77. El Domingo

Misa en español, Dublín77.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

77.2. Cada domingo la Santa Iglesia celebra la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. No tendría sentido esta celebración si no fuera ella misma la que marca el ritmo de la Historia humana hacia el domingo sin ocaso que es el Cielo. Como todo es preciso que lo aprendas a su tiempo y en su medida, también es necesario que aprendas a vivir el Día del Señor.

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Por sus heridas hemos sido sanados

En toda herida hay un aspecto exterior, que corresponde a los hechos, y un aspecto interior, que corresponde al significado o peso que damos a esos hechos. En la vida y el ministerio de Jesucristo encontramos claves fundamentales no sólo para sanar lo que nos ha sucedido sino para no dejarnos herir. No se trata de un blindaje ni de aplastar a otros sino de una comprensión profunda de la miseria humana y la misericordia divina.

Bases de la Espiritualidad de SANCTUS, 2 de 2

La Cruz es el horizonte de Cristo; es su “hora” decisiva; es sobre todo el lugar de la revelación decisiva y la entrega completa, la kénosis del Señor. El lenguaje con que Cristo nos absolvió es su propia Sangre. Este es el “misil” de su amor, que quebranta el corazón humano y por fin lo abre a los misterios del arrepentimiento, la gratitud y la misericordia.

Bases de la Espiritualidad de SANCTUS, 1 de 2

El testimonio del Nuevo Testamento nos permite descubrir que hay una secuencia, un orden que va desde la predicación de los Apóstoles a la conformación de comunidades, y de ahí hacia el impulso misionero. Alguna vez pasa que el fervor de un convertido quiere saltarse la etapa de la comunidad por apresurarse hacia la misión pero en realidad es solo en al comunidad donde encontramos hogar, escuela, hospital y plataforma para nuestra vida cristana.

Libertad y Liberacion en la Pasion de Cristo, 2 de 2

En el contexto de una Comunidad Católica Carismática en Bogotá, esta es una predicación sobre cómo nuestros oídos, nuestros ojos y nuestro corazón necesitan ser liberados. Muchas personas piensan que la “liberación” es sólo para casos de posesión y se olvidan que siempre que nuestra voluntad es insuficiente y está atada necesitamos ayuda: necesitamos ser liberados. Esta es la segunda parte, la final, de esa extensa predicación. Incluye oraciones.

Libertad y Liberacion en la Pasion de Cristo, 1 de 2

En el contexto de una Comunidad Católica Carismática en Bogotá, esta es una predicación sobre cómo nuestros oídos, nuestros ojos y nuestro corazón necesitan ser liberados. Muchas personas piensan que la “liberación” es sólo para casos de posesión y se olvidan que siempre que nuestra voluntad es insuficiente y está atada necesitamos ayuda: necesitamos ser liberados. Esta es la primera parte de esa extensa predicación. Incluye oraciones.

76. La Iglesia peregrina en el futuro

Mirada de Jesús

76.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

76.2. La constancia misma que Dios te ha regalado en la consignación de estas palabras es una señal que no debes desdeñar. Ningún proyecto estrictamente tuyo de esta naturaleza alcanzó ni la mitad de lo que ahora puedes ver que hemos hecho. Es motivo para que le des gracias a Dios, porque, has de creerme, esto que tú estás viviendo, aunque parezca excepcional en este momento, en cierto sentido tendría que ser la vida normal y común de la Iglesia Peregrina. ¿No es normal y común que, si un mismo Dios nos ha creado y nos ha comunicado su gracia, nos gocemos en alabarle a una voz y en todo procuremos unirnos más y más a su amor inconmensurable?

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75. Alegraos con los que se Alegran

Madre Teresa de Calcuta75.1. Quiero que sepas que me alegra tu alegría. Pablo dejó esta enseñanza: «Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», y en cierto modo lo explicó en lo que sigue: «Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría» (Rom 12,15-16).

75.2. Ese “mismo sentir,” pues, no es una forma de complicidad o, como diría alguna psicología contemporánea, “falta de personalidad.” Más bien es la respuesta cristiana al problema siempre actual de la altivez, ese afán de buscar la propia “altura.” ¿No fue este el pecado de Babel: el ser humano queriendo levantarse a lo alto? Por eso Pablo habla de “un mismo sentir,” porque un terreno llano no tiene “alturas” o “singularidades.” Es algo como lo que alegóricamente puedes entender del conocido texto de Isaías: «Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie» (Is 40,4). La invitación de Pablo es algo así como “vuélvase lo escabroso llano.”

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74. El Misterio de la Comunión

Cáliz y Trigo74.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

74.2. Comulgar es llegar a ser uno, no por vía de disolución en una mezcla, ni por vía de anulación del más pequeño, ni por vía de imposición del más grande, ni por vía de negociación entre los intereses de ambos, ni por vía de provecho común o intereses semejantes, ni por vía de alternancia en el poder o en el provecho.

74.3. Comulgar es llegar a ser uno, no sólo en los pensamientos, ni sólo en los proyectos, ni sólo en los recuerdos, ni sólo en las posibilidades o esperanzas, sino en las raíces mismas del ser. Por eso, en rigor de términos, dos creaturas no pueden comulgar la una con la otra: sólo es posible comulgar con Dios, si bien es cierto, que en Dios es posible comulgar con todos los que son uno en Dios.

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73. Aprender a Hablar

Hostia y Uvas73.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

73.2. Como el oficio de tu vida es la predicación, tu amor está en la Palabra. Así como el escultor aprende a valorar la calidad de uno y otro mármol, así tú tienes por derecho y por deber que conocer cuánto pesa y qué textura tienen las palabras, de modo que puedas tratar a cada una como lo que es y puedas también llamarlas como amigas al servicio de tus pensamientos y del afecto de tu alma, y no como estorbos o barreras que te distancien de tu misión o de aquellos a los que quieres dirigirte.

73.3. Para aprender a hablar hay que hablar corto. La Biblia, que habla bien de la Palabra, habla mal de la abundancia de palabras: «En las muchas palabras no faltará pecado; quien reprime sus labios es sensato» (Prov. 10,19). Otro tanto dice Nuestro Señor refiriéndose específicamente a la oración: «Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados» (Mt 6,7).

73.4. Así como la conducta ha de ser sobria (1 Tes 5,6.8; 1 Tim 3,2.11; Tit 2,2; 1 Pe 1,13; 4,7; 5,8), así las palabras han de ser las necesarias, según los criterios de la justicia, la utilidad y la caridad. Justicia fue que Daniel levantara su voz para defender a la inocente Susana (Dan 13,42-62); utilidad es aquella edificación que Pablo pone como criterio fundamental en el discernimiento de los carismas (1 Cor 14,2-12); caridad es aquel amor que lleva a Juan a testificar lo que ha visto y oído, para que sus oyentes estén en comunión con el Padre y el Hijo (Jn 20,31; 1 Jn 1,1-3; 5,13).

73.5. Hablar poco y con sobriedad implica gustar y hacer gustar la dulzura de las palabras. Vienen al caso las expresiones de aquel amigo de Job: «¿Te parecen poco los consuelos divinos, y una palabra que con dulzura se te dice?» (Job 15,11), pues «Dichoso el hombre que ha encontrado la sabiduría y el hombre que alcanza la prudencia; más vale su ganancia que la ganancia de plata, su renta es mayor que la del oro. Sus caminos son caminos de dulzura y todas sus sendas de bienestar» (Prov. 3,13-14.17).

73.6. Tú debes hablar y predicar como el que ha encontrado esta dulzura, como el que ha probado el banquete, y atrae con alegría a otros para que gusten el amor de Dios. Así obró Andrés cuando atrajo a Pedro hacia Jesucristo: «Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías” —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús» (Jn 1,40-42). Si Andrés se hubiera puesto a darle largas clases de teología y espiritualidad a Pedro, seguramente no hubiera conseguido mucho, pero obró con la inteligencia de la humildad y con la prudencia de la caridad: dio lo que podía y debía dar, y llevó a su hermano allí donde podían darle lo que él mismo no poseía aún. Sigue tú ese ejemplo.

73.7. El mismo Cristo supo poner freno a sus palabras, cuando suspendió la tersa belleza de su discurso en aquella sublime Cena, y dijo con humildad divina: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir» (Jn 16,12-13). ¡Qué sublime espectáculo! ¡Cristo Palabra se vuelve Cristo Silencio, para que el Amor tenga la última palabra!

73.8. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.