Que nadie te robe tu fe

“La fe es el mayor bien espiritual que tú posees. No sé si tu fe, lector será grande o pequeña, viva o muerta, pero en cualquier circunstancia aunque no lo sepas, ni nunca te hayas puesto a considerarlo, es el mayor bien que posees. Porque él te facilita tener la capacidad que nos dijo el Señor: “Todo es posible para quien cree”. (Mc 9,23)…”

No pierdas la fe

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Palabras para despedir el año

Nunca te desesperes. Muerto y corrompido estaba Lázaro: “iam foetet, quatriduanus est enim” -hiede, porque hace cuatro días que está enterrado, dice Marta a Jesús. Si oyes la inspiración de Dios y la sigues -“Lazare, veni foras!” -¡Lázaro, sal afuera!-, volverás a la Vida.

¡Que cuesta! -Ya lo sé. Pero, ¡adelante!: nadie será premiado -y ¡qué premio!- sino el que pelee con bravura.

La prueba esta vez es larga. -Quizá -y sin quizá- no la llevaste bien hasta aquí… porque aún buscabas consuelos humanos. -Y tu Padre-Dios los arrancó de cuajo para que no tengas más asidero que El.

En carne viva. -Así te encuentras. Todo te hace sufrir en las potencias y en los sentidos. Y todo te es tentación… Sé humilde -insisto-: verás qué pronto te sacan de ese estado: y el dolor se trocará en gozo: y la tentación, en segura firmeza. Pero, mientras, aviva tu fe; llénate de esperanza; y haz continuos actos de Amor, aunque pienses que son sólo de boca.

¡Oh, Dios mío: cada día estoy menos seguro de mí y más seguro de Ti!

Si no le dejas, El no te dejará.

Espéralo todo de Jesús: tú no tienes nada, no vales nada, no puedes nada. -El obrará, si en El te abandonas.

Confía siempre en tu Dios. -El no pierde batallas.

Más pensamientos de San Josemaría.

Una fe renovada, 02, Las heridas de la fe

[Predicación en la Universidad Marista de San Luis Potosí, México]

Tema 2: Las heridas de la fe

* Una fe inmadura, o de fachada, pronta a caer, es fruto de ignorancia (porque pretende tapar los huecos de lo que no sabe todavía la ciencia), o es espejismo de fantasía (porque idealiza cualidades o deseos humanos), o es consecuencia de inercia cultural (porque uno la recibió de los ancestros y nunca tuvo suficiente interés o valor para cuestionarla). La fe inmadura ya está herida de muerte, y es pasto fácil para los enemigos de la religión y de la Iglesia.

* La fe verdadera, en cambio, surge como respuesta a una propuesta externa. Su palabra clave es “encuentro” y se da por contagio. El asombro que causa la bondad, la pureza, la resiliencia, la alegría, el sentido de un propósito, en otra persona me cuestiona. Al escuchar su relato y saber quién ha hecho esa diferencia en su vida me impacta. La acogida de ese don hace de mí una persona nueva, que a la vez se reconoce miembro de una comunidad de creyentes, la Iglesia. Esa comunidad me lleva al recuento de las maravillas que ha hecho el señor, y que están testificadas en la Biblia. La profundización en ese mensaje y la vida de los sacramentos constituyen un camino de formación. Tal es el camino de la fe.

* En el camino esa fe puede ser herida por varios factores: desnutrición inicial; contradicción, cuando siento que mis plegarias no son acogidas; escándalo, cuando veo la incoherencia o antitestimonio de quienes debían ayudarme en la fe; inanición inducida por el mensaje incompleto que dan los cristianos no católicos o por los abusos de lenguaje de otros grupos de interés, como la gente de la Nueva Era; el desinterés del propio creyente.

* Es necesario descubrir que estamos en combate. Es necesario darse cuenta de que el odio a la Iglesia a menudo no tiene nada que ver con religión y sí tiene todo que ver con poder y dinero. Es necesario entender que si no estamos venciendo nos están venciendo.

La apoteosis de la tibieza

“Es increíble hasta qué punto se crispan los nervios de ciertos contemporáneos cuando se oye algo que tenga pretensiones de permanencia, que suba un poco el tono de la mera opinión, sacudiendo los algodones y tonos pastel a los que nos tiene acostumbrados la nueva era con sus angelitos multicolores y atardeceres románticos…”

Tibienza...

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Acedia

Fraynelson, estos días me han llegado distintos comentarios sobre una nueva enfermedad espiritual, la acedia. Unos dicen una cosa, y otros, otra. ¿De verdad es algo nuevo? Por lo menos, yo no había oído hablar de esa enfermedad antes. Gracias! — H.G.

* * *

Ante todo, hay que decir que la acedia no es algo nuevo. Se trata de una especie de desinterés o pereza por todo lo espiritual, que puede tener muchas causas y síntomas. Lo que sigue ha sido tomado de corazones.org:

Se denomina propiamente acedia o acidia a la pereza en el plano espiritual y religioso.

La palabra griega avkhdi,a o avkhdei,a, aparece tres veces en la versión de los LXX (Sl 118,28; Sr 29,5; Is 61,3), traducida en la Vulgata por taedium (tedio) y maeror (tristeza profunda); no aparece en la versión griega del Nuevo Testamento. Se la encuentra entre los autores paganos, como por ejemplo, en Empédocles, Hipócrates, Luciano y Cicerón.

El término griego, con el sentido de tedio, tristeza, pereza espiritual, se latinizó como acedia, acidia o accidia.

Los Santos Padres y los autores eclesiásticos le dieron una gran importancia en la lucha espiritual. Fue estudiada por Casiano, San Juan Clímaco, San Juan Damasceno, Isidoro de Sevilla, Alcuino, etc.

• Casiano la define como: ¨tedio y ansiedad del corazón que afecta a los anacoretas y a los monjes que vagan en el desierto¨.

• Los Padres del desierto la llamaron “terrible demonio del mediodía, torpor, modorra y aburrimiento”.

• Guigues el Cartujo la describió de la siguiente manera: “Cuando estás solo en tu celda, a menudo eres atrapado por una suerte de inercia, de flojedad de espíritu, de fastidio del corazón, y entonces sientes en ti un disgusto pesado: llevas la carga de ti mismo; aquellas gracias interiores de las que habitualmente usabas gozosamente, no tienen ya para ti ninguna suavidad; la dulzura que ayer y antes de ayer sentías en ti, se ha cambiado ya en grande amargura”.

• Santo Tomás de Aquino la define con precisión como tristeza del bien espiritual; indicando que su efecto propio es el quitar el gusto de la acción sobrenatural. Es una desazón de las cosas espirituales que prueban a veces los fieles e incluso las personas adentradas en los caminos de la perfección; es una flaccidez que los empuja a abandonar toda actividad de la vida espiritual, a causa de la dificultad de esta vida.

• Garrigou-Lagrange la definía como “cierto disgusto de las cosas espirituales, que hace que las cumplamos con negligencia, las abreviemos o las omitamos por fútiles razones. La acidia es el principio de la tibieza”.

• No menos importancia se le dio entre los autores del renacimiento espiritual español. La Puente dice que es “una tristeza o tedio de todas las obras de la vida espiritual, así de la vida activa como de la contemplativa, de donde procede que a todo lo bueno resiste y para todo inhabilita, y es lastimoso el estrago que hace”. • Podemos encontrarla retratada en la “desolación” ignaciana; decía Ignacio: “Llamo desolación… [a] oscuridad de alma, turbación de ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor”. La acidia voluntaria (ya sea buscada, ya sea no combatida) es elemento culpable dispositivo de la desolación. La descripción que nos han dejado los Santos Padres, es detallada y precisa.

• Evagrio Póntico describía al acedioso diciendo: “La acedia es la debilidad del alma que irrumpe cuando no se vive según la naturaleza ni se enfrenta noblemente la tentación. El flujo de la acedia arroja al monje de su morada, mientras que aquel que es perseverante está siempre tranquilo. El acedioso aduce como pretexto la visita a los enfermos, cosa que garantiza su propio objetivo. El monje acedioso es rápido en terminar su oficio y considera un precepto su propia satisfacción…

• San Juan Clímaco le dedica uno de los “escalones” de su “Escala Espiritual” describiéndola con términos semejantes.

[Más información aquí.]

Ejercicio de Alabanza, 2 de 5, Combate espiritual

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica en Asunción, Paraguay.]

Tema 2 de 5: Combate espiritual

* ¿Qué mueve al ser humano? En la antropología de Santo Tomás se destaca el papel que tienen dos tipos de “motores” que él llama “apetitos.” Hay, por una parte, el apetito del deleite, que más formalmente se llama “apetito concupiscible,” y está por otra parte el apetito de lucha o combate, que más formalmente se llama “apetito irascible.”

* Ambos apetitos son parte de nuestro ser y, en cuanto, creados por Dios y dados a nosotros, son buenos. La carencia de motor y de motivación no pueden considerarse como cosas buenas, ni la perfección cristiana consiste en suprimir los apetitos, sino más bien en educarlos.

* La alabanza nos enseña a educar nuestros apetitos porque nos muestra en quién hemos de deleitarnos y por quién hemos de luchar.” Tres personajes de la Biblia resultan particularmente inspiradores en este sentido:

(1) David contra Goliath. Hay que destacar en este relato el desenlace inesperado: el débil vence al fuerte, y la razón es que Dios le muestra a David un camino nuevo. La lección que tomamos de este episodio es que podemos pedirle a Dios que nos sorprenda con su amor pues sus ideas son mejores que las nuestras.

(2) Jeremías predicando en tiempos difíciles. El Señor le dice a él, y también a nosotros: “No te vuelvas a ellos; que ellos se vuelvan a ti.” Es una experiencia que uno tiene a menudo, si sabe perseverar por encima de las burlas típicas entre los amigos o en el lugar de trabajo. La misma gente que en un momento dado se burla y ataca un día llega a pedir ayuda o consejo.

(3) La Santísima Virgen, espejo de humildad: prueba viviente de que somos aceptos y amados por Dios desde la verdad de lo que somos. Es esa, nuestra realidad, la que también ha de servir de base para bendecir al Dios que obra en la vida misma.

Perfectae Caritatis, 08 de 12, Camino de Consagración

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 8 de 12: Camino de Consagración

* Santo Tomás de Aquino destaca que la vida religiosa apunta a una perfección “en camino.” Esto indica que el primer deber del religioso es NO DETENERSE.

* Es importante, en este sentido, no contentarse con una definición “negativa” de los votos, como si la perfección del voto estuviera únicamente en aquella de lo que nos priva. Los votos quieren encauzarnos por la ruta de un amor que no puede dejar de crecer y perfeccionarse, hacia una plenitud cada vez mayor de paz, de alegría y de fecundidad apostólica.

* ¿Qué clase de eventos o situaciones tienden a detenernos en el camino? Examinamos tres:

(1) El escándalo, que produce un “shock” de desconcierto y desmotivación. La respuesta es recordar que no vinimos a seguir a tal o cual persona sino a Cristo mismo.

(2) La desesperación, en el sentido de “pérdida de la esperanza.” Se produce a veces por desilusión progresiva que viene como de afuera hacia adentro, o por incoherencia o acedia propia, que va como de dentro hacia afuera. La respuesta es triple: (a) Perseverar en la oración, sobre todo vocal, apoyándose en un texto y no sólo en la propia mente o espontaneidad; (b) Profundizar en el examen de conciencia, pidiendo sincero dolor por nuestros pecados, que incluyen las ingratitudes y las faltas por omisión; (c) Alimentarse del ejemplo de los que han vencido, sobre todo a través de las vidas de los santos.

(3) El cinismo, que tiene siempre como expresión rebajar el ideal en vez de tratar uno de crecer para alcanzarlo. El cinismo suele ser hijo de la desesperación: la persona frustrada por no poder crecer espiritualmente o no poder superar tal o cual vicio, decide declarar que su mediocridad es la norma, y que así están bien las cosas. Pasa entonces a llamar bien al mal, y mal al bien, en contra de la advertencia del profeta Isaías.

Las justificaciones típicas del cínico provienen de tres fuentes: (a) Llamar “normal” a lo que se ha vuelto común; (b) Razonar como si lo reciente o nuevo fuera necesariamente mejor, por ejemplo para justificar un comportamiento vicioso diciendo que “ya estamos en el siglo XXI;” (c) Proclamar que hay que “ampliar la mente” sin tener en cuenta que ampliarla para llenarla de falsedad o de ignominia no es ninguna ganancia.

La respuesta principal al cinismo es recobrar sincero apetito por la verdad; no contentarse con el engaño seductor de la mentira sino dar un paso que restablezca la capacidad de discernir lo verdadero y lo bueno.

Creer y crecer

Cinco sugerencias sustanciosas para avanzar en el camino de la fe.

  1. Para dejar de pecar no esperes a que te falten fuerzas, salud, u oportunidad porque en ello no habría ni virtud ni provecho.
  2. Es normal que te fatigues; lo que no es normal, si Cristo vive en ti, es que el cansancio te venza, porque no pudo vencerlo a Él.
  3. Llevar cuentas no es del todo malo. ¿No es bueno, por ejemplo, saber si ahora acerco más gente a la Buena Nueva que hace un año?
  4. Rutina de verdadero avance: CONFÍA en el Señor; CONÓCETE, ARREPIÉNTETE y AGRADECE su don; ÁMALE y, por él, AMA al prójimo; ADORA.
  5. Si Cristo toma como hecho a sí lo hecho a los humildes, ¿dónde buscar luz, sino en lo hondo de ti y en lo despreciado del mundo?

Decision Time, Lenten Spiritual Retreat 2013, 2 of 6

[Spiritual Retreat preached for lay people at St. Patrick’s, in Miami Beach.]

Talk 2 of 6: The Outer Battle

The various battle-fields:

1. Colleges, universities. Science as an idol; sex as enterteinment; faith as a hindrance; egotism as a standard.
2. Relativism, subjectivism, consumerism… the MARKET.
3. The media, including reviews and blogs.
4. Your political representatives.

Biblical text: Romans 12,9-21

Love in Action

Love must be sincere. Hate what is evil; cling to what is good. Be devoted to one another in love. Honor one another above yourselves. Never be lacking in zeal, but keep your spiritual fervor, serving the Lord. Be joyful in hope, patient in affliction, faithful in prayer. Share with the Lord’s people who are in need. Practice hospitality.

Bless those who persecute you; bless and do not curse. Rejoice with those who rejoice; mourn with those who mourn. Live in harmony with one another. Do not be proud, but be willing to associate with people of low position. Do not be conceited.

Do not repay anyone evil for evil. Be careful to do what is right in the eyes of everyone. If it is possible, as far as it depends on you, live at peace with everyone. Do not take revenge, my dear friends, but leave room for God’s wrath, for it is written: “It is mine to avenge; I will repay,” says the Lord. On the contrary:

“If your enemy is hungry, feed him; if he is thirsty, give him something to drink. In doing this, you will heap burning coals on his head.”

Do not be overcome by evil, but overcome evil with good.

Decision Time, Lenten Spiritual Retreat 2013, 1 of 6

[Spiritual Retreat preached for lay people at St. Patrick’s, in Miami Beach.]

Talk 1 of 6: The Inner Battle

1. Educate your conscience
2. Identify strengths and weaknesses. Do become an expert on your own self.
3. Be honest about your own failures; blaming others does not help.
4. Be compassionate about your true (fallen) nature.
5. Be proactive on what should change in and around yourself.
6. Join a community. Only the living branches receive the tree’s sap.
7. Share what you have learned. Sharing is good for others but first is good for you.

El mal es fuerte pero no omnipotente

El combate contra el mal es el primer aspecto del combate espiritual; aquí es cuestión de ver los intentos del enemigo para destruirnos en alguna parte, esto es lo que se puede llamar el combate espiritual para proteger lo que Dios nos ha dado.

El maligno puede intentar destruirnos de distintas maneras, esto nos concierne personalmente, es una cuestión entre el maligno y yo. El maligno no puede actuar contra mí más que por la tentación. No tiene ningún poder directo sobre mí, no me puede destruir mientras yo no sea cómplice de alguna forma, por eso va querer tentarme para intentar que yo sea su cómplice, pero mientras la tentación no encuentre en mí una complicidad, el maligno no puede hacer nada para destruirme, puede presionarme, puede hacer que tenga miedo, pero eso no destruye nada en mí.

La tentación toma posesión de mí, desde el momento que yo me hago cómplice de ella, es entonces cuando de alguna manera hay una acción destructiva en mí, pero el maligno no va a intentar dirigirse a mí directamente, él tiene necesidad de intermediarios y de mi complicidad.

[Aparte de un texto enviado por Aurelio Díaz González.]