10. “¿O ignoráis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados para participar en su muerte?… Porque, si hemos sido injertados en Él por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección. Pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado para que fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no sirvamos al pecado. En efecto, el que muere queda absuelto de su pecado. Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos en Él” (Rm 6, 3-8).
Ésta es nuestra fe: por el bendito Bautismo hemos sido injertados en Jesús, en su Vida, su Pasión (su Cruz), su Muerte y su Resurrección, y por tanto se nos da la gracia de la capacidad para aceptar y amar su Cruz. Por el Bautismo formamos parte de la santa Iglesia de Cristo, nos hacemos hijos de Dios y templos del Espíritu Santo. El Bautismo es el sacramento de iniciación de la vida en el Espíritu de Dios para participar también -como un gran don- de la Cruz y Muerte del Redentor.