El Señor sembró en tu alma buena simiente. Y se valió -para esa siembra de vida eterna- del medio poderoso de la oración: porque tú no puedes negar que, muchas veces, estando frente al Sagrario, cara a cara, El te ha hecho oír -en el fondo de tu alma- que te quería para Sí, que habías de dejarlo todo… Si ahora lo niegas, eres un traidor miserable; y, si lo has olvidado, eres un ingrato. Se ha valido también -no lo dudes, como no lo has dudado hasta ahora- de los consejos o insinuaciones sobrenaturales de tu Director, que te ha repetido insistentemente palabras que no debes pasar por alto; y se valió al comienzo, además -siempre para depositar la buena semilla en tu alma-, de aquel amigo noble, sincero, que te dijo verdades fuertes, llenas de amor de Dios. -Pero, con ingenua sorpresa, has descubierto que el enemigo ha sembrado cizaña en tu alma. Y que la continúa sembrando, mientras tú duermes cómodamente y aflojas en tu vida interior. -Esta, y no otra, es la razón de que encuentres en tu alma plantas pegajosas, mundanas, que en ocasiones parece que van a ahogar el grano de trigo bueno que recibiste… -¡Arráncalas de una vez! Te basta la gracia de Dios. No temas que dejen un hueco, una herida… El Señor pondrá ahí nueva semilla suya: amor de Dios, caridad fraterna, ansias de apostolado… Y, pasado el tiempo, no permanecerá ni el mínimo rastro de la cizaña: si ahora, que estás a tiempo, la extirpas de raíz; y mejor, si no duermes y vigilas de noche tu campo.
Trato de amistad y amor con Dios
Un rato de meditación diaria -unión de amistad con Dios- es cosa propia de personas que saben aprovechar rectamente su vida; de cristianos conscientes, que obran en consecuencia.
Los enamorados no saben decirse adiós: se acompañan siempre. -Tú y yo, ¿amamos así al Señor?
¿No has visto cómo, para agradar y bien parecer, se arreglan los que se aman?… -Pues así has de arreglar y componer tu alma
Consejos de vida interior
¿Cómo vas a vivir la presencia de Dios, si no haces más que mirar a todas partes?… -Estás como borracho de futilidades.
Meditar es considerar, contemplar que Dios es tu Padre, y tú, su hijo, necesitado de ayuda; y después darle gracias por lo que ya te ha concedido y por todo lo que te dará.
El único medio para conocer a Jesús: ¡tratarlo! En El, encontrarás siempre un Padre, un Amigo, un Consejero y un Colaborador para todas las actividades nobles de tu vida cotidiana… -Y, con el trato, se engendrará el Amor.
Si eres tenaz para asistir a diario a unas clases, sólo porque allí adquieres unos conocimientos… muy limitados, ¿cómo no tienes constancia para frecuentar al Maestro, siempre deseoso de enseñarte la ciencia de la vida interior, de sabor y contenido eternos?
Pasos hacia una vida interior
Hasta ahora no habías comprendido el mensaje que los cristianos traemos a los demás hombres: la escondida maravilla de la vida interior. ¡Qué mundo nuevo les estás poniendo delante!
Tocas con tus manos la riqueza única e insondable de los tesoros del Señor, que siempre te mostrará “cosas nuevas”, si tú respondes con amor y delicadeza: y entonces comprendes que estás al principio del camino, porque la santidad consiste en la identificación con Dios, con ese Dios nuestro, que es infinito, inagotable.
Vamos a no engañarnos… -Dios no es una sombra, un ser lejano, que nos crea y luego nos abandona; no es un amo que se va y ya no vuelve. Aunque no lo percibamos con nuestros sentidos, su existencia es mucho más verdadera que la de todas las realidades que tocamos y vemos. Dios está aquí, con nosotros, presente, vivo: nos ve, nos oye, nos dirige, y contempla nuestras menores acciones, nuestras intenciones más escondidas. Creemos esto…, pero ¡vivimos como si Dios no existiera! Porque no tenemos para El ni un pensamiento, ni una palabra; porque no le obedecemos, ni tratamos de dominar nuestras pasiones; porque no le expresamos amor, ni le desagraviamos… -¿Vamos a seguir viviendo con una fe muerta?
En búsqueda de la verdadera vida interior
¡A ver cuándo te enteras de que tu único camino posible es buscar seriamente la santidad! Decídete -no te ofendas- a tomar en serio a Dios. Esa ligereza tuya, si no la combates, puede acabar en una triste burla blasfema.
Unas veces dejas que salte tu mal carácter, que aflora, en más de una ocasión, con una dureza disparatada. Otras, no te ocupas en aderezar tu corazón y tu cabeza, con el fin de que sean aposento regalado para la Santísima Trinidad… Y siempre, acabas por quedarte un tanto lejos de Jesús, a quien conoces poco… -Así, jamás tendrás vida interior.
Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. Muchos son los cristianos que siguen a Cristo, pasmados ante su divinidad, pero le olvidan como Hombre…, y fracasan en el ejercicio de las virtudes sobrenaturales -a pesar de todo el armatoste externo de piedad-, porque no hacen nada por adquirir las virtudes humanas.
Victoria sobre la simple carnalidad con la gracia del Espíritu [La Comunidad en los Hechos, 20 de 20]
* No todo lo referido al amor carnal tiene que ver con cuestiones sexuales. En Gal. 5, 16-26, San Pablo nos habla sobre el sentido del término “carne” donde compara los frutos del Espíritu y las obras de la carne. Allí habla de que son obras de la carne la idolatría, la hechicería, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las riñas, las discusiones, las divisiones, ?las envidias, etc.
* La carne tiene que ver con la comunicabilidad y la sensibilidad. La sensibilidad tiene que ver con la sensualidad y la afectividad. La afectividad se abre a gran variedad de temas. La afectividad es muy amplia y en cada uno de esos temas puede entrar la carnalidad.
* Amor carnal significa aquel afecto que concierne a las conveniencias, preferencias o pertenencias propias y que puede tener un componente sexual o no.
* En Hechos 6 vemos un tipo de amor carnal que recibe el nombre “acepción de personas”, que consiste en tratar a unas personas con preferencia por conveniencia egoístas: problema de carnalidad.
* La carnalidad puede ser vencida por el Espíritu. Se puede superar contrarrestando o contradiciendo la tendencia de carne. La carne solo se vence contradiciéndola. En la espiritualidad cristiana tiene un nombre: mortificación.
* El amor carnal manifestado en la comunicabilidad se expresa por los círculos cerrados de personas afines. Todo ello proviene de un problema de sensibilidad donde uno se cierra sobre sí mismo y hace solo lo que le agrada.
* Sensibilidad se divide en sensualidad y afectividad. Los varones caen en temas de sensualidad y las mujeres en asuntos de afectividad. Otro tema de carnalidad es cuando hay discriminaciones por edad o por la procedencia. Jesús al elegir sus apóstoles demuestra no hay ningún tipo de exclusión o diferencia por cuestión de edad u origen. Se saltó todo tipo de condicionamiento social y si no eligió mujeres para que fueran sus apóstoles es porque para ellas tenía otro tipo de misión.
* Contradecir la carne = mortificar. En la vida de Jesucristo se ven varios ejemplos:
– En la parábola del samaritano, el que queda como ejemplo es el samaritano (no un judío).
– En la curación del sirviente del Centurión, Jesús quiere ir a la casa de un pagano a curarlo. Pone como ejemplo de fe a un centurión.
– En una cena le dice a Simeón y echa en cara a los judíos que una mujer de mala vida es superior a ellos.
* ¿Cómo se vence a la carnalidad? Contradiciéndola. En la vida práctica:
– Es necesaria la disponibilidad absoluta en la obediencia.
– Los pequeños, constantes y cotidianos sacrificios educan y evitan el amor carnal.
– Buscar lo bueno del que me cae mal.
¡Acrisolados!
La palabra “crisol” condensa una rica variedad de experiencias formativas y transformantes: prueba, tentación, desierto, cruz. Y el fruto es siempre notable: conocimiento de sí, pureza, lealtad, más fe, auténtico amor.
La importancia de la LECTURA ESPIRITUAL
Católicos en perpetua infancia: uno de los grandes males de nuestro tiempo.
Católicos que sólo conservan en su mente los rudimentos, a ves mal aprendidos, de catequesis de primera comunión y de confirmación. Faltos de herramientas y de interés, parece que estuvieran esperando que una cirsis personal, una fractura familiar o el encuentro con algún protestante decidido los saquen de las raíces tenues que les unen a la Iglesia, para irse sin dolor a las aguas de las sectas o a los abismos del ateísmo.
Católicos que en sus campos profesionales o técnicos se renuevan y preparan continuamente mientras la fe se queda como una reliquia a la que sólo les unen unos cuantos sentimientos y unas ceremonias ocasionales: que se casa una prima, que se murió un tío, que el hijo va a hacer la primera comunión.
católicos atentos a las últimas tendencias en yoga, pilates, feng-shui, eneagrama, budismo, mientras desconocen los grandes clásicos de la predicación y la espiritualidad de nuestra Iglesia.
Es evidente que necesitamos formarnos mejor, consolidar mejor las bases, aprender a valorar nuestros autores, nuestros santos, nuestros excelentes maestros de la fe.
Un aporte en esa dirección nos lo ofrece la Iglesia a través de una de las oraciones de la Liturgia de las Horas: el Oficio de Lecturas. Probablemente se trata de la mejor antología de textos de profundización de nuestra fe, en un nivel que va más allá de lo elemental pero que sigue estando al alcance de la gran mayoría de nuestros católicos.
Por eso me he puesto en la tarea de grabar todos los textos de ese precioso tesoro, bajo el título de LECTURA ESPIRITUAL. Si quieres ver cuál es la lectura del día, haz clic aquí.
Si acaso te interesa ver toda la colección, de más de 400 archivos grabados, haz clic aquí.
Lo natural de lo verdaderamente sobrenatural
Cuando se trabaja única y exclusivamente por la gloria de Dios, todo se hace con naturalidad, sencillamente, como quien tiene prisa y no puede detenerse en “mayores manifestaciones”, para no perder ese trato -irrepetible e incomparable- con el Señor.
Los santos resultan siempre “incómodos” para los demás.
¿Santos, anormales?… Ha llegado la hora de arrancar ese prejuicio. Hemos de enseñar, con la naturalidad sobrenatural de la ascética cristiana, que ni siquiera los fenómenos místicos significan anormalidad: es ésa la naturalidad de esos fenómenos…, como otros procesos psíquicos o fisiológicos tienen la suya.
Necesidad de la vida mística
“En la teología mística o afectiva, el fundamento es el mismo, el dato revelado, pero, en cambio, el instrumento subjetivo es sobrenatural, porque es la fe, la caridad y los dones del Espíritu Santo. Cuanto más intenso y permanente es este amor, tanto mayor es la luz experimental de la inteligencia, su profundidad y el número de verdades comprendidas en el depósito revelado…”
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Crecer en la fe
Tres verbos son fundamentales para el crecimiento en la fe: saber escoger qué voces escucho; saber obedecer para poner por obra la sabiduría del Señor; y saber agradecer para jamás quitarle la gloria que a Él solo pertenece.
La puerta es estrecha y la gracia es inmensa; ¿cómo se entiende?
El “hágase tu voluntad” del Padrenuestro; la puerta estrecha del Evangelio de hoy; la corrección que, como a hijos, nos hace Dios, nuestro Padre, según la Carta a los Hebreos; o la poda de los sarmientos según Juan 15: todo nos habla del proceso de crecimiento y conformidad con el querer divino, que incluye dolor y renuncia pero que conduce a victoria y pascua.
Cinco sugerencias para evangelizadores
[Predicación a un grupo de Guías de la Escuela Bíblica Católica EMAÚS, en Chihuahua, México. Agosto de 2016.]
1. Volver a las fuentes: recuerda siempre qué obras de gracia y misericordia, y cuánta paciencia Dios ha tenido contigo. Conserva en tu memoria los comienzos benditos de tu conversión y servicio al Señor, y jamás permitas que una vida cristiana llena de convicción y sentido quede como una anécdota en tu pasado.
2. Perseverancia: No sólo como permanencia en un grupo o comunidad, cosa que podría ser puramente pasiva, sino ante todo: perseverancia en seguir aprendiendo de Cristo, que hasta el último momento de nuestra vida tendrá qué darnos y enseñarnos. Esto significa también: tener planes y separar tiempos para acercarnos de modo personal, consciente y amoroso a la Sagrada Escritura.
3. Algunos textos claves: La Primera Carta de Pedro nos ayuda a valorar siempre más nuestro bautismo, que es fundamento de todo nuestro ser y servicio como cristianos. Las Cartas Pastorales (1 y 2 Timoteo, y Tito) nos recuerdan que hay tres cosas que siempre debemos cuidar y guardar: (i) la integridad de la historia de amor que Dios está construyendo con mi prójimo; (ii) la pureza y solidez de la doctrina recibida; (iii) el propio corazón y la coherencia de vida.
4. Ir a los expertos: Más allá de las preferencias personales o de los personajes de moda, los “expertos” en conocimiento de la Palabra de Dios y de cómo exponerla son los Padres y los Doctores de la Iglesia. A ellos hemos de acudir, alimentándonos de sus escritos y haciendo nuestra su mirada amplia y “panorámica” del misterio cristiano.
5. Sentido de comunidad: No somos francotiradores ni nuestro ideal es la “originalidad.” Lo nuestro es sentir con la Iglesia, y aprender a hacer equipo con aquellos que tenemos cerca en la labor de evangelizar. Hay que amar no sólo a los que ya han llegado sino también a los que un día vendrán a laborar junto a nosotros.
Pequeños grandes misterios de la vida en el Espíritu
El Señor, después de enviar a sus discípulos a predicar, a su vuelta, los reúne y les invita a que vayan con El a un lugar solitario para descansar… ¡Qué cosas les preguntaría y les contaría Jesús! Pues… el Evangelio sigue siendo actual.
Comunión de los Santos: bien la experimentó aquel joven ingeniero cuando afirmaba: “Padre, tal día, a tal hora, estaba usted pidiendo por mí”. Esta es y será la primera ayuda fundamental que hemos de prestar a las almas: la oración.
Acostúmbrate a rezar oraciones vocales, por la mañana, al vestirte, como los niños pequeños. -Y tendrás más presencia de Dios luego, durante la jornada.
El Rosario es eficacísimo para los que emplean como arma la inteligencia y el estudio. Porque esa aparente monotonía de niños con su Madre, al implorar a Nuestra Señora, va destruyendo todo germen de vanagloria y de orgullo.
Batalla espiritual: afuera y adentro
Este ideal de guerrear -y vencer- las batallas de Cristo, solamente se hará realidad por la oración y el sacrificio, por la Fe y el Amor. -Pues… ¡a orar, y a creer, y a sufrir, y a Amar!
La mortificación es el puente levadizo, que nos facilita la entrada en el castillo de la oración.
No desmayes: por indigna que sea la persona, por imperfecta que resulte la oración, si ésta se alza humilde y perseverante, Dios la escucha siempre.
Señor, no merezco que me oigas, porque soy malo, rezaba un alma penitente. Y añadía: ahora… escúchame «quoniam bonus» -porque Tú eres bueno.