La vocación universal del cristianismo

432 El mensaje cristiano ofrece una visión universal de la vida de los hombres y de los pueblos sobre la tierra,874 que hace comprender la unidad de la familia humana.875 Esta unidad no se construye con la fuerza de las armas, del terror o de la prepotencia; es más bien el resultado de aquel « supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas… que los cristianos expresamos con la palabra “comunión” »,876 y una conquista de la fuerza moral y cultural de la libertad.877 El mensaje cristiano ha sido decisivo para hacer entender a la humanidad que los pueblos tienden a unirse no sólo en razón de formas de organización, de vicisitudes políticas, de proyectos económicos o en nombre de un internacionalismo abstracto e ideológico, sino porque libremente se orientan hacia la cooperación, conscientes de « pertenecer como miembros vivos a la gran comunidad mundial ».878 La comunidad mundial debe proponerse cada vez más y mejor como figura concreta de la unidad querida por el Creador: « Ninguna época podrá borrar la unidad social de los hombres, puesto que consta de individuos que poseen con igual derecho una misma dignidad natural. Por esta causa, será siempre necesario, por imperativos de la misma naturaleza, atender debidamente al bien universal, es decir, al que afecta a toda la familia humana ».879

NOTAS para esta sección

874Cf. Pío XII, Discurso a los Juristas Católicos sobre las Comunidades de Estados y de pueblos (6 de diciembre de 1953), 2: AAS 45 (1953) 795.

875Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 42: AAS 58 (1966) 1060-1061

876Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 569.

877Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas (5 de octubre de 1995), 12, Tipografía Vaticana, p. 15.

878Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 296.

879Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 292.


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Humildad al esparcir la semilla del Evangelio

La maravilla de la Pentecostés es la consagración de todos los caminos: nunca puede entenderse como monopolio ni como estimación de uno solo en detrimento de otros. Pentecostés es indefinida variedad de lenguas, de métodos, de formas de encuentro con Dios: no uniformidad violenta.

Por “el sendero del justo descontento”, se han ido y se están yendo las masas. Duele…, pero ¡cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados! -Hace falta volver a meter a Cristo entre los pobres y entre los humildes: precisamente entre ellos es donde más a gusto se encuentra.

Más pensamientos de San Josemaría.

Aclamaciones al Evangelio

¿Por que se dice al principio de la lectura del Evangelio ” Gloria a ti Señor” y al final del Evangelio decimos ” Gloria a ti Señor Jesus”? – H.M.

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evangeliario

La Iglesia trata con especial afecto y devoción las palabras del Evangelio, como se nota incluso en el lugar que le da al libro que contiene esas palabras. Ha sido tradicional que por lo menos en las iglesias de mayor relevancia pastoral se lea el texto de un libro especial, llamado Evangeliario, que es llevado solemnemente en procesión cuando se va a proclamar el Evangelio en la Santa Misa. Este trato particular se observa también en las aclamaciones de júbilo y alabanza al principio y al final de la lectura, y también se nota en el uso recomendado del incienso con que se rodea el libro que contiene la Buena Nueva.

La Iglesia obra de esa manera porque toda nuestra fe proviene de una noticia, un anuncio que proviene del día de Pascua. Hay varias expresiones de tal anuncio pero quizás el más claro y sintético es el de Marcos 16: “¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado.” Esas son palabras pero en esas palabras está la proclamación central de nuestra fe y el cimiento firmísimo de toda la Iglesia. Por eso tratamos siempre las palabras del Evangelio con inmensa gratitud y con abundantes expresiones de devoción y alabanza.

Teología de las Constituciones, 2 de 3: Base bíblica para la Ley Nueva

[Día de reflexión con un grupo de Hermanas Dominicas Nazarenas. Agosto de 2014.]

SEGUNDA SESIÓN

El Evangelio como norma de vida

Cristo da plenitud a la Ley
Las bienaventuranzas como clave de lectura
¿Obligados a lo imposible?

El Espíritu de santidad y libertad

“Lo que no podía la Ley de Moisés…”
La trampa farisea y puritana
La trampa anarquista y la trampa libertina

El ‘cuento’ de ser cristianos católicos

[Predicación en el evento “Para tu Gloria” organizado por la Banda Blanco y Negro de los Frailes Estudiantes Dominicos de Colombia.]

* Se puede decir que nuestra fe brota de un “cuento,” no en el sentido de una fábula, sino de un relato. A ese relato lo llamamos EVANGELIO, y es la narración de lo que Jesucristo hizo y padeció.

* La EVANGELIZACIÓN es, básicamente, compartir ese relato. El acto de entregar esa historia y por consiguiente, el acto correspondiente de recibirla, es la “parádosis” en griego, la “traditio” en latín: es la TRADICIÓN. La Iglesia sostiene que la fe proclamada en la Biblia no nos llega íntegra sino a través de la TRADICIÓN.

* ¿Qué hace único el “cuento” de Jesucristo? Dos cosas: en un primer momento, la EVANGELIZACIÓN y nos hace ver que no tenemos vida sino que nos hemos limitado a SOBREVIVIR.

* SOBREVIVIR es limitarse a aplazar la muerte mientras uno se dedica a producir, consumir y entretenerse. Para SOBREVIVIR uno se confina a una especie de prisión voluntaria en la que el horizonte se hace mínimo y sólo se ven los propios ídolos, miedos, resentimientos, transacciones de afecto y dinero.

* En un segundo momento, cuando Jesucristo llega a través de la EVANGELIZACIÓN nos muestra qué sucede cuando Dios reina, es decir, nos predica el REINO DE DIOS. pronto uno se da cuenta que el horizonte se amplía hasta el infinito. se siente la ALEGRÍA de ver colmado un inmenso vacío que uno llevaba por dentro, y que en realidad Dios mismo había dejado al crearnos.

* La alegría de ser evangelizado es algo que no se puede falsificar y que tampoco deja margen de dar marcha atrás. La mente ha sido llevada más allá de sí misma. Por eso hablamos de una METÁNOIA, una CONVERSIÓN. Su fruto es llevarnos a ser parte de la comunidad de los convocados, la EKKLESÍA, la IGLESIA. No hay verdadera conversión sin pertenencia a la Iglesia.

* Para que la convicción interior se produzca y para que la pertenencia externa y visible se llegue a dar, uno necesita la persuasión que va más allá de las palabras humanas. Es una GRACIA que sólo podemos pedir al ADVOCATUS, al PARÁCLITO, es decir, el ESPÍRITU SANTO.

Banda Blanco y Negro

Evento "Para Tu Gloria"

Valor histórico de los Evangelios

“Si se tiene en cuenta que en el año 70 Jerusalén fue destruida y la nación judía desterrada en masa, difícilmente un escritor posterior, con los medios que entonces tenían, habría podido describir bien los lugares; o simular los hebraísmos que figuran en el griego vulgar en que está redactado casi todo el Nuevo Testamento; o inventarse las descripciones que aparecen, tan ricas en detalles históricos, topográficos y culturales, que han sido confirmadas por los sucesivos hallazgos arqueológicos y los estudios sobre otros autores de aquel tiempo. Los hechos más notorios de la vida de Jesús son perfectamente comprobables mediante fuentes independientes de conocimiento histórico…”

evangelios

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Nos dan los Evangelios la verdadera imagen de Jesus?

Se dice a veces que los escritos evangélicos son simplemente el reflejo de la fe de las comunidades cristianas primitivas, y así se viene a contraponer el «Cristo de la fe» y el «Cristo de la historia».

Es verdad que los evangelios no son libros de historia en el sentido actual del término. Cada uno de los autores ha escogido entre los hechos y las palabras de Jesús aquello que más convenía a los destinatarios previstos, y ha dispuesto de esos elementos en función del mensaje que quería transmitir. En este sentido, si la historia moderna puede compararse a una fotografía, podría decirse que los evangelios son cuadros de maestros de la pintura, y que lleva cada uno la marca propia de su autor.

También sería excesivo rechazar su valor histórico. Lucas declara al principio de su relato que se ha «informado con toda exactitud con la ayuda de los testigos oculares» de los hechos que relata. Y no olvidemos que en aquella época, escasa en testimonios escritos, las tradiciones orales eran de una precisión que somos incapaces de imaginar hoy en día.

En el caso de las palabras de un rabbí, era normal que los discípulos las memorizasen con meticulosa precisión, incluso cuando ellos mismos no entendían su sentido. Por otra parte, así es como Jesús dio su enseñanza: «Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros; pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os hará entender todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26).

En la transfiguración, por ejemplo, vemos vemos cómo Pedro, Santiago y Juan se preguntan confusos «qué quiere decir eso de resucitar de entre los muertos», un poco como en el caso de Bernardette, cuando va a ver al párroco repitiendo por el camino los términos «Inmaculada Concepción», cuyo significado no entendía.

Por otra parte, es de señalar que las divergencias en los detalles propios de cada evangelista no hacen sino subrayar su acuerdo en lo esencial. De ahí resulta que la persona de Jesús esté retratada con una nitidez que en modo alguno podría explicarse por una mixtificación, consciente o no, de los evangelistas.

¿Podemos, pues, decir que los evangelios nos ofrecen el verdadero rostro de Jesús? La única respuesta aceptable a esta pregunta es lo que espontáneamente piensa aquel que lee los Evangelios: a través de los temperamentos propios y de los rasgos peculiares de su comunidades respectivas, los evangelistas nos ponen en la presencia de una personalidad histórica de primera magnitud.

• «Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que nuestras manos han tocado del Verbo de vida… eso os lo anunciamos» (1Juan 1,1-3).

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.