¿La certeza de la fe es mayor que la de la ciencia y las demás virtudes intelectuales?

Como ya hemos expuesto a propósito de las virtudes intelectuales (1-2 q.57 a.4 ad 2; a.5 ad 3), dos de ellas versan sobre cosas contingentes: la prudencia y el arte. La fe, por su parte, es superior a ellas en certeza por razón de su materia, ya que versa sobre cosas eternas que no pueden cambiar. Las restantes, es decir, la sabiduría, la ciencia y el entendimiento, según hemos probado (1-2 q.57 a.5 ad 3), versan sobre cosas necesarias. Debemos, sin embargo, tener en cuenta que el entendimiento, la sabiduría y la ciencia tienen dos acepciones: una, como virtudes intelectuales, según lo entiende el Filósofo en VI Ethic.; otra, como dones del Espíritu Santo. Tomadas en el primer sentido, hay que decir que la certeza es susceptible de una doble consideración. La primera, por razón de su causa, en cuyo caso se dice que es más cierto lo que tiene una causa también más cierta. Bajo este aspecto, la fe es más cierta que las tres virtudes referidas, puesto que se funda en la verdad divina, mientras que esas otras tres virtudes se apoyan en la razón humana. La segunda, por parte del sujeto que la posee. En este caso se dice que es más cierto lo que consigue el entendimiento del hombre con mayor plenitud. En este sentido, dado que las cosas de fe trascienden al entendimiento del hombre, cosa que no sucede con las tres virtudes susodichas, la fe es menos cierta que ellas. Mas puesto que, en absoluto, cada cosa hay que valorarla según sus causas, y, accidentalmente, según la disposición del sujeto, en este sentido la fe es en absoluto más cierta, mientras que las otras certezas lo son accidentalmente, es decir, en relación a nosotros. De igual suerte, si se consideran esas tres virtudes como dones de la vida presente, se comparan a la fe como principio que presuponen. Luego también en este sentido es la fe más cierta que ellas. (S. Th., II-II, q.4, a.8, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¡Si la filosofía muere la ciencia también muere!

“Tenemos cinco claras razones que muestran que la filosofía no puede estar muerta y al mismo tiempo la ciencia estar viva pues la ciencia depende necesaria e indesligablemente de la filosofía. Por tanto, afirmaciones como las de Hawking de que «la filosofía ha muerto» constituyen una tremenda estolidez…”

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La copa “justa” de Pitágoras

“La “copa de Pitágoras” es un recipiente que posee un mecanismo que impide que la llenes más de lo debido. Lejos de poseer un sofisticado sistema de sensores dedicados a controlar el nivel del líquido, se basa en algo tan sencillo como el principio de vasos comunicantes, conocido desde hace milenios. La leyenda cuenta que esta copa fue ideada hace unos 2500 años por el matemático y filósofo griego Pitágoras de Samos, y aún hoy sigue sorprendiendo a los que la ven funcionar…”

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¿Calmas a los niños con un celular o tablet?

“Una golosina e incluso un juguete parecen ser buenas opciones, sin embargo, ¿qué pasa con aquellos padres que optan por prestarles el celular o la Tablet? Para aquellos padres que piensan que el darles un aparato electrónico es la solución, les tengo una simple sugerencia: ¡dejen de hacerlo inmediatamente!”

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No hay guerra entre la ciencia y la Iglesia

“Se doctoró en Física Química en Harvard en 1956 y dedicó una parte de su vida a la mecánica cuántica, enseñando en el Carnegie Institute of Technology y en la Universidad del estado de Nueva York. Algunas de sus aportaciones de 1970 a la resonancia nuclear magnética (la bautizada como ecuación Kurland-McGarvey) mantienen su vigencia descriptiva casi medio siglo después. Sus estudios de biología molecular le llevaron posteriormente a instituciones de investigación médica como Roswell Cancer Institute o la Clínica Cleveland…”

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¿Calmas a los niños con un celular o tablet?

“Los que son padres saben lo difícil que es calmar a un niño cuando está enojado, nunca se está seguro de qué es lo que quieren y la solución más fácil es darles algo para que se entretengan. Un juguete que tengan a la mano o incluso un bocadillo pueden ser buenos aliados, pero ¿qué pasa con aquellos que prefieren entregarles el teléfono móvil o el tablet?”

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La importancia del Don de Ciencia en nuestros días

[Predicación a un grupo de viudas consagradas de la Arquidiócesis de Bucaramanga.]

El don de ciencia nos ayuda a leer la presencia y acción de Dios en los conocimientos que nos brindan las ciencias, la historia, nuestra propia historia y los “signos de los tiempos.” Es don particularmente necesario en nuestra época en que el sentido de la generosidad, el compromiso, la penitencia y la perseverancia se na oscurecido.

Por qué la SD se hizo la “estándar” de las tarjetas de memoria

“La importancia de las tarjetas de memoria en la era de la foto digital es absoluta, al igual que el carrete lo fue durante la etapa analógica. No se puede concebir el tiempo anterior a los smartphones sin ellas, en los muchos tipos que existían. Pasar de poder disparar 30 fotos a 1000 ó 2000 sin descargarlas fue revolucionario, tanto por la economía como por la posibilidad de dejar de lado preocupaciones e inmortalizar absolutamente cada momento. Para hablar de cómo las tarjetas SD (Secure Digital) y sus derivadas se convirtieron en el estándar de facto, es preciso conocer el contexto previo…”

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El uso de las biotecnologías

472 En los últimos años se ha impuesto con fuerza la cuestión del uso de las nuevas biotecnologías con finalidades ligadas a la agricultura, la zootecnia, la medicina y la protección del medio ambiente. Las nuevas posibilidades que ofrecen las actuales técnicas biológicas y biogenéticas suscitan, por una parte, esperanzas y entusiasmos y, por otra, alarma y hostilidad. Las aplicaciones de las biotecnologías, su licitud desde el punto de vista moral, sus consecuencias para la salud del hombre, su impacto sobre el medio ambiente y la economía, son objeto de profundo estudio y de animado debate. Se trata de cuestiones controvertidas que afectan a científicos e investigadores, políticos y legisladores, economistas y ambientalistas, productores y consumidores. Los cristianos no son indiferentes a estos problemas, conscientes de la importancia de los valores que están en juego.1001

473 La visión cristiana de la creación conlleva un juicio positivo sobre la licitud de las intervenciones del hombre en la naturaleza, sin excluir los demás seres vivos, y, al mismo tiempo, comporta una enérgica llamada al sentido de la responsabilidad.1002 La naturaleza, en efecto, no es una realidad sagrada o divina, vedada a la acción humana. Es, más bien, un don entregado por el Creador a la comunidad humana, confiado a la inteligencia y a la responsabilidad moral del hombre. Por ello, el hombre no comete un acto ilícito cuando, respetando el orden, la belleza y la utilidad de cada ser vivo y de su función en el ecosistema, interviene modificando algunas de las características y propiedades de estos. Si bien, las intervenciones del hombre que dañan los seres vivos o el medio ambiente son deplorables, son en cambio encomiables las que se traducen en una mejora de aquéllos. La licitud del uso de las técnicas biológicas y biogenéticas no agota toda la problemática ética: como en cualquier comportamiento humano, es necesario valorar cuidadosamente su utilidad real y sus posibles consecuencias, también en términos de riesgo. En el ámbito de las intervenciones técnico-científicas que poseen una amplia y profunda repercusión sobre los organismos vivos, con la posibilidad de consecuencias notables a largo plazo, no es lícito actuar con irresponsabilidad ni a la ligera.

474 Las modernas biotecnologías tienen un fuerte impacto social, económico y político, en el plano local, nacional e internacional: se han de valorar según los criterios éticos que deben orientar siempre las actividades y las relaciones humanas en el ámbito socioeconómico y político.1003 Es necesario tener presentes, sobre todo, los criterios de justicia y solidaridad, a los que deben sujetarse, en primer lugar, los individuos y grupos que trabajan en la investigación y la comercialización en el campo de las biotecnologías. En cualquier caso, no se debe caer en el error de creer que la sola difusión de los beneficios vinculados a las nuevas biotecnologías pueda resolver todos los apremiantes problemas de pobreza y subdesarrollo que subyugan aún a tantos países del mundo.

475 Con espíritu de solidaridad internacional, se pueden poner en práctica diversas medidas relacionadas con el uso de las nuevas biotecnologías. Se ha de facilitar, en primer lugar, el intercambio comercial equitativo, libre de vínculos injustos. Sin embargo, la promoción del desarrollo de los pueblos más necesitados no será auténtica y eficaz si se reduce al mero intercambio de productos. Es indispensable favorecer también la maduración de una necesaria autonomía científica y tecnológica por parte de esos mismos pueblos, promoviendo el intercambio de conocimientos científicos y tecnológicos y la transferencia de tecnologías hacia los países en vías de desarrollo.

476 La solidaridad implica también una llamada a la responsabilidad que tienen los países en vías de desarrollo y, particularmente sus autoridades políticas, en la promoción de una política comercial favorable a sus pueblos y del intercambio de tecnologías que puedan mejorar sus condiciones de alimentación y salud. En estos países debe crecer la inversión en investigación, con especial atención a las características y a las necesidades particulares del propio territorio y de la propia población, sobre todo teniendo en cuenta que algunas investigaciones en el campo de las biotecnologías, potencialmente beneficiosas, requieren inversiones relativamente modestas. Con tal fin, sería útil crear Organismos nacionales dedicados a la protección del bien común mediante una gestión inteligente de los riesgos.

477 Los científicos y los técnicos que operan en el sector de las biotecnologías deben trabajar con inteligencia y perseverancia en la búsqueda de las mejores soluciones para los graves y urgentes problemas de la alimentación y de la salud. No han de olvidar que sus actividades atañen a materiales, vivos o inanimados, que son parte del patrimonio de la humanidad, destinado también a las generaciones futuras; para los creyentes, se trata de un don recibido del Creador, confiado a la inteligencia y la libertad humanas, que son también éstas un don del Altísimo. Los científicos han de saber empeñar sus energías y capacidades en una investigación apasionada, guiada por una conciencia limpia y honesta.1004

478 Los empresarios y los responsables de los entes públicos que se ocupan de la investigación, la producción y el comercio de los productos derivados de las nuevas biotecnologías deben tener en cuenta no sólo el legítimo beneficio, sino también el bien común. Este principio, que vale para toda actividad económica, resulta particularmente importante cuando se trata de actividades relacionadas con la alimentación, la medicina, la protección del medio ambiente y el cuidado de la salud. Los empresarios y los responsables de los entes públicos interesados pueden orientar, con sus decisiones, el sector de las biotecnologías hacia metas con un importante impacto en lo que se refiere a la lucha contra el hambre, especialmente en los países más pobres, la lucha contra las enfermedades y la lucha por salvaguardar el ecosistema, patrimonio de todos.

479 Los políticos, los legisladores y los administradores públicos tienen la responsabilidad de valorar las potencialidades, las ventajas y los eventuales riesgos vinculados al uso de las biotecnologías. Es inaceptable que sus decisiones, a nivel nacional o internacional, estén dictadas por presiones procedentes de intereses particulares. Las autoridades públicas deben favorecer también una correcta información de la opinión pública y saber tomar las decisiones más convenientes para el bien común.

480 Los responsables de la información tienen también una tarea importante en este ámbito, que han de ejercer con prudencia y objetividad. La sociedad espera de ellos una información completa y objetiva, que ayude a los ciudadanos a formarse una opinión correcta sobre los productos biotecnológicos, porque se trata de algo que les concierne en primera persona, en cuanto posibles consumidores. Se debe evitar, por tanto, caer en la tentación de una información superficial, alimentada por fáciles entusiasmos o por alarmismos injustificados.

NOTAS para esta sección

1001Cf. Pontificia Academia para la Vida, Biotecnologías animales y vegetales. Nuevas fronteras y nuevas responsabilidades, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1999.

1002Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (23 de octubre de 1982), 6: L’Osservatore Romano, edición española, 12 de diciembre de 1982, p. 7 14618 ;

1003Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (3 de octubre de 1981): AAS 73 (1981) 668-672.

1004Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (23 de octubre de 1982): L’Osservatore Romano, edición española, 12 de diciembre de 1982, p. 7; Id., Discurso a los participantes en el Congreso promovido por la « Accademia Nazionale delle Scienze » en el bicentenario de su fundación (21 de septiembre de 1982), 4: L’Osservatore Romano, edición española, 17 de octubre de 1982, p. 13.


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Posibilidades y riesgos de la biología sintética

“473 genes. No existe, en la naturaleza, ningún organismo vivo cuyo material genético sea tan ínfimamente pequeño. Sin embargo, gracias a las técnicas de biología sintética desarrolladas por Venter y Hutchinson años atrás, ésta ha sido desarrollada en el laboratorio. El hito supone un antes y un después en la biología y la biología sintética. Y es que se da respuesta a una pregunta que lleva rondando la mente de los investigadores desde los noventa: ¿qué es lo mínimo que necesita una célula para sobrevivir y reproducirse?”

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