LA GRACIA 2022/09/18 Posición de Jesús frente al dinero

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

Advertencias de Jesús respecto al dinero: lo peor es que puede convertirse en un ídolo, creer que es justo poseerlo, es ajeno puesto que nada nos llevamos y al usarlo bien para ayudar a las personas te agradecerán eternamente.

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Qué dice Aristóteles y qué dice Santo Tomás sobre el lucro del comerciante

Es propio de los comerciantes dedicarse a los cambios de las cosas; y como observa el Filósofo en I Pol., tales cambios son de dos especies: una, como natural y necesaria, es decir, por la cual se hace el trueque de cosa por cosa o de cosas por dinero para satisfacer las necesidades de la vida; tal clase de cambio no pertenece propiamente a los comerciantes, sino más bien a los cabezas de familia o a los jefes de la ciudad, que tienen que proveer a su casa o a la ciudad de las cosas necesarias para la vida; la segunda especie de cambio es la de dinero por dinero o cualquier objeto por dinero, no para proveer las necesidades de la vida, sino para obtener algún lucro; y este género de negociación parece pertenecer, propiamente hablando, al que corresponde a los comerciantes. Mas, según el Filósofo, la primera especie de cambio es laudable, porque responde a la necesidad natural; mas la segunda es con justicia vituperada, ya que por su misma naturaleza fomenta el afán de lucro, que no conoce límites, sino que tiende al infinito. De ahí que el comercio, considerado en sí mismo, encierre cierta torpeza, porque no tiende por su naturaleza a un fin honesto y necesario.

No obstante, el lucro, que es el fin del comercio, aunque en su esencia no entrañe algún elemento honesto o necesario, tampoco implica por esencia nada vicioso o contrario a la virtud. Por consiguiente, nada impide que ese lucro sea ordenado a un fin necesario o incluso honesto, y entonces la negociación se volverá lícita. Así ocurre cuando un hombre destina el moderado lucro que adquiere mediante el comercio al sustento de la familia o también a socorrer a los necesitados, o cuando alguien se dedica al comercio para servir al interés público, para que no falten a la vida de la patria las cosas necesarias, pues entonces no busca el lucro como un fin, sino remuneración de su trabajo. (S. Th., II-II, q.77, a.4 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Análisis moral de los fraudes al comprar o vender

Utilizar el fraude para vender algo en más del precio justo es absolutamente un pecado, por cuanto se engaña al prójimo en perjuicio suyo; de ahí que también Tulio, en el libro De offic., diga que toda mentira debe excluirse de los contratos; no ha de poner el vendedor un postor que eleve el precio, ni el comprador otra persona que puje en contra de su oferta.

Pero si se excluye el fraude, entonces podemos considerar la compraventa bajo un doble concepto: primero, en sí misma; en este sentido, la compraventa parece haber sido instituida en interés común de ambas partes, es decir, mientras que cada uno de los contratantes tenga necesidad de la cosa del otro, como claramente expone el Filósofo en I Polit. Mas lo que se ha establecido para utilidad común no debe redundar más en perjuicio de uno que del otro otorgante, por lo cual debe constituirse entre ellos un contrato basado en la igualdad de la cosa. Ahora bien: el valor de las cosas que están destinadas al uso del hombre se mide por el precio a ellas asignado, para lo cual se ha inventado la moneda, como se dice en V Ethic. Por consiguiente, si el precio excede al valor de la cosa, o, por lo contrario, la cosa excede en valor al precio, desaparecerá la igualdad de justicia. Por tanto, vender una cosa más cara o comprarla más barata de lo que realmente vale es en sí injusto e ilícito.

En un segundo aspecto, podemos tratar de la compraventa en cuanto accidentalmente redunda en utilidad de una de las partes y en detrimento de la otra; por ejemplo, cuando alguien tiene gran necesidad de poseer una cosa y otro sufre perjuicio si se desprende de ella. En este caso, el precio justo debe determinarse de modo que no sólo atienda a la cosa vendida, sino al quebranto que ocasiona al vendedor por deshacerse de ella. Y así podrá lícitamente venderse una cosa en más de lo que vale en sí, aunque no se venda en más del valor que tiene para el poseedor de la misma.

Pero si el comprador obtiene gran provecho de la cosa que ha recibido de otro, y éste, que vende, no sufre daño al desprenderse de ella, no debe ser vendida en más de lo que vale, porque, en este caso, la utilidad, que crece para el comprador, no proviene del vendedor, sino de la propia condición del comprador, y nadie debe cobrar a otro lo que no le pertenece, aunque sí puede cobrarle el perjuicio que sufre. No obstante, el que obtiene gran provecho de un objeto que ha sido adquirido de otro puede, espontáneamente, dar al vendedor algo más del precio convenido, lo cual es un signo de honradez. (S. Th., II-II, q.76, a.1 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¿Es lícita, y en qué condiciones, la solicitud por las cosas temporales?

La solicitud implica una especie de pasión puesta en práctica para conseguir algo. Pero es evidente que se pone mayor empeño cuando hay temor de perderlo, y por eso disminuye la solicitud cuando hay esperanza de conseguirlo. Ahora bien, la solicitud por las cosas temporales puede ser ilícita por tres capítulos. El primero, por parte del objeto de nuestra solicitud, hasta el punto de buscar lo temporal como fin. Por eso escribe San Agustín en el libro De operibus Monach.: Cuando el Señor dice: No os preocupéis, lo dice para que no atiendan a esas cosas y por ellas vayan a hacer lo que se les manda en la predicación del Evangelio. En segundo lugar, puede ser ilícita la solicitud por las cosas temporales a causa del excesivo empeño en buscar lo temporal que lleve al hombre a apartarse de lo espiritual, a lo cual debe dar preferencia. Por eso escribe San Mateo: Los cuidados del siglo ahogan la palabra (Mt 15,22). Finalmente, puede ser ilícita a causa de un temor exagerado. Es el caso de quien teme que, haciendo lo que debe, le falte lo necesario. Esto lo reprende el Señor de tres modos. El primero: por los beneficios mayores que concede Dios al hombre sin intervención de sus cuidados, como son el cuerpo y el alma. Segundo: por la protección de Dios sobre los animales y las plantas sin el trabajo del hombre, en proporción con su naturaleza. Finalmente: por la divina providencia, por cuya ignorancia los gentiles se preocupaban sobre todo de buscar los bienes temporales. En conclusión: nuestra solicitud mayor debe ser la de los bienes espirituales, con la esperanza de que también tendremos los temporales, conforme a nuestra necesidad, si hacemos lo que es nuestro deber. (S. Th., II-II, q.55, a.6 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

El pensamiento cristiano no se opone a la ganancia sino a la ganancia a cualquier costo

«Una institución como la vuestra puede dar testimonio concreto de una sensibilidad solidaria, fomentando el relanzamiento de la economía real como motor de desarrollo de las personas, las familias y la sociedad en su conjunto», lo dijo el Papa Francisco a los Dirigentes y al personal del Instituto «Cassa Depositi e Prestiti» (Caja de depósitos y préstamos) de Italia, a quienes recibió en audiencia este lunes, 5 de octubre, en el Aula Pablo VI del Vaticano.

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El Papa advierte del peligro del consumismo

“El consumismo es un virus que infecta la fe desde la raíz, porque te hace creer que la vida depende sólo de aquello que tiene, y así te olvidas de Dios que viene al encuentro y de quien tienes a tu lado. El Señor viene, pero en cambio sigues los apetitos que te llegan; el hermano llama a tu puerta, pero a ti te molesta porque interrumpe tus planes…”

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LA GRACIA del Domingo 29 de Septiembre de 2019

DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

El problema de aquel rico del Evangelio no fueron sus riquezas, quizás bien obtenidas, sino la insensibilidad ante el dolor del hermano. Hay que recordar a San Juan Pablo II: “Sobre toda propiedad privada pesa una hipoteca social.”

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LA GRACIA del Sábado 10 de Noviembre de 2018

Debemos tener una actitud de distancia y desconfianza frente al dinero, viendo a quién le pertenece realmente y vigilando permanentemente donde está nuestro corazón.

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La otra cara del consumismo

“«Debemos hacernos mirar el armario», dice la responsable en España de la red internacional Dignitex, advirtiendo de que, con nuestros patrones de consumo de ropa, las sociedades occidentales somos cómplices de la explotación laboral y la contaminación ambiental en el resto del mundo…”

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Sed de infinito

Hay en el ser humano una insatisfacción profunda que sólo puede ser llenada por Dios; pero hay el riesgo de hacer el pésimo negocio de poner otras cosas antes que Él.

LA GRACIA del Domingo 25 de Septiembre de 2016

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

Las riquezas, comodidades y confort nos pueden dar una falsa sensación de seguridad que termina apartándonos del plan de Dios y del dolor de nuestros hermanos.

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LA GRACIA del Domingo 18 de Septiembre de 2016

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

Averigua muy bien cómo estás haciendo tu dinero y de quién lo has recibido; y no creas que aunque tengas muchos bienes se van a ir contigo, todo quedará aquí.

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