La historia y los pasos de una conversion

1. Que la gracia de Dios nunca deje de sorprendernos.

2. Que conservemos la conciencia de la gratuidad y no empecemos a adueñarnos de las instituciones y los cargos.

3. Que la mirada del Señor nos permita comprender y vivir su Palabra.

4. Que nunca nos creamos tan sanos como para ver el Evangelio como remedio para otros y ya no para nosotros.

Mapa de un corazón dispuesto a trabajar por Dios

Tres preguntas claves brotan del testimonio del profeta Ezequiel:

(1) ¿Estamos dispuestos a ofrecer hospedaje a Dios en nuestro corazón, ahora que es arrojado de tantas partes?

(2) ¿Vamos a asumir nuestra responsabilidad en cuanto a no dejar el mundo como lo encontramos?

(3) ¿Hemos entendido que el primer espacio de libertad es el dominio del propio corazón y los propios deseos?

LA GRACIA del Martes 21 de Agosto de 2018

Pidamos a Dios nuestra conversión en dos sentidos: primero en tener ese anhelo sincero de que Él reine en nosotros y segundo en no dejarnos cautivar por las cosas pasajeras.

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Reflexión ante un llanto maldito

Hace días vengo reflexionando con dolor sobre aquellas imágenes–de las más asquerosas que yo haya visto en mi vida: mujeres irlandesas llorando de alegría porque por fin pueden matar a sus bebés. Es algo tan abyecto, tan repugnante, tan contrario a toda capacidad racional, que me he visto obligado a pensar muy a fondo cómo se llega a tales abismos de sórdida depravacion social.

Y dos cosas he visto: una, que quien no se entusiasma hasta el grito de gozo o el grito de batalla por la gloria de Cristo, tarde o temprano regalará su grito o por lo menos su complicidad al poder de las tinieblas. Y lo otro que he visto: la ausencia de Dios se paga en sangre humana. En efecto: no se aparta una nación impunemente de la predicación, la oración y los sacramentos.

San Macario lo dice mejor que yo en una memorable homilía:

Así como en otro tiempo Dios, irritado contra los judíos, entregó a Jerusalén a la afrenta de sus enemigos, y sus adversarios los sometieron, de modo que ya no quedaron en ella ni fiestas ni sacrificios, así también ahora, airado contra el alma que quebranta sus mandatos, la entrega en poder de los mismos enemigos que la han seducido hasta afearla.

Y, del mismo modo que una casa, si no habita en ella su dueño, se cubre de tinieblas, de ignominia y de afrenta, y se llena de suciedad y de inmundicia, así también el alma, privada de su Señor y de la presencia gozosa de sus ángeles, se llena de las tinieblas del pecado, de la fealdad de las pasiones y de toda clase de ignominia.

¡Ay del camino por el que nadie transita y en el que no se oye ninguna voz humana!, porque se convierte en asilo de animales. ¡Ay del alma por la que no transita el Señor ni ahuyenta de ella con su voz a las bestias espirituales de la maldad! ¡Ay de la casa en la que no habita su dueño! ¡Ay de la tierra privada de colono que la cultive! ¡Ay de la nave privada de piloto!, porque, embestida por las olas y tempestades del mar, acaba por naufragar. ¡Ay del alma que no lleva en sí al verdadero piloto, Cristo!, porque, puesta en un despiadado mar de tinieblas, sacudida por las olas de sus pasiones y embestida por los espíritus malignos como por una tempestad invernal terminará en el naufragio.

¡Ay del alma privada del cultivo diligente de Cristo que es quien le hace producir los buenos frutos del Espíritu!, porque, hallándose abandonada, llena de espinos y de abrojos, en vez de producir fruto, acaba en la hoguera. ¡Ay del alma en la que no habita Cristo, su Señor!, porque, al hallarse abandonada y llena de la fetidez de sus pasiones, se convierte en hospedaje de todos los vicios.

Del mismo modo que el colono, cuando se dispone cultivar la tierra, necesita los instrumentos y vestiduras apropiadas, así también Cristo, el rey celestial y verdadero agricultor, al venir a la humanidad desolada por pecado, habiéndose revestido de un cuerpo humano y llevando como instrumento la cruz, cultivó el alma abandonada, arrancó de ella los espinos y abrojos de los malos espíritus, quitó la cizaña del pecado y arrojó al fuego toda la hierba mala; y, habiéndola así trabajado incansablemente con el madero de la cruz, plantó en ella el huerto hermosísimo del Espíritu, huerto que produce para Dios, su Señor, un fruto suavísimo y gratísimo.

LA GRACIA del Lunes 2 de Abril de 2018

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos hay que escoger entre la buena o la mala noticia, no hay alternativa. Escojamos conversión, es la gracia más preciosa de la Pascua.

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LA GRACIA del Lunes 19 de Febrero de 2018

Con un camino de conversión y amando a la persona en necesidad construyéndole un bien, podemos cambiar lo que vamos a escuchar al final, en nuestro juicio particular.

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LA GRACIA del Sábado 17 de Febrero de 2018

Aceptemos a Cristo que ha venido por nosotros los pecadores, para que cambiemos de vida y seamos suyos.

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Nota sobre la mundanización de la Iglesia

Ayunar en orden a compartir nuestros bienes con los pobres es bueno y santo pero la razón más plena y bíblica del ayuno no es solucionar un problema social.

El hecho de que tantos se sientan casi obligados a explicar el ayuno en clave de ayuda humanitaria parece ser signo de algo más profundo. Parece que poco a poco nos quieren matricular a todos en la “ICA,” la Iglesia Católica ACOMPLEJADA, que necesita demostrarle a todos, una y otra vez, que los católicos no vamos a ser una cuerda disonante en la “música” que hoy deleita al mundo. Se cumple así lo que dijo San Pablo: “vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos” (2 Timoteo 4,3).

Ya que el Papa Francisco ha advertido numerosas veces sobre la tentación y los peligros de la mundanización, conviene apuntar aquí algunas señales que nos ayudan a despertar a esa realidad nefasta para la fe:

(1) Eliminar las palabras incómodas del Evangelio, empezando por pecado, arrepentimiento, conversión y salvación.

(2) Ocultar sistemáticamente lo que concierne al sacrificio redentor de Cristo. Y por ello: disminuir o hacer desaparecer términos como Cruz, Sangre, sacrificio, sacramentos, abnegación, valor incomparable del martirio.

(3) Presentar la vida cristiana como un conjunto de “ideales” que pueden servir de inspiración, modelo o guía pero que son eso: ideales y por tanto no se le pueden exigir a nadie. Lo cual implica que no hay una diferencia real entre lo bueno y lo malo sino una serie infinita de grados y matices, una escala en la que todos cabemos y que por lo tanto hace aceptables, en cierta medida, todos los comportamientos.

(4) Privilegiar algunos pecados por encima de los demás. Los pecados “privilegiados,” o pecados con corona, tienen un régimen especial. Son tratados con delicadeza, eufemismos, circunloquios, sonrisas de profunda empatía, gestos de comprensión frente a lo inevitable. Ejemplo: la esclavitud de seres humanos en el siglo XVII; las prácticas homosexuales en el siglo XXI. Como lógica consecuencia, otros pecados son presentados en cambio como lo peor de lo peor, por ejemplo, la corrupción política o el daño ecológico. Este tipo de faltas, que pueden ser muy graves, están sobredimensionadas en algunos sermones actuales, que quizás quieren caer bien en los oídos de los que ya piensan de ese modo.

(5) Disculparse una y otra vez de las mismas fallas del pasado, cometidas por cristianos católicos a lo largo de los siglos. Como si cada discurso hubiera que empezarlo SIEMPRE pidiendo perdón por Galileo, la inquisición, la Matanza la Noche de San Bartolomé, el abuso sexual a menores, el daño causado a culturas aborígenes. Sin quitar importancia a las fallas graves allí sucedidas, uno ve que esos reconocimientos por parte nuestra no encuentran una contraparte por parte de los ateos, los protestantes, los comunistas o los que han perseguidos sistemáticamente la religión.

(6) Justificar, tácita o explícitamente, la existencia de la Iglesia solo en la medida en que es una institución humanitaria que resuelve problemas sociales y ayuda a una convivencia pacífica entre todos. por algo el Papa Francisco ha tenido que explicar más de una vez que la Iglesia no es una ONG.

(7) Abandonar en las nieblas del agnosticismo–endulzado con matices generalísimos sobre la misericordia divina–los temas propios de la vida eterna y las postrimerías.

(8) Tener siempre a mano una serie de etiquetas y caricaturas para descalificar a todos los que pretendan hablar del Evangelio con un lenguaje que recuerde la radicalidad, la santidad o aquello de que no vale nada el mundo entero si uno pierde su alma. Las etqietas preferidas serán: fariseos, rigoristas, legalistas, preconciliares, cruzados y sobre todo: “nostálgicos de una Cristiandad ya superada.”

La buena noticia es que hay acciones prácticas que uno puede hacer para quitarle fuerza a la mundanización de la Iglesia.

(1) Si uno compra libros del autor espiritual de moda, que nunca habla de redención ni del valor de la Sangre de Cristo, uno está fortaleciendo la mundanización. Si en cambio uno busca y compra autores clásicos, de probada virtud y doctrina, está haciendo un bien a la Iglesia.

(2) Si uno va a la película que todo el mundo está viendo, y que contiene blasfemias y lenguaje sacrílego, uno es parte de la mundanización de la Iglesia y está fortaleciendo a los enemigos de Cristo.

(3) Si uno sistemáticamente prefiere el arte religioso que disimula el dolor Cristo, por ejemplo con cruces del Resucitado, posiblemente está favoreciendo la idea de la entrega absoluta por la gloria del Padre y por nuestra salvación no es el camino propio de todo cristiano.

(4) Si uno guarda silencio cuando por enésima vez se recuerdan heridas o problemas de la Iglesia, de seguro uno está siendo cómplice del buenismo y la mundanización. Si uno en cambio reconoce con claridad lo que hay que reconocer pero además sabe bien y difunde bien lo que hoy se calla por medicridad y por complejo está haciendo una gran obra.

(5) Pero es sobre todo la vida nuestra, la de cada uno en su vocación y lugar, la que puede hacer la diferencia. Si somos expresión de la profundidad y extensión del reinado de Cristo podremos ser también testigos que con su vida y sus palabras proclamen: ¡Viva Cristo rey!

LA GRACIA del Miércoles 14 de Febrero de 2018

MIÉRCOLES DE CENIZA

La Cuaresma nos lleva al reconocimiento de nuestra responsabilidad y culpa por el pecado, siendo el comienzo de una vida reconciliada, marcada por el amor y la salvación de Dios.

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