LA DEPRESIÓN:
Les invito a una reflexión sobre la depresión, enfermedad que también nosotros podemos adquirir al dar cabida a pensamientos y sentimientos negativos obsesivos, a relaciones difíciles con los padres, con la pareja, con otras personas, y en general, a incapacidad de perdonar, y de sacar de nuestra mente ciertas ideas y sentimientos contra otras personas, contra la vida, contra Dios, hundiéndonos en una tristeza permanente y en tedio por la vida. En este trabajo seguiré de cerca la XVIII conferencia Internacional celebrada en Roma sobre “La depresión”. Hoy se afirma que la más grave enfermedad de nuestro tiempo no es el cáncer, ni la malaria, ni el sida, ni siquiera el hambre que asola a multitudes inmensas en el llamado tercer mundo. La más grave enfermedad del mundo contemporáneo es «la pérdida del gusto por la vida». Y no puede ser de otro, afirmó el cardenal Paul Poupard en su charla sobre Las ideas depresivas del mundo contemporáneo, cuando se ha estrangulado la vida humana en la verdad misma de su ser. En efecto: “convertido el trabajo en mero instrumento del dinero que la polilla y la herrumbre corroen; el amor y la amistad aniquilados en la soledad que convierte al otro en puro objeto de interés egoísta; y reducido el deseo de infinito al instante, que hoy es y mañana es arrojado al fuego; en un mundo así, ¿cómo podrá nadie liberarse de la depresión en cualquiera de sus formas? La difusión de la depresión constituye un fenómeno que preocupa, y mucho, a la Iglesia. Por eso, a quienes se encuentran afligidos por este enfermedad, el Papa les propone profundizar en su vida espiritual para descubrir el amor de Dios y superar así ese estado de falta de ánimo. La vivencia de la fe proporciona puntos de referencia sólidos para edificar sobre ellos una personalidad madura e integrada. La receta del Pontífice para superar la depresión está en coincidencia con los consejos de psiquiatras y psicólogos.
Realización: El Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, presidido por el cardenal Javier Lozano Barragán, convocó en el Vaticano, del 13 al 15 de noviembre del 2003, la XVIII Conferencia Internacional sobre “La depresión”. El tema interesa no solo a médicos sino a la sociedad en general y también a la Iglesia. Para afrontar esa enfermedad y buscar soluciones congregó al fin de semana a 600 médicos, laicos comprometidos y hombres de Iglesia. En la actualidad hay en el mundo más de 340 millones de personas que padecen depresión, y, en el año un millón de personas se quitan la vida.

108.2. Tanto se habla de las miserias del hombre, que bueno es hoy subrayar que ninguna de ellas es un límite absoluto, pues detrás de cada miseria hay un tesoro. Esto ha quedado particularmente manifiesto en la bienaventurada Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Quita de Jesús sus debilidades y habrás quitado la parte más grande, mejor y más hermosa de su ofrenda por la gloria del Padre y la salvación del mundo.
Cuando una persona no irradia felicidad ni goza de una actitud sana, probablemente se deba a que no ha sabido rodear su existencia, su personalidad de aspectos positivos; cuando revivimos un recuerdo negativo, llevando cuenta de ofensas que se nos han causado, el recuerdo se convierte en amargura que entristece nuestra existencia. No importa si la causa del rencor sea real o imaginada, su veneno nos carcome poco a poco hasta que se derrama sobre todo lo que nos rodea y lo corroe. Pienso que todos hemos conocido personas amargadas. Tienen una memoria extraordinaria para los más insignificantes detalles negativos, se consumen en quejas y se ahogan en resentimientos. Llevan cuenta minuciosa de las ofensas sufridas, y siempre están listos para demostrar a los demás cuánto han sido ofendidos. Por fuera aparentan tranquilos y serenos, pero por dentro revientan por su amargura reprimida. La amargura afecta todos nuestros sentimientos, acciones haciendo infeliz, atormentada y resentida a la persona amargada.
One of the most suggestive approaches to the mystery of the Blessed Virgin’s sorrow at the foot of the cross is the one that sees her in the very process of giving birth to the Whole Christ, that is, the very Body in which each one of us partakes. Let us see more closely what this could entail for it clearly gives a new and most profound meaning to the plea, “Pray for us, sinners,” that we say in every Hail Mary.
Quiero con estas palabras unirme a tantos otros testimonios que se han dado y que se van a seguir escuchando sobre la vida y obra de una mujer infatigable y gozosa en el servicio a la causa del Evangelio. Su palabra vigorosa, convencida, enamorada, recibió fuerza que luego se condensó en la Asociación María Santificadora (AMS), con la que me unen lazos de amistad y gratitud. No me corresponde a mí hacer una semblanza biográfica, que otros harán más amplia y mejor. Aquí solo quiero expresar lo que significó para mí encontrar a Gloria Niño, una mujer que anunció con su palabra el mensaje de Cristo, y con esto digo por supuesto: una mujer predicadora. ¿Qué mensaje nos trae este hecho hoy en nuestra amada Iglesia?
Respira pausada y profundamente, viendo el aire que entra y sale de tus pulmones.