En esta ocasión quisiera preguntarle si estoy interpretando bien un fragmento del evangelio según san Marcos, que dice lo siguiente: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, no quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.» Nuestro Señor no menciona “esposa” o “mujer”, ¿será porque la indisolubilidad del matrimonio es tal que Cristo nos enseña que el hombre se quede con su esposa, y le sirva desde su hogar, y no que la deje a causa del evangelio y la predicación? — B.C.
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Yo creo que tu interpretación es correcta. No dice Cristo que se deje a la esposa aunque, en ciertas circunstancias sí podría dejarse a los hijos para entregarse al Evangelio, por ejemplo, si ellos han crecido y son independientes, como se espera de hijos adultos. La unión en cambio con la esposa está llamada a perdurar porque en sí misma esa unión es un servicio al Evangelio. En efecto, el hermoso testimonio de comprensión, apoyo mutuo, fidelidad y perdón que dan los matrimonios es un bien para todo el pueblo cristiano.
Algo que la Iglesia permite es que, si han cesado las responsabilidades mayores e inmediatas con los hijos, de común acuerdo esposo y esposa pueden ingresar a la vida religiosa. Pero debe entenderse que su servicio a Cristo no empieza sino que solo cambia si llegan a ese acuerdo mutuo.
Otra cosa que hay que destacar es que el hecho de que no se mencione dejar la esposa pone un límite a esa opinión que se repite con tanta facilidad como falta de fundamento. ¿Quién no ha oído aquello de que “los apóstoles eran casados”? Del único que consta que estuvo casado es de Pedro porque se menciona su suegra (por ejemplo, en Lucas 4,38-44). pero, como lo han observado varios estudiosos, el hecho de que la suegra viviera con Pedro y que no se mencione en ningún momento, y en ninguna parte del Nuevo Testamento, a esposa o hijos de él, hace suponer que el pescador de galilea ya era viudo y muy probablemente sin hijos, cuando Jesús lo llamó al apostolado. Así que sea esta buena ocasión para quitar de en medio ese sofisma en contra de la práctica del celibato en la Iglesia Católica en Occidente.