Cuidar la unidad, contra viento y marea

“Ha pasado por Madrid el cardenal Robert Sarah para presentar la nueva edición del Congreso Católicos y Vida Pública, dedicado a los desafíos de la educación, y para presentar su reciente libro Se hace tarde y anoche (Palabra), una inmersión apasionada en la crisis espiritual de Occidente y en la propia crisis interna de la Iglesia, que se encargó de introducir, con una vibrante y profunda intervención, el Secretario de la CEE, monseñor Luis Argüello…”

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Nuestras miserias y sus misericordias

No te asustes, ni te desanimes, al descubrir que tienes errores…, ¡y qué errores! -Lucha para arrancarlos. Y, mientras luches, convéncete de que es bueno que sientas todas esas debilidades, porque, si no, serías un soberbio: y la soberbia aparta de Dios.

Pásmate ante la bondad de Dios, porque Cristo quiere vivir en ti…, también cuando percibes todo el peso de la pobre miseria, de esta pobre carne, de esta vileza, de este pobre barro. -Sí, también entonces, ten presente esa llamada de Dios: Jesucristo, que es Dios, que es Hombre, me entiende y me atiende porque es mi Hermano y mi Amigo.

Más pensamientos de San Josemaría.

Uno prefiere la honestidad, ¿no es cierto?

Con todo esto de la Pachamama en el Vaticano he visto la gran capacidad de algunos para estirar las palabras y las razones tratando de justificar, como sea, lo sucedido.

Supongo que hay gente que cree que si uno critica algo que involucra claramente al Papa está faltando al amor y fidelidad que son debidos a la Iglesia, a la fe y a la persona misma del Sucesor de Pedro. No van por ese lado mis observaciones.

De hecho, yo oro por el Papa todos los días. En muchas de mis predicaciones, y ante los más diversos auditorios, pondero muchas cosas buenas que creo que ha hecho y dicho. Ahí está mi canal de Youtube para atestiguarlo.

Pero el Papa mismo reconoce que se equivoca, que necesita confesarse–como todos, y repite con frecuencia que es importante que recemos por él. No veo entonces por qué hay que tratar, a toda costa, de justificar el uso que se hizo de aquel ídolo.

Además, la multiplicación de justificaciones sirve para el propósito contrario: cuando cada semana te cambian de pastilla para tu tratamiento es que ninguna realmente sirve. Han dicho que esto de los ídolos es “acoger” a los indígenas; o más bien es “inculturar” la fe; hubo un monseñor que dijo que, en realidad, aunque usaran esas figuras, ellos están adorando al único Dios; y por supuesto, otros defensores de esta causa perdida han hablado también de lo consabido: la apertura, la tolerancia, la mente amplia. El extremo del cinismo está en aquel que dijo: “Y si hubiera sido un acto pagano, tampoco pasaba nada.” Son muchas “pastillas” tratando de ocultar lo inocultable: jamás debió suceder lo que sucedió, y lo único lógico en este momento son los actos de desagravio, reparación y humildad.

Además, siempre está a la mano la solución más sencilla: se señalan los errores, se reconocen los errores, uno se arrepiente de los errores, luego se corrigen los errores, y en la medida de lo posible no se repiten. Ya está. No es complicado.

Tomás, el apóstol, reconoció su error.

Pedro, el apóstol, reconoció su error.

Pablo, el apóstol, reconoció su error.

María Magdalena reconoció su error.

Es así de simple. Llevar ídolos a una iglesia no está bien. Es sacrílego. Es ofensa contra el Primer y más importante de los Mandamientos. Postrarse ante la inculturación no está bien. No pierdan fuerza tratando más de justificarlo. No hurguen en sus mentes buscando qué calificativo dar a los que han dicho y a los que decimos que no está bien. Llamarnos dinosaurios, inquisidores, derechistas, hambrientos de poder, no cambia que Dios fue desobedecido gravemente y ofendido públicamente.

¿Por qué entonces hay que retorcer las palabras, imaginarse que la gente no se da cuenta de las cosas, y tratar de hacer pasar por aceptable lo que no lo es?

El camino de los apóstoles: denunciar, reconocer, arrepentirse, corregirse, es el de siempre.

Y funciona.

Breve ordo para la semana del 10 al 16 de Noviembre de 2019

Homilías breves para esta semana:


Lectura Espiritual para esta semana:


Liturgia de las Horas para esta semana:

10 de Noviembre de 2019: Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, ciclo C

Lunes 11: Memoria de San Martín de Tours, obispo

Martes 12: Memoria de San Josafat, obispo y mártir

Miércoles 13:

Jueves 14:

Viernes 15:

Sábado 16:



¿Odiar siempre es pecado?

El odio se opone al amor, como ya hemos expuesto (1-2 q.29 a.1, sed contra; a.2 arg.1 y ad 2). Luego tanta razón de mal tiene el odio cuanto de bien tiene el amor. Pues bien, al prójimo se le debe amor por lo que ha recibido de Dios, o sea, por la naturaleza y por la gracia, y no por lo que tiene de sí mismo o del diablo, o sea, por el pecado y la falta de justicia. Por eso es lícito odiar en el hermano el pecado y lo que conlleva de carencia de justicia divina; no se puede, empero, odiar en él, sin incurrir en pecado, ni la naturaleza misma ni la gracia. Pero el hecho mismo de odiar en el hermano la culpa y la deficiencia de bien corresponde también al amor del mismo, ya que igual motivo hay para amar el bien y odiar el mal de una persona. De ahí que el odio al hermano en absoluto es siempre pecado. (S. Th., II-II, q.34, a.3, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]