena Nueva.
La Iglesia obra de esa manera porque toda nuestra fe proviene de una noticia, un anuncio que proviene del día de Pascua. Hay varias expresiones de tal anuncio pero quizás el más claro y sintético es el de Marcos 16: “¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado.” Esas son palabras pero en esas palabras está la proclamación central de nuestra fe y el cimiento firmísimo de toda la Iglesia. Por eso tratamos siempre las palabras del Evangelio con inmensa gratitud y con abundantes expresiones de devoción y alabanza.
[Predicación en el evento “Para tu Gloria” organizado por la Banda Blanco y Negro de los Frailes Estudiantes Dominicos de Colombia.]
* Se puede decir que nuestra fe brota de un “cuento,” no en el sentido de una fábula, sino de un relato. A ese relato lo llamamos EVANGELIO, y es la narración de lo que Jesucristo hizo y padeció.
* La EVANGELIZACIÓN es, básicamente, compartir ese relato. El acto de entregar esa historia y por consiguiente, el acto correspondiente de recibirla, es la “parádosis” en griego, la “traditio” en latín: es la TRADICIÓN. La Iglesia sostiene que la fe proclamada en la Biblia no nos llega íntegra sino a través de la TRADICIÓN.
* ¿Qué hace único el “cuento” de Jesucristo? Dos cosas: en un primer momento, la EVANGELIZACIÓN y nos hace ver que no tenemos vida sino que nos hemos limitado a SOBREVIVIR.
* SOBREVIVIR es limitarse a aplazar la muerte mientras uno se dedica a producir, consumir y entretenerse. Para SOBREVIVIR uno se confina a una especie de prisión voluntaria en la que el horizonte se hace mínimo y sólo se ven los propios ídolos, miedos, resentimientos, transacciones de afecto y dinero.
* En un segundo momento, cuando Jesucristo llega a través de la EVANGELIZACIÓN nos muestra qué sucede cuando Dios reina, es decir, nos predica el REINO DE DIOS. pronto uno se da cuenta que el horizonte se amplía hasta el infinito. se siente la ALEGRÍA de ver colmado un inmenso vacío que uno llevaba por dentro, y que en realidad Dios mismo había dejado al crearnos.
* La alegría de ser evangelizado es algo que no se puede falsificar y que tampoco deja margen de dar marcha atrás. La mente ha sido llevada más allá de sí misma. Por eso hablamos de una METÁNOIA, una CONVERSIÓN. Su fruto es llevarnos a ser parte de la comunidad de los convocados, la EKKLESÍA, la IGLESIA. No hay verdadera conversión sin pertenencia a la Iglesia.
* Para que la convicción interior se produzca y para que la pertenencia externa y visible se llegue a dar, uno necesita la persuasión que va más allá de las palabras humanas. Es una GRACIA que sólo podemos pedir al ADVOCATUS, al PARÁCLITO, es decir, el ESPÍRITU SANTO.
“Si se tiene en cuenta que en el año 70 Jerusalén fue destruida y la nación judía desterrada en masa, difícilmente un escritor posterior, con los medios que entonces tenían, habría podido describir bien los lugares; o simular los hebraísmos que figuran en el griego vulgar en que está redactado casi todo el Nuevo Testamento; o inventarse las descripciones que aparecen, tan ricas en detalles históricos, topográficos y culturales, que han sido confirmadas por los sucesivos hallazgos arqueológicos y los estudios sobre otros autores de aquel tiempo. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente comprobables mediante fuentes independientes de conocimiento histórico…”
La difícil labor de evangelización realizada por Pablo se vio amenazada por quienes querían confundir a la gente; ello obligó al apóstol a ser muy enfático y preciso sobre qué es el Evangelio.